El 21 de octubre supimos que el 74% de los hoteles de la Costa Blanca continuará abierta en invierno.
Vamos, que el 26% cerrará porque,
principalmente, no llegan al umbral de rentabilidad cuando asoma el calendario
invernal. La Costa Blanca es muy grande; incluye Benidorm.
Eso de cerrar hoteles en invierno (siendo un destino de Sol
y Playa) se llama estacionalidad… y
desde 2008, la verdad sea dicha, es que hemos vuelto a mentar la bicha
-estacionalidad- con asiduidad otoñal y como apósito antes de que se nos
produzca la herida durante el crudo (¿?) invierno.
Pero, hablemos de Benidorm.
Yo me acuerdo que cuando profesionalmente llegué a este
emporio -en 1986- al alcalde de
entonces, Manuel Catalán Chana -y casi todos sus concejales de gobierno- no se
le caía de la boca aquello de que “hemos vencido la estacionalidad”. Le
preguntabas por la hora… y te respondían aquello de “son las tal y cual; y hemos vencido la estacionalidad”.
Henchido orgullo, recordemos.
Tempus fugit; y la economía da dolores de cabeza.
En 2008 cerraron 26
hoteles (5.053 plazas); en 2014 cerrarán 43 hoteles (10.852 plazas)… pero
no se me alarmen.
En el XIII Foro Internacional de Turismo (2009) ya se propuso como “solución”
para romper esa tendencia (estacionalidad, vamos; que no se quería mentar la
bicha) “incrementar la ocupación un 15% en los meses no estivales, sobre todo
en enero, febrero y marzo” porque hasta “las uvas” llegamos sin problemas, pero la “cuesta de Enero”… y la
de febrero -incluso la de marzo- se nota. En 2010 se dijo que Benidorm iba a “combatir la estacionalidad a
través de la organización de congresos”. Bueno, Manuel Cabezuelos era
el concejal de Turismo… y le vino la inspiración cuando los chicos y chicas del
ITT estaban de congreso en Benidorm
y muchos Medios de Comunicación tenían las “alcachofas” tendidas y los
bolígrafos prestos.
Tempus fugit; y la economía da dolores de cabeza.
Bueno, el caso es que Benidorm echará el cierre a 43 hoteles
desde mediados del próximo mes, dos más
que en el invierno anterior. Insisto: no se me alarmen.
A eso se le llama “problema
de estacionalidad”. En los manuales de Turismo se dice que la
estacionalidad es “la concentración periódica de los flujos turísticos en determinadas épocas
del año”, lo que dejan otras
épocas del año bastante tocadas. Las causas de la estacionalidad son,
también, de manual: naturales
(clima, época y medio natural, por ejemplo) e institucionales. Sí, institucionales: “relativo a las instituciones”, “organismos que regulan, ordenan y normalizan la vida de los ciudadanos”.
A este grupo pertenecen los calendarios
laborales y escolares (que son los que señalan nuestras vacaciones), la
tradición y la cultura, y esos son los responsables de esta causa. Si es que
pasa lo que pasa: a la gente patria no
le suelen dar vacaciones a mitad de diciembre para que se vengan a tostar al
cálido sol invernal porque no le entra a muchos en la cabeza lo de bañarse
en diciembre a la altura 38º N a menos que el clima se caldee. Pero se pueden
hacer otras cosas.
La estacionalidad, en
sí, no es un problema. Lo que pasa es que manifiesta la evidencia palpable de una realidad: “no te vienen en invierno con la intensidad
que en verano”. Y don Pero Grullo sin saberlo.
Si tiramos de manual (en Turismo hay muchos; en alguno hasta
he colaborado yo) resulta que las causas
“oficiales”
de la estacionalidad son la “escasa diversificación del producto”,
la “excesiva
identificación del destino con una temporada dada” y, ¡ojo al dato!
-que diría Butanito-, una “mala comercialización”. Hombre,
yendo al mismísimo origen del mundo y pasando -muy- mucho del arzobispo Usher
pues… ¡sí! Pero yéndonos a la vibrante realidad, pues… ¿qué quieren que les
diga? Los calendarios, el clima y la
tradición cultural pesan más.
Planta hotelera de Benidorm (2014) |
Ahora bien, cerrando el Manual y volviendo a Benidorm: un tercio de los 43 hoteles cierra para “reformas
y mejora de la oferta”. Este año, incluso, hay más hoteles que aprovecharán
el parón invernal para “realizar
inversiones”. Eso se llama “aprovechar
la coyuntura” y “echarle bemoles al
negocio”. Por eso decía que no se me alarmaran. Los que de verdad cierran
son 26.
Eso sí, tirando una vez más de Manual (que parece el Libro
gordo de Petete), el que te venza la estacionalidad (que se cierren hoteles
porque asoma la patita el invierno) tiene efectos
negativos en lo económico, en lo
laboral, en lo sociocultural y en lo de la imagen
del lugar. Ah, incluso dicen los del color del pepinillo en vinagre que también
tiene efectos negativos en lo ecológico;
y ahí, me pierdo. No me lo han explicado más pero creo que esto debería ser al
revés. Pero ellos sabrán; cosas de los Manuales.
Por cierto, para hablar de estacionalidad hay cientos de
informes y un documento clave: “Estacionalidad:el cáncer del turismo español”, de Hosteltur (de abril de 2013). No tiene
desperdicio… Las cosas por su nombre; diagnóstico certero.
En fin, que sinprogramas turísticos al margen del IMSERSO y sin lanzarnos a la loca aventura
de demostrar en la fría Europa del inminente invierno que aquí , por esos
mismos días, somos competitivos en precio y no se nos congela el moquillo al
hocicar cada mañana seguiremos hablando de estacionalidad. Por ello
tendremos que fijarnos en las cohortes de edad que pululan por ahí.
Pero de esas generaciones hablaremos otro día. Tempus fugit;
¿la economía?...
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