23 jun 2014

DE LA NOCHE DE SAN JUAN...


La de hoy es una noche muy especial; incluso atávica[1]. Desde tiempo inmemorial celebramos la llegada del verano. El Solsticio de Verano (la Puerta de los hombres, en la cultura clásica) discurre entre el 21 y 2l 22 de junio, y la noche de San Juan (la del 23) precede a la amanecida del 24 de junio.

Llama la atención que la Iglesia Católica celebre siempre el día de la muerte del santo/santa de turno, pero en el caso de San Juan (Bautista) celebra sólo su nacimiento. Es que San Juan (Bautista) fue santificado en el vientre de su madre y ya vino al mundo sin culpa; que eso tenía -y tiene- su mérito.

Bueno, vale, bien.

Y ¿por qué el 24… de junio? Pues, tirando de San Lucas (el del toro; que era médico y su Evangelio está destinado a los no judíos) y con un calendario en la mano si la Virgen María fue a ver a su prima Isabel (la madre del Bautista) cuando ésta estaba en su sexto mes de embarazo y seis meses antes del nacimiento de Cristo (24 de diciembre, que siempre se ha dicho), pues en la Calendas de Junio nació el San Juan El Bautista que nos ocupa, y que me lo hicieron coincidir con el mismísimo solsticio. Total, que 24 de Junio, San Juan, como 24 de Diciembre, Nochebuena.

¿Y lo de las hogueras en la noche de San Juan, qué?

Oiga, hay explicancias[2] para todo. El padre de San Juan se llamaba Zacarías (sacerdote judío con muchos años a sus espaldas) y como dudó del embarazo de su esposa (Isabel, la prima de María, estéril -en principio- y también con muchos años a sus espaldas) fue -divinamente- castigado con la pérdida de la voz (así que cuando Ud. reciba la visita de un ángel -y si es el tal Gabriel, mucho más- ¡no dude!, oiga). Total que pasado el tiempo reglamentado y en el momento -nocturno- del alumbramiento el feliz -y mudo- padre no tuvo mejor ocurrencia que encender hogueras para “comunicar” la feliz noticia a sus convecinos que, ¡qué duda cabe!, gozosos acudieron a felicitar al atribulado padre y festejar el hecho. Ah, Zacarías recobró el habla, tal como le había anunciado el ángel, cuando escribió en la tablilla (recordemos: estaba mudo) “Se llamará Juan”. Y Juan se llamó.

Vamos, que en un par de párrafos ya hemos destripado el argumento de esta noche y todo el día de mañana.

Bueno, ¿y esa diferencia entre la fecha del solsticio y la noche de San Juan? Pues… es cosa de no cuadrar bien los calendarios, y una vez cuadrados… ¿para qué quitar a la tradicional noche mágica de San Juan su cometido? En realidad, el sol permanece en lo más alto entre el 21 y el 23, que es cuando empieza a decaer. Así pues, la Noche de San Juan es como el fin de los días largos y esas hogueras en la noche es como si pretendiéramos que siguieran durando el cénit del sol un poquito más, iluminando la noche.

¿Y a Ud. qué más le da saltar el fuego en la atávica noche de San Juan o en la que siga al Solsticio de Verano? La cuestión es disfrutar la noche y saltar o lo que sea el 21, el 22, el 23… o el que sea.

Por lo general, en estas fiestas -como en todas las fiestas paganas, cristianizada o no- los ritos ancestrales son de fuego, de agua y de plantas. En la Noche de San Juan los hacemos todos: los fuegos del gozo (hogueras para saltarlas o quemar en ellas lo viejo), las aguas mágicas (beberlas, bañarse, lavarse) y los ritos vegetales de recoger plantas y flores, hierbas y plantas medicinales o hacer enramadas.

El mar, en la noche de San Juan, tiene su aquél. Los golpes de ola en un baño de mar nocturno tienen (cuentan los cronicones) su impacto fertilizador en mujeres: siete (hay quien apunta a nueve) golpes de mar en el bajo vientre, cuenta, eran mano de santo para la preñez. Pero no hay que irse tan allá; contaba Julio Caro Baroja (el antropólogo y folclorista) estas y otras muchísimas prácticas, incluso alguna de belleza, que se consiguen con los ritos al comenzar la noche de San Juan.

En fin, que ustedes se lo pasen bien esta noche que es la Noche de San Juan. Yo por si acaso, al margen de lo que nos deparen los chicos de La Roja en su cierre mundialista, me he preparado una cajita de brevas de Albatera porque… “Verdes o maduras, por San Juan brevas seguras”.

Pero que no nos llueva: “Agua por San Juan quita aceite, vino y pan”. Aunque lo único cierto es que “Por San Juan los días empiezan a acortar”.

Y mañana ya quemaremos Les Fogueres de El Campo y La Cala.







[1] Comportamiento que imita o mantiene costumbres o formas de vida propias de otras épocas.
[2] Explicación complaciente -aunque chirriante- y nada científica.

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