Hete ahí que buscando, porque el tiempo no acompaña en estas
Fiestas de Benidorm, he dado con un ejemplar de Blanco y Negro (nº 2627; de 8 de septiembre de 1962) con un
artículo sobre Benidorm que escribe José Medina Gómez, e ilustran
fotografías de Álvaro García-Pelayo.
Ya comienza sonando a miel: Benidorm
“… Hoy,
septiembre de 1962, es un puro milagro de transformación, de superación…”…
y, claro, se me han iluminado los ojillos… porque el humo del cigarro creaba ya
una espesa y densa nube en el despacho y yo, amodorrándome, los iba entornando.
Fumar en el despacho va a tener su aquél. Tanto viento no me deja tener abierta
la ventana… y el vicio es el vicio, y esto parece Londres de noche y es Benidorm de día.
De repente, como digo, todo el texto ha brillado: “Verano
en la Costa Blanca. Sol, calma y sosiego en Benidorm”. Por un instante
he creído leer “Sol, cama y sosiego…”,
pero esto era cosa de los años sesenta… he soplado y el humo se ha disipado. No era cama, era calma. 1962 queda
lejos del Sun, Sex, Sand & Sea del Benidorm de los guiris de los
ochenta… y hoy.
“… Por las calles de Benidorm, calle de
eufórica nomenclatura alicantina, se escuchan los idiomas de medio mundo. Casi
podía decirse que el castellano está en minoría…”. “Benidorm
vive en clima de metamorfosis continua; se desconoce de un año para otro”.
Recuerda José Medina
Gómez que once años antes (1951) Benidorm aún era un pueblo de “pescadores”.
Y nos cuenta que: “hace cuatro años vinimos por primera vez aquí y todo el pueblo vivía en
torno a una calle que bajaba desde la carretera Alicante-Valencia hacia la
playa, y todo el pueblo convergía en esa playa, magnífica por cierto, nombrada
de Levante. Hoy, a tan corto plazo, Benidorm es un núcleo urbano extenso y
multiforme”. Dice Medina que la Playa
de Levante “se ha quedado pequeña” y que eso “obliga a utilizar la llamada de
Poniente… a cuyo conjuro han crecido las edificaciones”.
Pros y contras. Se queja Medina de que “abunda, y es lo malo, el ‘typical
spanish’…”.
Y también se queja del “viejo y ladino método del
gato
por liebre”. También dice que “se han montado divertidísimos tinglados
turísticos”, y cita la “escuela taurina para ladyes y gentlemen”
y las “excursiones en burro… Donkey Ride”. “El turista acude al reclamo de la excursión
en burro como el niño a las rosquillas”. Dice Medina que “cual
modernos ‘sanchos panza’…” los turistas abonan las 200 pesetas de rigor, y a la peregrina hora de las tres de la tarde,
para acceder a una “umbrosa cascada”. Medina no se curró lo de las Fuentes del Algar ni Guadalest; tal vez porque en “los
sufridos animales, artísticamente enjaezados,… aún se palpa el sudor de las
cotidianas labores…”. Ya nos lo contó Juan José Campus: después de trabajar en el campo, él conseguía los
burros de los demás agricultores para subir a los turistas. Concluye que los
turistas -“súbditos de los países del Mercado Común”- volvían al hotel con
los huesos molidos, pero felices de la experiencia, apunto yo.
Por cierto, me ha encantado: Medina cita al céfiro, al “céfiro de la sierra”. Qué
hermosa nombre, Céfiro, para llamar al viento de Poniente. Céfiro, hijo de Astreo (un
gigante o un titán) y Eos (la diosa
de la Aurora), era el más suave de los vientos, el que venía de Tracia; el
fructificador, el viento de la Primavera. Precioso volver a leer céfiro en un texto. Claro, es de 1962… y
Medina no era de la LOGSE... ni del BUP, que si no. Astreo y Eos eran los padres de los cuatro anemoi
(vientos): Bóreas (el frío y
devorador viento del Norte), Noto
(el viento del Sur, el destructor de las cosechas), Euro (el funesto viento del Este) y, cómo no, Céfiro.
Feliz sigo leyendo para darme de bruces con el problema del Benidorm de 1962: el servicio y los hoteles. Cuenta Medina que “El más grave problema que, a
nuestro entender, tiene planteado Benidorm es, precisamente, el de los hoteles,
que puede extenderse al servicio en general”. Y esto, dice, lo comparte
también Pedro Zaragoza. Y la
explicación: “A ritmo acelerado, precipitado, se abren cada mes, cada día, nuevos
locales… y los especialistas escasean… Viene entonces la improvisación
y
los resultados repercuten en los clientes… Pensamos que una de las soluciones
podría ser la creación de nuevas Escuelas de Hostelería…”. Y hubo que
esperar a los 80 para tener listo el CdT.
Medina
asegura que le mueve a esta crítica “nuestro afecto y simpatía por Benidorm”.
Aconseja mejorarlo porque “Las grandes agencias mundiales recomiendan a
sus clientes Benidorm”. Y añade la existencia de una “nueva
modalidad de vacaciones” que se da en Benidorm: “los viajes de vacaciones por cuenta
de las empresas”, y señala que empresas de Gran Bretaña practican los
viajes sociales para sus empleados.
Concluye Medina: “Termina
nuestro reportaje. Ignoramos si el lector podrá captar de su lectura los
encantos de esta tierra alicantina. Si no es así, cúlpese íntegramente a
nuestra pluma. En la geografía española Benidorm es un lugar gratísimo,
recomendable. Cualquier ocasión es buena para venir a aquí, cuando septiembre
quita agresividad al sol y remite el calor, Benidorm, de famosa luna, se
convierte en un suave y dorado paraíso. De ello dan testimonio los miles de
turistas que por la población pasan, las personalidades que acuden… y las
líneas espontáneas que componen el reportaje literario”.
Yo he dado con este ejemplar de Blanco y Negro documentado
un Post inacabado sobre esas personalidades: Otto de Habsburgo (que llegó en 1951), el Conde de Lorgeril, el controvertido príncipe austriaco Heinrich von Stamherberg, la bellísima
vedette portorriqueña Addy Ventura,
algún play boy hispano del momento como Carlos
Riestra… y varios más. Incluso Manolo
Escobar; que no hay que perderlo de vista.
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