Va para un año que en el XXII Congreso Internacional de la
Historia de la Ciencia, la Tecnología y la Medicina que se celebró en la
Universidad de Manchester (22-28 de julio 2013) se volvió a señalar a la anandamida
(sustancia similar a las que se liberan al consumir cannabis) como responsable
de la “dependencia” que podamos
tener del chocolate. Y la cosa no
venía de ahora, que los chocolates están más refinados; con los chocolates “de
antes, antes” había mucha más dependencia y casos, leo en el resumen de
ponencias, de histerismo. Yo, sin llegar a esto último, confieso que tengo una
soberana adicción al chocolate y que ni estoy por hacérmela mirar, ni por
tratar de superarla.
Pedro López López Foto: M. Ayús |
Por ello, cuando anunciaron que el tertuliano del viernes (7
de marzo) iba a ser Pedro López López
(Chocolates Valor, de La Vila) poco menos que cambié mi agenda para estar allí
el primero… y llegué el último. El hombre propone, y la mujer dispone.
Pedro López es la cuarta generación familiar al frente de Chocolates Valor, en La Vila; Villajoyosa. Valor no es el
apellido familiar; ellos son López. El fundador de esta marca de chocolates fue
Valeriano López Lloret y a los
Valerianos, en el valenciá de La
Vila, se les llama Valor. Don
Valeriano comenzó su andadura en 1881
con dos marcas: “La Sin Rival” y “Vicente López”, el nombre de su hijo y
sucesor. Después llegarían “Zambrita”
y otras más hasta que “Valor” fue el emblema de la firma. Ya
en los censos vileros de 1871 don Valeriano figuraba como xocolater. Y es que en La Vila, la cosa del chocolate parece ser
que es de 1810 cuando, cuentan que,
un napolitano, que huye de Napoleón, se nos vino… justo, justo, cuando las
tropas de Napoleón, por el sur de la provincia, comienza a aparecer por aquí.
¡Cachis la! Bien es cierto que hasta 1812 la guerra, lo que se dice guerra, no
llegará a las amuralladas puertas de La Vila, pero aquél napolitano terminó
viendo a los franceses en casa. Si eso fue así.
El caso, sea como fuere, es que por el puerto de La Vila entra el chocolate (a finales del XVIII o
principios del XIX) y en 1858 ya se
censan 22 piedras de moler cacao,
que ya serán 32 en 1863, y hasta 70 trajineros[1].
En 1864 se produce la industrialización de la producción y un año antes se
cuenta que se producían mil arrobas[2]
por mes. Y así se inicia Valor como
empresa en 1881, como dijimos.
A principio el mestre xocolater acude a domicilio a
realizar el trabajo. Al poco pasa a hacerlo en casa y los trajiners lo reparten.
Después, consigue su “Patente de
Ambulancia” y sale a venderlo por la contorná y, ya puestos, hasta más
allá. En aquél entonces, la “zona Valor” era más grande que la
provincia de Alicante e incluía toda La Mancha. Así, con la “Patente de
Ambulancia” los trajiners ponían las recuas en marcha hasta Motilla del
Palancar y desde allí irradiaban la venta del producto. A mes, regresaban a
Motilla y todos juntos, de nuevo, a La Vila a producir más chocolate y salir a
venderlo. Qué tiempos aquellos; qué historias del chocolate. Hasta 20 rutas.
El chocolate llega a España con Hernán Cortes entre 1527
y 1528. Termina en el Monasterio de Piedra (Nuévalos) al que
llega con las cosas del benedictino Jerónimo
de Aguilar o con las del franciscano Pedro
Olmedo. Y va de monasterio en monasterio (primero, de los del Císter). Y
termina asentándose en los pueblos cercanos al monasterio de turno como Ateca, Astorga, Torrente… o La
Vila donde no hay monasterio y sí puerto.
A Europa llegará el chocolate desde los dominios españoles -en
Flandes y Nápoles- y por las bodas de las hijas de los reyes españoles con
reyes de Francia, principalmente: Ana (Felipe III) con Luis XIII y María Teresa
(Felipe IV) con Luis XIV. Y de Francia, al resto de Europa… donde ahora parece
que lo inventaron ellos y consumen más que nosotros. En honor a la verdad, el “invento”
centroeuropeo fue añadir leche al conjunto.
A don Valor (Valeriano) le siguió su hijo Vicente; y a
Vicente, su hijo Pedro López Mayón; y a Pedro, su hijo Pedro López López que
allí estaba, en “Los cafés del Meliá”, para hablarnos de él y de la empresa,
cuya 5ª generación ya asume responsabilidades de gestión.
Pedro, como
todos los López “Valor”, es vilero de pura cepa. Formación universitaria en
Valencia (ciudad que ahora le gusta) y empresarial en Londres, pero vivencias y
querencias vileras. No cambian La Vila por nada; oficia de vilero y con pasmosa
sinceridad y a golpe de reflexión nos metió de lleno en el mundo empresarial del
chocolate y de la filosofía “Valor”, nos transmitió la consideración de los
valores empresariales y hasta los conceptos de beneficio (satisfacción de
productor y cliente) y del I+D que no es “ingresar
más dinero”. Con afable toque vilero, este escritor a ratos que atesora
momentos de expansión y no cifras, nos contó que hoy por hoy producen 12.400 toneladas de chocolates, tienen
cerca de 500 empleados, su Museo
Valenciano del Chocolate recibe 80.000 visitas/año y que son la primera
franquicia mundial de chocolaterías (“Valor”).
Hoy Valor está en 50 países y como cada uno tiene su
especial miramiento por la transformación del cacao en chocolate, Valor se
mantiene fiel -y firme- a sus formulaciones y se centra en el segmento Premium,
en plan Gourmet. Y en eso están: en pulir sus reglas de juego, las que Pedro
López Mayón instituyó hace cuarenta años y son el norte de la empresa.
Integridad, pasión y compromiso tienen por norte.
Los Valor (López) son una empresa familiar que no dudan en
reconocer que en el esfuerzo y en los logros Valor han sido piezas clave Antonio Galiana y Jesús Riesco, pero la quinta generación Valor (López) está ya
empujando.
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