LA EVOLUCIÓN URBANA DE
BENIDORM… EN EL XIX Y PRIMERÍAS DEL XX
Ya
en el XIX, la guerra contra el
francés deja maltrecha la población. El
“castillo” o torreón es atacado por la escuadra británica
entre agosto y septiembre de 1812, y destruido. No obstante, la ciudad seguirá
evolucionando gracias al auge de la almadraba y al cabotaje. En 1850 se llega a los 4.500 habitantes[1] y la ciudad se abre, creándose nuevos barrios.
Pascual Madoz, en su Diccionario
Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar
(1846-1850) significa el excepcional clima
que disfruta la villa y la escasez de
agua, apuntando los problemas de salud que causa entre los vecinos el
abastecimiento de pozos sin calidad sanitaria suficiente.
El
endémico problema del agua mejorará con las Desamortizaciones de Mendizábal
(1836 y 1837) ya que salió a pública subasta la finca de Lliriet, donde se encontraba la principal fuente (la Font
de Lliriets), que era propiedad de los Agustinos de Villajoyosa. El Ayuntamiento consiguió la titularidad
y comenzó la obra de traída de aguas al casco urbano, a tres fuentes, en un
proceso que culminará en 1865. Cien años después (1965) llegará el agua
potable a las casas.
También
se actuó en la segunda mitad del XIX sobre la Font del Moralet, de
aguas no tan bondadosas[2], a través de séquia mare, poniéndose en regadío una
pequeña zona de Poniente a la que se le había retirado el agua de Lliriets.
Les Fontanelles no se vieron afectadas
por la canalización de Lliriets, lo que aventuró un origen distinto; aún fluyen
las aguas a borbotones en medio de la playa de Poniente.
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En el XIX Benidorm se
mete de lleno en el mundo del turismo. Del año de la llega del agua, de 1865, tenemos
constancia de la primera instalación hotelera de Benidorm, el Hostal La Mayora.
El
aspecto del Benidorm de aquellos días viene recogido en una Carta de Derrota,
levantada por la Comisión Hidrográfica en 1872, que deja a las claras el
trazado urbano de la villa.
Fundamental
en este proceso será el enlace por carretera, hasta entonces inexistente, con
Alicante (1860) y Valencia (1880), pues hasta entonces Benidorm sólo estaba
comunicado por vía terrestre con Polop, Callosa d’En Sarrià y Alcoy.
En 1883 llegará el
alumbrado público. Y de esa fecha es la primer documento publicitario donde se
“invita” a veranear en Benidorm.
En
empresario Francisco Ronda Galindo
publicita su balneario -Grande Establecimiento de Balos de Mar
Virgen el Sufragio[3]- e informa que alquilar
una casa costaba 3 pesetas al día, y
hasta se podían alquilar trajes de baño, señalando el texto del anuncio “… que
muchas familias que desde algunos años han dejado de favorecernos con su visita
veraniega, acudirán otra vez a este hermoso pueblo cuyas playas rivalizan con
las mejores de España.”. Se constata así, para muchos estudiosos del
tema, el movimiento turístico hacia Benidorm y ya se da cuenta, a tenor del
texto, de los primeros altibajos en la receptación turística.
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No
quiero dejar pasar por alto que a partir de 1850 Benidorm se mete en la
dinámica migratoria de la comarca hacia el norte de África, pero especialmente
hacia Cataluña, Barcelona en concreto, que fue despoblando la localidad hasta
casi el comienzo de la Guerra Civil española.
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En
medio del proceso de lenta despoblación que se pone en marcha en 1910 se
inician las obras del “puerto” de Benidorm que promueve el benidormense Emilio Ortuño desde el Ministerio de
Fomento.
Estas
obras, que se prolongaron por espacio de más de una década pues los distintos
temporales invernales rompían año tras año los diques realizados, trajeron
consigo la aparición de la Playa del Mal Pas.
Hasta
entonces, el mar batía directamente esta zona socavando, como cuenta
Cavanilles, la roca y llegando a producirse fatales desenlaces como en el
temporal de 1783 que se hundió la
casa de Jaime Llorca, falleciendo la
familia.
En 1927 se instalará la
emblemática barandilla blanca que ilustrará tantísimas imágenes de la ciudad.
En 1931 se abrirá la
carretera al Rincón de Loix, hoy avenidas de Madrid y Alcoy, y comenzará el
desarrollo urbanístico de la Playa de Levante cuyas alineaciones culminarán con
el desarrollo del Plan General de Ordenación Urbana que nos ocupa.
Pero
aún hay otra fecha emblemática: 16 de
marzo de 1936. Se crea la Junta
Local de Turismo, siendo alcalde José
Miñana Pérez. Solo llegó a constituirse, pero su espíritu los retomó en 1939, nada más terminar la contienda,
la Comisión Pro-Playas de Benidorm
que terminó transformada en la Asociación
Gabriel Miró de Amigos de Benidorm en cuyo seno se gestaron las ideas que
desembocarían en el PGOU de 1956.
Al
inicio de los años 40 la situación de Benidorm era como la del resto del país;
de postguerra. Los flujos económicos eran más bien escasos, por no decir nulos,
y la tasa de actividad era bajísima. La agricultura era escasa, por falta de
agua, y el Consorcio Nacional Almadrabero estaba de capa caída, y poco a poco
iban a ir cerrando almadrabas. La gestión municipal era puramente remedial[4].
El bienio 1944-45 trajo
una sequía sin paragón (la llamada “pertinaz sequía”) y el consistorio,
para captar agua de subsistencia se incautó de la Font de Carreres, de
confusa e itinerante historia[5]. La División Hidrográfica
del Júcar se opuso y con el tiempo se demostró lo oneroso y ridículo de la
operación; pero era pura desesperación.
La
puesta en servicio del Canal Bajo del
Algar a finales de esa década venía a abastecer de agua la localidad y a
poner el regadío una importante superficie que, en principio, solucionaría los
problemas económicos elementales de la localidad.
Este
seguro de agua fue decisivo aunque se cambió la orientación económica del
proceso. Basándose en las condiciones naturales del enclave, la nueva situación
de paz, el incipiente desarrollo puntual que ya en los primeros años cincuenta
comenzó a vivir el país, y sobre todo Europa, la mejora de los transportes y la
entrad en vigor, conforme avanzó la década de los cincuenta del Plan de Estabilización (1959) y las
devaluaciones de la peseta, la orientación
hacia el mundo del turismo cada vez estuvo más clara.
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