Llevo oyendo del “trile”
desde aquél 31 de agosto de 1987, lunes, en que empecé a conducir un programa
magazine mañanero en Radio Benidorm, entonces independiente y hoy en la órbita
de la SER. Hasta aquél día, ni sabía lo que era aquello… y eso que los orígenes
de este juego-timo/timo-juego se remontan, leo, al siglo III aC. Ese día me tenían programada una entrevista con el
comisario.
Bueno, por leer he sabido que el nombre del timo es tanto “triles”, con “s”, como “trile”, sin “s”. Engaña hasta con el
nombre, pero no varían las definiciones: “Juego de apuestas, generalmente fraudulento,
que consiste en averiguar, siguiendo con la vista, en cuál de los tres
escondites que se presentan sobre una mesa está el objeto, previamente mostrado
y rápidamente manipulado por el trilero”. La de la RAE es más sencilla:
“Juego
callejero de apuestas fraudulentas que consiste en adivinar en qué lugar de
tres posibles se encuentra una pieza manipulada”.
Desde aquella mañana en la Radio no he encontrado opinión
que no considere que el “trile”/”triles” resulta que más que un timo es un delito, pero de
vivir aquellos primeros años en casa con mi padre (abogado) recuerdo que “delito
es toda conducta que el legislador sanciona con una pena”… y cuando
estamos ante el “trile”/”triles” parece que hasta hace nada
resultaba una pena sancionar el delito, y me lo dejaban en falta.
“No es delito todo aquello que no está en la ley penal” le oía
decirme una y otra vez a mi padre. Bueno, de aquellos días me acuerdo de que me
enseñó a recitar de carrerilla que “Iustitia est constants et perpetuas voluntas
ius suun cuique tribuendi” (la
perpetua y constante voluntad de dar a cada uno su derecho) y que antes de lanzar
la caña, a la hora de pescar, debo pronunciar el conjuro de “érgete,
érgete, iccies; jinajalote”… o algo así, porque resulta que eso es
griego clásico (venid, venid, peces; para
que seáis pescados) y yo soy de Ciencias y más allá de unas pocas letras
del alfabeto (que me sé -y es gracioso lo de eta, theta, iota… mi, ni, xi…-) paso lo justito de los clásicos
griegos.
Hoy estoy de enhorabuena. Leo en O2B (El diario de la Industria Turística) que “Los trileros podrán ir a lacárcel con el nuevo Código Penal”. A los trileros los llama “estafadores
que ‘manchan’ la imagen de España”. Claro, es que la mayoría de los
estultos que pican son extranjeros, pero también he visto aborígenes patrios
con menos de un milímetro cúbico de capacidad craneal que resulta, encima,
llena de serrín.
O2B dice que: “El nuevo Código Penal tratará los trileros como una
“delincuencia patrimonial multirreincidente y profesional». «El texto
proyectado prevé la aplicación del tipo penal agravado cuando el delito se
comete en el contexto de una actividad profesional o por integrantes de grupos
criminales, como es el caso del trile», explica un comunicado que envió el
ministerio de Justicia al ayuntamiento de Benidorm, que había trasladado su
preocupación sobre el aumento del fenómeno”.
El haber leído este mismo mes en El
País “Benidorm, ciudad del trile” me hizo tanto daño como si me
hubieran robado la cartera a mí mismo… y yo más allá de la Lotería de Navidad (sólo en Navidad) y a La Primitiva (cuando me acuerdo, que pretendo acordarme
semanalmente), incluso al Eurojackpot cuando
veo a mi amigo vendedor, sólo juego al Voley… que es con las manos y me dio muchas
satisfacciones desde tiempo de don Antonio Álvaro y de Thomas Bojovic; me gané
a pulso jugar de colocador.
En ese artículo puñetero se menta la
bicha: “La policía no puede hacer nada contra el clásico juego de
dónde está la bolita, simplemente levantarles el puesto y echarles la bronca o
meterles una multa que nunca pagarán con una declaración de insolvencia. El
trile no es una estafa porque uno accede a ella. Y jugar en la calle no es un
delito, es una falta”.
En
junio de este años, una vez más, se puso en marcha una campaña “paraponer cerdo al trile” coincidiendo con la aprobación en el Senado “de
una moción para que se castigue el trile” presentada por el senador
benidormero Agustín Almodóvar Barceló
en la que “se insta
al Gobierno a que acometa reformas legislativas para castigar
"adecuadamente" el juego del 'trile' y para que esta práctica se
plasme en el Código Penal” y como dice O2B, la clave está en considerar el “trile”/”triles” cómo “delincuencia patrimonial multirreincidente y profesional” con el añadido
de calificar de “grupos criminales” a los integrantes de la “colla”
(trileros, ganchos y aguadores, una docena en total) que practican el delito.
Ambas cuestiones, sumadas, pueden aparejar penas de 6 años de prisión.
Sólo
en junio y julio la Policía Local de Benidorm levantó 52 actas (vamos, que desmanteló 52 “paraetas”) que llevaron acarreadas sendas “faltas administrativas” que esta gente se pasó por el arco del
triunfo.
Vamos
a ver lo que tarda la ley en materializarse… y los trileros y sus abogados (que
los tendrán) en hacerle la trampa.
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