Como decíamos ayer, esto del valenciano y el catalán es que
se las trae.
Jaime I se nos vino de conquista al terruño en plan Cruzada
contra el Islam, y la Marca Hispánica aportaría lo que le tocara en huestes
como lo hicieron aragoneses, navarros, occitanos, vizcaínos y de media Europa;
que iban de cru-za-da. Y por aquí se hablaba lo que los eruditos llaman “romance
valenciano”, “vulgar valenciana” o “valentiae
lingua”; que ya hablaban un “algo”. Ya con esto deberíamos dar por
zanjada la cuestión. Era un “algo” distinto la lenga d’Oc (u occitan)
que debía hablar el mocetón conqueridor.
El término lemosín no se utilizaría hasta el XVI. Vamos, que por ahí… ¡No!
Y la “vulgar valenciana” salía de un
sustrato ibérico al que se habían añadido capas griega, latina, germánica
(visigodos) y árabe (multitud de dialectos a lo largo de sólo cinco siglos) a
la que podamos añadir aún algo más. Todo aquello aparecerá en la primera
traducción de Els Furs (1261,
traducción del Fori Antiqui Valentiae) para que todos los habitantes del Reino
lo entendieran, o en los Manuals del Consell
(1306) o en el Llibre del Consolat de
Mar (1407)… Todo esto ya estaba en valenciano.
Sí, en el valenciano de una larga retahíla de importantes
nombres que dejaron bien claro en sus obras de lo lengua valenciana, como el dominico Fray Antoni de Canals con el Llibre anomenat Valeri Máxim (la
versión del Dictorum Facturumque
memorabilum del escrito romano Valerio Máximo) donde señala que está en “… nostra
vulgada lenga materna valenciana…”; en el valenciano de Ausias March y sus Cants de amor, de muerte
y espirituales, en el valenciano en el que traduce la Biblia Bonifaci Ferrer (1478; hermano de
Vicent Ferrer) quien ya señala “… en lo monestir de Portaceli, de llengua
llatina a nostra valenciana…”, en el valenciano del setabense Luis de Fenollet cuando traduce a
Quinto Curcio para la Història de Alexandre y señala que
está “… en lengua valenciana transferida…”…
Por qué ya ese empeño en señalar esa diferencia; ¿no sería
ya una forma de realzar una realidad? Es que en 1488 ya existe un diccionario latín-valenciano, el Liber
Elegantiarum del notario valenciano Joan Esteve… en “… valentiana lingua…”.
Y ahí está el valenciano de Joanot Martorell plamado en su Tirant lo Blanch, donde Martí de Galba (1490) deja claro lo de
“… vulgar
valenciana…” (para, una vez más, diferenciarla del latín excelso), en
el valenciano del prolífico Joan Roís de
Corella, en el valenciano de Jeroni
Amiguet, que aunque nacido en Tortosa obró en Valencia y se marcó una
especie de gramática para mejor comprender el latín -y sus traducciones en
valenciano- en su disquisición sobre el método de enseñanza de Nebrija; en el
valenciano del franciscano Francecs Eiximenis
(nacido en Gerona) quien además de hablarnos de los vinos grises (hoy serían
los cavas, y yo los adoro, y que ya existían entonces, ¡ojo!), en su “Scala
Dei o Tractat de Contemplació” lo deja manifiestamente claro: “está
traduït del lemosí en nostra llengua vulgar valenciana” (1507). Incluso
en el “Art de Ben Morir” (1527) “… en lengua valenciana…”.
Sus 26 años en Valencia, como asesor de los jurats y del Consell, marcaron a
Eisimenis.
Rafael
Martí de Viciana y su libro “La Alabanza de las Lenguas Hebra,
Griega, Latina, Castellana y Valenciana” (1574) es contundente en grado
superlativo: “… la lengua valenciana es hija y factura de la lengua latina por derecha
línea y propagación…” y cita la herea, la griega, la latina, la
castellana y la valenciana… Con Onofre
Pou (1580) y en su Thesaurus puerilis, un diccionario
de lenguas romances de la época, encontramos la distinción, muy a las claras,
entre lengua cathalana y valenciana…
Eso sí, al anularse los Fueros
en el XVIII el valenciano quedará relegado… y el resto ya lo conocen… unos
se movieron más que otros; unos inventaron un mundo mientras otros olvidaron
que de ellos fue. Nosotros tuvimos un Siglo de Oro de las Letras Valenciana… el
XV y nos pasa lo que nos pasa porque tenemos, padecemos, el meninfotisme (me n’in fot; me importa
un bledo). Y como todo nos importa un bledo hemos llegado a esto, a dejarnos
comer todo el terreno.
Incluso el primer libro impreso en la península fue escrito
en valenciano: “Obres e troves en lahors de la Verge Maria” se editó en la
ciudad de Valencia, en 1474, tras un certamen poético (¿Jocs Florals?) cuyo tema obligado era loar a la Virgen María, a
instancias del virrey Lluís Despuig,
organizado por mossén Bernat Fenollar
(natural de Penáguila, Alicante)… y está escrito en el valenciano del entonces. Guste o no guste.
Ahora bien yo no sé si para los “primos del norte” es más duro que nosotros hablemos valenciano o
que Castilla y Cataluña signifiquen lo mismo: tierra de castillos.
Todo esto me da que pensar… mal.
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