Apesadumbrado “di de mano” ayer. Tengo otras cosas en la
cabeza, sin lugar a dudas más trascendentes, pero ver la desazón de un amigo -que
siente Benidorm bastante más que yo- por una inminente acción municipal me ha tenido
toda la noche dándole a la neurona.
Es por lo del “Low Festival”, el atiguo “Low
Cost Festival”. Ahora, cuentan, será el “Low Festival Benidorm”.
Yo, parodiando a Brassens, “cuando la música de cualquier
festival, me quedo en la cama igual”. Y eso que me gustaba la
parafernalia del fenecido Festival de
Benidorm; no el cotarro musical. No me creo ninguna de las bondades
económicas que puedan representar estos “eventos”… más allá de lo represente
para el organizador (si las cosas salen bien). Dejar todo como estaba (antes
del festival) es una tarea que también se come lo suyo.
Dicho esto… tengo al amigo Cecilio (ya les he contado quién es en otro post) que se lo
llevan los mengues (coloquialmente, los diablos) alertando a tirios y
troyanos de lo que puede pasar si cometen la tropelía de conceder a una empresa
creada ad-hoc hace nada, y ¡¡por
siete años, siete!!, este festival donde el Ayuntamiento corre con la parte del
león; vamos, que pone hasta la cama.
He leído que “El ayuntamiento ‘blinda’ en Low Festival
hasta 2020”… Y me mosqueo: hay blindajes que parecen mantequilla. Yo,
en blindajes, prefiero los reactivos -blindajes reactivos- y en eso tanto rusos
como israelitas fabrican los mejores; y el “Trophy”
israelí ya lo quisiera yo para todo. Eso sí es un blindaje. Y el problema es
que estos blindan la cosa con mis euros.
Leo que “para que este certamen no vuele hacia otro
municipio” van y le meten euros para que con este peso metálico no
remonten el vuelo y no nos abandonen. Por mí, como dije, que vuelen: con el paíño
común ya tengo pájaro propio de Benidorm (y protegido que está).
Luego me cuentan que no es tanta la cosa: “55.000
euros este año y pagar la cuota de la SGAE”… que no dicen a cuánto
ascenderá. Incluso señalan que en 2013 no se pagó (“por el plan de ajuste”).
Y luego se dice que “A partir de 2015 desparecerá el pago en
metálico pero se incluirán otros gastos indirectos, como los recibos de la
SGAE, el mantenimiento de césped o la cesión de espacios para publicidad, que
alcanzarían una cuantía estimada en 73.000 € anuales”.
Vamos, que lo
mismo que pagamos ahora pero sin los
55.000 € de este 2014 que parecen sonar a castigo por no pagar el año pasado.
Porque además, el Ayuntamiento “debe aportar el recinto y garantizar la
seguridad en su exterior (-que son euros a sumar-), colaborar
en la obtención de permisos necesarios (-como ahora-), no
utilizar la denominación ‘Low’ para otra actividad musical en Benidorm hasta
2020 (-como es lógico; no se puede evidenciar tan mal gusto en el
nombre-); no celebrar otro festival similar de mayo a septiembre
(-insisto en el mal gusto-), hacerse cargo de la retirada de residuos y
limpieza del recinto (-como ahora y que también suma euros-)… Vamos que
más de lo mismo y como ahora: este año
un mínimo de 139.000 € y en los sucesivos… otro mínimo de 73.000 € mal contados.
Que serán más euros; muchos más. Total, ¿pa qué?; total, ¡pa ná!
Esto lo defiende Conrado
Hernández, ahora concejal del Ayuntamiento y al que conocí cuando hacía
programas de música en Radio Benidorm
SER. La música… podría ser lo suyo.
A la oposición (léase PP)
no le convence mucho, pero…
Pero, claro, en música y en amor y pasión por Benidorm… con Cecilio han topado.
Se me desgañita Cecilio clamando contra esta aberración. A
mí me parece tan aberración como a él, pero en cosas de música, yo me quedo en
la cama igual.
Razones no le faltan. Ya en 2006 criticó, con poderosos argumentos, la rendición de la marca Benidorm a una empresa que
arriesgaba nada y menos, y nosotros le pagábamos hasta la cama. Ahora vuelve
con lo mismo.
Pide que no se cometan los errores “de siempre”. Da lo mismo Cecilio: siempre he oído (y
visto) que “el hombre es el único animal capaz de tropezar dos veces con la misma
piedra”. Hasta ahora, el español era el único capaz de tropezar mil
veces con el mismo peñón (de Gibraltar), pero veo que en Ayuntamiento de
Benidorm les da lo mismo la altura y magnitud de la roca.
Tú defiende que “hay
que negociar sin prisas” porque “es
el promotor el que más interés tiene”; tú, a verlas venir. Tus bazas (las
nuestras) son claras: “gente, mucha
gente y tirón por lo atractivo y turístico del lugar”… y un ayuntamiento
dispuesto a todo, añado yo. Coincido en que “el planteamiento económico lo debe fijar el ayuntamiento”. Bueno,
tú pides que sea un “Benidorm SA”, y me ratifico en lo que propones: “siempre en función del potencial de
beneficio, añadiendo el coste de oportunidad”.
Tal vez a Benidorm le pueda interesar este u otro festival,
pero no llegar “a la subvención”
empresarial. Benidorm también debe obtener beneficio; “no se puede aportar nada a fondo perdido”. Y no puedo estar más que
de acuerdo cuando señalas que “el poder
de la marca es muy grande”, porque la marca es “Benidorm” y no “Low” (bajo, escaso, reducido, pequeño,
humilde, deficiente, vil, módico…)
Y, sobre todo, que cuán
largo me lo fiáis: siete años, siete. “La
evolución de este tipo de eventos puede ir a más… o a menos”. No tiene
sentido una cosa así por más de dos años, posiblemente renovables… porque no sé yo cuantos novios, con la que está
cayendo, puede tener este Low Festival de infausto nombre. Pero, ¿quién soy
yo para opinar de una movida musical si cuando estalla me quedo en la cama
igual?
Tu Jam Benidorm
me parece mejor. Pero, ya lo sabes: eso se te ocurrió a ti. No a ellos.
No vas a cambiarles el sentido del voto ni la decisión; no
te encabrones más. Y como le dijeron a gusanito: “desiste de tal empeño; no corres, eres pequeño”.
¡Pero
tienes razón!
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