AQUEL
PLAN DEL 56
Memoria
del Plan General de 1956 señala muy inteligentemente que “no se puede prever el futuro crecimiento de Benidorm”[1].
En
el verano de 1954 Benidorm tuvo 12.516 veraneantes y para 1955 se apunta la
cifra redonda de 15.000 veraneantes[2]; la población de hecho de
Benidorm a 31 de diciembre de 1955 era de 3.023 ciudadanos, siendo la población
de derecho de 2.982 vecinos.
Benidorm, Paseo Colón. Finales de los años 60 |
El
criterio seguido en la planificación de suelo urbano no era otro que el de
determinar unas grandes superficies por si llegasen a hacer falta, pero el plan
estaba concebido en sí como urbanismo de “ciudad-jardín” porque se pretendía
hacer una ciudad de veraneo, confortable, con chalets medianamente aislados
(baja densidad) y rodeados de arbolado.
Aquél
Plan, como dijimos, señaló una mínima zona de tolerancia industrial, junto a la
estación del ferrocarril de vía estrecha, y hasta planteó desviar la Nacional
332 a su paso por la villa. Incluso creaba una zona deportiva.
El Plan que analizamos
fue muy respetuoso con el Medio Ambiente y aunque no contempló en sí la creación de
zonas verdes si deja a las calaras que “no se permitirá el arranque de árboles sin
que por cada uno que se pretende arrancar se planten tres, garantizando esa
acción con el depósito en metálico ante el Ayuntamiento”. En realidad,
lo que hacía era cumplir con una antiquísima tradición comarcana del XVIII
cuando la sericultura, la industria de la seda, estaba radicada en La Nucía
(telares) y en todas las casas comarcanas se conseguía simiente (huevos del Bombix mori) para cuidarlos y obtener el
gusano que diera el capullo de seda alimentado con hojas de morera, y se
potenciaba que se plantaran moreras (Morus
alba) en casi todos los lugares posibles. De hecho, cada habitante de la
comarca estaba obligado por tradición a plantar cinco moreras al año y si se
perdía una, debía replantar tres[3]. Una epidemia de pebrina
(microsporidia Nosema bombycis) acabó
con los gusanos y se eliminaron las moreras en medio de una fuerte crisis
comarcal a finales del XIX.
El Plan del 56 fue muy
exigente con las playas y ya entonces se prohibieron los “chiringuitos”. En cuanto a las playas, “se prohíbe la construcción de
edificios de cualquier clase, o locales, en la zona comprendida entre el mar y
el Paseo Marítimo de la playa, así como instalaciones temporales, quioscos,
barracas, etc., excepto toldos y sombrillas que se ajustarán a las normas que a
este objeto tiene dictadas el Ayuntamiento”.
El
Plan General de 1956 constituye un verdadero hito en el proceso de planeamiento
de la ciudad al contener previsiones de gran validez a la hora de encauzar el
crecimiento. Rompió drásticamente con las ideas del momento y únicamente se determinaron superficies para
la extensión entendiendo que la misma dinámica turística sería capaz de ir
atribuyendo usos al suelo.
Benidorm, Playa dr Poniente. Finales de los años 60 |
Una
de las ideas más determinantes del Plan del 56, que fue eliminada a las
primeras de cambio, fue la de hacer una ciudad de muy baja densidad, con chalés
aislados. Se optó, posteriormente, por la edificación en altura pero
manteniendo el postulado de la baja densidad; y se consiguió el efecto
pretendido.
Fue el del 56 un
planeamiento de alto contenido turístico; era un plan concebido por y para el
turismo y, de alguna manera, configuró el modelo de organización de la
actividad volcado hacia el turismo de masas. Pero además, fue un plan netamente
urbano que optó por la agrupación y cuyo final fue una densidad moderadamente
alta. El Plan General de Ordenación Urbana de 1956 “fue un plan para construir ciudad”[4], aunque en modo alguno
llegara a pensar en las necesidades futuras una vez consolidado Benidorm como
ámbito residencial estable, que era lo perseguido.
Se desarrolló a través
de Planes Parciales desde el primer momento, lo que facilitó su ejecución,
siempre a costa de los propietarios del suelo. Pero se llevó a cabo sin las
complicaciones que en estos momentos se derivan de proceder con Planes
Parciales e incluso con figuras de planeamiento inferior, y prefiguró un modelo
de gestión urbana basado en fórmulas avanzadas, como el cómputo del
aprovechamiento, y en procesos incipientes de concertación, como las cesiones
de viales y la ejecución de la urbanización por el Ayuntamiento pero a costa de
los propietarios del suelo).
Se
distinguió el Plan por lo que se llamó Zonas
Activas que en un total de nueve determinaron el proceso general. Estas
fueron, de Sur a Norte: Casco
Antiguo/Tradicional, Ensanche de
Casco Antiguo, Zona de Tolerancia
Industrial y Zona Exterior; al
Este, Playa de Levante, Zona superior de
Levante y Sierra Helada; y al
Oeste, Playa de Poniente y La Cala.
Fundamental
es, así mismo, destacar, una vez más, que no
determinó, el Plan del 56, de manera estricta los usos del suelo y el destino
del mismo se dejaba al albur de las circunstancias que generara la dinámica
económica de cada momento. Esa alta
flexibilidad que se le implantó es la que permitió, y ha permitido, un alto grado de ajustes entre las
necesidades concretas de cada situación y las posibilidades que otorgaba la
ausencia de directrices rígidas en los usos del suelo.
Finalmente,
quiero destacar que el Plan de 1956 reclamaba de la autoridad municipal una
intervención activa en el proceso, pero nunca policial; el Ayuntamiento era inductor y garante, pero no inquisidor.
El modelo propuesto de
ciudad-jardín no cuajó ni aún en la fase de Planeamiento. La demanda turística
de la época buscaba alojamiento en apartamentos y hoteles; no en chalés.
No
podemos considerar que se tuviera en cuenta el precedente de casitas en
urbanización ciudad-jardín de Segur de
Calafell -la urbanización de la finca Sant Miquel, propiedad del Marqués de Alfarràs-, cuyo planeamiento
es de 1946 y los primeros desarrollos ya eran bien visibles a mediados de los
cincuenta. Nos inclinamos más por la demanda turística como causante de las
primeras y definitivas modificaciones.
Así
pues, aún con los planos encima de la
mesa y la Memoria redactada, se hubo de rediseñar la cuestión de los volúmenes
con la intención de animar y favorecer a los propietarios de los terrenos que
ya habían sido afectados por la amplitud de los viales. Pero loS que se
beneficiarán serán los promotores llegados de fuera.
Se
apuntó a una expansión rápida y ordenada y para ello se diseñan, con el plan
recién aprobado, las primeras modificaciones tendentes a lograrlo que
configurarán el Post final de esta serie.
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