Y como no hay quinto malo, sigo y termino con lo que yo llamo Barrio
Cero de Benidorm porque no sé cómo llamarlo; que si Casco Antiguo, que si
Casco Viejo, que si Casco Tradicional.
Ni en eso nos ponemos de acuerdo.
Ya saben, esto viene por lo que pasó el viernes 13 (¡vaya fecla anglosajona!) por Los Cafés del Meliá...
Detalle de fachada en vivienda del Barrio Cero de Benidorm. Los Patronos de la Villa |
Ya les he contado que el Barrio Cero que nos ocupa es el núcleo original habitado que fue el embrión del Benidorm que hoy
conocemos. Fue, en sí, la ciudad
y hasta bien entrado el siglo XX concitó todas las funciones: administrativa
(aún en el Siglo XXI alberga sedes municipales), residencial (faltaría más),
comercial (de esto tenemos que hablar), cultural (miedo me da hablar de esa
función), urbana (concepto urbanista), turística (pa qué más) y de servicios (unos cuantos). Hasta que llegó el siglo
XX combinó hasta conceptos de vida rural (inmediata) y dependencia de los
trabajos del mar.
Sólo durante la segunda mitad del siglo XX el Barrio Cero de Benidorm ha ido
abandonándose en sus funciones residencial y urbana. ¡Háganselo mirar!
El aspecto comercial ha salido muy perjudicado. Pasó del
comercio al por menor en establecimientos familiares de tendencia permanente al
comercio, también al por menor, de productos manufacturados -preferentemente no
alimenticios-, en establecimientos que mantienen cierta tónica de
inestabilidad, en función del momento. Los establecimientos de moda y calzado,
de todos los espectros comerciales imaginables y posibles, tienen implantación
periférica. La oferta de servicios complementarios de restauración, ocio y
diversión genera importantes flujos y sectorializa, se quiera o no, el barrio.
La
identidad residencial se ha resentido. El despegue demográfico sostenido desde los
años sesenta afectó al Barrio Cero;
las corrientes migratorias propiciadas por el turismo supusieron modificaciones
del natural proceso de las estructuras urbana y demográfica que cabía esperar. Así,
en el quinquenio 1960-65 se
incrementaron notablemente -como bien explicó en su estudio Gabino
Martín-Serrano- las licencias de obras
para reformas, ampliación, ¡¡¡cambio
de uso!!! y distribución de las
viviendas del Barrio Cero en
base a que el Plan General del 56 fue
tremendamente inconsecuente con el lugar atendiendo a una serie de condiciones
que los propios del lugar, en los años setenta, desmadraron en cuanto a alturas
y usos del suelo.
Echemos la vista atrás y recordemos, gracias a Pepe Bayona, cuando el Barrio Cero era el habitual
suministrador de mercaderías al conjunto total de la población gracias a sus cordelerías,
alpargaterías, carpinterías, zapateros remendones, venta de prensa y tebeos, tiendas
de salazones y salmueras, barberías, carbonerías, carnicerías, fruterías,
hornos y panaderías, tiendas de ultramarinos, pescaderías, herrerías, sastrerías,
boticas, bodegas y tabernas; calles -contaba Bayona- en donde se alzaban voces
que vendían tramussos, arrop i talladetes y aigua de llima i de cibà. Pero el
abnegado Bayona insistía en que no
existía ni una sola identidad local en cuanto a construcción o estilo; “se
mantenía la tónica y las formas comarcanas condicionando la distribución de las
viviendas la situación económica de sus propietarios”. Eso sí, el
pavimento, contaba Bayona, solía ser de matacans[1] y el envigado de madera. Rosa María Llorca Pérez en su “Vivim
a Benidorm” explica mucho más.
Hasta mediados de los sesenta el Barrio Cero albergó hasta el Juzgado de Paz, la centralita
telefónica, la oficina de correos y telégrafos e incluso el mercadillo semanal.
Ahora mismo no ha perdido centralidad comercial, pero… En
las calles del Barrio Cero de
Benidorm podemos encontrar hasta 121 establecimientos de moda y complementos, 2
galerías de arte, 2 estancos, 6 establecimientos de alimentación, 4
perfumerías, 11 de artesanía y regalos, 2 hornos, 2 floristerías, 14 joyerías,
6 academias, 9 consultas médicas, 2 despachos de farmacia, 6 de juegos de
azahar, 22 peluquerías, 99 bares y restaurantes, 18 hoteles y pensiones, 33
locales de ocio nocturno, 31 despachos profesionales, 4 agencias de cambio y 5 bancos.
Cartografía digital propia del Barrio Cero de Benidorm |
Sin lugar a dudas el
Barrio Cero de Benidorm forma parte, absolutamente integrado, del conjunto ciudad-producto que es
Benidorm porque la marca optimiza su
funcionamiento interno. El soporte de la actividad industrial de ocio de
Benidorm es el conjunto de la ciudad aunque, por su disposición, el Barrio Cero soporta un peso descomunal.
Detalle de puerta en calle singular del Barrio Cero de Benidorm |
Las Ordenanzas Particulares de la Edificación y los Usos del
Suelo Urbano (2001) reconocen que estamos ante “el caserío más antiguo y
tradicional de Benidorm, con un trazado viario irregular y tortuoso”
que conforma extrañas geometrías en
manzanas de muy escaso fondo. La edificación original, explica -aunque yo
mantengo que denuncia- es la vivienda
urbana baja entre medianeras y alineada al vial en pequeña parcela que ha sido,
en un porcentaje elevadísimo, alterada y sustituida por nuevas edificaciones de
variadísima concepción de alturas y cubicajes con una fase de clarísima
terciarización de usos. El principal problema detectado no es otro que el “relajo
en el complimiento de las normas urbanísticas” (en un proceso entrópico
cocido entre los propios del lugar) y graves deficiencias de circulación rodada
y aparcamiento.
El Plan del 56 (con
el que comenzaron las bondades de Benidorm) inició las maldades en el Barrio
Cero: permitía construir sobre el 100%
de la parcela y hasta 12 metros de
altura. Para comenzar no estaba mal, pero llegaron las modificaciones de 1958, 1963 y 1974 -como ya
denunció Mario Gaviria en su día y
por escrito (Benidorm, ciudad nueva. 1977)-
posibilitaron “cegar la luz” de las estrechas calles con alturas inapropiadas, gracias a tretas como aceras porticadas (para ganar en altura) y volúmenes pantalla de 12 m3/m2. Se rompieron las armonías; todos querían sacar la máxima rentabilidad
a su mínima parcela y así llegamos a edificaciones
inadaptadas a la anchura de las calles y excesos de altura.
En fin, sí que es muy
duro que un pueblo pierda la memoria y también lo de que “antes, la calle era nuestra”. Olvidar de dónde viene uno es muy
malo; no reconocer los errores es peor. Resulta que antes, en aquél Benidorm
que alguno/a echa de menos, la calle era
una dependencia más de aquellos hogares; las calles eran soleadas porque la
altura máxima de aquellas casas podía llegar a planta baja y 1 o 2 alturas (y
la segunda era solo “el altillo”); muchas, contaba Bayona, tenían hasta porche,
permitiendo la buena entrada de luz y radiación solar. Es más, la calle era lugar auxiliar de determinados
trabajos y ocupaciones caseras.
En el Barrio Cero de
Benidorm, desde 2001 están regulados tanto la parcela mínima (150 m2) como
el lindero frontal (no menos de 10 m); incluso la altura máxima (excesiva, pero
con lo que allí hay…) de 4 plantas (incluida la planta baja), etc. Se pretende la compatibilidad de usos;
incluso el tema de balcones, marquesinas, impostas, rejas y cornisas… Pero
sigue faltando un catálogo de tipologías
urbanas, un concepto claro del papel
del Barrio Cero en el conjunto de la ciudad y que hayan ganas de cumplir las Ordenanzas; todas.
Incluso para proteger fachadas, por el resto lo han arreglado ya a su gusto.
Asín que… ¡Menos
lobos caperucita!
PD. No hemos incluido en el concepto Barrio Cero de Benidorm
nada al Norte del Paseo de la Carretera porque “mi” Barrio Cero se
corresponde con la delimitación natural. El PGOU de 1956 señala que “por encima del Paseo de la Carretera la
zona tendrá el epígrafe urbanístico de ‘Zona de Ensanche de Casco’”.
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