Ayer me conmocionó la noticia: “Ha muerto Manuel Martín Ferrand”.
Me costó reaccionar.
Por un instante se me vinieron a la cabeza cantidad de
recuerdos de un breve e intenso pasado. Martín Ferrand, aún ahora en la
distancia, era y es, sencillamente, el “Director”. “Director” para arriba, “Director”
para abajo, en Oquendo 23, y en todas las emisoras de Antena 3, no era “don
Manuel”, era el “Director”.
Recuerdo que una buena tarde de julio de 1985 se nos
presentó en el entresuelo de la Avenida del Rey Teodomiro, donde estaba Radio
Orihuela, José Antonio Plaza
desposeído de toda su aureola de grande entre los grandes de la comunicación.
Iba al frente de la tourné veraniega
de “Los
33 de Antena 3” y no conseguían los permisos para instalar aquél tráiler-escenario.
Pedía, más que ayuda, colaboración. Un par de llamadas después tenía los
permisos para las Playas de Campoamor y Torrevieja; me invitó a un café. Yo
allí, en Radio Orihuela, hacía de todo: informativos, grabar publicidad,
colaborar en magazines… y hasta un programa de música “Vibraciones” que entraba a los acordes de “Gerdundula” de Status Quo. Era, además, jefe de Emisiones, que lo
mismo eran echar una mano en programas de lo que fuera o asegurar las retransmisiones
cuando Telefónica instalaba líneas de “4 y 8 hilos” que los técnicos dejaban en
el quinto pino y cuyo “retorno” no aseguaraba; Juan José Sánchez era jefe de Informativos y Pepe Sáez de Musicales.
Hablamos Plaza y yo de las cosas de la Radio y de las
emisoras locales hasta que cayó la tarde, y me emplazó para la tarde siguiente,
en Campoamor, para ver cómo realizaban aquél show donde creo recordar que Paco Lago era factotum musical.
Pero a la mañana siguiente se volvió a presentar en la
emisora el enjuto Plaza y me invitó a tomar café esa misma tarde en el Meliá
de Alicante para hablar con gente de Antena 3. Me faltó tiempo para decirle que sí. Terminé mi
informativo de mediodía y salimos pitando para Alicante él y yo. Y allí, en una
terraza del Meliá estaban Javier Gimeno
de Priede, Luis Ángel De la Viuda,
un tal Arias (que al poco fue el
jefe de publicidad de Puiblicidad-3, y de la casa) y el “Director”. “Director, este es Juan Díaz”, me presentó Plaza.
“Hola,
soy Manuel Martín Ferrand, ¿te gustaría trabajar con nosotros?”. Y
antes de que pudiera responder me presentó a los que allí estaban. Y el
camarero sirvió los cafés y agua mineral. Y yo alucinaba en colores.
Aún no había podido responder a la pregunta base, y comenzó
un interrogatorio por parte de él que era seguido por todos los demás. En un
momento dado me preguntó por la fecha de nacimiento y al decirle que era de
agosto y del 57 pidió un teléfono. El camarero trajo uno de aquellos de
larguísimo hilo y habló con alguien. Luego me lo pasó y me dijo: “Habla con él, es Mauricio Sandró”. Y Sandró me preguntó varias cuestiones astrológicas,
que me dejaron perplejo, y a qué hora había nacido. Ni idea. “Pues averígüelo, y me llama”. Conté lo
que me había dicho y el “Director” me animó a hacerlo.
Llamé a mi madre y me dijo lo madrugador que fui. Llamamos a
Sandró y tras comunicarle la hora, me pidió hablar con el “Director”. Al poco, el “Director”
colgó y me dijo que espera la respuesta a la primera pregunta, la de si quería
trabajar con ellos. Él lo tenía claro: “Eres
Leo, Leo, Leo”.
Naturalmente que le dije que sí, sin saber ni condiciones ni
nada. Y entonces el “Director” le pidió a Javier Jimeno
que prepararan un contrato. Era viernes y por la tarde. Jimeno llamó por
teléfono a Madrid, yo facilité mis datos, y al cabo de un rato entró por fax el
precontrato que el lunes siguiente formalizaríamos en Madrid. Y allí comenzó un
breve periodo “de aclimatación” a las órdenes (¡qué a las órdenes!; de la mano de) de Emiliano Aláiz Lavernia, genial persona
y mejor amigo. Y como complemento varias conversaciones con el “Director”.
Allí conocí a Miguel Ángel García Juez
y especialmente a Antonio Herrero. Y
a otros muchos y muchas más, como Maite
Fernández con he vuelto a reencontrarme en una etapa de Canal 9 RTVV.
La tarde noche del 30 de agosto de 1985 bajaba yo a hacerme
cargo de mi primera emisora de radio, Antena
3 de Játiva, en medio de la consternación por la muerte de José Cubero “El Yiyo”. La radio no hablaba de otra
cosa en todo el viaje… y llovía. En Játiva no había mucha posibilidad de
elección para alojarse en aquél 1985: Hotel Vernisa y Pensión El Margallonero (de excelente cocina y
trato familiar). Y al llegar al Hotel Vernisa tenía un telegrama del “Director”
dándome ánimos y deseándome toda la suerte del mundo en aquella aventura. La
primera fue muy fácil: la gente de la emisora de Játiva eran grandes profesionales
y no tuve ningún problema. La cosa fue muy bien y en seguida el propio “Director”
me marcó nuevos retos, nuevos destinos para “el nuevo”, que era yo. Alfonso Rus era ya alcalde de Játiva y aún
estábamos con el dónde ubicar Gavarda y Beneixida.
“Siempre que necesites, me llamas”, me había dicho el “Director”.
Y siempre cumplió. En cuanto llamaba, o acudía a Oquendo, 23 – 3º, él siempre
me recibía; en los buenos y en los malos momentos, que los tuve. Porque no todo
fue una marcha triunfal.
Me apoyó cuando lo de Sevilla, porque a “Pepote” no le hacía gracia una emisora
como la nuestra; cuando lo de Ayamonte, porque al alcalde Cea no le gustaba
como tratábamos los temas de la frontera; cuando encontré envases de pesticidas
no autorizados en Donaña, cuando los patos, y pasé semanas enteras en Villafranco
del Guadalquivir (hoy Isla Mayor) entrando en cadena para Antonio Herrero;
cuando fui a Melilla en “apoyo” de Toñi; cuando estuve en Mahón (qué grato
recuerdo) y vivía en Villacarlos (hoy Els Castells); cuando en Alicante hubo
que saldar cuentas con Zapata en la calle San José… Hasta cuando presenté mi
dimisión, salida airosa con él pactada. Ya no podía más; el baúl de la Piquer
viajaba menos y a menos conflictos y yo no sabía lo que era la familia. Tenía,
tengo una hija que llegó a decir de mi: “habla
como mi papá”. Me perdí sus tres primeros años; las más de las veces me oía
por teléfono.
Al poco llegó el “Antenicidio” y otras aventuras más.
Mantuvimos el contacto. Cuando entré en Canal 9 por oposición lo llamé y, como
Emiliano Aláiz y José Luis Fernández
Rizo, el “Director” me dio los mejores consejos. Nuestro contacto era de
una vez al año y en ocasiones.
Pero lo mejor del “Director” es que desde aquél año de
1985 nunca me faltó su escrito de ánimo. Puntual, breve, escueto, lacónico;
pero rotundo. A pesar del tiempo y los avatares el “Director” siempre cumplió.
Su firma, ese muelle horizontal que lo caracterizó, queda hoy en mi memoria.
Sus palabras y consejos retumban en mi corazón.
Manuel Martín Ferrand, Director, descanse en paz. Y gracias
por todo.
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