Ayer, tal vez, debí
señalar (no quería extenderme mucho; como hoy) que Borisov terminó por publicar un libro -en 1973 (“Can Man Change The Climate?” /“¿Puede el hombre cambiar el
clima?”)- tras haberse pasado toda una década machacando la cosa con
artículos en prensa sobre su idea (calentar el Ártico) que no se ponía en
marcha. Borisov, supimos entonces, quería reemplazar los 61 primeros metros de
la masa de agua marina ártica (fría) por aguas más cálidas, con lo que el
Ártico perdería, así, su manto helado. Su inspiración, en 1958, llegó, como dijimos (pero poco) de la mano del libro
publicado en 1956 “Soviet
Electric Power: Developments & Propsect” -traducido en Iberoamérica
como “La energía del país soviético: proyectos de futuro” (1957)- del
climatólogo Arkadii B. Markin,
decidido partidario de energía atómica… de las bombas atómicas para lograrlo.
Y señalado esto, aún
debo recordar (de 1956) el arrecife propuesto por los soviéticos
en el Estrecho de Tartaria (entre la
Isla de Sajalin y el continente, por
su punto más estrecho). En realidad el arrecife se pensó construir en lo que se
llamó a nivelk muy local Estrecho de
Nevelskoi por donde incluso pensaban construir un túnel submarino que a la
muerte de Stalin se olvidó. Entonces comenzaron los estudios para un el
arrecife artificial de 25 km de longitud
que impediría, desviando la
corriente de Kuroshio, que el mar de Ojotsk se congelara en
invierno y posibilitar la actividad portuaria y comercial en la zona. Quedó
en nada, pero japoneses y norteamericanos siguieron muy de cerca el proyecto.
Destacado esto, ya
podemos movernos por la década de los 60
en esto de manipular el clima. Y la
cosa comenzó en esa década con una conferencia
internacional una vez que los norteamericanos lanzaron los satélites de la Misión TIROS (Tv Infra-Red Observation
Satellite; Satélite de Obsevación por TV e Infrarrojos) desde lo que entonces
era el Centro de Pruebas de Misiles
de la Fuerza Aérea de los EE.UU. en Cabo
Cañaveral, Florida: TIROS-1, el 1º de abril de 1960, y el TIROS-2, el 11 de
noviembre de ese mismo año; al que seguirían otros. La NASA quería demostrar que los satélites podían ser útiles para el
estudio del planeta Tierra. El principal objetivo del TIROS-1 era averiguar
la capacidad de alertar y evacuar a la población costera frente a la llegada de
un huracán. El segundo objetivo, básico en toda la misión, era la capacidad de
previsión del tiempo y el desarrollo de
pronósticos meteorológicos precisos a partir de datos conseguidos desde
el espacio.
Todo este proceso de
la Misión TIROS arrancó en 1954
cuando la Oficina Meteorológica de la
Armada, el Servicio Meteorológico de
la Fuerza Aérea, el Gabinete de
Estudios Avanzados del MIT y el Departamento
de Climatología de la Universidad de Chicago conforman la Unidad Mixta de Predicción del Tiempo que
con un computador IMB Mod. 701 que
procesaba los datos conseguido por el primer radar meteorológico (AN/CPS-9) que no paraba de volar en
aviones al efecto. En 1956, ante los
buenos resultados, el US Weather Bureau
inicia el Programa de Investigación de
Huracanes, una iniciativa básica para su estudio que sigue operativa.
Las iniciativas
norteamericanas referidas hasta ahora, en sí, sólo tenían base científica pero
ante los datos de la Misión TIROS se programa la “Skyline Conference” (cuyas resoluciones se publicaron en su día) y
se invita a meteorólogos de 21 países a estudiar estos datos y a atender la posibilidad de modificaciones
del clima.
De inmediato (1961) y
paralelamente, el estamento militar puso en marcha los programas Skyfire[1] y Stormfury[2] con
la intención de aprender a controlar los rayos y manipular las tormentas;
también el Programa Skywatcher para
sembrar nubes y provocar la lluvia, aunque más de uno lo mezcla, con el tiempo,
con los chemstrail… lo que complica la cosa y da entrada a los conspiranoicos.
Y se complica mucho el
tema con Harry Wexler, un doctor en
Meteorología por el MIT que
estudiando las siembras de nubes con iones de cloro y bromo llega hasta la capa de Ozono y su destrucción, con lo
que empieza a sembrar dudas del procedimiento. Cuando anuncia su conferencia “El
clima de la Tierra y su modificación” en la Universidad de Maryland… va y, de repente, se muere de un ataque al
corazón, iniciando un episodio de extraños acontecimientos cuando se tratan
estos temas.
Y la verdad es que extrañó
mucho la muerte de Wexler porque se había destacado con diversas propuestas para calentar el Ártico y en criterios para la
modificación artificial del clima trabajando para el Departamento de
Defensa de los EE.UU. ¿Fueron los rusos?; ¿lo hicieron los propios
norteamericanos?, ¿entre todos lo mataron y él sólo se murió?
El 19 de julio de 1963 la Misión TIROS consigue poner en órbita
su séptimo satélite (TIROS-7) que ya es capaz de transmitir automáticamente
imágenes que se suministran a 100 países y mientras tanto siguen produciéndose
intentos de manipular el clima gracias a todas las nuevas informaciones que van
proporcionando los satélites, y en 1966 se pone en marcha, en los EE.UU. el Programa Nacional de Modificación del Clima
reconociéndose, por primera vez por parte de los EEUU (que había programas similares
en la URSS y en Inglaterra), que se trabaja en ello. Así, desde el Interdepartmental Committee for Atmospheric
Sciences (ICAS) se harán públicas las ideas de los militares
norteamericanos para modificar puntualmente el clima… que no pasaban, al menos
las hechas públicas, de intentar que lloviera; todo lo demás eran entelequias.
Sólo ese año, el Gobierno norteamericano gastó 7 millones de dólares en
acciones no secretas de inducción a la lluvia y, aseguran, modificaciones
climáticas (¿?) puntuales. ¿Los resultados? Pues…
Cuando la Guerra de Vietnam la cosa se desmadró
con la Operación Popeye, Motorpool y otras similares. Se intentó
prolongar la acción de los monzones (lluvias) sobre la llamada “Ruta Ho Chi-Minh” (en Laos y Camboya;
incluso en Vietnam). El 54º WRS (Escuadrón
de Reconocimiento Meteorológico)[3] se
encargó de la misión y las pruebas realizadas en octubre de 1966 consiguieron
una efectividad del 82%, con lo que las acciones militaron se orquestaron desde
el 20 de mayo de 1967 (de marzo a
noviembre) hasta el 5 de julio de 1972.
Cuando la prensa destapó la operación “secreta” en 1973, los militares
norteamericanos argumentaron una eficacia de solo el 5%, siendo esa la causa,
dijeron, de haberla cancelado.
En 1968 se publicaron
los informes “Hacia el 2018” y “Hacia el 2015”… y ya se organizó el
pitote de los seguidores de las conspiraciones. Unos no queriendo informar
(generalmente, los gobiernos implicados en operaciones de geoingeniería) y
otros lanzando todo tipo de elucubraciones sobre lo que los primeros estaban
intentando hacer.
En los 60 se pusieron
las bases para la geoingeniería y la modificación climática y estallaron las
elucubraciones sobre este tema. ¿Será verdad, será mentira?
[1]
Iniciado por el US Forest Office para evitarlos y reacondicionado por US Army
para dirigirlos.
[2]
Desarrollado íntegramente por el Departamento de Defensa para poder controlar
los huracanes y abandonado en 1958 sin
resultados concluyentes. Aún así fue aplicado por los canadienses hasta 1983.
[3]
Basada en la Isla de Guam (en el Pacífico), Base Andersen. Inactivado en 1987. Al
final, el lema de la escuadrilla terminó siendo “Make mud, not war” (“hacemos barro, no la guerra”). Su misión
inicial era la de investigar huracanes y tifones; hizo de todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario