Me ha llamado la atención: he leído “Benidorm” en una reseña de una revista de Arquitectura (de Condé
Nast) y me he tirado como un loco hacia ella. “Recuerdo de Benidorm” en Architectural Digest. Y habla de una
exposición: “Benikaktus”, el mismo nombre de un hotel de Benidorm; y la foto
que ilustra la expo es de las letras de neón del Hotel Benikaktus. Golpe de teléfono a Mari-Luz Barrio y ella me cuenta una parte de la intrahistoria.
Pero lo mollar está en algunas fotos de la exposición (en La Fresh Gallery, Conde de Aranda nº 5,
Madrid; y hasta el 2 de octubre) y en la entrevista al autor de ellas, Julio Jiménez Corral, arquitecto: “una
mirada hacia la convivencia entre la naturaleza y lo artificial… Benikaktus es
la visión a través de una lente que fusiona ambos en una sola imagen”.
El caso es que lo que anima la exposición es que “el reflejo de lo banal pueda
alcanzar la poética de los sutil…”. El autor justifica el nombre de la
exposición -Benikaktus- sin citar al hotel como que “Benikaktus” es “un
acrónimo de Benidorm (‘la ciudad más artificial del Mediterráneo’) y kaktus (la
especie vegetal más adaptable a circunstancias extremas)” y “aparece
claramente como la síntesis perfecta para definir los motivos de la exposición”.
Luego, Julio Jiménez y La Fresh Gallery refuerzan la presentación
con referencias, que para el caso de Benidorm son conocidas por los que estamos
en el día a día d ela investigación, pero no está de más recordarlas casi a
diario para que calen como la lluvia fina. Desde el estudio de Arquitectura de Winy Maas, Jacob van Rijs y Nathalie de
Vries (MVRDV) a Norman Foster y hasta Miguel Pérez Devesa, de cuando alcalde
(1974). No sé, desde los postulados holandeses de “Benidorm es el refugio perfecto…”, “… Benidorm aparece como el más depurado
ejemplo de concentración urbana al servicio del turismo de masas”, “Benidorm
concentra en el 1% del territorio litoral mediterráneo el 40% del turismo
nacional” (que habría que acotar geográficamente) o que “… bastarían
13 Benidorms para hacer frente a toda la industria turística española”,
hasta los de Norman Foster: “… Benidorm
puede gestionar de forma más afectiva los recursos, ser más sostenible y
generar menos impactos medioambientales…”. Y al ex alcalde Miguel Pérez
Devesa: “Benidorm es un prototipo peculiar de ciudad nueva. Tal vez la única que
en Europa o América ha alcanzado 200.000 habitantes en 17 años de vigencia del
Plan de Urbanismo…” (1974). Yo hubiera añadido otra frase de don
Miguel: “Benidorm sufrirá siempre la envidia por su éxito”.
Bueno, ¿y qué decir de la proyección que hace Nacho Canut en la presentación de la
expo? Canut es músico (con Alaska,
con Dinarama, con Fangoria, etc.) y compositor (“Bailando”,
con Carlos Berlanga, “¿A
quién le importa?, etc.) Nacho Canut es un incondicional de Benidorm: “Me
encanta descubrir que otro artista, en este caso fotógrafo, también cae rendido
ante la extraña, y para muchas personas excéntrica, atracción de Benidorm”.
Julio Jiménez Corral ante su obra - Foto: La Fresh Gallery |
Pero vayamos a la entrevista al autor, al madrileño Julio Jiménez Corral en Architectural Digest. “Que
sea el visitante quien elabore sus propios juicios” es la máxima que
orquesta la exposición. Y la justifica: “el ‘modelo Benidorm’ es ahora mismo un
referente mundial de desarrollo. Es sostenible, económicamente viable y muy
atractivo visualmente”. Es que, resulta que, “En Benikaktus, la pregunta al
espectador es ‘¿qué es lo que deseas tú para el futuro de tus hijos?’”.
Y al que el firma el reportaje, Ianko López, le señala -ante sus insistencia en que Benidorm “es el resultado de un no-urbanismo”- que
“Benidorm
sí (remarca esta palabra) tiene un planeamiento urbanístico, no es fruto del
azar. Será defendible o no, pero tiene sus reglas: Manhattan -que es otro
Benikaktus- es similar, y a todo el mundo le encanta”. Y así es.
No sólo hay fotos de Benidorm en “Benikaktus”. Además de
Benidorm aparecen imágenes de Menorca, Dubai, Los Ángeles y Tokyo. De Benidorm,
media docena.
Y para el final, la apoteosis. Y le copio a Nacho Canut,
porque define esto a la perfección, amparándonos en el nombre de la exposición:
Benikaktus. “La palabra es perfecta, porque si hay un vegetal que se adapta y
prospera en Benidorm, es el cactus. Una planta que crece sólo con que se la
deje en paz y sorprende con flores espectaculares. También tiene espinas, claro…
pero están muy a la vista y sólo se pincha el que quiere”. Y es verdad.
Benidorm es la vida en estado puro y con ventanas a la calle de la vida.
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