Esta mañana casi me da un pasmo en el semáforo frente a
casa. Un Volvo negro arrastraba un transporte de motos y en él, majestuosa, una
Setter
antigua. Me ha pillado tan de sorpresa que no he reaccionado; no me ha
dado tiempo a sacar el móvil y disparar, para inmortalizar. He andado lento de
reflejos; es que no me esperaba ver una Setter a estas alturas de la vida.
Veteranas leyendas Setter, de Santonja |
De niño mozo, el padre de un amigo tenía, no una, dos Setter.
Bueno, “una” era una bicicleta a la
que le habían puesto un motor auxiliar y era un icono en aquél almacén de
fruta. La otra ya era una Setter de 125 cc.
Y a mí, lo que más me gustaba de aquella máquina era que…
¡¡estaba fabricada en Elche!! Eso,
para mí, era lo más grande. Ya, reconozco que soy un poco talibán para las cosas de la Terreta.
El caso es que ha sido identificar Setter en el escudo en
los laterales del depósito y darme un vuelco el corazón. Años de mocedad; ¡la
de veces que nos habíamos subido a aquella moto Joaquín y yo guturalizando el
sonido el motor. Porque lo de ponerla en marcha, ni se nos pasaba por la
imaginación.
Las Setter las fabricaba en Elche el
taller de Miguel Santonja
(c/Maximiliano Thous número 31).
Es que en la España de los años 50, cuando no había más
medio de locomoción personal que la bicicleta -ni dinero para adquirir otra
cosa más potente-, Santonja fue capaz de equipar las viejas bicicletas con un
motor autónomo, anclado sobre el guardabarros posterior y fijado al eje de la
rueda trasera con lo que mediante “una
transmisión por rodillo” (de esto me he informado hace un ratito) convertía
la pesada bicicleta en un ciclomotor, propulsado por un “Santonja” de 55 cc. En
casa de mi amigo había una de aquellas bicicletas motorizadas como de
exposición; aunque más parecía de veneración. Y he visto una foto en la web.
Y luego estaba la Setter. Me contaba el padre de mi
amigo Joaquín, amigo de Santonja, que el nombre, de raza de perro, venía por
uno de los mecánicos ilicitanos del taller al conocer la idea de don Miguel de
fabricar motos en un mercado que ya estaba muy copado por la eibarresa G.A.C. (Gárate, Anitúa y Cía.) -que
comercializaba la famosa Mobylette (¡qué tiempos!, 63 cc y con
el motor delante de los pedales; licencia gabacha Motobécane)- le dijo al jefe
que “lo millor per a menjar-se un gat és
un gos”… (“gat”, de gato por “gac” de GAC)… y don Miguel le hizo caso y las
llamó Setter, que debería ser la
raza del perro qye habría en la familia. Esto son recuerdos de chaval; no lo he
leído en la web… pero en la Wikipedia viene algo parecido; pero lo mío es de
primea mano.
Y allí, en la web, he descubierto a Setter y que hasta tienenpágina propia, donde leo que en aquellos talleres se construían las Setter
y los motores que equipaban otras marcas como Ducson (Vicente Solá); y hasta
construía otros modelo para la marca valenciana RMH (Rafael Mira e Hijos).
Total, que en los 20 años de vida operativa de la fábrica ilicitana se construyeron
más de 7.000 motos Setter,
además de unas 775 unidades RMH
(con motores Hispano Villiers) y un número indeterminado de motores Santonja
para las Ducson barcelonesas. Sí, una lástima no tener más información.
Y he visto que en Elche no sólo Santonja fabricó motos. Elig (Francisco Candela Más; Marqués de
Asprillas, 39) fue otra marca importante en los años 50; y menuda pinta tienen
sus máquinas. Y Diemen (Diego Mendiola) también hizo motos, con motor Ducati, y
el emblema de la Dama de Elche.
Pero yo me acordaba de aquella Setter azul en aquél
almacén y de las veces que me habría subido a ella reproduciendo el petardeo
del motor. Me duele no haberle hecho la foto a la que delante de mí ha pasado,
triunfal en un transporte, por la Avenida de Europa a eso de las 8’50 horas de
hoy.
PD. Santonja (Setter) se recicló a maquinaria para la
industria del calzado cuando en 1971 cerró su “sección” de motores.
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