A la vista de todo lo anteriormente resumido, ¿Cuáles son
las perspectivas de futuro para Benidorm según Vera, Ivars y Rodríguez?
Bueno, pues resulta que “el
futuro del destino depende de su actividades”. Y
aquí, en Benidorm, “dinamismo” y “rejuvenecimiento” parecen presidir
todos los postulados de la dinámica clase empresarial y la participativa clase laboral.
Es más, detectan los investigadores que “la
propiedad privada motiva las inversiones que promueven la supervivencia” y
así, los empresarios, no cejan en trabajar en la búsqueda de nuevos sectores de
demanda que parece que se avistan, por ejemplo, en el mercado ruso, incluso en
el alemán y nórdico (nuevamente), sin abandonar el tradicional británico,
siendo todos los empresarios mucho más críticos con el modelo tradicional de viajes
y vacaciones en un destino, una ciudad, que ha renovado y reconvertido sus
hoteles desde siempre, en cuanto le dejan un mínimo margen para hacerlo.
Un día, Manuel
Martínez, viejo zorro de la hotelería -en su etapa de vicepresidente de HOSBEC-, me dijo que lo bueno de
Benidorm es que “los ladrillos son de los años 70…”; y lo que quiso decir es que
“ya estaban amortizados”, por lo que
no importa renovar cada vez que haga falta; no están inicialmente endeudados.
Los investigadores señalan que al darse la dualidad
propietario-operador en la inmensa mayoría de los establecimientos, el espíritu
innovador les va en la raza. Y ese aspecto, la raza, es lo que augura
competitividad futura al destino; incluso competitividad garantizada. Y la raza
también garantiza espíritu crítico y aún cuando desde siempre la iniciativa
privada ha ido por delante de la pública en todas las cuestiones locales, es
ahora, en esta nueva etapa, cuando piden a la Administración Pública, y a pesar
de la que está cayendo, una mayor implicación en aspectos de la escena urbana; “que
de puertas para adentro ya me ocupo yo de ser el mejor”, que es lo que parecen
decirles todos a la Administración. La gestión on-line de viajes y vacaciones,
la redistribución de los flujos turísticos, el auge del turismo independiente
siempre encontrará nicho en Benidorm porque se redefine al compás de las horas
aunque los negocios más pequeños, con menor nivel de rentabilidad, “se
vuelven más vulnerables” a crisis y espasmos económicos que afectan a
los turistas.
Pero la realidad, tozuda que es, demostró que el modelo de
hotel ha sido el más sólido ante las crisis: “la
actividad hotelera en Benidorm demostró ser más resistente a la crisis que
otros destinos turísticos que dependían de procesos de ‘expansión urbana’ o de un modelo
residencial basado en alojamiento no hotelero”. La cosa es sencilla: “los hoteles mostraron un mayor
dinamismo económico y se vieron menos afectados por la estacionalidad de
viviendas turísticas”.
Dinámicas territoriales en Benidorm (en Vera, Ivars y Rodríguez) |
También resultó clave el capítulo de la dependencia de
mercados. En el caso de Benidorm, la dualidad entre británicos y nacionales se
ha venido compensando desde siempre: uno complementa al otro en horas
difíciles, y la atención preferente puede ser desviada a la búsqueda de nuevos
mercados como se ha venido haciendo desde que Benidorm es Benidorm. Y
fundamental ha resultado que con el paso del tiempo Benidorm ha incrementado el
número de ciudadanos de otros países que la eligen para residir con lo que
entran en liza los factores siempre positivos de “las dinámica
demográfica y económica, así como la imagen del destino turístico”.
Básico en todo el proceso ha sido
que en ver de buscar modificar dinámicas globales contra las que
individualmente no se puede luchar, Benidorm se ha centrado en reestructurarse
hasta más allá de sus límites territoriales, implicando a la comarca (que en
distinto modo vive de su polo de atracción) con lo que estamos ante una
situación de éxito porque “Benidorm tiene una serie de características,
tales como la relación entre el modelo de configuración urbana y la dinámica
del turismo, que permitió el destino a seguir para satisfacer la
demanda. La contribución de las ventajas comparativas de renombre (confort
climático, la calidad de las playas y un alojamiento masa crítica), la
excelente relación calidad-precio que ofrece Benidorm y el know-how de las empresas locales
asegura la competitividad y la supervivencia del destino. Estas
características de destino se vieron reforzadas por las iniciativas locales de
las empresas privadas y organismos públicos”.
Podemos concluir que a día de hoy
Benidorm ha creado un distrito turístico que se extiende hasta más allá de su
propia territorialidad urbana. Estamos en el postulado de los años 80: dos playas que tienen detrás toda una
ciudad de servicios y una comarca de atractivos.
Y antes de entrar en la conclusiones
finales, dos aspectos sin los cuales no sería Benidorm lo que es. Primero, la planta hotelera: “La
renovación de la oferta hotelera, debido a la transformación de los
establecimientos existentes y la construcción de nuevos hoteles de media a alta
categoría mejoró la imagen y la dinámica del destino”. Y segundo, el
llamado “efecto Benidorm”, un factor
de sostenibilidad ambiental de éxito que se manifiesta a través de la
construcción/concentración en altura y que se transforma en el “paradigma
de la sostenibilidad del turismo basado en los datos de emisiones de carbono
(distancia de las zonas emisoras y aeropuertos) y la densidad del modelo
urbano, que se tradujo en menores costos de infraestructura, reducción de uso
de la tierra y menor consumo de agua”. Sólo quien no conoce Benidorm,
por pura estulticia, se atreve a criticarlo. Puede gustar o no, pero como en el viejo anuncio de la tónica: “Conocerlo,
es amarlo”.
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