LA OCUPACIÓN DEL LITORAL
Hasta
la llegada del turismo (finales del XIX y principios del XX; especialmente en
la segunda mitad), las construcciones realizadas en la costa, desde las
primeras civilizaciones, fueron simples respuestas a los usos y actividades
marítimo-comerciales, pesqueras, religiosas o militares que, además de las
dificultades propias de la construcción en la costa, tuvieron una incidencia
mínima en el espacio inmediato al mar, salvo las primeras ciudades-estado
marítimas.
Benidorm
es sólo un relativamente moderno asentamiento
de tipo litoral; una localidad costera que estuvo (y está) presidida por un
promontorio rocoso (Punta Canfali). Se localiza al borde de playas abrigadas, que son restingas fósiles de viejas albuferas
colmatadas, que presentaban posibilidades de aguadas (para barcos y
navíos), especialmente en Poniente con el manantial de Les Fontanelles, en la mismísima playa (que tuvo tratamiento de Vereda Real de ganado), y en el estanco
de aguas de La Cala formado por el desagüe de varios barrancos.
Mapa
de Abraham Ortelius (1586)
“Hispaniae
Veteris Descriptio”
|
Conviene
destacar que hasta el siglo XIX la
costa mediterránea conocida es el lugar intermedio entre el espacio continental
y el mar. Se trata de un espacio hostil
y anárquico donde la soberanía era muy difícil de implantar[1] más allá de las
ciudades-puerto ya consolidadas.
La
ciudad costera, por su situación, se nos presenta en aquellos tiempos como zona
de soberanía limitada y muy expuesta a la influencia exterior. La ubicación en
el borde litoral representaba graves problemas no sólo por la inseguridad
frente a las razzias piráticas, sino,
por lo general, por el escaso valor
agrícola de las tierras circundantes y el ambiente malsano que ya
describiera Platón[2], dado que la costa mediterránea es muy propensa a albuferas y
estancos de agua. A eso añadamos el concepto moral descuidado entre la
población ante las largas ausencias y el incierto regreso del cabeza de familia
en cuestiones de singladuras.
Los
lugares de costa, des el principio de los tiempos, eran espacios poco
recomendables.
El
poblamiento intensivo del litoral mediterráneo que nos ocupa se produce tras la
creación del Reino de Valencia
(siglo XIII), cuando la Corona de Aragón
se empeña en recobrar la soberanía territorial de toda la costa que estaba ya
entonces bastante amenazada por la piratería.
Lo hace mediante la repoblación. Y
la auspicia mediante incentivos fiscales
al tiempo que otorga la libertad de
pesca y de cabotaje. Fue una respuesta clara en pos de una política territorial
coherente que siguió a la etapa de conquista.
Mapa de Abraham Ortelius (1584)
Valentiae regni, olim Contestanorum
si
Ptolomaeo, Edetanorum
si Plinio credimus typus
|
El
plano de Abraham Ortelius (1584), el
primero de una región española al completo, el Reino de Valencia, ya da cuenta a
las claras de que no había, ni aún entonces, comunicación por tierra entre los enclaves de costa más allá de los
caminos de atajadores[3]. La comunicación era siempre por mar, y por mar salía y entraba todo;
por lo que desde el primer momento aquél enclave de Benidorm contó con aduana, y la mantuvo hasta bien entrado
el XVIII, como las vecinas Altea y La Vila Joiosa.
La
marina de cabotaje (siempre pequeñas embarcaciones) que consiguió conformar
Benidorm derivó en la aparición de sagas
de marinos, pilotos de altura y capitanes de mar que prestaron sus
servicios en las grandes compañías navieras de su tiempo y dejaron su impronta
en todas las rutas comerciales. Las mejores casas de la localidad eran
propiedad de estos hombres, y con ellos llegaron las ideas innovadoras que
fueron desencadenando la idiosincrasia y el pensamiento liberal que desencadenaron el proceso urbanístico y
turístico de Benidorm.
Volviendo
al tema, hay que señalar que si bien en el siglo XVIII se había reducido considerablemente la presión pirática con
respecto a los siglos XV y XVI, Benidorm
fue de las poquísimas poblaciones litorales, a pesar de su escasa entidad, que siempre alistó unidades para la guerra
al corso contra las fustas argelinas o navíos de otras nacionalidades
enfrentados a la Corona.
Esta
reacción estaba motivada por las continuas razzias piráticas que se producían. En 1590 Benidorm es arrasado en una de
ellas y capturados todos sus moradores, así como destruidas las pocas
construcciones existentes. Tras la expulsión
de los Moriscos (1609)[4] se desarrolló toda una
década de continuas incursiones y saqueos que llevaron al abandono de la
población de Benidorm, incluso de Calpe[5].
A
lo largo del XVII, la construcción del litoral (el asentamiento de población)
sufre continuos altibajos. La costa
estaba abandonada a su suerte y deficientemente comunicada. Acciones
concretas descoordinadas de España, Francia, Gran Bretaña durante el XVIII, y los Estados Unidos ya en
el XIX, acabarán con la presión pirática (entre 1816 y 1830), lo que generará
una etapa de tranquilidad y auge poblacional a estos enclaves mediterráneos.
Una
vez anulado el problema de la piratería se acometerá la solución de las
comunicaciones en la costa. En 1851
desde el Ministerio de Fomento se
apuesta por la carretera de la costa
entre Alicante y Barcelona, que se identificará cono la Nacional 332, pero no será hasta 1880 cuando se culmine con la finalización de las obras (túneles y
viaducto) sobre el Barranco del Mascarat.
Fue entonces cuando quedó expedita la comunicación entre la Ciudad Condal y
Alicante y quedó comunicada toda la línea costera provincial. Por esta vía
descenderán, ya en el siglo XX, las iniciativas empresariales catalanas que en
materia de turismo se habían puesto en marcha ya.
[1] Juan Ferrer; Construir la costa; el litoral
valenciano,
[3] Soldados de la época que complementaban la tarea de
los torreros y los escuchas vigilando el espacio litoral entre dos torres.
Desempeñaban su labor a caballo, que había de ser aportado por ellos mismos.
[4] Tras la batalla librada en el Llano de Petracos, a los
pies del Cavall Verd, no muy lejos de Benidorm.
[5] Juan Ferrer. Construir la costa; el litoral
valenciano.
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