Mi relación con los casino es la de tomar una copa; nunca
jugar ni un céntimo de la moneda del lugar. Tal vez esto venga, me psicoanalizo
ahora, porque en la familia hubo antaño un jugador, al que llamaban “Manosduras”
(en todas las manos del juego las cartas le venían muy duras), y la “abuelita del mantón” (mi bisabuela, que
ahora mismo no recuerdo cómo se llamaba, pero yo, con inmenso cariño, le
llamaba “abuelita del mantón”)
siempre nos decía que “de jugar; nada”. Y nunca jugué a
nada… excepto a la Primitiva y al Cupón de la ONCE de cuando en vez; que no
siempre es de vez en cuando. Ah, y a la Lotería de Navidad y al Sorteo de la
Cruz Roja. ¿Mucho, no?, mucho para haber comenzado diciendo que no juego.
Bueno, yo me entiendo.
Menos mal que para las empresas de juegos de azar soy un
bicho raro… atendiendo a las cifras oficiales. En la Memoria Anual de los Juegos de Azar están todas las cifras del
juego en España; si quiere investigar, investigue. Claro, no figura el “trile” de guadiánica aparición en las
playas de Benidorm porque, sencillamente, no es un juego.
No pisé un casino hasta los 30 años y fue en una cena de aquellas que hacía el Casino Costa Blanca, en La
Vila Joiosa, donde conocí a Isidro
García de la Llave, su director comercial, y luego nos tomamos una copa en
la sala. Desde entonces he visitado algunos casinos más para tomarme una copa en ellos: Madrid,
Montecarlo, Atlantic City (varios; estábamos de Congreso Internacional), Asunción, Venecia (Ca’Vendramin Calergi,
precioso), Baden-Baden y… La Vila. Esa ha sido toda mi relación con los casinos
(para tomarme una copa, o dos).
Por eso me llamaba la tención poder conversar con Miguel Ángel Franco, director Comercial
del Casino Mediterráneo (sucesor del
Casino Costa Blanca) que en nada y menos abre sala en la Avenida del Mediterráneo de Benidorm, invitado a nuestra tertulia
del Meliá. Es que Miguel Ángel es un
hombre que… vive del juego… de los demás. Y no son muchos los que pueden decir
eso en este país.
La historia de Benidorm y “su” casino es antigua; desde mediados los sesenta, que sí, que si
no. Que si en el Club Sierra Helada (hoy Ciudad Patricia),
que si en el (frontón) Eder Jay, que si en algún otro sitio,
y luego la concesión se fue a quedar en el arroyo aquél donde cayó el borracho
pinteño que se choteaba de estar en un municipio o en otro: en esta ocasión,
entre Benidorm y La Vila. Por cierto, el magnífico edificio está en venta.
Miguel A. Franco Foto: Mario Ayús |
Bueno, Miguel Angel
Franco es ahora el director comercial del Casino Mediterráneo (1 sala principal -ahora Alicante- y hasta 7 salas
anexas -hoy dos: en La Zenia y, en nada, Benidorm-) y tuvo a bien aceptar la
invitación tertuliana de “Los Cafés del Meliá” para contarnos
cosas de su vida y de su profesión. Este ceutí (1954) llegó a Benidorm a
finales de los setenta porque su padre (después de recorrer en destinos
profesionales media España) había recalado profesionalmente en esta localidad;
en verano hubo que venir a ver a los padre. Y aquí es dónde vio el anuncio de
prensa de le necesidad de personal para el Casino Costa Blanca, y decidió
probar suerte. Comenzó de croupier y poco a poco fue subiendo en el escalafón
hasta dedicarse por completo al Casino y dejarse su actividad como
Administrador de fincas, que en un principio compatibilizaba.
Con maestría, Miguel Ángel nos introdujo en el mundo de los
casinos, a los que “hay que ir a por dinero”. Su premisa es clara: “al
casino se va a jugar con la pretensión de ganar o a disfrutar”. Por
ello en la nueva sala plantean una importante oferta cultural añadida, ya que,
por lo general, “si llevas dinero es muy posible que se quede allí”. Y en base a
esa vertiente -que piensan potenciar al máximo- “lo vamos a pasar muy bien también
sin jugar”.
Miguel Ángel Franco recordó dos etapas del Casino: la del
Casino Costa Blanca, que prefiere soslayar, y la del Casino Mediterráneo, donde
destaca la gestión y la profesionalidad de la dirección. La Vila se cerró en
2009, con toda la carga social que comportó -una situación traumática para 120
familias- por mor de la crisis, y desde entonces hay una nueva vertiente de
acción -“Acrismátic cambió el concepto del Casino de la Provincia de Alicante,
ahora es más alegre y dinámico”- que llega hasta las apuestas
deportivas -con la marca Juegging- y
hasta una versión on-line, e-fortuny.
Contando los días que quedan para inaugurar la Sala de Benidorm del Casino Mediterráneo
(Avda. del Mediterráneo, Rincón de Loix) Miguel Ángel nos descubrió los 14.000
m2 que están ya, prácticamente, a punto: una planta para los juegos (Black
Jack, Bacarrá. Póker, ruletas), que incluye una sala para apuestas deportivas, y cafetería. Una planta
estará dedicada a torneos “Texas Holder” (todo el mundo, menos yo, sabía
de que hablaba) y que tendrá un carácter polivalente y en la última planta
habrá “un restaurante ‘diferente’”. Están rematando los detalles y nos
contó que “hay expectación por el casino de Benidorm”. Casino que abrirá a
las 10 de la mañana y que cerrará, en verano, a las 5 de la madrugada.
Franco hizo un repaso al variopinto universo social del
casino señalándonos los mercados potenciales más interesantes, las incidencias
particulares de cada uno de ellos, el mundo de las fichas y del dinero, los
listados de prohibidos, la procedimentación del juego, la seguridad, la
picaresca, los espectáculos, la restauración, el personal, la psicología y todo
lo que se mueve en torno a los casino.
Y, naturalmente, las anécdotas. Contaron en la tertulia la
de un ilustre del lugar, asiduo del casino de La Vila (porque el Casino Costa
Blanca, por aquí -tal vez con desdén porque se fue unos metros más allá- era el
de La Vila) que una vez al poco de comenzar a jugar ya se había hecho con un
pellizco (en los ochenta) de medio millón de pesetas y le animaban a retirarse
“con lo que había ganado” y él dijo
que no, que él “había acudido al casino a jugar, no a ganar”. Y Roc dejó ahí la
anécdota y nos quedamos sin saber si ese día ganó (más) o se volvió a su
restaurante con las manos en los bolsillos.
Es, sin lugar a dudas el Casino, una apuesta que dinamizará
el Rincón de Loix. Yo ya me preparo para tomarme mi copa de rigor, aunque de
jugar: nada. Nos dijo Miguel Ángel Franco que habrá “mucho más que juego” en
el Casino Mediterráneo de Benidorm. Porque, y es cierto, “no nos acabamos de creer el
potencial que encierra un casino”. Ansiosos estamos de verlo, y
disfrutarlo.
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