Por lo menos tiene cincuenta años; la foto en blanco y negro
es de 1962, y la de color, de hace unos meses. Y tuvo que alcanzar ese porte;
luego tiene bastantes años más. El pino de la cruz resiste impertérrito y
solitario el paso del tiempo.
Si quieren localizarlo con exactitud, ahí van sus
coordenadas UTM: X750547, Y426958. No tiene pérdida.
Es un pino piñonero (Pinus
pinea L.) y está catalogado como “Árbol
de interés local”. Sí, en Benidorm lo tenemos todo anotado y en su
expediente. Pocas cosas hay… y mejor tenerlas inventariadas y catalogadas. Su
porte aparasolado lo delata (piñonero), y por estar donde está -y por lo que
desde allí se ve-, es un icono de
Benidorm. Por lo menos llevas desde 1962 saliendo en las fotos.
Le llaman “el Pino de la Cruz”.
La Cruz, junto a la que está -desde mi ventana los veo-, es
una buena referencia, pero sin lugar a dudas fue él, el pino, la referencia
Benidorm todos estos años mucho más que la cruz.
La Cruz, por cierto, acaba de cumplir cincuenta años; fue una iniciativa de Padre Perona y otros misioneros franciscanos que se dejaron caer por aquí, por Benidorm, en la Navidad de 1961 con la intención cuasi de “evangelizar” este enclave pecaminoso que era Benidorm, “corrompido” por las tendencias lascivas del turismo. Y en 1962 lo más que podía haber era algún biquini suelto en las playas y mucha marcha en sus “boites”.
Baste recordar que unos meses antes el titular de la Diócesis
(ya Diócesis de Orihuela-Alicante) había amenazado a la ciudad con ponerle en
las entradas un cartel con la leyenda “Infierno”.
Don Pablo Barrachina
era así; por cierto, Don Pablo fue quien me dio la Primera Comunión y lo
tuve en estima, pese a sus cosas. No creo que pasara de un comentario amedrentador
lo del cartel de “Infierno”, porque de haber sido amenaza… lo hubiera puesto,
sin lugar a dudas. Vamos, como el caballo de Espartero con sus cosas. Una vez
prohibió a las gentes de Agost sacar
en procesión y cantar la serenata a su patrona, la Virgen de la Paz, porque en
las fiestas del año anterior se pasaron los mozos con los petardos contra la
casa del párroco; total, y estábamos ya en 1987, por no haber querido aquél bautizar
al hijo de una pareja que no había pasado por la Vicaría. “Ellos a petardos con mi párroco, pues los dejo sin procesión en las
fiestas”, bien pudo decir; cosas de Don Pablo. He llamado a un amigo de
Agost y no recuerda que en el 87 no sacaran a la Virgen, pero me ha dicho Quique:
“Si don Pablo dijo que no, haríamos otra
cosa. Le preguntaré a mi madre”. Y otro día me lo contará, que no tengo
tiempo para esperar. De él, de don Pablo, se escribió en su muerte (en 2008): “Fue un hombre de su tiempo. Era conservador;
incluso muy conservador”. Dicho queda.
Bueno, pues a iniciativa del Padre Perona y sus misioneros,
en enero de 1962, en el llamado “Día
del Perdón”, las buenas gentes de Benidorm subieron una gran Cruz de
madera a Sierra Helada como expiación
municipal de “los pecados” del pueblo
y para demostrar la catolicidad de este lugar, como salió publicado en algunas
crónicas, también franciscanas.
En fin, puesta la
Cruz en su sitio, y al mismo tiempo que se marchaban los misioneros, Benidorm siguió siendo Benidorm… Estábamos
en enero y por aquellos años la cosa del turismo no comenzaba hasta la Semana
Santa y ya llegaría el verano y el veraneo. Benidorm siguió a lo suyo y con el
tiempo cambiaron la vieja cruz de madera por la metálica actual… Y subimos allí
a ver cómo queda Benidorm sin nosotros, o haciendo deporte; incluso haciendo el
burro... y a más cosas. Pero subimos ahora sin acordarnos de la “Gran
Misión” de aquellos franciscanos valencianos de hace 50 años.
No, si en el fondo, la pátina de frivolidad de la ciudad no
es más que eso, un brillante barniz… que gusta mucho.
Y el pino, testigo mudo de aquello -y de esto otro- sigue
ahí. Ese sí que es el Vigía de Levante… pues a Levante
está, en Sierra Helada.
NOTA DEL AUTOR. Benidorm, 8 de Noviembre de 2012
NOTA DEL AUTOR. Benidorm, 8 de Noviembre de 2012
Me cuenta mi buen amigo Miguel
Alberto Martínez Monge, decano de los plumillas
locales, (y me autoriza a publicarlo) que ante la amenaza del cartel “Infierno”,
don Pedro Zaragoza contraatacó: “le permito que lo ponga si viene Ud. mismo a
ponerlo”. Y… no se puso el cartel.
Es más, también me cuenta Miguel (triple M) que la
animadversión a este Benidorm/Sodoma
& Gomorra de los años 60 se le pasó al prelado “cuando el cura del pueblo, don Luis Duart Alabarta, le contó (al
mitrado) que en Semana Santa,
coincidiendo con la primera oleada turística del año, en la parroquia se contaban más comuniones que habitantes figuraban en
el censo. Este incremento de fieles influía, cómo no, en la cuantía de los óbolos
depositados generosamente en el cepillo. Y al jefe de la Diócesis, como es
natural, se le ablandó ‘desinteresadamente’ el corazón ante el aumento de
fieles y colectas…”
No sé a qué espera MMM
a poner en imprenta su libro “Personas, no personajes, de Benidorm”
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