Uno de los logros de Fraga al frente del Ministerio de
Información y Turismo fue crear la muy necesitada estructura del turismo, desde
una Secretaria General de Turismo muy operativa, con Antonio José García
Rodríguez-Acosta (uno de los grandes del tema), que fue quien buscó al general
togado León Herrera para la Dirección General de Empresas y Actividades
Turísticas y a Juan de Arespacochaga para la Dirección General de Promoción
Turística. Pero aún siendo buenos estos tres pilares, con la creación del Instituto de Estudios Turísticos (IET) Fraga
completa los cimientos del macroedificio del turismo en España.
Demostrar que el Turismo había llegado para quedarse fue una
ardua labor que tuvo que solventar Fraga y el IET con los gerifaltes del
Régimen. La creencia general era que a los europeos les había dado por viajar
al Sur, a España, pero… ¿hasta cuándo? Todos sabían que este país no tenía el
monopolio del Sol y de las playas, y a los mismos que les había dado por venir…
les podía dar ahora por buscarse otros destinos.
El Banco Mundial alertaba (en 1962) de que varios países, en
el Mediterráneo, hacían esfuerzos mayores que el nuestro hacia la
competitividad (Yugoslavia, Israel y Grecia, sin ir más lejos) y muchos
burócratas del Régimen confiaban lo justito, a pesar del bombardeo de informes
y estudios del IET, en el empuje del Turismo a pesar de las evidencias.
Hubo un momento de flaqueza en 1963: Horizon Hollidays
empezó a vender viajes a Bulgaria con las mismas premisas que lo había hecho una
década antes en España; Bulgaria era diferente, era un país comunista y se
podía ir de vacaciones a él. Luego, nosotros mismos -el Régimen- nos pisamos la
manguera con la ejecución de Julián Grimau (abril de 1963). Aquello creó una
fuerte corriente antiespañola en la opinión pública internacional
(especialmente en Suecia)… que no reflejó la afluencia de turistas suecos aquél
verano. Pack señala en su libro que “los
empleados y obreros que se trasladaban a España para disfrutar de sus
vacaciones ocultaban su punto de destino para evitar una represalia de sus
compañeros de la L.O.[1]”.
Mayor impacto, con mucha menor movilización ciudadana, tuvo el suceso en
Noruega y Dinamarca; pero a pesar de las campañas noruega y danesa contra
España, los nacionales de esos países siguieron optando por vacacionar en
España.
En Italia, por ejemplo, de cara al verano de 1963 hubo mucha
movida contra España (manifestaciones y campañas en prensa) pero el movimiento
turístico, aunque era escaso, ni se resintió. Il Tempo (14.05.1963) explicaba que “el Turismo es libertad”… la libertad de “aquél que desea ir a ver con sus propios ojos la verdadera situación de
un país”… Y al llegar aquí, en los destinos turísticos solo
contemplaban paz social, seguridad ciudadana y hospitalidad española… que en
verano es lo que había; y más en los destinos turísticos. Otra cosa, en más de
un sitio, era el resto del año.
El turismo siguió funcionando y el equipo de Fraga pudo
demostrar a más de uno que la industria de los forasteros había venido para
quedarse… siempre que hiciéramos las cosas medianamente bien.
Una de las obsesiones del nuevo equipo de Turismo fue
mantener el concepto de que España resultaba “barata” para las vacaciones. El
coste de la vida en una España en boom desarrollista en los años sesenta se
disparaba (25%) y alcanzaba al precio de los hoteles (cuya construcción había
subido un 34%). La SGT permitía a los hoteles las subidas de tarifas con el
mismo tacto (y moderación) con el que intentaba que la prensa extranjera ni
señalara las alzas en esos precios y pudiera afectar a la temporada de
veraneo/vacaciones; hasta se diseñó (1963) una campaña “España, barata”.
Y la verdad es que el Turismo se estaba convirtiendo en el
producto español más competitivo. En 1964 la prensa francesa titulaba por
doquier que la batalla del Turismo estaba perdida frente a España por “culpa de los precios”; Italia decía lo
mismo respecto al turismo alemán… que prefería España. Tanto Francia como
Italia lanzaron campañas (en Italia se llamó “Plan de Emergencia”) para optar
por la calidad ya que la batalla del precio estaba perdida. Ambos países
aplicaron beneficios fiscales para esa apuesta por la calidad -que los estudios
e informes españoles ya advertían de que brillaba por su ausencia, aunque a los
turistas parecía no importarles- y también jugaron sucio, especialmente Italia,
encargando falsos informes sobre las vacaciones en España que luego publicaban
en medio internacionales. Muy pronto se desmontaban estas cuestiones, pero ya
habían dado su pellizco.
En 1964 España comenzó a apostar por la consolidación y a
olvidar la improvisación. Jorge Vila Fradera, el editor turístico –EDITUR-,
gran conocedor de los entresijos del turismo en aquellos años (comenzó como
jefe de la Oficina de Turismo de Barcelona en 1953) fue un firme aliado de
estas campañas. Si España hacía las cosas bien, coincidió con Fraga, “el snobismo de visitar los países comunistas
se pasaría pronto”. Estábamos en 1965 y hubo que esperar al aplastamiento
de la Primavera de Praga[2] (1968)
para que pasara la moda.
Otro éxito de Fraga y su equipo (García, Herrera y
Arespacochga, especialmente el primero) fue crear la Empresa Nacional de Turismo (ENTURSA; 1963) dedicada a la financiación
de sistema (gestión y construcción de hoteles). Fraga le vendió la idea a
Carrero Blanco, mano derecha de Franco: “desarrollar
el peregrinaje del Camino de Santiago” y “actuar en zonas de interés como el Campo de Gibraltar y Ceuta”.
Carrero dijo sí, y pan comido: mil millones de presupuesto en su primer año.
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Logo de ENTURSA en pastilla de jabón y cerillas |
El 28 de diciembre de 1963 se aprobó el 1er Plan de Desarrollo (1964-1967) para que entrara en vigor el 1º
de enero de 1964. Representó un crecimiento del 6’4% en el PIB español: un éxito.
Pero para el turismo solo tuvo palabras y un comité: hubo promesas como la de “aprobar con la máxima prioridad los
proyectos que implicaran desarrollo turístico”, pero López Rodó, el supercomisario del Plan, no confiaba nada en el
turismo; lo consideraba “una actividad de
carácter coyuntural” que “no es la
solución adecuada al problema estructural de nuestro comercio exterior”. Y
de ahí no pasó.
Menos mal que con el paso de los años López Rodó y otra
caterva de mentes económicas sucumbieron ante la realidad del turismo. En 1964,
lo comprendo, muchos veían el turismo “como
una fuente de ingresos aparentemente fortuita” aunque en el texto del Plan
se otorgó un papel al turismo: “impulsará
el desarrollo de zonas atrasadas. Particularmente en el Sudeste -(¿?)- y, en regiones escogidas del interior, el
turismo permitirá no sólo aumentar el nivel de vida, sino apuntalar la
rentabilidad de las economías externas necesarias para el desarrollo”.
Menos mal, digo, que aquello fue en 1963…
[1]
LandsOrganisationen; Confederación de los Sindicatos Suecos
[2]
5 de enero al 20 de agosto de 1968; las tropas de la URSS -y las del Pacto de
Varsovia- invadieron el país el 20 de agosto y acabaron con el proceso de
apertura política de Alexander Dubcek, que de presidente, tras la invasión y
depuración, terminó de guarda forestal.
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