A finales de julio cayó en mis manos un ejemplar del Diario
de Sevilla dónde descubrí una nueva variante de la cuestión de la “modernidad”
(la edificación en altura) y una noticia. Resulta que Sevilla, con su nueva torre (el allí llamdo “neo-obelisco” de la Torre
Caixa-Cajasol), “ya es moderna, como Benidorm” (dice
Jorge Benavides), al tiempo que anuncia que en febrero de 2014 la Torre
Intempo (200 m, 56 plantas) estará en Bombay “nominada
como uno de los mejores edificios de hormigón del mundo” en los premios que convoca la Asociación
Científica-Técnica del Hormigón Estructural (ACHE). ¡Enhorabuena, Roberto y
gente de Intempo!.
La inconclusa Torre Intempo; agosto de 2013 |
Las torres, parece, son sinónimo de modernidad,
y otras ciudades optan a pugnar por esa modernidad. Y en torres, Benidorm es de
lo más moderno. Hoy vamos con esto de las Torres en sus inicios; y llegaremos
hasta los años setenta.
Cuentan que cuando muchas personas quieren
compartir un mismo espacio urbano la solución llega de la mano de la torre. El
concepto “Ville Contemporaine” (Charles
Édourat Jeanneret-Gris, más conocido por Le
Corbusier, 1922) marcó entonces el futuro, aunque el futuro había comenzado
70 años antes cuando en 1852 Elisha G. Otis inventó el ascensor “seguro” que es cuando se inició la carrera de la modernidad.
Bueno, fue un mano a mano entre Otis y sir Henry
Bessemer; los dos son los padres del proceso. Bessemer patentó en 1855 un proceso para producir acero en
cantidades industriales a bajo precio; el que se necesitaba para levantar las
torres.
Y queriendo investigar en ese “futuro” resulta
que la tercera pata del taburete la puso una catástrofe: el incendio de Chicago (1871). Es que hubo que reconstruir la ciudad a toda prisa y los
ingenieros civiles tomaron la batuta de las estructuras. Y así surgieron las
torres, los edificios en altura.
En España, hasta hace nada, sólo Madrid,
Barcelona y Benidorm estaban en esa cuestión de las torres, aunque puntualmente
en otros lugares del país se hicieran (Alicante y la Playa de San Juan). Me he
querido entrometer en los inicios de todo esto que, arranca, en los EEUU y pese
a que en Europa se hacen cosas, no será hasta los años 60 cuando se tome con
fuerza la cosa.
El Home
Insurance Building (Chicago, 1884, 42 m) fue la primera “torre” moderna.
Bueno, la Torre de Babel (cuyos restos descubriera en 1913 Robert
Koldowey, parece que medía más: entre 60 y 90 metros) no aguantó el paso del
tiempo: ladrillos y argamasa de betún. Las de ahora, acero y hormigón
tecnológico. Ahora mismo, para llegar a esa categoría de “torre” hemos puesto
el listón en superar los 8o metros, prácticamente el doble la Home.
Las nuevas torres apuntan, gracias al acero, a muchísimo más, aunque la
primera torre completamente de acero fue la Rand-McNally Building
(Chicago, 1890, 50 m; demolido en 1911) para de inmediato alcanzarse las 16
plantas de la Monadnock Building (Chicago, 1892; 60 m), el primero en
utilizar también aluminio. La carrera de la modernidad era trepidante, pero
Chicago (1893, previo a la Exposición Colombina) emitió una ley que prohibía
construcciones de más de 40 metros de altura… y el banderín de la modernidad
emigró a Nueva York. Y así llegó el Flatiron
Building (1902, 87 m), aunque las sedes del rotativo The
World (1890, 106 m) y el Park Row Building (1899, 119 m) le
precedieron y superaron en altura, pero él conserva el título y está por encima
del límite de los 8o m. El Empire State Building es de 1931
(443 m).
Y es en Nueva York donde se creó el concepto de “torre”;
se limitó el volumen (1903), pero no la altura, con lo que se consiguió no
macizar la ciudad… y en 1961 llegarían otro “adelanto”: las “zoning laws” (alturas mayores si cedían
suelo público a la ciudad). Hitos urbanísticos que aquí, en Benidorm, adaptamos
con la Teoría de la Caja de Cerillas[1] y los “retranqueos”.
En Europa, fíjense, Londres inicia el proceso de sus torres en 1963 con la Centrepoint
Tower (117 m), y París
comenzó a pensar en sus torres cuando en 1964 aprueba su primer plan de
ordenación (el de Benidorm es de 1956) y crea el Establecimiento Público para
la Planificación de La Défense. Para ellos la Torre Eiffel era -y es- lo más
(324 m), y en los años 70 prohibieron alturas que pudieran emularla. En Frankfurt, desde 1970, se permite
sobrepasar la altura de la catedral de San Bartolomeo (96 m), pero hasta
entonces, en “Bankfurt” (por aquellos de las cosas del €), nada de nada. En Moscú, los soviets quisieron en los
años 30 rivalizar con Nueva York y planificaron sus torres, un conjunto de 8
edificios del que quedan en pie 7, “las 7 hermanas” (terminadas completamente
en 1952; una de ellas es la Universidad Lomonósov, y otra el Ministerio de
Exteriores), porque el Palacio de los Soviets nunca se ejecutó, y de los años
sesenta son las 9 torres del Complejo Kalin. En Italia, de 1958 es la torre (118 m) que se levante en Cesanático, en la costa Romagnola
-entre Rímini y Rávena, frente al Adriático-, y de 1960 es la Torre
Pirelli de Milán a la que
Celentano dedica su canción “Un árbol de
30 pisos”.
Algunas de las torres de Benidorm |
Madrid, al contrario que las otras
capitales europeas, fue una pionera en esto de las “torres”. En 1906 se inició,
con la vista puesta en Nueva York, se construcción del Edificio Metrópolis (La
Unión y el Fénix, 45 m, en la esquina de Alcalá con La Gran Vía), y en 1924 la
del Palacio
de la Prensa (60 m). Pero el primer rascacielos de Madrid será el Edificio
Telefónica, iniciado en 1926, con 89 m. Tras la guerra comienza la
batalla de las construcciones y así llega la Torre Iberia (Banco de
Vizcaya, en la confluencia de Avenida de América con Francisco Silvela; 1947,
82 m), el Edificio España (1948, 117 m) y la Torre de Madrid (1954,
142 m). Después habrá que esperar a 1968 para la Torre Valencia (94 m). El
Complejo
Azca, las Torres de Azca, aunque proyectado en 1944 tendrá que esperar
20 años para desarrollarse al compás de La Defénse parisina.
Barcelona se adelantó a la hora de ganar
altura con el Edificio Vitalicio Seguros (1921, 75 m) y ninguno otro superará
la barrera de los 80 metros hasta finales de los sesenta con la llegada de las
torres del Banco de Sabadell (1968, 85 m) y del Banco Atlántico (1969, 83
m) así como el Edificio Colón (1970, 110 m) y el Edificio Barcelona (1970,
83 m) cerrarían este grupo inicial.
Y llegamos a Benidorm y la Costa Blanca, el tercer lugar de rascacielos de
España… en aquellos años. El primer rascacielos de Benidorm es el Edificio
Front al Mar (1963, 14 plantas… que no dan la talla de este capítulo,
pero que fue marcó la tendencia, como el Edificio Fábregas, de 1944, lo
hiciera en Barcelona). La primera torre será el Edificio Benidorm
(1965, 87 m), y acto seguido Juan Guardiola, el arquitecto, construirá en la
Playa de San Juan el edificio La Rotonda (1967, 87 m), y en
l’Albufereta el Vistamar (1967). La Torre Coblanca (1966, 94 m) marcará
un hito constructivo.
Secuencia de construcción de las principales torres de Benidorm |
El salto a la modernidad de Benidorm llegará en
los años 90... con torres de más de 80 metros casi sin parar, y aquí hemos
puesto el listón español en los años setenta. Hoy Benidorm tiene 52 torres de
más de 80 metros, de las que 27 superan los 100 metros… con techo construido
está en los 186 metros del Gran Hotel Bali, o en los 200 metros
de la aún inconclusa Torre Intempo, la nominada para Bombay’2014.
[1]
El arquitecto redactor del PGOU de Benidorm
(1956), Francisco Muñoz, la explicaba incansablemente para demostrar que el
mismo volumen de edificación se puede construir en vertical, consumiendo menos
suelo. Y ponía la caja de cerillas (el edificio) sobre un paquete de
tabaco (el solar) plana (edificio bajo), por el lado del rascador (edificio
medio) y por el lado más estrecho (edificio alto). El volumen siempre es el
mismo, el de la caja de cerillas, pero la altura irá a más en cada paso.
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