Después de visitar esta mañana en su hornacina portuaria benidormense
(vamos, en la Estación Náutica que ahora dicen) a la Virgen del Carmen me he dispuesto a felicitar a mi hermana Carmen, que aunque ande por la pérfida
Albión es ocasión que recordarle la Terreta, aunque sea por WhatsApp que está trabajando y no es
cosa de importunar. Y de paso, ahora, felicidades a todas las Cármenes, y algún
Carmelo, que hoy celebren su onomástica.
Mi abuela paterna también se llamaba Carmen (de ahí que mi
hermana lleve ese nombre) y este 16 de julio era obligado celebrar lo de las
Cármenes y acercarse al puerto (entonces el de Torrevieja) a ver la procesión
marinera de la Virgen del Carmen; Nuestra
Señora del Monte Carmelo.
Es esta una devoción que siempre hemos visto vinculada a la mar y a estas altura de
calendario terrenal se convierte este día en uno de los referentes del verano.
Para unos será religioso, pero para muchos es un atractivo cultural del lugar
turístico-costero que se visita.
Se le atribuye a Simon
Stock, San Simón Stock, lo del
patronazgo marino a la Virgen del Carmen. Y la cosa tiene “su aquél”.
Se dice que por el siglo XI una serie de ermitaños (cruzados que habían llegado desde Europa),
inspirados en el profeta Elías, se
retiraron al Monte Carmelo (La Viña del Señor, hoy por Haifa, Israel;
lugar de los antiguos esenios) y de por aquellos años surgió lo que se llamó la
Orden de Nuestra Señora del Monte
Carmelo. Tenía su connotación militar la cosa y en 1209 Alberto de Vercelli,
Patriarca de Jerusalén, les entregó su Regla (Regla Carmelita). Y al
sexto general de los carmelitas, Simón
Stock, el 12 de julio de 1251, le entregó la propia Virgen del Carmen su escapulario, símbolo de especial gracia: “muestra de salvación, símbolo de
gracia y concordia”… aunque eso no se documenta hasta 1642. A este Simón se le ocurrieron los
himnos Flos Carmeli y Ave Stella Matutina que en su versión
original citaba al Ave Maris Stella
que es un canto del siglo IX (unos
doscientos años antes que naciera este Simón) que se decía ya que entroncaba
con el Monte Carmelo y el profeta Elías… para que todo quedara en casa.
El Ave Stella Maris del IX se inspira,
dicen, en un pasaje del Antiguo Testamento, que describe como una pequeña nube
llegada del mar anuncia al profeta
Elías la llegada de la lluvia en medio de una gran sequía. Como la nube llega
del mar y se asocia con María… con
lo que María es Stella Maris y patrona de los mares. Ah, parece que tras el
aviso, llovió.
Total que como en la noche lo único que veían los marineros eran las estrellas, la Virgen del Carmen, Stella Matutina o Maris Stella bien pronto convivieron.
Pero hay que decir que le
costó a la Virgen del Carmen ganarse el patronazgo marino desbancando a San Telmo.
San Telmo es un santo español de nombre Pedro González Telmo, fraile predicador del siglo XII, capellán
militar de Fernando III El Santo.
Cuando se retiró, ya muy anciano (y murió centenario en Guimaraes) se fue a
predicar por el norte peninsular y trabó amistad con pescadores y marineros
cántabros y gallegos. Desde entonces se
le consideró patrono de las gentes del mar: pescadores, balleneros,
caboteros, etc. Desde 1741 en que fue canonizado este santo
se le representa con un navío en la mano derecha y un cirio en la izquierda…
que representa el llamado “Fuego de San Telmo”, un meteoro ígneo
luminiscente que tiene que ver con las tormentas eléctricas y los mástiles de
los navíos y que los españoles consideraban como símbolo de buen augurio.
Las gente del mar -pescadores y marinos-, con el tiempo, empezaron
a tener especial veneración por la Virgen
del Carmen, pero siempre en íntima correlación. El patrón era San Telmo y no había que dividir las súplicas. Bueno,
siempre hubo alguna excepción ilustre: don
Juan de Austria pasó del santo y llevó en su galera a la Virgen del Rosario, bajo cuya su
advocación se puso al entrar en combate en Lepanto. Y así hay una lista
interminable de marinos que cambiaron a San Telmo por otra imagen del santoral.
La
primera iniciativa seria de honrar a la Virgen del Carmen como patrona de las
gentes del mar, arrinconando a San Telmo, fue cosa del Capità Toni, del que ya hemos hablado
en este Blog cuando contamos cosas de corsarios. El Capità Toni llego a
Almirante y todos lo conocemos como Antonio
Barceló y Pont de Terra. En su compañía balear de Guardacostas (contra los
piratas argelinos y de Berbería) organizaba una gran fiesta el 16 de julio en honor a la Virgen del Carmen; todos los corsarios españoles le tenían especial veneración por la
Virgen del Carmen. Cuando Fernando
VI le unió a la Armada, Barceló incorporó todas sus costumbres -y la de la
Virgen del Carmen también- que Carlos
III refrendó… aunque no será hasta el
19 de abril de 1901 en que la Reina
Regente María Cristina de Habsburgo y el Duque de Veragua, Cristóbal Colón de la Cerda, a la sazón ministro
de Marina, firman la Orden que proclama
a la Virgen del Carmen como Patrona de la Marina de Guerra que era la única
que aún no la tenía como tal y que era la única que podía uniformarla porque,
al final, todo marinero tenía que pasar, por H o por B, por la marina militar a
tenor de los Libros de Matrícula.
Bueno el caso es que esta tarde las gentes del mar tendrán
en la Virgen del Carmen su patrona y
muchos la acompañarán en su procesión marina y muchos más la verán desde las
playas y espigones.
Así es España; olvidando a San Telmo. ¡Salve, Estrella de los Mares!,
que no es otra cosa que un fragmento de una romanza de Zarzuela (de El molinero de Subiza). ¡País!
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