Cuando, creo recordar que, por octubre de 2013 Fernando Ónega presentó su libro (Puedo
prometer y prometo. Mis años con Adolfo Suárez) el final de Suárez era una noticia anunciada. Las
48 horas que anunciara su hijo el pasado fin de semana han sido, sin lugar a
dudas, el comienzo del epílogo que se produjo en la tarde del domingo 23 de
marzo. Ahora, estoy convencido de que si no avisa la muerte de Suárez se
hubiera diluido entre la barbarie tras la marcha de la Dignidad. Semos asín.
Llevamos todo el fin de semana hablando sin parar de quien
fue Presidente del Gobierno de España y piloto de la Transición; del primer Presidente de Gobierno electo de la
Democracia, de Adolfo Suárez
González (1932-2014).
Portada de las ediciones americana y europea |
Nunca presté ni la más mínima atención a Suárez más allá del
impacto que me produjo saber que había sido portada de Time (junio de 1977); un par de años antes lo había sido el Rey.
Con Suárez, “España: victoria de la
Democracia”. Y en el texto: “España tiene sueños y no son una tontería”.
No lo han sido. Pero no me dicen nada -nada de nada- esa portada ni los
análisis de los yankees sobre España. En 2006 Mariano Rajoy fue portada: “¿Puede este hombre salvar Europa?”. En
yankeelandia nos ven como nos ven.
Pero volviendo a la vieja piel de toro, a mí me duele que
ahora salgan todos en tromba a alabar a Suárez; me duele porque en vida no lo
hicieron. Recuerdo que le fustigaron indolente y salvajemente. Le oído a Alfonso
Guerra hoy decir que “no fui tan duro con
él”, y menos “perro judío” lo
llamó de todo. ¿Se acuerdan de lo de “tahúr
del Mississippi”?, ¿o de “bailarina
de pasos contrarios”? Y no te digo de todo aquél batiburrillo que se montó con
el “puedo
prometer y prometo” que de “capacidad
y compromiso” me lo transformaron en “chanza y escarnio”. Recuerdan: "Puedo prometer y prometo, que el cumplirlo es otra cosa" fue de lo menos mortífero que le endilgaron. Vamos, ¿qué me dice de aquél "puedo prometer y prometo... que si te agachas, te la meto" y veinte mil perrerías más que los más mayores recordarán. Alguna viñeta, ahora, lo intenta arreglar.
Y la verdad, ahora con la pátina que el tiempo ha dejado en
aquellos 7 “puedo prometer y prometo”, resulta que fueron fantásticos. El
último “puedo prometer y prometo” fue total: “Puedo, en fin, prometer y prometo
que el logro de una España para todos no se pondrá en peligro por las
ambiciones de algunos y los privilegios de unos cuantos”.
Bueno, pues ahora todos son parabienes y elogios. ¿Dónde
estaban todos estos que hoy no paran en plácemes, elogios, encomios, alabanzas
e incluso glorificación? Ahora le han salido hasta panegiristas variopintos; e
incluso algún exégeta de su verbo. Pero yo recuerdo su soledad, la del CDS si
quieren, en aquél Congreso de los Diputados de 1982: él y Rodríguez Sahagún. Dos diputados, dos; él por Madrid y Agustín por
Ávila.
Así se entiende el “quererme menos y votarme más” que
dicen que dijo en alguna ocasión.
Yo le puse “la
alcachofa” cuando acudió a un acto del CDS en Orihuela, en mis comienzos
con la información periodística. Era una mañana de 1982; 6 de octubre. Las
elecciones fueron el 28 y aún consiguió 604.309 votos (los 2 escaños ya
citados)… mientras que el PNV, cosas de este país, con casi 400.000 votos (205.000
menos que él) conseguía 8 escaños. En 1982 ya no llenaba recintos; el acto en
Orihuela fue en una cafetería. En las elecciones del 1º de marzo de 1979 había
conseguido 6’2 millones de votos y 168 escaños, dos más que en las de 1977 (6’3
millones de votos y 166 escaños). ¡País!
Por eso me maravillo. Hoy le han salido más admiradores que
champiñones. No hay nada como morirse
para que te reconozcan. Casi lo mismo, salvando las distancias, con Luis
Aragonés, el entrenador de fútbol.
Yo de esto, además, saco otra enseñanza. Ahora que pululan
nuevas opciones políticas por doquier (no me atrevo a llamarlas “partidos
políticos”) de mucha gente adhiriéndose a una idea o proyecto, me acuerdo -ahora-
de los partidos de Suárez: de la UCD
y del CDS. Incluso de aquello que
fue la Federación de Partidos de Alianza Popular. Res de res. La UCD reunió hasta 16 partidillos, con sus 16
liderzuelos que fueron personajes en su día: Camuñas, Álvarez de Miranda,
Joaquín Garrigues Walker, Francisco Fernández Ordóñez, Clavero, Pío Cavanillas,
Olarte o Pérez Crespo. Allí cada uno tiraba para lo suyo. Y hasta parece lógico
que la gente se preguntara lo de ¿qué ideología es el centro? cuando por
allí estaban demócrata-cristianos, social-demócratas, liberales, progresistas y
demócratas populares. Y eso, ¿cómo se come? Pues Suárez inventó aquello del
Centro y… ahí se las dieron todas. Le atizaron en todo el centro.
Luego el CDS se conforma con disidentes de la UCD. Malo. Así
se consigue menos; incluso nada.
No dudo de que la idea fuera buena; tal vez lo mejor. Pero
mucho gallo (por lo menos, espolones) en tan escaso gallinero trajo lo que
trajo. Y así les fue; así nos fue.
En fin, no está mal que se acuerden de uno cuando aquél, en su
feliz universo, no se acordaba de nadie. El merecido funeral de Estado pondrá
punto final a aquella aventura, la Transición, que parece que ahora vamos a
cerrar con dignidad.
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