LA
ORGANIZACIÓN DE LA CIUDAD; 2ª CARTA POBLA
Avancé ayer el apunte de
urbanismo socioeconómico para entroncarlo con la colonización cristiana
del litoral de la Marina Baixa a finales del siglo XIII.
Hay que destacar que es
entonces cuando se generan los primitivos centros urbanos (incluso en el primer
cuarto del siglo XIV) y se reestructura el espacio agrario existente
centralizándose, artificialmente, el conjunto surgido alrededor de los enclaves
donde se localizaron las estructuras políticas y religiosas. Así las cosas, y a
pesar de la certeza histórica de la existencia de algunos núcleos mayores que
el nuevo, el otorgante de la Carta Puebla de Benidorm comienza atribuyendo
futuro a la formación urbana al dejar ordenado que “todas las otras alquerías que en el futuro se construyan en
sus límites, así cómo lugares y torres, dependan de Benidorm para que la villa
sea cabeza de todo el término”[1].
La Carta Puebla de
Benidorm me sirve de punto de referencia a la hora de evaluar el futuro
económico que se concedió a los vecinos. Distingue entre agricultura de secano y agricultura de regadío (con los ya muy exiguos caudales de las
laderas del Puig Campaña, y la Font
de Lliriets) y llega a establecer un
embrión de proyecto de colonización agraria de un sector de la villa que hoy conocemos como l’Horta y que detallaremos en su momento en la
descripción del Plan General de 1956 y posteriores. Trigo, aceitunas y aceite,
uvas y pasas, almendras e higueras, señala, constituían la base agraria que
completaba el esparto.
Si todo este elenco de
posibilidades está bien, considero que lo fundamental -coincidiendo con Antonio
Couto y los demás autores de “La Carta
Puebla de Benidorm”- es que el documento considera a los habitantes de la
nueva entidad, Benidorm, desde el
primer momento, como propietarios y no como vasallos trabajadores de las
tierras y propiedades del señor.
Con los años, sobre la
base documental de la Carta Puebla, algunos autores se han dejado arrastrar por
la grandiosidad inicial del documento para dar lustre al nuevo enclave,
incurriendo en errores de bulto. Así, Pere Mª Orts i Verdin en sus “Apuntes históricos de
Benidorm” acepta como buena la noticia de un tal mossén Jaume Febrer para
quien el castillo de Benidorm fue donado a su conquistador, un tal Roc
Castelló, a sabiendas que el lugar
de Benidorm no aparece ni en La Crónica
del Rey Jaime I, ni en los textos del Tratado
de Almizrra, ni en ningún otro documento del siglo XIII más que como “lugar vinculado al castillo de Polop”. La cita en cuestión, la vinculación al
castillo de Polop, viene contenida en las Donaciones Lliriets[2] en donde se refiere que a un tal Pere
Gual de Vilamajor “se le dan casas y cuatro jobadas[3]
de tierra” el 20 de julio de 1249, pero que no alcanza mayor
transcendencia.
Hemos de señalar que
esta Carta Puebla no fue suficiente para fijar la población en el enclave y
hubo de llegar una segunda Carta Puebla, otorgada por doña Beatriz Fajardo de
Mendoza, el 8 de abril de 1666, que ya dio estabilidad a la población
gracias a que las condiciones de inseguridad del litoral iban remitiendo
paulatinamente y a que aseguró las
disponibilidades de agua para riego y abastecimiento que fijaron la población
al terreno.
La nueva Carta Puebla del siglo
XVII también regula las condiciones de
asentamiento y organiza la vida en la localidad, aunque ahora el objetivo
es asegurar rentas a los Fajardo,
señores del lugar. Se entregan casas y tierras a cambio de permanecer en la
villa, perdiéndolas si las abandonan. “Se
fija en cuarenta el número mínimo de casas habitadas de forma permanente”, y hay cambios significativos: “Los pobladores habrán de edificar su casa en
el plazo establecido (que no se
indica) porque si no lo hace se les
confiscarán casa y tierras”. Se regula
el comercio interior (“pan, vino y otras cosas al por menor”)
al igual que “la tienda, taberna,
posada, molinos, almazaras y cualquier otra vendiduría al menudo” que correspondían a la titular del
Señorío, y todo lo relativo a la ganadería. Ahora, con esta Segunda Carta
Puebla, la capacidad de gobierno municipal quedará muy limitada, pero en esta ocasión el agua fijó la
población y el enclave de Benidorm salió adelante[4].
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