El Diario israelí Haaretz
publicaba el pasado día 7 la noticia: “España facilita el proceso de naturalizaciónde los Judíos sefarditas” con dos ilustraciones más que impactantes. La
noticia, muy bien acogida por la población judía -y los sefarditas en
particular-, es absolutamente aséptica; dice poco más. Ahora, las ilustraciones
lo dicen todo. Tras indicar que “el fútbol es la principal forma de los
judíos sefardíes de mantener lazos con España”, la viñeta de Amos Biderman caricaturiza el aluvión de
ciudadanos judíos, descendientes de aquellos que vivieron en aquella España para
informarse de la situación, luciendo “camisetas del Barça” como símbolo de
españolidad (¿qué pensará Joan Tardà & Co.? La otra ilustración es del Decreto de la Alhambra/Edicto de Granada, de 31 de marzo de 1492, por el que se expulsaba de los reinos de Castilla y Aragón a
los judíos. [El Decreto fue “anulado” por un Gobierno de Franco el 21 de
diciembre de 1969, cuatrocientos setenta y siete años después].
Viñeta de Amos Biderman en la edición del día 7 de enero de 2014, en Haaretz |
Bueno, lo que más me llama la atención del texto de Haaretz es la palabra “Sephardic”;
corresponde a nuestro “sefardí”.
En España, mientras tanto, no hemos pasado del “Sorpresay entusiasmo entre los judíos sefardíes al saber que pueden optar a serespañoles”, y cosas por el estilo, o hacernos eco (jocoso) de las colas
ante los consulados de Jerusalén y Tel Aviv: querer ser español, con la que
está cayendo.
Pero la decisión del Gobierno Rajoy de modificar el Código
Civil para conceder la nacionalidad española a los descendientes de los judíos
que -a partir de aquél 31 de marzo de
1942- tuvieron que salir con lo puesto de los territorios de Castilla y
Aragón, ha obtenido una tremenda repercusión internacional, muy favorable. El lobby
judío es importante y eso se ha notado: “500 años después, España vuelve a
abrazar a sus judíos” (lema que se popularizó en 1992) viene a ser el
resumen. Ha sido noticia destacada del NewYork Times, Financial Times, The Telegraph, Le Monde o Le Figaró. Un
puntazo.
Decreto de la Alhambra o Edicto de Granada; de 1492 |
SM el Rey don Juan
Carlos, el 31 de marzo de 1992 (500
años después), derogó definitiva y oficialmente, el decreto que sancionaran Isabel y Fernando en 1492. Haham Salomón Gaón, rabino -descendiente
directo de uno de aquellos que dejó Sefarad-,
bendijo entonces al Rey en ladino, el castellano de los
sefardíes,
El que la sigue, la consigue. Pero la cosa no es nueva.
En 1903, Ángel Pulido Fernández, médico y senador,
durante el gobierno de Miguel Primo de
Rivera, como gesto de reconciliación, presentó ya un proyecto de
naturalización preferencial. Con su libro “Los españoles sin patria y raza sefardí”
(1905) inició una campaña filosefardí (Comunidades Judías de España) que
tuvo amplísimo eco mundial y que vino muy bien a los judíos durante la IGM.
Durante la IIGM desde
el Régimen se protegió sólo a los sefarditas con pasaporte español. Eso sí, se permitió
al Joint
Distribution Comitte, desde Barcelona (bajo la tapadera de la Cruz Roja
Canadiense), hacer su trabajo. Pero muchos judíos que no acudieron a esta vía
fueron rechazados en la frontera y abandonados a su suerte. Cuando el ultimátum
nazi de 1943 (a España, Suiza, Portugal y Suecia sobre los judíos) sólo se
autorizaron visados de tránsito (para que siguieran a otros países), pero
los cónsules de España hicieron de su capa un sayo. Más que un sayo hicieron
una fábrica de pasaportes y visados. No sólo Ángel Sanz Briz (Budapest) se jugó el tipo; hicieron lo mismo los
cónsules en París (Bernardo Rollán de
Miotta y Eduardo Gasset y Díaz de
Ulzurrum), Atenas (Sebastián Romero
Radigales), Bulgaria (Julio Palencia
Tubau)… Incluso el embajador en Berlín, Ginés Vidal Saura, y cónsul en Hamburgo Federico Oliván Bago. Junto a ellos, hay otros muchísimos nombres,
no tan conocidos, que desde las legaciones de España en los países ocupados
protegieron a sefarditas y asquenazíes. El único que contó con
cierto respaldo del Gobierno español fue Sanz Briz.
Y después, pues… Hasta 1986 (17 de enero) España no tuvo ni
relaciones diplomáticas con Israel. Eso sí, Ejército y servicios de información
siempre estuvieron a partir un piñón. Tras la IIGM Israel no quiso saber nada
de España; la condena del embajador Abba
Eban en la ONU al Régimen de Franco hizo que, aunque en 1950 los EE.UU. exigieron
que tuviéramos relaciones, Franco no quisiera. En 1964 se recuperaron las Comunidades Judías en España, bajo el
pretexto de lugar para los sefardíes. La primera crisis del petróleo (1973) nos
abocó aún más a unas buenas relaciones con los árabes, y eso molestó más a
Israel que ya había comenzado una intensa cooperación con España (desde 1972) a
través de los servicios de Inteligencia. En 1984 la sintonía socialista de Felipe
González y Simon Peres propició
un acercamiento más allá de las relaciones con la Fundación Elnet o de los pisos de Mossad y el Aman. Julio Feo y Micha Jarisch propiciaron la entente
que se materializó en 1986. Pero mientras esto se gestaba “lo sefardí” prevalecía en
las relaciones.
Luego hemos asistido, atónitos, a dos extrañas realidades: siempre
se ha dicho que el PSOE se acerca más al mundo árabe, y la causa palestina -si no, que se lo pregunten a Moratinos-, y
el PP se acerca más a Israel. Ahora el PP se ha hecho con la bandera sefardí.
Pues bienvenida sea, porque es la
primera vez que veo que alguien hace cola por ser español.
Y eso me agrada, porque yo
sí soy español, español, español. Y paso mucho del fútbol y… de “la
negra” por muchos ribetes fosforitos que le pongan. La
roja es y era la roja… lo que me lleva hasta el
cántabrum carmesí, la primera bandera de la vieja piel de toro; que ya
era roja, roja.
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