21 nov 2012

DE LO QUE LLEVAMOS LOS ESPAÑOLES A AMÉRICA DESDE 1493 (I)



Manel me llegó ayer a casa con una botella de Swansea City Single Cast, de Penderyn (of course), y un “encarguito” técnico literario que el lunes, lo juro, estará ya impreso. Faltaría más.

Es que, claro, añadió un 8-9-8 de Partagás y un tochito casero de 414 páginas, trescientas ochenta de meollo, que si bien en un principio lo dejé de lado -es que era de encuadernado casero (es una copia de copia, pero existe el original)-, anoche entre perder el tiempo con el Valencia-Bayern y echarle un ojo al libraco… opté por esto último y… ¡De un tirón!; ¡Qué gozada! “La transferencia de tecnología Agronómica de España a América de 1492 a 1598”,  de Laura María Iglesias Gómez, editado por el Ministerio de Industria Comercio y Turismo, Oficina Española de Patentes y Marcas. ¡Qué gozada!, insisto. Bueno, para pirados como yo. Los seguidores de “Sálvame” deben abstenerse de su mera contemplación.

Laura María cuenta lo que Colón y sus chicos, y los que les siguieron, se llevaron para América, en un periodo de 106 años; de las especies cultivadas por aquí y el intento de aclimatarlas allí, con todo lo que ello conlleva en “tecnología” del momento. Y es hasta 1598 porque después de esa fecha ya hay cosas propias de aquellas latitudes.

A América nos llevamos de todo. Otra cosa es que prendiera, porque nadie pensó entonces en los tipos se suelos, la pluviometría, el clima y el traslado en aquellos barcos de los esquejes; que esa es otra. Trigo, cebada, arroz, mijo (que fracasó estrepitosamente en un principio), centeno, escanda (espelta, el cereal prehistórico), avena, algarrobas, jengibre, alfalfa, yero[1], garbanzos, habas, lentejas, caña de azúcar (¡qué historia!), lechugas, lechuguinos, perejil, cardos, rábanos, cebollas, puerros, pepinos, verdolagas, mastuerzos[2], cardos, mostaza, ajonjolí, romero, cañamones, zanahorias, melón, acelgas, espinacas, hinojo, calabazas, beleño[3], albahaca, ajos, naranjos dulces y agrios, limones (limones ceutíes), cidros, limas dulces, moral, moreras, olivos, higueras, palmeras (datileras), membrillos, plátanos (traídos de Canarias primero y luego de Guinea), melocotones, albaricoques, granados, duraznos[4], peras, manzanas, ciruelas, guindos, nísperos (Mespilus germánica, no Eriobotrya japónica como los de ahora de Callosa d’En Sarriá y la Axarquía granadina), almendros, “frutas groseras” (bellotas y castañas, de nogales y castaños), pinos piñoneros (que no cuajaron), cipreses, cañafístola (de la que ya hablaremos), lino y cáñamo. Uf, que lista. Naturalmente, también llevamos la vid.

La vid era fundamental para aquellos españoles de finales del XV y XVI… y el XVII, y… hoy. 

El vino entonces tenía valor nutriente (¡cómo serían aquellos vinos!). De la vid se conseguían uvas, vino, vinagre, pasas, agraz[5] y arrope[6]. Además, hemos de añadirle a la vid y el vino la misión evangelizadora de este: se necesitaba vino para las misas. Y por ende, el vino producía, y produce, el llamado “confort anímico”. Para “quitar penas” aquellos españoles preferían la chicha[7] y el pulque[8]. A esto no le hacía asco. Yo le he dado a la chicha en Paraguay  y… chico, ¿qué quieres que te cuente? De inmediato me tiré al Penderyn.

En el segundo viaje (1493) Colón llevó casi de todo ya a América; por ejemplo, podones de vid que en 1494 parece que ya dieron resultados… pero hasta 1526 no hay referencia a la primera producción importante; y fue en Jamaica (Isla Santiago, que llamaban) a cargo de frailes franciscanos.

Al vino le pegaban todos: tirios y troyanos. De hecho hubo que emitir de inmediato Reales Cédulas orientadas a un consumo moderado del morapio porque las curdas que pillaban los indígenas con el vino eran de escándalo.

Los primeros españoles que viajaron al Nuevo Mundo no tuvieron más narices que consumir lo que comían los indígenas, primero antillanos y luego continentales mexicanos. Vamos, que el maíz y la yuca fue lo primero que probaron; el pan de cazabe (casabe de yuca, pan ácimo), por ejemplo. Y con todos los respetos, aquello no iba con ellos y se volcaron con la importación de cosas de la Península: plantas, material vegetal, aperos, animales… Sí, animales también. En el Nuevo Mundo había animales, pero ninguno con porte y fuerza para el trabajo agrícola. Ni utilísimo cerdos. Se importaron también hasta las técnicas de regadío y los ingenios del momento.

Hay que destacar que en aquellas comunidades indígenas con las que se encontraron se cultivaba únicamente lo necesario para su alimentación; no estaban acostumbrados a la producción intensiva, a las grandes cosechas. Desconocían las técnicas de cultivo y producción españolas (y europeas) y no disponían de aperos. No conocían los instrumentos de hierro; sólo utilizaban sus temibles macanas (para la guerra y todo tipo de trabajos) y algo rudimentario hecho de cobre.  Un dato de Laura, en el libro, es tremendo: “en 1570 todavía se exportaron a las Indias 20.000 rejas de arado” salidas de las ferrerías vascas. Y así llegaron al Nuevo Mundo hasta bien entrado el XVII azadas, legones, fesetas, picos, palas, yunques, llantas férreas para ruedas, herraduras

Hubo muchos problemas para aclimatar las plantas. El primer trigo que se llevó a América, tresmesino, creció en tiempo récord… pero no granó. Se distaron instrucciones oficiales en años sucesivos para hacer llegar a la Indias otras variedades, hasta trece; incluso trigo de las Azores. En 1521 se plantará ya trigo en México (no se la variedad). Lo hará Juan Garrido, “uno de los negros de Cortés”; el cultivo “a la castellana” lo implantará, al poco, Alonso Martín. En 1535 llegará el trigo al Perú… y no se ponen de acuerdo los cronistas si de la mano de doña Inés Muñoz o de doña María de Escobar. Pero llama la atención de que llegara junto al arroz.

En fin, un libro fascinante. Especialmente con la caña de azúcar, un cultivo típico de Levante y Granada en aquellos siglos, las moreras y los gusanos de seda, el arroz, la palmera datilera o los cítricos… no sabría decir qué historieta es más interesante a la hora de implantar uno de “nuestros” cultivos de entonces en el Nuevo Mundo.

Bueno, hay una historieta que me ha gustado: la de la cañafístola… pero la dejamos para el próximo post.

Gracias Manel.





[1] Antiquísima leguminosa (Vicia ervilia) que hoy sólo se destina a la alimentación del ganado en países como Marruecos o Turquía
[2] El llamado “berro de jardín”; con propiedades medicinales, además. Plaguicida natural
[3] Beleño blanco (Hyocamus) de uso medicinal (incluso para afrodisíacos), industrial (aceite. pintura)
[4] Especie de melocotonero (del género del Prunus persica)
[5] Zumo ácido de los agraces, racimos de uvas verdes o imperfectamente maduradas, que servía para aderezar alimentos. También se le llamaba verjus.
[6] Jarabe que se obtiene de la deshidratación parcial del mosto a fuego directo. Se le solían añadir frutas cocidas
[7] Bebida alcohólica por fermentación, no destilada, de maíz.
[8] Bebida alcohólica por fermentación de jugo de ágave (plantas de pita; piteras) o maguey (piteras más grandes y carnosas)

No hay comentarios:

Publicar un comentario