El día 4 salió la noticia de que se condenaba a un marqués,
el de Falces, que vendió la espada
de Rodrigo Díaz de Vivar “El
Cid Campeador”, la “Tizona”,
a la Junta de Castilla y León por 1’5 millones de €, a compartir la elevada
suma con otros beneficiarios -herederos notariales- de otro Falces; vamos, palmar un Falces 750.000
€ que ganarían los herederos de los cuidadores de otro Falces. Eso sí que fue
un regalito de Reyes.
Espada "Tizona" |
Y tiene gracia la cosa porque desde, al menos, 1999 se sabía que aquella “Tizona”, que estuvo desde 1944 en el Museo del Ejército, no era ni de lejos
la espada de El Cid. El Museo Arqueológico Nacional la tenía ya calificada
como “falsa reliquia” y cuando se
forjaba la operación de compra (2004) resulta que los 4 informes que se
encargaron (Patrimonio Nacional, Museo Arqueológico, Real Academia de la
Historia y al medievalista José Godoy) concluyeron que “no existen datos fiables” para decir que es la espada de El
Cid y que se trata de un “falso
histórico”. No obstante, empresarios de Castilla y León se unieron a la
Junta y adquirieron la espada. Punto pelota. Pero en 2007 se publicó ya que era
falsa, de toda falsedad; lo recuerdo y lo he recordado.
Y todo esto viene por que se cuenta que la espada en
cuestión, “Tizona”, venía en el
ajuar de doña María Rodríguez
(Rodríguez, hija de Rodrigo), la hija de El Cid (habida de su matrimonio con
doña Jimena Díaz). María casó con el
Conde de Barcelona, Ramón Berenguer III,
y en las sucesivas dotes la espada terminó adscrita a la Corona de Aragón hasta que Fernando
II de Aragón, el Rey Católico, la donó al Condestable Mosén Pedro de Peralta y
Ezpeleta, Barón de Marcilla y conde de Santisteban de Lerín, que también lo
era de Falces… y en los Falces
permaneció, con diversas aventuras los años 30 (la habían requisado y la
enviaban a Moscú), hasta que recaló de nuevo en la familia Falces y, por
seguridad, terminó en el Museo del
Ejército, cedida por los Falces, hasta el traslado del Museo a Toledo.
Resulta que hasta el siglo XIV se conoció a la “Tizona” como “Tizón”… y se llega a contar que la espada pertenecía al rey Búcar, ganándosela El Cid en la batalla por
Valencia (El Cantar del Mio Cid dixit). Por eso, cuando se dice que la “Tizona” de la noticia es falsa, es que
es verdad: es falsa. Para comprobarlo sólo hay que leer la inscripción que
luce: IO SOI TIZONA… Y como hasta el siglo XIV fue conocida como “Tizón”, sólo a partir del XV se le pudo
grabar lo de TIZONA; por ende, se trata de una espada del XV.
Yo, aquí ya pararía lo de historieta de esta espada que, sin
duda, es antigua, pero no la de El Cid (siglo XI).
Es más, hay otra “Tizón”
famosa: la “Tisó” de Jaume I (Llibre dels Fets, dixit)…
Y yo me creo más este libro autobiográfico del Rey
Conqueridor que el poema que cuenta las aventuras del Campidoctor,
o Campeador.
Por cierto, sobre la espada de Jaime I, la “Tisó”, ya hay
referencias ciertas del año 1020; la
ponen en manos del conde Ramón Berenguer
I… por lo que llega por línea directa a las armas de la Corona de Aragón y
de ahí al mocetón rubiales que nació en la Occitania y hablaba la lengua de Oc,
Jaime I.
Y para rizar el rizo entra en acción el nacionalismo catalán que asegura que, en base al castellanísimo El Cantar
del Mio Cid, la “Tisó” era
la espada de los Condes de Urgel y
que terminó en manos del conde de
Barcelona Ramón Berenguer II quien la perdió en batalla contra El
Cid. Aquí el problema está en que en El Cantar del Mio Cid se
cuenta que fue la “Colada”, la otra
espada de El Cid, la que “ganéla de buen señor, el conde Remont
Verenguel, de Barcilona la mayor…” en la batalla de Tévar (verano de
1090: El Cid se enfrenta, y gana, a las tropas de al-Mundir… comandadas por Ramón Berenguer II). Y nuevamente a El
Cantar: la “Tisó” vuelve a
un Conde de Barcelona en la dote de María
Rodríguez, la hija que se casa con Ramón
Berenguer III. Luego ya, para que siga en la “Casa Real de Barcelona” (ja,
ja, ja) me la llevan junto a los Caballeros
Templarios del Castillo de Monzón (Huesca), cual Santo Grial, hasta que Jaume I la lleva consigo en la
conquista de Burriana (Castellón), en 1233, según El Llibre dels Fets.
Vamos, realidad y mito a dosis casi iguales.
Luego la “Tisó”
volverá a aparecer con Pedro III “El
Ceremonioso” que la sitúa a buen recaudo en la Armería Real, por su trascendencia, junto -Oh, prodigio- a la
espada “Vilardella”… con la que Soler de Vilardell mató al dragón que hacía de las suyas cerca de
Sant Celoni; la espada que le entregó San
Martín y que lo mismo partía un roble que una piedra. Total, que la “Vilardella” gloriosa llegó a manos de Otger Cathaló (¡Vamos, no me jodas!, un
mítico caballero germánico inventado en el siglo XV que será el Pelayo de
Cataluña) y de de las éste a las de Guifré
el Pilós (Wifredo el Velloso) con cuya sangre se marcaron las 4 barras
sobre el escudo amarillo… La “Vilardella”
está, dicen, en el Musée de l’Armée de París. ¡¡La releche!!
Vamos que, resumiendo:
- El Cid nunca tuvo una espada propia, y las que tenía es que las iba ganando a otros;
- Aquellos míticos guerreros no eran nada originales poniéndole nombre a las espadas, y
- La que se han montado a costa de estas.
El colmo es que unos empresarios pagaron 1’5 millones por
una espada que rollo histórico por medio podría llegar a valer la décima parte;
al menos es del siglo XV.
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