En el último Pleno municipal se trató el que las licencias
para actividades comerciales de “mercadillos” y similares pasaran por
el Pleno; Pleno que no es otra cosa que una fórmula de trabajo sobre la base de
la Democracia Representativa donde los concejales electos, presididos por el
alcalde, debaten y aprueban los asuntos, por lo general, previamente debatidos,
tratados y formalizados en las Comisiones Informativas pertinentes. Son los
Plenos, considero, un instrumento, de cara a la galería (públicos, medios y
emisiones, para tomar decisiones (por lo general, previamente adoptadas), de
índole municipal, reguladose este procedimiento por el artículo 46 de la Ley
7/1985, de 2 de abril, reguladora de las Bases de Régimen Local.
Aquí, en Benidorm, el problema siempre ha sido “el
mercadillo”. Y ahora, entiéndase a estas alturas del siglo XXI, la
Directiva Europea de Servicios (semos
de la UE-28) marca la pauta y hasta la Comunitat Valenciana tiene Ley de Comercio (Ley 3/2011) que la
atiende en el epígrafe Venta No
Sedentaria. Total que con la Ley 3/2011, la Ley 7/1996, el RD 199/2010, el
Decreto 65/2012 y la Orden 12/2012… todo debería estar resuelto.
¿Todo? ¡Todo!
Es que… los miércoles aún estoy de buen humor. Las
Ordenanzas Municipales deben tener todo esto en cuenta.
El comercio no
sedentario -el comercio ambulante (la venta ambulante), vamos- no es, como muy bien se puede uno/a
imaginar, un invento reciente. Es
cosa de siglos -la ciudad, desde el principio, era un mercado en sí; dónde
acudir a vender los productos del campo y la huerta- y resulta que es el mercado el embrión de lo que
llaman economía de mercado. El
mercado podía ser diario, semanal o mensual (dependiendo del género), pero de
tiempo tasado (la jornada en cuestión) y la Feria (feria o fórum: solemnidad) era
el mercado especial con una prolongación de varios días (lo parieron como nundinae:
9 días por lo general) que se hacía coincidir con una celebración especial.
Cotidianidad frente a solemnidad.
Vamos a centrarnos pues en lo ctidiano; en los mercados, que
ahora llamamos mercadillos. Actualmente en España (y ojo a la horquilla que es
de una investigación publicada en El
Economista tiempo atrás; noviembre de 2013) hay “entre 3.500 y 5.000 mercadillos que generan 50.000 empleos directos y
60.000 indirectos”.
Aquí en Benidorm, el problema lo hemos tenido siempre con lo
del mercadillo.
El oficial, “de Foyetes; Mercasa[1]”, es un
producto inconcluso que tras más de 30 años sigue sin cumplir nada de lo
previsto inicialmente. Luego está el “mercadillo Pueblo”, en pleitos desde
que en noviembre de 1979 solicitara “ponerse”
en una parcela del Camino Viejo de Altea. Y podemos complicar más la cosa si
metemos en ecuación el Rastro “El Cisne” y “La
Casa Blanca” Antigüedades. Y no te digo si le añadimos la variable de
la última propuesta a la difícil ecuación económica.
El “mercadillo Pueblo” tiene en su haber
el haber movilizado a todo un pueblo y en su baldón la mácula de que se concedió por Decreto
de Alcaldía, “sin informe de Urbanismo ni acuerdo de
Permanente” como reza un informa municipal (con el sigilum del Escudo
de Benidorm). Tengo también por ahí la fotocopia de un documento del
Ayuntamiento (de diciembre de 1984) donde el alcalde accidental, Ángel de la Fuente, dice que “con
un mercadillo en Benidorm es suficiente”… y Benidorm cerró y salió en
manifestación un 29 de enero de 1985…
y habemus mercadillo Pueblo.
Contaba el alcalde Manuel
Catalán en enero de 1985 que el Ayuntamiento (de Benidorm) “adquirió
y construyó (-¿?-)[2] unas
instalaciones por importe de trescientos millones de pesetas, que
obligatoriamente hay que pagar”. Y me imagino que lo habremos pagado ya.
Pero leyendo el documento “Centro Multifuncional ‘El Mercadillo de
Benidorm’” (1982) me surge la dudad. No veo parecido alguno entre el
proyecto de Mercasa (IRESCO-MERCASA) y la cruel realidad.
El solar “tiene una
extensión de 53.000 m2… y un desnivel de 26 metros”, con lo que se diseñó “en plataformas conectadas entre sí por
rampas y escaleras” con una estructura de “vestíbulo urbano” y un eje sobre el que distribuir las tramas de
actividades. Aquél mercadillo se proyectó para 427 módulos de 3 x 6 metros; para 427 puestos.
Ahora veo que sólo queda de aquella propuesta lo que Xàtiva
llaman un “pentxa-pernils” -la estructura metálica del escenario (15 x 20
m; del Auditorium)- y el edificio “multifuncional” de 150 m2
que es como en España llamamos a la edificación donde siempre se ubica el bar y el almacén. Sin bar no se imagina uno que pueda existir actividad
económica real. El mercadillo de Foyetes[3]
es ahora el mercadillo de la calle Goya, con 288 puestos (oficiales)… que es lo que queda de aquél proyecto,
pues la ampliación del Polideportivo ocupa, a la vista de los planos, la vieja
propuesta de Mercasa.
Lo los mercadillos en Benidorm es materia asaz montaraz;
destapa las más bajas pasiones de las gentes del lugar. Fijense, si no, que los
“usuarios
del mercadillo Pueblo”, en 1991, llegaron a pedir al Gobernador Civil “el
destierro de D. Eduardo Zaplana y de todos los que le siguen en la lista
presentada para concejales de este Ayuntamiento, y en otro caso, se adopte un
acuerdo Corporativo declarándolos a todos ellos personas non gratas” -personas
non gratas, ahí es nada- por plantear en el Programa Electoral “la desaparición” del citado mercadillo.
El argumento entonces era que “las familias humildes acudimos a
los mercadillos para obtener productos a los que no tenemos acceso en otro tipo
de comercios o grandes superficies comerciales debido a la diferencia de precios
existentes, tratando de discriminar a las clases sociales más desfavorecidas”.
Ahí es ná. 500 firmas que presentaron.
Ahora me surgen preguntas: ¿Qué decimos del argumento?; ¿Hará
el pueblo soberano (veterano y fundador, también buenas marcas de brandy) ahora
lo mismo con la propuesta del nuevo “mercadillo”?; ¿se convocará nueva salida a
la calle y cierre de actividades?; ¿se propondrá que el Ayuntamiento cese su
actividad siete días?; ¿Estamos más civilizados ahora?
[1]
MERCASA es una empresa pública de la
Administración del Estado, cuyos accionistas son la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI)
y el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio
Ambiente, a través del Fondo Española
de Garantía Agraria (FEGA).
[2]
De mi cosecha estos signos de interrogación.
[3]
En el original, aparece así: Foyetes.
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