En esto del CC, con el invierno que llevamos, no ganamos
para sustos. Los hay que sacan los pies del tiesto o los hay que nos quieren
hacer comulgar con ruedas de molino. Yo, a lo de siempre: de clima saben los
climatólogos (vía Geografía), no los economistas o los físicos de partículas
por muy listos que sean.
Tenemos el parque muy revuelto.
Nicholas
Sterm, Lord Sterm de Brentford (y por tanto, tratamiento de Sir)
fue economista jefe del Banco Mundial entre 2000 y 2003, y asesor económico del
Gobierno laborista británico de Gordon Brown (2005-2007); terminó por ser parte
del visceral del CCCEP (Centre for
Climate Change Economics & Policy) un invento de la Universidad de Leeds y
la London School of Economics and Political Science. Sigue en sus trece y The
Guardian es su altavoz: “Las inundaciones y tormentas en el ReinoUnido son claros signos del CC”. Le brinda sus páginas sin reparos: “El CCya está aquí y podría conducir a un conflicto mundial”, publica el
propio Sterm por San Valentín. Él lo tiene claro: esta situación sólo puede
traer consigo migraciones que terminaría creando una situación grave: “That
would lead to conflict and war, not peace and prosperity” (“Esto
llevaría al conflicto y a la guerra, no a la paz y a la prosperidad”,
traduzco yo en mi inglé de la EOI de
Benidorm, que a muchos les funciona; y muy bien).
Don Nicolás está siempre en lo peor. No es de hoy (Informe
Sterm, 2006)
John
Paul Holdren es asesor principal del presidente Barack
Hussein Obama en temas de ciencia y tecnología. Es un chico del MIT (físico de
partículas), doctorado en Stanford y profesor en Harvard y Berkeley. El recopón, vamos. Vincula la ola de frío
que asola los EE.UU. con el CC y ataca a los escépticos a través de un VTR (mu bien montao) que ha colgado en la web de la Casa Blanca y luego ha sido
subido a YouTube. No llega al pesimismo de don Nicolás, pero advierte que esto
será lo más habitual en lo sucesivo. Recomienda ponerse las pilas.
Mario
Picazo, el jefe de Meteorología de Telecinco, tiene en común con
estos dos personajes el hablar muy bien inglés; no en balde nació casi en el
corazón de los EE.UU., y tiene formación académica en aquél país (y de
Barcelona); puede presumir de título de UCLA, tan carismático como el de
Berkeley, donde se doctoró en Geografía
y Medio Ambiente. Para él, como para muchos que seguimos el tema (algunos
incluso con dedicación exclusiva profesional) resulta que “tanto el tren de borrascas Atlánticas que nos afecta este invierno como elintenso frío polar de Norteamérica forman parte de la variabilidad climáticanatural de la tierra, independientemente de que el planeta se caliente”. Sí, nos puede parecer todo lo raro que se quiera, pero forman parte de la variabilidad climática
natural de la tierra.
Yo es que estoy en eso de la “variabilidad climática natural” del planeta Tierra, así que el que
tengamos un “tiempo más inestable o más frío registrado durante estos primeros
compases del 2014 en algunas zonas, no quiere decir que la tierra no se esté
calentando”… ni enfriando, añado yo. Es que el planeta va a su bola.
Nosotros, como mucho, le hacemos cosquilla; él, como poco, nos complica la
vida.
Lo de la corriente
en chorro polar y el famoso vórtice
polar sobre los EE.UU. (que trae nieve en cantidad y nos genera trenes de
borrascas) tiene su natural explicación que si alguien quiere verlo como CC -pues
que lo vea-, pero que forma parte de esa variabilidad
climática natural. ¿Qué es lo que pasa? Pues que las temperaturas más altas
de lo que cabía esperar como “normal”
en el Polo Norte, considerado como “normal”
(en climatología no hay nada “normal”) que en Polo Norte -que es un océano
bastante congelado en capas altas- haga bastante frío todo el año, han hecho
disminuir el gradiente térmico y la
corriente en chorro polar se distiende y se ondule más “de lo normal”, con lo
que meandriza y baja más al Sur, dejando que penetre el aire frío más abajo y
les llegue a los yankees hasta casi el Golfo de México. Y eso es lo que también
provoca los trenes de borrascas que nos llegan y su potencia.
Esto, desde
luego, no es lo “habitual”; esto,
desde luego, “no es a lo que estamos
acostumbrados”. Lo que no quiere decir que esté mal la cosa. Y ahí está el
problema; en que nos enseñaron que todo estaba encasillado y en cuanto se sale
algo de su corralito, ya echamos las campanas al aire. Esto, el planeta, se
mueve; es dinámico. Y por ello no hay límites concretos a nada.
De lo poco que sabemos, Picazo y otros muchos meteorólogos
lo saben muy bien, es que la atmósfera
ni tiene memoria, ni compensa unas estaciones con otras. Que esa es otra,
lo de las estaciones. Nada más comenzar el capítulo 53 de la 2ª parte de El
Quijote ya Miguel de Cervantes las enumera: Primavera, Verano, Estío, Otoño e Invierno… ¡cinco
estaciones! Hubo un tiempo en que considerábamos la existencia de 5 estaciones.
Ahora las hemos dejado en 4 y hasta calculamos el tiempo exacto que duran. Las
estaciones del año “son consecuencia” de la percepción del tiempo que hacemos
atendiendo a la inclinación del eje de giro de las tierra respecto al plano de
su órbita respecto al Sol… y la 2ª ley de Keppler.
En fin, que lo que se cuece en la dinámica atmosférica del
día a día y la posición del planeta determinarán las condiciones
meteorológicas. Así que a verlas venir. Y otra cosa es la sostenibilidad, y -otra
muy distinta- la de putadas que le estemos pudiendo hacer a la vida en el
planeta.
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