URBANIZANDO EL LITORAL…
TRAS LA GUERRA CIVIL
Terminada
la Guerra Civil el tema del urbanismo litoral lo asume el Servicio Nacional de Turismo (creado en 1938). Su primera misión
fue tratar de ordenar todas las planificaciones existentes en España, que eran
muchísimas y en los rincones más insospechados de la geografía litoral, sin que
la autarquía imperante permitiera a aquellos pocos técnicos planificar a nivel
nacional por falta de concepto. Por ello, fueron los ayuntamientos los que
asumieron el protagonismo y determinaron aceptar el derecho de cualquier
ciudadano (por lo general, los más avispados) a construir en lo que en puridad
era suelo rústico.
Centros de Interés Turístico Nacional aprobados (1966-75) #
Investigaciones Geográficas, nº 39 (2006)
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Ni
siquiera la Ley de Centros y Zonas de
Interés Turístico (1963) se atrevió a definir actuaciones específicas en el
espacio litoral, ni llegó a opinar sobre el uso turístico del mismo a pesar de
que surgiera la norma con la intención de ordenar ese espacio.
Por
ello, el espacio costero que nos ocupa llego a la década de los cincuenta sin
postulados de organización territorial y con una creciente demanda de
veraneantes nacionales y extranjeros que buscaban consumirlo. Y se les dejó que
lo consumieran.
No
éramos una excepción; más bien una extrapolación europea. Es que tras la IIGM
espacios muy amplios de las costas mediterráneas de Francia e Italia estaban
recuperando su fortaleza turística, ganada en los años veinte, y se estaban
reorganizando con abundante legislación urbanística al respecto, pero siempre
muy puntual.
España, más rezagada en
lo económico, se lanzó desaforadamente a recuperar el tiempo perdido y perdió,
en la mayor parte de los casos, el norte urbanístico en los espacios litorales.
Así,
el litoral valenciano, como el resto, ha
estado sometido a un crecimiento desmedido desde los años sesenta. El
litoral de la Comunidad Valenciana cuenta con 466 kilómetros repartidos en sesenta términos municipales que
representan el 14% de la superficie
del territorio autonómico. En la franja litoral de la Comunidad Valenciana
reside el 53% de la población, con
una densidad media de 650
habitantes/Km2, que se duplican en verano. La densidad media de la
Comunidad Valenciana es de 172
habitantes/Km2.
El
12% de los 466 kilómetros de litoral
lo componen acantilados altos, el 14% son acantilados bajos, el 6%
es costa baja y el 58% son playas (37% de arena y 21% de cantos). El restante 10% de litoral valenciano está
construido: instalaciones portuarias (deportivas e industriales y
comerciales). Cemento al mismísimo borde del agua.
La
provincia de Alicante tiene 231 kilómetros
de costa; el frente rocoso representa el 47%
de la misma, y las playas el 52%. El
1% es cemento portuario.
La
fragilidad del espacio litoral y la enorme presión a que se le ha sometido ha
originado graves disfunciones:
·
Carencias
de infraestructuras de apoyo, servicios y equipamientos, con problemas de
accesibilidad y deficiencias de equipamiento para el uso público del litoral.
·
Destrucción
de parte del patrimonio natural, con pérdida de ecosistemas, regresión de las
costas e inestabilidad de las playas.
·
Excesiva
urbanización del litoral, lo que afecta a la calidad de vida de residentes y
visitantes. También, a la calidad de las aguas de baño.
Por
su parte, el turismo residencial ha
creado una rigidez jurídica contraria a la naturaleza dinámica del espacio
litoral. La Ley de Propiedad Horizontal,
exquisitamente respetuosa con la propiedad privada -sin apenas obligaciones de
conservación, mantenimiento o terminación de las infraestructuras de
urbanización- tuvo un claro sentido a la hora de mejorar la estructura social
de España desde los años sesenta, pero, aplicada a los bloques de apartamentos
de playa, supone una importante rigidez jurídica que no se corresponde,
mantiene Juan Ferrer Marzal[1], con el uso esporádico
como “casas de verano” con el propio
diseño y con la durabilidad de las obras sometidas al ambiente agresivo del
mar.
La ocupación del espacio
costero ha sido una opción de desarrollo de promoción estatal a lo largo de
todo el siglo XX, pero desde 1975 experimentó un espectacular crecimiento
superior a las iniciales previsiones. Ha sido un desarrollo no espontáneo; un desarrollo premeditado y propiciado con
el que se han cometido diversos errores
debido, casi en exclusiva, a que las técnicas
de planificación y el propio ordenamiento
jurídico no se adelantaron a los problemas reales por falta de previsión.
Los diferentes gobiernos, a lo largo del siglo XX, se esforzaron por impulsar
el sector pero no entraron en medidas de regulación hasta bien entrada la
década de los noventa.
Sólo
algunos puntos muy concretos del litoral han efectuado una planificación
integradora y respetuosa. Es el caso de
Benidorm.
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