Pasó por “Los Cafés del Meliá” un benidormer: Tomás Cortés Lloret. Confieso que no
tenía referencia alguna de su persona, ni sobre los recuerdos que atesora en su
memoria. En mis conversaciones con don
Pedro, aquellos mano a mano de referencias técnicas y vivencias
existenciales, nunca salió a relucir su nombre. Sí, cierto es, que Luis Escobedo y Mario Ayús me hablaron muy bien de él.
Me ha resultado fascinante todo lo que nos ha contado. He
lamentado tener imperiosamente que ausentarme antes de dar por concluida la
tertulia. Desde estas líneas le pido perdón; allí, ante él, me disculpé al
abandonar la tertulia.
De familia almadrabera y bachiller en Tánger, tras terminar
Magisterio acudió a la Escuela de Comercio, y al fallecer su padre es llamado
por don Pedro Zaragoza para que le
acompañara al Ayuntamiento. Y fueron 14
años de colaboración y una amistad que perduró hasta el final. Por aquél entonces
(1956) el Ayuntamiento de Benidorm lo
conformaban un oficial (que lo hacía todo a mano, pues no sabía escribir a
máquina), un alguacil y un Secretario, de 3ª, que era sargento de Caballería,
don Fernando Pastor. El Presupuesto llegó a ser de 700.000 pesetas, y tras él
entraron a trabajar dos hombres más (uno de ellos, nuestro tertuliano Miguel
Alberto Martínez Monge) y una mujer, Maruja. Cuando comenzó a rodar este
Benidorm llegaron otros dos hombres (uno de ellos, nuestro tertuliano Luís
Escobedo) y otra mujer, Concha Llorca, que había sido secretaria de Pilar Primo
de Rivera.
“Aquellos fueron unos tiempos muy felices: ni corrupción, ni favores; el
Ayuntamiento no tenía ni cuenta corriente ni caja fuerte”. Iban al día;
y las cosas les salían.
Hablamos de la gestión de aquél Plan General de Ordenación Urbana, el primero de España para todo un Término Municipal; de cómo se pateó
“el ensanche de Levante” para
conseguir las cesiones de terrenos y las pertinentes compensaciones en volumen…
donde sólo una persona se negó a firmar:
un alemán, que perdió el contencioso. Y recuerda que cuando se inauguró la
Plaza de la Hispanidad (Plaza Triangular que siempre se le ha llamado), ya con
el alcalde Jaime Barceló (sucesor de
don Pedro y con el que trabajó cinco años más, hasta dejar el Ayuntamiento),
ante el gobernador civil Evaristo Martín Freire, le oyó al alcalde aquello de:
“Estem
locos; ¿Arribarà Benidorm fins açí?” Y no vean hasta dónde hemos
llegado. Ahora que, en 1968, ya
tenían caja fuerte.
Tomás Cortes redactó la Ordenanza de Taxis de Benidorm. En 1963 había en Benidorm 2 taxis; pero
había Ordenanza. Bueno, bueno, bueno; de Tomás Cortés es la especie de diploma
ese que es la Licencia de Apertura. Se parió
en Benidorm y para el Benidorm de 1959,
siendo secretario Juan Antonio Baldoví. Papelería
Vila, de Valencia no sólo atendió el encargo benidormense sino que lo fue
ofreciendo por toda España; se dedicaban a ello. Y hoy es “nacional”.
Una de aquellas "llaves" que conmutaban teléfonos ¡Qué tiempos! |
Y claro, nos sacó de dudas sobre el tema de la autorización
del bikini en Benidorm -nos confirmó; ya lo hemos contado en este Blog-: “no
hubo ni multa, ni decreto de Alcaldía autorizándolo, ni nada”.
Sencillamente se dejó pasar. Claro, es que “Blanquita” (la escultural
alemana que lucía aquél bikini blanco) los tenía a todos embelesados. Bajaba a
la playa desde la calle Ricardo, contó. “Terminó afincándose en el Residencial
Escandinavia, donde estaba el Club 33”. Eso sí, Tomás nos contó la
conversación entre el Obispo de la diócesis, alarmado por el bikini en Benidorm,
y don Pedro. Oyó, contó (estaba allí, a la puerta del despacho), a don Pedro
decir al auricular: “Una solución rápida, Sr. Obispo: ¿dígame qué
pieza quiere que le quite?” Y ahí acabó la conversación. Entonces el
Ayuntamiento tenía una línea y dos teléfonos; y una llave que conmutaba uno u
otro.
Claro, entonces viene lo de la amenaza de excomunión y…
Tomás cuenta que en nada y menos, en la
vespa verde con la que don Pedro cada día pasaba revista a Benidorm, se
marchó a Madrid. A mí don Pedro me traslado algunos particulares más a ese
respecto que ya han sido contados en este blog.
Y puestos a contar, nos contó Tomás hasta la visitas del cadete Borbón, don Juan Carlos, desde
la Academia de San Javier al chalet de los condes Trénor, y el protocolo ante
visitas de nivel, que por entonces se producían a menudo.
Hilaridad desternillante en la sala cuando nos contó lo del Somatén de Benidorm, la ayuda civil de la Guardia Civil. Él
era sargento y contaba con ocho somatenistas más. Tenían 9 fusiles checos que
aparecieron en un altillo del viejo Ayuntamiento (hoy “museo” de la Boca del
Calvari) tras la Guerra Civil. Fusiles sí, pero no las balas. Y ahí estuvieron,
en una fría noche de octubre de 1962
“vigilando” la costa para proteger “el desembarco” de los pieds noir que debían llegar desde Argelia “posiblemente perseguidos por los
moros”. Llegar, llegaron los pieds
noir; pero al puerto de Alicante. Por pillar, casi pillan una pulmonía; la
camisa azul mahón protegía poco del frío.
Tomás vivió en primera persona la génesis de aquél Plan de 1956 y las actuaciones que se
gestaban desde la Asociación Gabriel
Miró de Amigos de Benidorm y luego desde el Ayuntamiento; de cuando la
Avenida de Martínez Alejos se le llamaba, en el papel, “la 5ª Avenida”. Es que,
recordaba Tomás, que “Benidorm tenía el mayor número de matrículas
de capitán de barco, de oficial de máquinas y de radiotelegrafistas que existía
en la Marina mercante y en la Trasatlántica, amén de los prácticos de los
principales puertos”. Los de Benidorm eran “muy viajados”; de hecho en ninguna casa faltaba el juego de café de
porcelana china y el mantón de Manila. La siguiente generación de la Almadraba
iba a Náutica y a la mar.
La prodigiosa memoria de Tomás Cortés recuerda “un
diploma” -dijo- de la ONU “al
Mejor Urbanismo Vertical” que andaba por el Ayuntamiento aquél del
Paseo de la Carretera (él no conoció otro) y dos libros, encuadernados en verde,
con inscripción en el lomo de 1870…
que fueron “los primeros libros del Registro Civil de Benidorm”… y el
Registro Civil en España comienza el 1º de enero de 1871… Un misterio muy
interesante que deberemos resolver. ¿Dónde están el diploma y los libros?
Me tuve que ausentar; se me quedó el café a medias. Mira que
lo siento, cuentan que en los posos queda mucha verdad.
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