Hoy ha comenzado el suministro de gas natural en Benidorm. En 1992, recuerdo, ya se hablaba de su “inminente”
llegada; para los hoteles, se decía entonces. Vamos, llega el gas natural a
Benidorm un 18 de julio y en presencia del alcalde. Si llega a ser con banda de
música y ante mitrado hubiera creído que era un dejà vu. En fin, que el gas natural ha prendido en una vivienda de
la Colonia Madrid; de la calle de Alcalá a eso de las 10’30 h.
El gas natural es
una mezcla de gases que se encuentra en los yacimientos de petróleo (o en
depósitos de carbón). Su composición es ligeramente variable, en función de
dónde proceda, pero en su principal magnitud es metano (90-95%). Es un gas no
tóxico, incoloro e inodoro, por lo que se le añade un
marcador oloroso para detectarlo.
Aunque ahora mismo les parezca raro, el gas natural ha sido
una constante en nuestras vidas.
Sí, ya en las arenas persas, en el 6.000 a.C.,
surgieron los primeros adoradores del fuego. Sí, cada dos
por tres las tormentas eléctricas incendiaban las emisiones y había puntos que
estaban ardiendo años y años (“fuegos eternos”)… y los pocos que
pasaban por el lugar, como no sabían el porqué, terminaban adorando el lugar
ardiente. Sí que descubrieron el por qué se producía esto en China, en torno al
900 a.C., y por eso decidieron utilizarlo en su provecho: perforaban sus
pequeños pozos para obtener el gas con el que calentar los hornos donde secar
rocas calizas y obtener cal. Los chinos sí le encontraron bien pronto utilidad.
Hoy en día hay un caso de “fuego ¿eterno?” que llama (o llamó) mucho la atención. Ocurre en
Turkmenistán, en el desierto de Karakum (arena negra), en un agujero artificial
abierto en Darvaza (Derweze). Lo han
llamado la “Puerta del Infierno”. En medio de una prospección -en 1971- se
hundió la caverna subterránea sobre la que estaban perforando y se les cayó el
equipo. No bajaban a recuperarlo por culpa de los gases tóxicos que emanaba la
sima y no tuvieron mejor idea que incendiarla para “quemarlos”. Iba a ser cosa
de semanas… Y aún sigue ardiendo cuarenta y tres años después. Y lo que te
rondaré morena. Bueno, esto no está muy claro porque en 2004 el gobierno
turmekistano ordenó la disolución del pueblo (muy al viejo estilo soviético:
sólo había 300 habitantes que desplazar a otro emplazamiento) y en 2010 se
ordenó el sellado del lugar (que desconozco si se ha producido), pero en
Internet hay imágenes de antes de 2010.
En
Europa no supimos nada del gas natural hasta el siglo XVII. En
Inglaterra, en 1659, van y lo “descubren”. Y ya sabiendo lo que es el
gas natural, en los EEUU, en la localidad de Canadaway -en el Estado de Nueva
York-, en 1821 comenzó su uso para
cocinar e iluminar.
Y ahí comienza la historia del gas natural en usos industriales y domésticos para el mundo
civilizado, historia que no es muy brillante al principio de la misma por las
dificultades de su transporte. El gas, en estado gaseoso, es muy difícil de
transportar. Pero una vez que conseguimos licuarlo (proceso de licuefacción; unos dicen que en 1818 y
otros que en 1823, por Michel Faraday)
todo comenzó a cambiar. Resulta que todos los gases pueden ser licuados; todos
tienen su temperatura y presión críticas. Transportar líquidos no es muy fácil.
Sólo 3 años después del logro de Faraday, en 1826, el catedrático de química de la
Escuela de Comercio de Barcelona, Joseph
Roura, iluminó el aula con faroles de gas. Y aquello fue como luz de gas;
tenue… y se apagó. Pero prendió la idea y en 1827 se ilumina el Edificio Llotja
de Barcelona, y en 1832 el Palacio Real de Madrid.
A España llegó la modernidad de la iluminación ciudadana por
gas cuando en 1841 un tal Charles Lebon (mediante el Método
Lebon) se hace con el primer contrato de alumbrado para la ciudad de Barcelona, y en 1842 construye la primera fábrica (de gas; por destilación seca de
hulla, madera o carbón) en España (en Barcelona) y comienza a proyectar lo
mismo en otras ciudades españolas.
El gas se hace dueño de la iluminación de las noches de
España (Valencia, en 1844; Cádiz y Málaga, en 1846; Bilbao y Madrid, en 1847)
hasta que en 1894 la alemana Allgemeine
Elektrizitäts-Gesellschaft (AEG) propone la iluminación eléctrica de la Ciudad
Condal. Lebon y sus socios gasistas catalanes se pasan de inmediato a la
electricidad y el gas comienza a evaporarse en España como casi en toda Europa.
No volverá a aparecer hasta finales de los años 50 del siglo
XX coincidiendo con la irrupción de la tecnología criogénica (frío; del orden
de -195 ºC) para la turboexpansión del gas y el inicio de la búsqueda de
alternativas al petróleo mucho antes que a una seria concienciación ecológica.
Y en 1969 se dan
los primeros pasos en España para el uso industrial del gas natural; incluso
doméstico. Pero lo alejados que estamos de los yacimientos petroleros hacen que
el desarrollo de las infraestructuras gasistas en España sea lento y tardío. Al
final recurrimos al gas libio construyendo
desde el primer buque de transporte, el “Laietano” (40.000 m3 de capacidad de
gas licuado criogenizado), hasta la primera planta regasificadora (llegaba
licuado y había que volver a convertir en gas) en Barcelona donde la carga del
“Laietano” se convertía en 20
millones de m3 de gas. Casi veinte años después se abrió la segunda planta en
Huelva (1988) para uso industrial, al igual que una tercera planta en Cartagena
(1989).
Luego llegarán los gasoductos que nos conectan con el norte de África
(1996 -por Marruecos- y 2011, gasoducto directo de Medgaz) y nuevas plantas
regasificadoras (hasta las 6 actuales y 3 proyectadas), almacenes subterráneos
(dos; descartando el fracasado Castor) y seis conexiones internacionales
(Argelia, Marruecos, Francia [2] y Portugal [2]).
Bueno, el caso es que el gas natural ya ha llegado a
Benidorm; al menos a una casa y a un comercio. Veremos lo que tarda en llegar a
todos los hogares.
En el MOSI mancusiano hay una excelente muestra de la
historia y las posibilidades del gas, pero eso es otra historia.
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