Nos quedamos ayer en Benidorm y la transición del fordismo
al postfordismo, pero en esto de los destinos turísticos mediterráneos y de
masas entra también el neofordismo[1]
donde el comportamiento de los operadores turísticos
internacionales presenta nuevas formulas personales que coexisten con los
viajes organizados, y entre en liza la diversificación de las motivaciones
turísticas aliados con “los nuevos patrones de la movilidad
internacional” gracias a la accesibilidad al segmento aéreo. “Capacidad
de alojamiento, turismo inmobiliario y diversidad geográfica” han sido
los vectores más favorecidos que nos llevan hacia un nievo concepto del “desarrollo
urbano” lo que hace adquirir “una nueva dimensión” a los destinos turísticos
que los hace que “ya no puede ser visto exclusivamente en términos de turismo”.
Ahora, resulta que, “funciones
económicas y centralidad” cobran una mayor importancia a la hora de la pervivencia, incluso mejora, de un destino turístico de
costa de turismo masificado. Y ahí está, claramente, el caso de Benidorm en la comarca de la Marina
Baixa… pero desde el comienzo de esta aventura.
Vera, Ivars y Rodríguez lo
sintetizan así: “La interacción dialéctica entre los factores externos e internos
subyace a la evolución irregular de los destinos turísticos, los cuales no
necesariamente están predestinados a declinar”. Hay que repensar Butler
y otros teóricos. “Los destinos turísticos son capaces de adaptarse a las circunstancias y
pueden influir en su evolución futura”. Manos mal que no todo está en
manos del modelo.
En Benidorm siempre se ha dicho: renovarse o morir. Desde que
aterrricé por aquí en el verano de 1987 no han parado de repetírmelo. Y aquí,
en Benidorm, la misma dinámica local
implica la renovación. “Benidorm está en constante evolución; se
reinventa a diario”, repetía sin cesar José Miguel Iribas en aquellos días de finales de los ochenta cada
vez que encontraba un foro donde explayarse. “La clave para la supervivencia
radica en la capacidad de adaptarse a las circunstancias cambiantes”,
sentencia los investigadores de la Universidad de Alicante, quienes estudiaron
para este trabajo Benidorm durante el periodo comprendido entre 1988 y 2010.
Fases evolutivas del Turismo en Benidorm (en Vera, Ivars y Rodríguez |
En Benidorm hubo desequilibrios
entre la oferta y la demanda entre 1988
y 1993. Un correctivo natural propició una reactivación expansiva entre 1994 y 2001, a la que siguió una
estabilización (2001-2007) que
terminó con el revolcón que nos dió la crisis internacional (2007-2009) que amenazó con mandar al traste
el complejo sistema turístico local, que -en realidad- maravilla por su
simplicidad (lo que no funciona se elimina de inmediato), y a partir de ese
momento se entró en la fase actual de nuevo auge, aunque lento (a tenor de la
situación internacional), que se deja entrever en el texto, pues la
investigación llega hasta 2010.
Los desequilibrios entre 1988 y1993 tienen su explicación: una falta de reacción instantánea ante
una situación que no se supo ver, anclados en la bonanza del modelo: las vacaciones no había
que venderlas, venían a comprarlas… y esa diferencia de actividad es
fundamental. La verdad es que la situación pilló desprevenida a una generación
empresarial que no supo entender en su instante inicial que se habían producido
“cambios
en la demanda turística internacional y en las preferencias de viaje”.
Se hablaba mucho de esa posibilidad desde hacía años, pero no se materializaba…
hasta que llegó. Vamos, lo del lobo.
También influyó el “escalonamiento
de las vacaciones” (hasta ese momento se puede hablar de “veraneo” y
largas estancias; a partir de entonces ya de semanistas y largos puentes) y se
dejaron sentir “las motivaciones de viaje más complejas y diversas” así como “la
creciente competencia de las zonas turísticas más exóticas” porque el
turista había evolucionado positivamente.
Se creó, pues, un clima de
incertidumbre en el sector: se cuestionó, todo hay que decirlo, el modelo de “Sol y
Playa”.
Segundas generaciones de pioneros
turísticos (los hijos de los primeros) tomaron el relevo nada más iniciarse la
década de los 90 y, la verdad hay que decirla, los acontecimientos
internacionales ayudaron: Guerra del Golfo, crisis turística (por ser menos
propensos a la innovación) en Turquía y Gracia… y que -¡coño, hay que decirlo!-
devaluamos la peseta (cosa que no hemos podido hacer después por cosas del
euro).
Benidorm, se
reinventó reposicionándose como dos
playas que tienen detrás toda una ciudad, un parque acuático (Aqualandia) y
toda una comarca para disfrutarla en paisaje y gentes. El urbanismo local
actuó en algunas áreas de la ciudad y hasta se puso en marcha el primer centro
de la Red CDT para mejora
profesional de los empleados del sector.
Nos pusimos las pilas…
PD.- Antes de que se me olvide... y para celebrar las 600
entradas en el Blog ASTROLABIO
Fernando
Vera
fue mi profesor (Gª del Turismo), un
sensacional comunicador y un compañero en las lides de la AAPET; ahora es el director del Instituto Universitario de Investigaciones
Turísticas de la UA. A través de él firmamos el convenio con la Universidad de Alicante y siempre me
animó a proseguir en esto del análisis del Turismo; sin ir más lejos, hace tan
sólo unos días. Josep Ivars era
aquél tímido investigador del Instituto
Cavanilles de Altos Estudios Turísticos cuando en Benidorm se celebraban
los Cursos Internacionales de Verano,
previos al Foro Internacional de Turismo, que me animaba a continuar.
Después fue director del IVAT.TUR y ahora felizmente regresado a la Universidad.
Mi agradecimiento a ambos.
[1]
El neofordismo incluye las
prácticas organizativas del capital que reactualizan el fordismo mediante la
cadena de montaje con ayuda de la aplicación de los principios de la revolución
tecnológica.
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