El Mar de Aral va
terminar por ser un topónimo desfasado. Obviamente no es un “mar”; todo lo más, un lago endorreico (dos ríos le aportaron
de siempre agua: Amu Darya y Syr Daria). Ahora mismo,
territorialmente, el Aral se lo reparten Kazajistán,
al Norte, y Uzbekistán, al Sur. Llegó
a tener 68.000 km2 de extensión;
incluso más, pero… ahora mismo no llegaa los 6.150 km2.
El 22 de agosto de 1964 el satélite KH-5 9066-A del Ejército
del Aire de los Estados Unidos (Serie Argos) tomó la imagen que reproduzco del
Mar de Aral. Cuando fue desclasificada pasó al banco de datos del Servicio Geológico de la Estados Unidos,
de donde la he tomado.
Se ve un Mar de Aral
en casi toda su expansión. En la foto se destacan los dos tributarios que lo
mantenían vivo -ríos Amu Darya y Syr Darya- y la Isla Vozrozhdeniya (Isla Renacimiento) que era el objetivo
(militar) de la imagen. En ese aislado lugar los soviéticos desarrollaban
perrerías bacteriológicas de todo tipo lejos de miradas indiscretas. En algún
Post medioambiental ya le he citado porque resulta que el Moscú ruso se ha
desentendido de las ocurrencias del Moscú soviético y ha tenido que ser un
equipo internacional, liderado por suecos y norteamericanos, el que ha “limpiado” parcialmente la isla, pero al quedarse
sin fondos -2010- debieron abandonar.
El problema es que cuando
la Revolución Soviética un alguien por allí decidió que el Aral estaba de más y desde los años
30, del siglo XX, no le han hecho más que putadas hasta tenerlo prácticamente
desaparecido con toda la problemática medioambiental que ellos supone.
Durante la Era
Terciaria (Cenozoico que llaman
ahora; desde 65 millones de años a hoy) era el Mar de Aral como una continuidad del Mar Negro y del Caspio. Ya
en el Cuaternario (el Cenozoico
tiene 3 periodos: Paleógeno, Neógeno y Cuaternario) y en la época del Pleistoceno (desde hace unos 2’5
millones de años hasta hace unos 10.000; ahora estamos en el Holoceno) aquella comunicación de
rompió y se quedó como una depresión húmeda en el desierto de Asia Central que
poco a poco fueron llenando los dos ríos antes citados, y en esos 10.000 años
de echarle agua habían conseguido un buen estanque.
Tan grande que ya en 1847
la Marina Imperial Rusa empezó a
desplegar sus barcos… que llegaban hasta Oremburgo
(en el río Ural), se desmontaban y se transportaban en caravanas de camellos
hasta Aralsk donde eran
reensamblados y botados al Mar de Aral. Aquellos barcos iban a carbón y cuando se les acabaron las reservas decidieron
echarle a las calderas saksaul, un
arbolete de hojas minúsculas y tronco gordo, de madera muy densa y dura, que
crecía por allí. El saksaul era muy apreciado porque en una zona árida de
temperaturas tan sofocantes su corteza almacena agua y sólo era necesario quitar
un trozo de corteza y exprimirlo para obtener agua muy filtrada y potable.
Total, que la flota del Mar de Aral
cometió la primera tropelía medioambiental de la zona al esquilmar prácticamente
los ejemplares de saksaul del área… a cambio de cartografiar perfectamente
todas las riberas del Mar de Aral. Al final, sin saksaul que echar a quemar, se
hubo de recurrir nuevamente al carbón de Donetsk,
en la zona del Dombast, de donde
siempre.
El Mar de Aral se mantenía, dijimos, con las aguas del Amu Darya y del Syr Darya, dos ríos que nacen en las tierras altas del Pamir (Tayikistán y Kirguizistán) y
fluyen a lo largo de más de 2.500 kilómetros de terrenos muy áridos. Los
griegos los llamaron Pamir y Oxus, al primero, y Oresartes
al segundo, que marcaba el límite de las conquista de Alejandro Magno. Durante algún tiempo al Amu Darya se le identificó
con el Gihon, uno de los cuatro ríos del Jardín del Edén (léase El Paraíso) y parece que hasta el siglo XIII fue, además, capaz de
llevar su agua hasta el Mar Caspio, otro que se está quedando en nada.
Ahora bien, en torno a los años sesenta, entre los dos ríos,
aportaban al Mar de Aral de 50 a 80 km3 de agua y sedimentos. Y
entonces alguien pensó en que toda esa agua era una soberana tontería que
terminara en el Aral y que podía servir
para irrigar tierras y producir alimentos. De hecho, a los pocos kilómetros
de nacer, ambos ríos riegan las tierras más fértiles del Asia Central -con un
sistema de canales que data del XVIII,
que lo de construir canales no es de hoy- y luego se internan en el infierno
tórrido hasta el Aral. Por eso, en los
años 30, del siglo XX, los
soviéticos se propusieron llevar el agua de estos dos ríos por todas aquellas
tierras para producir arroz, melones, cereales y algodón. Un ejemplo de
aquella política se pudo culminar en 1988: el Canal del Karakum (iniciado en 1954). Es el más largo del mundo y
se pensó para transportar 13 km3 de agua
(del Amu Darya) a través del desierto del Karakum hasta 1.375 km de distancia para irrigar
mejores tierras… perdiendo el 70% de la
carga en evaporación y filtraciones por la mala calidad de la construcción.
Ingeniería y diseño soviético de la época.
Pero el principal golpe al Mar de Aral se lo dieron con aquellos
famosos planes quinquenales. Con el 5º Plan Quinquenal (1951-55) se inició
el calvario: se quiso llegar a los 7 millones
de hectáreas cultivables… y se llegó con 32.000
kilómetros de canales, 45 embalses y más de 80 represas… dejando sólo libre
un 10% del caudal de los ríos para
llegar al Aral. “Gracias” a esto la URSS fue una gran productora de algodón y hoy
Kazajistán y Uzbekistán han heredado esa faceta.
Sí, producían mucho algodón pero el nivel del Aral descendió
a un ritmo de 20 cm al año entre el 61 y el 70; en los ochenta el descenso fue
ya del orden de 85 cm/año. Eso sí, la
producción de algodón creció aritméticamente de la misma forma que decreció la
cantidad de agua del Aral.
Ya en el siglo XXI todos oyeron los ayes y lamentos del
Aral. Los kazajos reaccionaron y construyeron un dique (el Kok-Aral; finalizado en 2005, aunque aún en el XX -en 1992 y 1998-
se intentó) en la parte norte, separando
en dos el viejo Mar Aral. La zona norte, gracias al dique, se recupera
porque le entra un poco de agua del Syr Darya… y no se la llevan. La zona Sur
está a punto de desaparecer, mientras el nivel de la Norte ha subido en 38
metros (que es subir) y se está recuperando la pesca, famosa industria de
antaño.
Y lo malo no es que
desaparezca en sí el Mar de Aral (Mar de Aral del Sur, ya que el trocito
del Norte parece que se recupera) con la
consiguiente pérdida en fauna (peces, crustáceos y aves de la zona) y flora (otras especies además del
esquilmado saksaul); lo malo es que los
depósitos arrastrados durante décadas por el Amu Darya y el Syr Darya,
cargaditos de restos de fertilizantes y pesticidas (la vieja URSS no
reparaba entonces en toxicidades) que
fueron a depositarse en el fondo quedan ahora expuestos al cuarteo de la tierra
por falta de humedad y a la acción de los vientos. Además, el Aral tenía
niveles alto de sal que ahora el viento arranca del suelo y actúa, letalmente,
sobre los pocos cultivos que quedan cerca de él.
En fin, una catástrofe ecológica de primer nivel que aquí
nadie parece entender. Y de vez en cuando el Observatorio de la Tierra se atreve a lanzar; pero es que lo hace
un año sí y el otro también… y como es cosa de por allí, no le hincamos el
diente. Pero es que tiene mal hincar.
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