Ayer noche, Quico
Zaragoza Ivars estuvo grande;
genial. No podía ser de otra manera. Por fin, en Benidorm, se presentaba “El
visionario que inventó Benidorm. Biografía de Pedro Zaragoza Orts” que
ha realizado el periodista Pedro Luis
Nuño de la Rosa. El Salón de actos del Ayuntamiento estaba lleno; el “protoloco” ocupaba casi todo el aforo y
hubo de habilitarse el hall de la Casa Consistorial con sillas y pantalla para
la ocasión.
Dentro, una pantalla reflejaba fotos cedidas por la familia
donde Pedro, don Pedro, era el protagonista junto a imágenes del libro o
secuencias de Benidorm, de ayer y de hoy. A la derecha de escenario, una gran
foto de la actriz francesa Pascale Petit, hecha en 1965 por Quico Bayona,
naturalmente en biquini, y una réplica de la vespa con la que se cuenta que fue a Madrid en pos de la
autorización del biquini. A la izquierda estaba un gran plano de aquél Plan
General de 1956, el primero plan de
ordenación urbana de España para todo un término municipal. Sí, el de Barcelona
es anterior; pero no diseña toda una ciudad… que no existía como en el caso de
Benidorm. El de Benidorm, el que impulsó Pedro -don Pedro-, va mucho más allá y
sí que es, de verdad y por primera vez en España, general.
Quico
Zaragoza Ivars, insisto, estuvo genial. Retrató fielmente a su
padre y refirió algunas anécdotas que pese a ser conocidas no restaron ni un
ápice de brillantez y emoción al acto. Nos recordó que Pedro, don Pedro, estaba
allí presente, entre nosotros. Y es que se le sentía.
Su gran éxito: saber elegir a las personas en quienes
delegaba, como en el caso del Plan General. Su gran amor: doña María, allí presente, y sus hijos. Bueno, también Benidorm y, cómo no, España. Quico recordó cuando en sólo
dos años y medio sacó adelante la carrera de derecho y cuando él, estudiante de
Derecho, le contaba a su padre que ésta o aquella asignatura se le resistía
contaba como un simple arqueamiento de la ceja de su padre le volvía a la
realidad; de cuando llevaba las lecciones en una casette y todo el viaje era
escuchar y escuchar temas de Derecho. Pedro, don Pedro, aún se licenció en Turismo, y la muerte truncó su postrera
licenciatura en Periodismo. Quico
contó cuando le replicó a un profesor por una ley que él mismo había impulsado,
cosa que el profesor, obviamente, desconocía.
Porque hay que recordar, como así
hizo su hijo con mucho orgullo, que Pedro, don Pedro, trabajó incansablemente
en las leyes de Turismo de los setenta… y alguna sigue ahí, vigente; no
derogada.
Gema
Amor,
la concejal de Turismo, ofició de maestra de ceremonias; no en balde a ella se
debe el empuje a ver hecho realidad este libro. Cerró el acto el alcalde Agustín Navarro recordando -y mostrando
la notificación, ahora plastificada- de cuando Pedro, don Pedro, nombró a su
tío “guardia de la Isla”, con la “obligación de pernoctar en ella”, para que la
Isla fuera de Benidorm: todas las islas deshabitadas pasaban a la titularidad
estatal.
El profesor Tomás
Mazón, director de la cuasi indigente (no me cansaré de repetirlo) Cátedra
“Pedro Zaragoza Orts” de Estudios Turísticos de la Universidad de
Alicante elogió el trabajo y la maquetación del libro que ya lo dice todo:
Benidorm en vertical, frente al azul del mar y bajo el sol. Allí estaba
también, cómo no, el profesor Fernando
Vera Rebollo, uno de los hombres que más y mejor entendieron a Pedro, don
Pedro, y su obra. El Archivo de don
Pedro, Pedro, reposa hoy en la Universidad
de Alicante, ordenado y vivo para deleite de investigadores. Gracias Pedro,
don Pedro; gracias Fernando.
Y, finalmente, intervino el biógrafo: Pedro Luis Nuño de la Rosa. Periodista, columnista de El Mundo,
investigador de las cosas gastronómicas y artísticas de aquí. Recordó, e hizo
bien, que este libro es un muy veterano proyecto, de tiempos de Julio de España en la Diputación de
Alicante (que yo conozco desde entonces por el propio autor y por Blas de Peñas), que -y también se dijo-
una “mano
negra” impidió que viera antes la luz. Al final fueron las gestiones de
Pedro Nuño con Gema Amor las que lo han hecho posible.
Nuño de la Rosa, fiel a su estilo, señaló que dos mujeres
fueron clave en la historia moderna de Benidorm (Se olvidó de doña Beatriu Fajardo, que diría Francisco Amillo para que fuera tres, y
no dos; pero Beastriu era del XVII). Y esas dos mujeres fueron doña María Ivars, su esposa, y doña Carmen Polo. Pedro Nuño insistió en los
amores de Pedro, don Pedro: su familia,
Benidorm y España. Pedro Nuño recordó el momento político y la amenaza de
excomunión ante la permisividad con el biquini. Pedro Nuño señaló la actitud gallega
de Franco al respecto; entonces Pedro Nuño dejó claro que fue “la Señora”
la que con sus visitas a Benidorm, a casa de Pedro, don Pedro, y de María, doña
María, “santificó” las ideas de Pedro, don Pedro, para Benidorm.
Lamenta Pedro Nuño que la familia le pidiera adelgazar el
peso de la biografía; dejar fuera algunos de los momentos más negros de la vida
de Pedro, don Pedro. En especial las citas, contenidos y miserias a todos
aquellos que le hicieron o procuraron daño. Para el biógrafo (y hasta para mí
que he seguido en algún momento el estado de la obra) fueron situaciones decisivas
que le impulsaron actuaciones o condicionaron su futuro. Para la familia, como
le ocurría en vida a mi gran amigo Pedro, don Pedro, no merecían ni una línea,
como así ha sido. Lo pasado, pasado está.
Están, descritos que viveza, todos los momentos claves de
vida y obra; desde las mismas de Zarza al carrito de las maletas en Delicias;
desde la escuela de Náutica de Barcelona a la Caja de Ahorros; desde el
fallecimiento de su padre a su etapa de Gobernador Civil de Guadalajara; desde
la Diputación de Alicante a las Cortes Generales; desde la flor del almendro a
toda Europa hasta los lapones en Benidorm; desde “la tata” a aquella pancarta
de “No
volem atre alcalde”. No falta ni una bajada a la bodega de La
Cambreta del Xano, ni una foto de Pedro, don Pedro, imbuido de dignidad
festera en la filà “manta roja” de
Cocentaina.
Eso sí, tampoco faltan momentos como aquellos en que se
empecinó Pedro, don Pedro. Como el de traer el agua de Polop a Benidorm.
Algunos se reían de su obstinación, más que de él. Cuando al final el agua
llegó, recordó Quico, no se vanaglorió del hecho ante aquellos que nunca le
creyeron. “Sólo” dejó marcado en piedra: “De ilusión también se vive”.
PD. 1.- Celebré ver en la sala a dos grandes amigos de don
Pedro. A Salvador Moll Vives, que
como pocos le conoció, y muy especialmente a Cecilio González Muñoz quien se tomó muy a pecho esta biografía –autorizada-
de Pedro, don Pedro, y verlo allí en protocolo, tras la familia de Pedro, don
Pedro, es un lógico reconocimiento a su entrega y cariño, aunque le pese al
autor.
PD. 2.- Durante buena parte del trayecto final de esta
empresa que ha sido el periplo de esta biografía, hasta ver unos folios
transformados en un libro (que la gente compraba allí mismo) Pedro Nuño y Ana han vivido unos momentos difíciles con el quirófano. Ayer, oír
a Pedro Nuño que unas horas antes todo había vuelto a salir bien es otra
noticia positiva que añadir a ese estado de felicidad permanente ante la
culminación de un gran proyecto: ver en la calle, negro sobre blanco, la biografía
de Pedro Zaragoza Orts, don Pedro. Es que, amigo Nuño, “de ilusión también se vive”
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