Estuvo a la derecha de Washington
(George) en las celebraciones de la Victoria de las Colonias sobre Inglaterra;
se llamó Bernardo Vicente Apolinar de
Gálvez y Madrid, luego reconocido como conde de Gálvez y vizconde de Galvestón.
Hijo del general Matías de Gálvez y
Gallardo, bien pronto sintió la vocación militar y acudió a la Academia
Militar de Ávila (Siglo XVIII), entrando a su primer combate (en Portugal) con
sólo 16 años y el empleo de teniente.
En el verano de 1989, en San Antonio, Texas, oí hablar de
él. Era un 4 de julio y abriendo el desfile, junto a la Star-Splangued Banner desfilan, a modo de escolta dos banderas más:
la vieja Cruz de Borgoña (Cruz de San Andrés que es; Bandera del Imperio español
que fue) y la bandera de España. En el Paseo del Río posaron aquellos soldados
de época. Eran los Granaderos de Gálvez.
Me impresionó y me interesé por aquél Gálvez. Lo que me ha venido de perlas
para este Post.
La Sublevación de las
13 Colonias (el nuevo impuesto del té y el motín de Boston; 19.04.1775-03.09.1783;
Guerra Revolucionaria Americana que por allí la llaman. 13 barras rojas que
tiene la bandera norteamericana) le vino de perlas a España (y a Francia) para ajustar cuentas con Inglaterra. Así, Carlos III ordenó la ayuda económica de 70.000 dólares de entonces para
el pertrecho de 30.000 soldados rebeldes (armas y munición) y la entrega 216
cañones. Mientras tanto Floridablanca
y Aranda mareaban al rey con que ser
neutral o con que si apoyo militar incondicional. Al final, Aranda se salió con
la suya y se dio el visto bueno para apoyar a los insurrectos yankees y, por
ejemplo, golpear a los ingleses en la Florida y en su capital, San Carlos de Panzacola (hoy, y
entonces, Pensacola para los de allí). Al final, al conflicto se enviaron
60 navíos y 30 fragatas con una importante dotación de granaderos de Infantería
de Marina: “casacas blancas”.
Bernardo
de Gálvez estaba ya sobre el terreno: coronel del Regimiento
Fijo de la la Luisiana y desde el 1º de enero de 1777, gobernador de
aquél inmenso territorio español, desde el Mississippi a las Rocosas y desde el
Golfo de México a Canadá. En lo que hoy es Texas fundó Gálvez la ciudad de Gálvezton (Galveston hoy). Una vez
declarada la guerra a Inglaterra (21.06.1779) Gálvez se adelanta a todos y toma
las ciudades de Baton Rouge, Manchac, Natchez y Mobila (Mobile)
dejando a los ingleses sin el flanco Sur para atacar a los rebeldes.
Para atacar la capital de la Florida, San Carlos de Panzacola (Pensacola para los british), planea Gálvez la acción desde
Cuba. En febrero de 1781 la escuadra del almirante Calvo Irazábal se hace a la mar con el objetivo de atacar y ganar
la plaza. En el San Genaro está Gálvez, que toma la isla de Santa Rosa con sus infantes de marina al primer envite. Pero
los barcos son muy pesados y tienen mucho calado para aquél mar. Gálvez toma
entonces el mando del bergantín Galveztown y pronuncia su lapidaria
frase: “El que tenga honor y valor, que me siga. Yo voy delante para quitarle
el miedo”.
En el cuartel inferior derecho un barco con un sólo tripulante, en actitud desafiante. Sobre él, el lema YO SOLO |
Aquella batalla fue decisiva para la Guerra de Independencia
de los EE.UU. Los ingleses llegaron a Yorktown en inferioridad.
Nosotros, los españoles, ¡cómo no!, hemos olvidado la
Historia, pero la Historia no ha olvidado a Gálvez y sus infantes de
Marina. Y los EE.UU. tampoco.
En una Resolución del Congreso de los Estados Unidos de mayo
1783 se decide colgar el retrato de Gálvez en el Capitolio por su contribución a la Independencia de las Colonias (EE.UU.). No se sabe aún porqué, pero
la resolución quedó incumplida. Gestiones de una ciudadana española afincada en
Washington -Teresa Valcárce, a la
que Guillermo Fesser llama,
cariñosamente, Maripancartas- tras leer la historia en un periódico malagueño han
hecho posible que este español ocupe lugar preferente en aquella cámara 230 años después. Dicen que en
septiembre, con motivo de la visita de los Reyes de España, Felipe VI y Letizia colgarán su cuadro donado, ahora, por la Diputación de
Málaga.
La vida de este malagueño es fascinante. Llegó en 1762 a Nueva España (actualmente, Estado de Nuevo México) y su primera
acción, como ya capitán, fue luchar contra los Apaches, a los que venció. Durante la Sublevación de las 13 Colonias, negocia directamente con Jefferson y Washington, y cuando se proponía asaltar la isla de Jamaica, último baluarte inglés en el
Caribe, se firma la paz y debe abandonar la operación.
Tiene estatua ecuestre en la Avenida Virginia de Washington
DC y en 2012 recibió la distinción de “Great
Floridian 2012”.
Murió a los 40 años, el 30 de noviembre de 1786, siendo
Virrey de México. Sus restos reposan en el Panteón de Marinos Ilustres de San
Fernando (Cádiz). Pronto su retrato colgará en el Capitolio.
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