A mediodía de hoy se ha hecho Justicia en Benidorm. Aquí -que
sabemos lo que vale una gota de agua-, por fin nos hemos acordado, como se
merece, del “alcalde del agua”, Rafael
Ferrer Meliá y del pueblo de Beniardá,
que nos dejó captarla.
Llevo desde septiembre último pasado mordiéndome la lengua.
Se me anunció entonces lo que ha pasado hoy. Gracias Gema. Yo estaba muy quemado y por eso me descargué con un “Deuna oportunidad perdida…” reclamando para Rafael una distinción, la que
ahora ha llegado. En 2013 celebramos el Día del Turismo bajo la percha de Turismo
y Agua… y nadie se acordó del “alcalde del agua”, criticaba yo. Gema
me lo dijo, y Gema ha cumplido.
Rafael y el primer caño de agua del Pozo de Beniardá |
Rafael Ferrer, al que le tengo en alta estima y en mayor
aprecio, fue alcalde de Benidorm sólo
378 días (04.04.1978-16.04.1978). 378 días de infarto: le tocó vivir la
crisis del agua. En febrero de 1978 ya la cosa estaba muy negra: casi ni
gota-ni gota en Guadalest y Amadorio. En junio ordenó las restricciones; el 20
de agosto, Benidorm se quedó sin agua y consiguió la ayuda militar. Aquél
agosto vieron los días en que los buques-aljibe (civiles y de la Armada) y las
cubas de los Ejércitos de Tierra y Aire (más pequeñitas éstas últimas, que
entraban por las angostas calles del Casco Tradicional -aquí somos tan raros
que al Casco Antiguo, a fuerza de desestructurarlo, lo llamamos Casco
Tradicional- traían y repartían el agua por calles de Benidorm. Aquél verano
fue el de las ideas desesperadas, como traerse un iceberg y “plantarlo” en
medio de la rada de Benidorm. En varios Post de este Blog hemos contado todo
esto.
Recordemos que ya los veranos de 1976 y 1977 los salvamos
por los pelos en cuando a abastecimiento de agua; y eso que llovía. Pero el de
1978 ya no pudimos. El problema estaba en la red de almacenamiento y, sobre
todo, distribución. Y menos mal que se consiguieron los caudales de Beniardá (y
solucionar lo del almacenamiento y la distribución), porque la sequía -“de proporciones bíblicas” como la
definió el catedrático Gil Olcina-
se corresponde con el periodo 1978-1984: siete años -7, cual plaga- donde las
lluvias nos dieron la espalda y Benidorm, gracias a aquellas jornadas de 1978,
siguió funcionando.
Llegados aquí me gustaría recordarles que 1978 fue un año de órdago para España. El año de la Constitución. Adolfo Suárez había ganado las
elecciones de 1977 y batallaba un
país en Transición, con el fiel aliado de los Pactos de la Moncloa. El objetivo principal de 1978 era la Carta
Magna y la economía; y en febrero, para aliviar, el PSOE de Felipe González
abandona la Ponencia y rompe el consenso. Marzo, abril y mayo fueron meses de
infarto político en cuanto a la negociación. ETA, por cierto, seguía matando:
63 ciudadanos. El precio del barril de petróleo que en 1976 costaba 1’63
dólares se nos puso en más de 14; se multiplicó la deuda externa; la inflación
se disparó hasta el 44% (aunque acaba el año en el 16%) y el paro se asomó a la
cifra del millón de desempleados, donde sólo unos 300.000 recibían subsidio de
desempleo. A todo esto, el ministro de economía, Enrique Fuentes Quintana, se
quita de en medio… El verano, en lo sociopolítico, fue estresante.
Y en ese panorama Rafael Ferrer se nos fue a Madrid a pedir dinero
para obras de abastecimiento de agua. Agua que, como dije, no debía faltar en
unos años hídricamente buenos (1976 y 1977; y un 1978 que no había hecho más
que empezar, pero que se le veía mal). La dificultad hídrica solo se intuía en
Benidorm; la sequía sólo la padecía Benidorm. Más arriba, Calpe y Denia, no
tenían problemas; más abajo, Santa Pola y Torrevieja, tampoco.
¿Qué había pasado? Pues… todo señala a una deficiente infraestructura de distribución de recursos. En su momento
también se adujo que para la construcción de la A7 se destinaron importantes
volúmenes de agua (del Amadorio, principalmente)... Pero en honor a la verdad, la principal causa del desabastecimiento
habría que buscarla en que las infraestructuras de suministro de agua potable en
Benidorm no habían crecido al ritmo del urbanismo y la ocupación. En 1978 Benidorm tenía las mismas
infraestructuras de abastecimiento que en 1962. Es más, necesitando 45.000 m3 diarios para el
consumo en máxima ocupación, los depósitos municipales sólo podía almacenar
7.500 m3. Por eso, y sólo por eso, se hubo de recurrir a las restricciones.
Como no había de dónde conseguir más agua, se hubo de recurrir al
reparto en buques y cisternas.
Rafael llega a la alcaldía (abril de 1978) porque se le
concede el casino a Villajoyosa y no a Benidorm. El alcalde
de Benidorm, José Llorca Cortés,
dimite porque considera que se menospreciaba a Benidorm. Entonces el Gobernador Civil “pone” (en 1978 aún
desde Gobierno Civil “se elegía” a los alcalde; hubiera quedado mejor decir “se
nombra”) de alcalde a Rafael Ferrer
Meliá, quien marcha a Madrid (con el Ingeniero -con mayúsculas- José Ramón García Antón -y no se nos
olvide citar a Francisco De Santiago-)
a “tratar lo del agua” con Joaquín
Garrigues Walker, ministro de Obras Públicas y Urbanismo de entonces. Vuelven con la depuradora de residuales
(algo en lo que Benidorm es también pionero en España): las aguas depuradas se
darán a la agricultura que cede las aguas limpias al turismo. Pero eso no es
solución para el inminente verano de 1978.
Benidorm se queja en Madrid y en Valencia, desde donde el
presidente del Consell Preautonómico (creado el 17 de marzo de 1978), Josep Lluís Albinyaña envía al
conseller de Obras Públicas, Antoni
García Miralles a (oír y) calmar los ánimos. Con sólo dos meses de andadura
aquellos enviados no podían dar más que dar moral y palmaditas en la espalda.
En junio, como
dije, comienzan las restricciones con los hoteles y apartamentos llenos. Son los
tiempos de los titulares de prensa “Turismo contra Agricultura”.
Trampeando y con restricción se supera julio, mes en el que la Operación
Beniardá está en marcha: Aquagest
compra en Beniardá los terrenos que el geólogo José Luis Hervás había señalado como adecuados, y los cede al
Ayuntamiento.
El 28
de agosto Beniardá daba permiso para perforar en sus tierras (terrenos
que ya son propiedad del Ayuntamiento de Benidorm) sin pedir nada a cambio. Las Fiestas Patronales de Beniardá de 1979
las sufragó Benidorm y desde entonces, creo que, lo viene haciendo. Como no
puede ser menos.
Bueno, el resto de la historia se la pueden imaginar.
Conseguida el agua, “sólo” bastó con traerla y crear la infraestructura necesaria para almacenarla y distribuirla.
Pero esa es otra historia.
Rafael
dejó de ser alcalde porque no quiso presentarse a las elecciones municipales de
1979, las primeras de esta etapa democrática.
Hoy, en Benidorm, con Rafael
Ferrer, aquella corporación
municipal de 1978 y el pueblo de
Beniardá se ha hecho Justicia.
Esta es una historia casi épica donde, me atrevo a decir,
que aún me faltan en el homenaje la tubería submarina y los buceadores que la soldaron,
el Gobernador Civil que se subió a
Beniardá a jugar al dominó con el alcalde César
Vicedo Bou hasta la hora del pleno, un mayor protagonismo de César Vicedo
que supo convencer a su gente, alguien de los barcos (el Gobierno incautó
barcos, incluso, además de los aljibes de la Armada), alguien de las cubas
militares y alguien de Aguas Municipalizadas de Alicante que abrió el grifo a
los barcos. Ah, y un recuerdo a La Vila, Villajoyosa, que también sufrió aquél
verano de 1978 y que recibió algún aljibe de la Armada.
PD. Me he esperado a publicar pasadas las dos de la tarde
para insertar alguna foto del acto, pero desde el Gabinete de Prensa del Ayto.
de Benidorm sólo se ha facilitado una referencia del acto.
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