13 jul 2013

DE LA EVOLUCIÓN DE BENIDORM COMO DESTINO TURÍSTICO… UN NUEVO ESTUDIO DE VERA, IVARS Y RODRÍGUEZ (III)


Y vamos con la tercera entrega que tratará sobre la segunda etapa del análisis de Vera, Ivars y Rodríguez, la fase expansiva 1994-2001.

Entre 1990 y 1992 España tiró de chequera y pagó todos los fastos de la Expo sevillana, el AVE que Madrid-Sevilla, los JJOO de Barcelona y todo lo del Hispasat, que también fueron millones por un tubo. Porque… p’a chulos, nosotros, los españoles hasta sobresalir en telecomunicación espacial. Total que las arcas del Estado se quedaron bajo mínimos nada más cerrar las puertas de La Cartuja y apagar la llama de Montjuic, y en 1993 explotó todo. La recesión se instaló en el solar patrio: sin nada que celebrar el desempleo (el paro) se encaramó al 24% (noviembre 1993), nos perseguía una deuda pública de 30 billones de pesetas (68% del PIB) y las Administraciones Públicas ya generaban un déficit del 7% del PIB… El remedio, el de siempre con gobiernos colectivistas: entre septiembre de 1992 y mayo de 1993 hubo de devaluar la peseta hasta en 3 ocasiones: un 5% el 16 de septiembre, un 6% el 21 de noviembre y un 8% el 13 de mayo, el llamado “jueves negro”. Me gusta traerlo a recuerdo porque muchos no se acuerdan de lo que nos supuso aquél gobierno.

En cuanto al turismo y Benidorm, la cosa se fue recuperando en 1994 gracias a las llegadas internacionales. Las medidas locales se centraron en “una reducción progresiva del número de establecimientos de menor calificación, y las empresas empezaron a invertir en la mejora de la clasificación de sus hoteles” apoyadas en una norma autonómica que potenció la modernización de establecimientos. Urbanísticamente se actuó sobre el Paseo Marítimo de Levante (Oriol, Bohigas, Mckay y Puig-Domènec) y luego vino Terra Mítica y el Área del Plan Maestro de Usos e Infraestructuras del Área del Parque que, mira por dónde, aún colea para las iniciativas de los nuevos gestores del parque en este mismo mes de julio de 2013.

Aquello funcionó y dio paso a la tercera fase (2002-2007) que se materializó en la estabilización del destino. Es, recordemos, el momento del auge de las low cost, que reemplazaron a los tradicionales chárter, a pesar de los sucesos del 11S. Aquello fue una conmoción (tanto el atentado como la desaparición de chárter tradicional, y no frivolizo; creánme) que resultó acrecentada por la irrupción de nuevos destinos competitivos en el Mediterráneo. No obstante, “La duración de la estancia y el número de paquetes turísticos se redujo, aunque el aumento de llegadas al aeropuerto tuvo un impacto positivo en la ocupación hotelera en términos absolutos”. Desde finales de 2001 se construyó mucho (auge del sector inmobiliario)… y disminuyeron las tasas de ocupación porque el número de plazas hoteleras aumentó un 11’4% y bastante más la extra hoteleras no regladas.

Terra Mítica no respondió a las expectativas creadas. Comenzó su andadura de espaldas a Benidorm y, la verdad, Benidorm no movió un dedo por su parque. Faltó sintonía entre quienes miraban Benidorm desde El Moralet y entre quienes miraban el parque a pie de playa. Vera, Ivars y Rodríguez concluyen que: “Paradójicamente, a pesar de este fracaso, el parque tuvo un efecto positivo en la renovación de las infraestructuras recreativas de primera generación, lo que aumentó el atractivo del destino”.

Parques de ocio, golf, parque natural… “Benidorm no pudo crear un verdadero producto de ocio basado en base a una combinación de diferentes tipos de alojamiento y ocio, integrada y comercializado como un solo paquete”. Ni aún hoy, julio de 2013, parece funcionar bien la combinación. Benidorm no necesita de sus parques, pero sus parques necesitan de Benidorm, apostillo yo.

No obstante esta etapa tuvo su parte positiva: nuevos hoteles de 5 estrellas. Starwood puso en marcha un Westin que se fue al traste como tal por discrepancias con la propiedad, y luego llegaría la cadena Barceló con su Asia Gardens de espaldas a Benidorm. Ni la citan en su web: “en este fantástico hotel de ¡¡Alicante!!”. Es demencial; dirección: Terra Mítica/Costa Blanca/Alicante… Y aquí nadie mueve un dedo.

Bueno,  a lo nuestro: en la cuarta fase (2007-2009) la cosa internacional se pone muy mal y Benidorm lo sufre, más que nada, por la incidencia en su principal mercado internacional, el británico: “En Benidorm, esta situación se vio agravada por el estado de la economía británica y la apreciación del euro respecto a la libra, que sólo comenzaron a recuperar su valor en relación con el euro en 2010”… y volvimos a niveles de 1996; un roto en toda regla. Y eso que el mercado nacional tomó el relevo, pues aún vivíamos de falsas infusiones de brotes verdes que no alimentaban, pero colocaban en cantidad. El resultado: bajada de precios, mínimas rentabilidades e incluso algún hotel cerrado en invierno, cosa que no se veía desde… ni se sabe. A pesar de todo, al final se ejecutó el Paseo Marítimo de Poniente, cosa de Carlos Ferrater & Xavier Martí, y se reposicionó urbanísticamente la ciudad.

El Instituto Valenciano de Tecnologías Turísticas (INVAT.TUR; 2009) terminó por implantarse en Benidorm y comenzó a trabajar en I+D+I sobre cosas del turismo. Y empezó a moverse para el ámbito de la Comunitat Valenciana, lo que dejó indiferentes a muchos de por aquí porque entienden (e Ivars lo ha sufrido) que no todos tienen/tenemos los mismos intereses y vocación en esto del turismo. En lo local, destacar que en esta fase se puso en marcha la Fundación Turismo Benidorm que si bien comenzó como elefante en cacharrería, y fallos estrepitosos, parece que se está recomponiendo conforme avanza 2013.

Una cosa si qué es cierta: esta última fase estudiada (hasta 2010), a pesar del fuerte impacto de las situaciones negativas, para Benidorm esto “no ha significado decadencia urbana”. Lo que sí evidencian Vera, Ivars, y Rodríguez es que aún así se necesita estar atento a ello y “los altos niveles de deuda reducen la capacidad del Ayuntamiento para invertir en la renovación”. Eso sí puede ser un problema… y eso que cuando terminaron el estudio no conocían ni la mitad de lo que ha salido.





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