LA EVOLUCIÓN URBANA DE
BENIDORM… EN EL XVII Y XVIII
Se
viene dando por sentado que el Tossal
de la Cala fue el primer emplazamiento de la población “benidormense” a finales
de la Edad del Bronce (Bronce Mediterráneo II). Los restos de aquél poblado,
donde se localizó la Tánit báquica que exhibe el Museo Arqueológico Provincial
de Alicante (MARQ), son hoy los cimientos de la Urbanización Mont Benidorm
(1985), tras una extraña operación urbanística (1983-1987) que hoy nadie quiere
recordar.
La
población inicial que hubiere, y tras ella las diversas comunidades que la
siguieron, se asentó sobre los terrenos altos de Poniente, de forma dispersa,
en torno a las fuentes que manaban. Recordemos que estamos en zona de
albuferas, entonces no colmatadas.
A
la Punta Canfali ya pasará en época romana y allí seguirá hasta el asentamiento
de la alquería musulmana de Aduhar-el-Darhim, según Gaspar
Escolano. Del patronímico de la familia Darhim -Beni Darhim- deriva,
dicen, el nombre de Benidorm: lugar
de los Darhim. Este aspecto, aun dejando mucho que desear, lo aportamos al
estudio sin mucho convencimiento. Hay teorías que nos llevan a aspectos más
concretos, origen yemení, pero no están constatadas.
Las
referencias posteriores del topónimo no existen hasta llegar a la primera Carta
Puebla (1325) y, de nuevo, vuelve a esfumarse, durante buena parte del siglo
XV. Pensamos que fue debido al despoblamiento como consecuencia de las
incursiones costeras de los piratas de Berbería y por la secular falta de agua.
Aquél
primitivo enclave de la Punta Canfali, con los años, contó con defensa de
muralla y hasta un torreón (“castillo” que algunos llaman) que a lo largo de la
historia corrió diversos avatares encontrándose, las más de las veces, en un
estado lamentable, según las diversas crónicas e informes que urgen su
reconstrucción. Y aunque hay referencias a un posible “castillo” y a los duros
golpes recibidos, no se menciona, en muchas décadas el asentamiento urbano que
debía proteger, por lo que hemos de considerar que el núcleo habitado fue
abandonado para evitar el azote de la piratería norteafricana. En 1405 el
despoblamiento es un hecho constatado[1] mientras que las noticias
de 1525 nos indican que no se procedía a la reparación del maltrecho baluarte[2] para evitar que sirviera
de refugio a moros levanticos; Benidorm en esa fecha contaba con cincuenta
casas de moros[3]
y las autoridades, tierra adentro, estaban recelosos.
Dibujo de informe del Virrey Gonzaga - 1575 |
En
1575, las pocas reseñas históricas localizadas señalan la única presencia en
las playa de chozos de pescadores
que faenan entre Punta Canfali y la Isla y que “residen en las alquerías del
término”, según el informe del virrey Vespasiano Gonzaga Colonna[4], en su visita a Benidorm
acompañado del arquitecto Juan Bautista Antonelli,
quien llega a desaconsejar la recuperación del torreón.
Tal
era el abandono de la estructura poblacional que en 1576 el virrey de Valencia,
el arzobispo Juan de Ribera (Patriarca
de Antioquía, San Juan de Ribera) hace apostolado para reparar la techumbre de
la primitiva iglesia porque “aquél lugar merece ser habitado”[5] y plantea que “reconstruyendo
castillo y templo se conseguiría aumentar el número de pobladores del lugar”.
En
el año 1600 la población de Benidorm, según Escolano, era de “sesenta
casas de cristianos viejos”[6], unas 300 personas. La
expulsión de los moriscos (1609) dejará reducida la población a 17 familias[7]; en torno al centenar de
personas.
A
mediados del XVII se apuntan al lugar de Benidorm unos 600 vecinos y a finales
de ese siglo ya se referencian para la villa de Benidorm 2.400 habitantes[8] en un hecho demográfico
sin precedentes que nos hace aventurar bonanza de cosechas (por el regadío) y
de pesquerías. Abundando en ello, en la situación positiva del momento, Pere Mª
Orts aporta el dato de la reconstrucción del castillo por los Fajardo (1663). Aprovechando
el momento y para mejorar la situación general de la villa (y sus rentas), como
ya hemos adelantado, en 1666 doña Beatriz Fajardo, de la Baronía de Polop, funda el sistema de
riegos de la zona, la séquia mare, y
será a partir de entonces cuando Benidorm empiece a bajar del Cerro Canfali,
del castillo a la llanada. Se apunta a la mejora de las cosechas, el éxito de
capturas en la almadraba y el cabotaje que desarrollan los benidormenses.
En
1696 se abrirá el Registro Parroquial y ya comenzaremos a
tener datos fidedignos de población. La parroquia de Benidorm no se
independizará de la de Polop hasta 1754, por expreso deseo del arzobispo
Mayoral.
A
finales del XVII el núcleo urbano parece que estaba protegido por una muralla y
el torreón existente, que algunos llaman “castillo”, estaba artillado. En los
extremos de la bahía se llegaron a construir dos torres, también artilladas: la
de la Punta del Cavall, o Torre de Seguró, y la Torre de Escaletes.
En el siglo XVIII la
ciudad saltó ya definitivamente sus murallas (del Torrejó a la calle Quatre Cantons)
y se abrió los que hoy es la Alameda del alcalde Pedro Zaragoza Orts, como más
adelante veremos.
En
1740 está datado el episodio del
hallazgo de la patrona, la “Virgen del Naufragio/Sufragio”, y es
en esa época misma cuando comienza la fama de los arráeces y gentes de la almadraba. Eran de Benidorm los que tenían
encomendada la instalación de la práctica totalidad de las almadrabas del
Mediterráneo occidental.
Pocas
y escasas referencias podremos encontrar más de Benidorm por aquellos años
hasta la referencia de Cavanilles.
El botánico ilustrado señala en el último cuarto del XVIII que Benidorm “está
situado sobre un cerro calizo blanco que forma casi una península que abrupta
se presenta al mar, que la va socavando hasta hacerla caer. Las calles son en
cuesta y las casas acomodadas. La villa se halla en el centro de una ensenada
curva y las embarcaciones fondean hacia poniente. Al sur, a media legua de
Benidorm, está el islote, de la misma naturaleza que el cerro que el cerro que
sostiene la villa”[9].
Cavanilles
señala en su escrito que “… pocos pueblos habrá en España que en tan
corto periodo de tiempo hayan hecho tantos progresos de vecindario y
agricultura…”. Obviamente hace referencia a un antes y después de la
puesta en marcha, en 1666, del
sistema de riego creado por doña Beatriz
Fajardo (la séquia mare/Reg major de l’Alfàs) en la segunda Carta Puebla y al auge de las
pesquerías y las almadraba de los duques
de Medina Sidonia y Medinaceli. “… Su población pasa de seiscientas familias
dedicadas a la mar y a la agricultura…”. Especifica Cavanilles que a
finales del XVIII en Benidorm se conseguían cosechas de “… maíz, trigo, hortalizas, frutas (sin
especificar), legumbres, almendras, vino,
higos, pasas, algarrobas…” y hasta seda. Insiste el clérigo
ilustrado en que sus habitantes “… conocen a fondo la pesca de altura y las
maniobras de tender la almadraba, así como la navegación de cabotaje…”.
Deja
Cavanilles dicho muy a las claras que el
principal problema de aquél Benidorm es el agua, señalando que “escasea
y es de gusto salobre”, aunque “ni fastidia ni daña la salud”.
Explica que “escasea para el riego, no así para el consumo”, y aclara que la
escasez se debe a que la tradicional agua de Chirles (una surgencia en
lo que hoy es una pedanía de Polop de la
Marina) había sido adjudicada a la villa de Altea.
En
las Relaciones
Geográficas, Topográficas e Históricas
del Reino de Valencia, compendio de respuestas a los cuestionarios que
remitiera entre 1772 y 1788 el geógrafo Tomás López de Vargas y Machuca, figuran las de los clérigos de
Altea, Benissa, Calpe, Callosa d’En Sarriá, Guadalest y La Vila Joiosa, no así
del de Benidorm que aún no disponía de parroquia propia. Pero todos ellos
referencian el nombre de la población (alguno la cita como Beniduerme) y la
distancia a su villa, con lo que la sitúa geográficamente en su enclave
natural.
Todos
destacan al unísono que tiene “castillo” con “2 cañones de a 8” y que
de él dependen las torres de Escaletes y
Aguiló atendidas con cañones
menores. Y señalan los turnos de los atajadores que deben dar la descubierta
por la presión pirática.
También
señalan los vestigios albuferencos y que “a Poniente se localiza un estanco de aguas”,
en la confluencia de la playa con el Tossal. Allí se rodarían los exteriores de
la película “Alba de América” (1951) simulando el territorio americano al
que llegó Colón.
Ninguno
de aquellos clérigos que respondieron el cuestionario del geógrafo López de
Vargas aporta datos sobre la población de Benidorm.
-#-
Del
estudio de los pocos documentos de la época sabemos que en el XVIII la actual Playa de Levante era conocida como Playa
de La Chanca, por ubicarse por allí la chanca, estructura
destinada al ronqueo y salazón de los túnicos que se conseguían con las
almadrabas (almadravilla en este caso) que se calaban en la zona. La Playa de Poniente, donde varaban las
barcas de pesca se llamaba entonces Playa de la Escata (escama). En esta
playa de Poniente se localiza en medio de la arena, y a prudencial distancia
del mar, el manantial de Les Fontanelles donde acudía a
abrevar el ganado (toda la playa tiene consideración de Vereda Real de ganado[10]) y efectuaban aguadas los
marinos de la zona e incluso la Armada, aunque está prefería la desembocadura
del río Algar, en Altea. Las aguas de Les
Fontanelles, dicen, proceden de la zona de Lliriets.
[1] Manual de Exposición <40 a="a" benidorm="benidorm" de="de" os="os" pgou="pgou"> 40>
[2] Artículo sin firma. Llibret de Festes. 1982
[3] Francisco Giner. Llibret de Festes. 1979
[4] Remitido a SM el rey Felipe II el 30 de septiembre de
1575
[5] Benidorm (Libro de Prestigio); Ayuntamiento de
Benidorm. 1986
[6] Benidorm (Libro de Prestigio); Ayuntamiento de
Benidorm. 1986
[7] Vicente Castañeda. Las relaciones geográficas del
Reino de Valencia.
[8] Benidorm (Libro de Prestigio); Ayuntamiento de
Benidorm. 1986
[9] Las observaciones de Cavanilles 200 años después.
Bancaja 2007
[10] De mis conversaciones con don Pedro Zaragoza Orts y
con don José Bayona, piloto naval.
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