6 ago 2016

¿BREXIT?, ¿BRITRN?... ¿CHI LO SA?


He estado prácticamente tres meses fuera de juego en el Blog. Una nueva aventura profesional me han tenido ocupado todo ese tiempo y en buena parte de él me mordí la lengua, hasta envenenarme, por no tener tiempo material de salir al ruedo. Uno de esos instantes fue cuando el Brexit. De buena gana hubiera dejado la profundidad metafísica que me tenía ocupado para poner luz, mi luz, sobre el tema. A vuelapluma pergeñé unas fechas clave en el siglo XX al respecto del Brexit que consideré decisivas y que ahora incluiré aún cuando me pregunto su habrá Briturn.



Históricamente, el Canal de la Manga -(a) Canal de La Mancha- ha sido ahondado y ampliado con hechos, por los propios británicos, para separarse aún más del continente. El caso es que los hijos de la Gran Bretaña nunca han estado muy a favor de lo que se cuece en esta inmensa península de Asia que, en realidad, es Europa.

Que conste: no me molesta en absoluto. Los entiendo. Son felices en su identidad… y yo con su cerveza, con su güisqui, con su ginebra y con muchísimas cosas más. Y con que vengan de vacaciones. Lo único negativo que les encuentro a los ingleses es que cada día me cuesta más hacerme con su idioma. En menos de un mes vuelvo a la EOI para una parte de Certification. Tiemblo.

A lo que iba. Gabriel Tortella publicaba en El Mundo (01.08.2016) su análisis sobre esa falta de comunión continental y la comenzaba en el año 410 cuando el consejo tribal de la isla pacto con el emperador Honorio el Brexit del Imperio romano. El historiador y economista lo fundamenta en que Roma era incapaz de defender la frontera norte y las costas. El caso es que nunca se han sentido muy a gusto con el marchamo continental. Del siglo I sólo quedó un cordón que les unía al continente: el religioso (el rito romano católico). Bueno, la verdad es que siempre lo aderezaron a su forma, con lo que ya a finales del XIV los lolardos (de John Wyclif) comenzaron a distanciarse (herejía Wyclif; desde 1414) y ese distanciamiento lo culminó Enrique VIII en 1534.

Ya nada les unió al continente.

Yo, en mis notas (más prosaicas; cómo no), me iba a la construcción de la Unión Europea. Tortella lo cuenta mejor, aunque no le da el protagonismo que le daba yo (y le doy)  a Winston Churchill y su discurso de septiembre de 1946 en la Universidad de Zurich: “debemos volver a crear la familia europea con una estructura regional llamada, quizás, los Estados Unidos de Europa”, donde algunos queremos ver el embrión de la UE. Sí, vale, todo comenzará después con el Congreso de La Haya (1948), pero Churchill dijo eso y cuál rábano por las hojas… lo cojo yo.

La historia de Inglaterra con el continente es contradictoria. Mientras dominaron un trozo de Francia la cosa fue bien, pero después se quedaron en su isla. Vale que más modernamente Inglaterra había jurado defender siempre a Bélgica (país que nació sin Ejército) y que para eso el Canal de la Manga no les parecía más grande que un regato, pero cuando Bélgica y Luxemburgo decidieron unirse en la Unión Económica belga-luxemburguesa (1923), los del Reino Unido de la Gran Bretaña pensaron que eso era una simpleza de los Felices Años 20. Belgas y luxemburgueses venían de haber permanecido en el Reino Unido de los Países Bajos, del que se segregaron en 1830 y 1890, con lo que no fue difícil la unión económica. Luego, tras la IIGM, se unió al invento Holanda (1948) y ya teníamos formado el BENELUX y de ahí a la CEE, una década.

También apunto yo en defensa de los guiris que cuando se creó la Unión Europea Occidental (UEO; 1948, cosas de defensa) el Reino Unido estuvo europeo desde el primer momento, pero en lo económico nunca le fue el tema continental. Y como el Tratado de Lisboa (2010) dio carpetazo a la UEO, pues… un vínculo menos. También estuvieron en la fundación de la Organización Europea para la Cooperación Económica (1948; gran año) pero aquello fue para repartirse las ayudas del Plan Marshall y dejó el testigo (1960) a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo económicos que también incluye a Chile, Australia, Japón… que no son Europa…

Ahora que, efectivamente, cuando Europa (los seis continentales que manejaban el fregao) se ponen de acuerdo en Roma (1957; Tratado de Roma) en lo del Carbón y del Acero -y en lo de la energía atómica- para dar paso al Mercado Común Europeo, los British ya no estaban por europeizarse. Pero como vieron que aquello funcionaba, y funcionaba bien, dijeron que querían participar en lo mollar (1961). Pero ahí estaba el larguirucho de De Gaulle que les dijo que a mesa puesta, nada de nada.

Entonces enarbolaron sus lazos económicos y políticos con la Commonwealth y el principio de supranacionalidad y se montaron, a su medida, la European Free Trade Area (EFTA; 1959) con los pardillos del momento: Suiza y Austria, que iban de neutrales; con los países de más al Norte, que se las pelaban de frío (Suecia, Noruega, Islandia y Dinamarca; incluso Finlandia como asociado mirón) y con Portugal, que penaba (como España) por estar en algún sarao económico. No fueron competencia para la CEE y en el verano de 1961 ya estaba Londres tocando a la puerta de Bruselas… pero ahí estaba de nuevo De Gaulle. ¡No!

Y hasta que el mayo de 1968 no enseñó el camino de salida al general galo (que se fue en abril de 1969) el Reino Unido no rascaba bola en lo de ser europeo de la CEE. Fue darle el carpetazo a De Gaulle y llegar los British a tocar con insistencia a las puertas de Europa, que les dejó entrar el 1º de enero de 1973, junto a Dinamarca e Irlanda (que había hecho la guerra por su cuenta). Y al resto de los de la EFTA… que les dieran; pero la UE los fue admitiendo poco a poco.

Nada más entrar (1973) ya plantearon los British el primer Brexit (1975): ganó el remain. Y luego siguieron a lo suyo: no a la unión política, no a la unión monetaria (la libra es la libra), no al intervencionismo de Bruselas; No, no, no. Consiguieron rebajar su cuota (1984) y siempre buscaron la consideración de “especiales”. En 1984 eran los más pobres de la CEE y la PAC era el 75% y como ellos tenían poca agricultura, lo consiguieron. Pero ahora la PAC es sólo el 42% y ellos siguen con el “cheque británico”.

Siempre han sido muy especiales. En 1818 comenzaron a debatir en su Parlamento si abandonaban el Sistema Métrico Imperial y adoptaban el Sistema Métrico Internacional (MKS)… y hasta 1965 no optaron por la metrificación metrication (que así se llamó) del país. A mí me encanta tomar la cerveza en el tamaño “pinta” (0’568 litros), pero recordemos que nunca han cumplido las directivas de la UE al respeto de pesos y medidas. Hasta crearon un grupo llamado “Mártires del Sistema Métrico” que consiguió (y, ¡ojo!, que aún no se han ido; ni siquiera aún han invocado el Artículo 50 del Tratado de la Unión) que la Comisión Europea les autorizara a seguir usando su Sistema Imperial… con lo que podré seguir tomándome mis buenas pintas durante muuuuuucho tiempo. Un estudio de Open Europe presagia toda una década de negocación. Vamos, que irse, lo que se dice irse… sólo lo han insinuado (y votado).



Y, ahora, con “Cirisa” May a la cabeza, ya hay quien recuerda el “pragmatismo británico” -el profesor Ortega Carcelen, en El País- y otras alternativas. Ya se habla del Briturn (British return) sin haberse ido. Hay quien recuerda que Dinamarca e Irlanda realizaron un segundo plebiscito cuando la cosa no salió como se esperaba. ¿A qué esperan?

Por lo demás… seguirán viniendo. Odian ser del común y son de lo más común. Me encanta; me encantan.





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