19 abr 2017

DE CUANDO EMPEZÓ ESTO DEL TURISMO, Y SU ESTUDIO


Parece ser que esto del Turismo, tal y como podemos llegar a concebirlo hoy en día, tiene una fecha de arranque: 1713

¿Qué pasó ese año? Muchas cosas, pero una básica. El 11 de abril se firmaba el Tratado de Utrecht… de Utrecht-Rastatt, porque a los largo de dos años (que la cosa duró hasta mediado 1715) se estuvieron firmando acuerdos a troche y moche donde España salía perdiendo un poco de aquí y otro de allá. ¡País!

El caso es que en ese tiempo (1713-15) se puso fin a la Guerra de Sucesión de España y se cambió el mapa político de Europa otorgándose una cierta sensación de tranquilidad que propició los viajes de los aristócratas británicos, que eran los únicos del Viejo Mundo interesados en viajar.

Total, que esto del turismo, tal como intentamos entender ahora, lo inventaron, mal que me pese, ellos; los británicos. Y yo en esto soy como nuestros marinos del XVIII -“en el mar, contra el inglés; y contra el viento, tiento”- pero las cosas son como son. Y es que con el Tratado de Utrecht nos rompieron en mil pedazos: perdimos Menorca -que luego recuperamos, con la ginebra de por allí-, Gibraltar, Nueva Escocia, la Bahía de Hudson, Terranova… y ellos comenzaron a ser árbitros del Mundo, por su hegemonía marítima.

Bueno, bueno, y malo y peor… Y además tengo un buen amigo catalán -PIdD-, del mismo nombre que el “embajador” de Cataluña (de los Tres Comunes de Cataluña) ante Inglaterra en aquellos días (que la cosa ya tenía bemoles), que consiguió que la reina Ana (de Inglaterra) intercediera por ellos, pero el Artículo 13 de Tratado es claro: mantendrían los catalanes “todos aquellos privilegios que poseen los habitantes de las dos Castillas”, más no.

Pero dejemos esto atrás, y avancemos un poco, que tengo mal regusto del Tratado de Utrecht y esto va de Turismo.

Total, que los ingleses comienzan como descosidos a viajar y a visitar sus territorios y, de paso y para llegar a ellos, hacer turismo; vamos que se les quedó pequeña la isla y como que con poca consistencia.

Al poco, ya en 1746, cuenta Fernández Fuster, los ingleses eran capaces de exhibir en documentos la frase “to take a tour”, para prepararlo, y “to make a tour” a la hora de ir a darse un voltio por el mundo conocido (que casi siempre era el suyo, pero tenían que atravesar otros, insisto, para llegar). Me refiero a su “Grand Tour”, del que varios Post han dado cuenta.

James Murray, primer editor de
The Osford English Dictionary
Hurgando en las cosas de Francisco Muñoz Escalona, y en las de Antonio Díaz Medina, te encuentras con que en 1800 ya tenían definido al turista los del The Oxford English Dictionary. Y ahí es nada: el que hace un tour, especialmente quien lo hace por recreo, el que viaja por placer o para aumentar sus conocimientos culturales visitando lugares por sus objetos de interés, su paisaje o su peculiaridad. Así que también me he encontrado una referencia al historiador Edward Gibbon que dice que “a fines del siglo XVIII podía haber en Europa unos cuarenta mil ingleses practicando el Grand Tour educativo, sin contar los que estuvieran haciéndose por otros motivos”. Que ya eran cifras: al menos 40.000 desocupados -la cuestión era el ocio- pululando por el Viejo Continente. Turismo.

Tal era la percepción de que aquello del turismo era cosa de ingleses que el Dictionnaire de la Lengue Française (Hachette, Paris, 1873-1878)  define la entrada Turista como “viajeros que transitan por países extranjeros por curiosidad y porque no tienen nada que hacer, que realizan una especie de gira por los países habitualmente visitados por sus compatriotas (se dice, sobre todo, de los viajeros ingleses en Francia, Suiza e Italia)”. Y ojito a ese “porque no tienen nada que hacer” y a ese otro de que “se dice, sobre todo, de los viajeros ingleses”…


Vale, el turista era un tipo inglés que se hacía el Tour y disfrutaba. Pero hasta 1911 no se atrevieron los de The Oxford English Dictionary a definir el concepto Turismo y se sacaron de la manga una definición tal que así: teoría y práctica de hacer viajes turísticos; realización de viajes de placer. Coinciden los expertos que le otorga ya una dosis de fenómeno social.

Y será un austriaco, Josef Stradner, en 1905, el que afine más la cosa con eso del turista que practica turismo al hacer entrar en escena la cuestión de la pernocta: “Aquellos que motu propio se detienen en un sitio fuera de su lugar de residencia y con su presencia en ese país no persiguen ningún propósito económico sino buscar la satisfacción de una necesidad de lujo”. Bueno, podríamos matizar al austriaco, con lo que ha llovido desde entonces y la socialización del turismo, pero excede de los cometidos de este Post.

Pero ya que estoy en nombres, no puede faltar en esto el del italiano Luigi Bodio. Bodio era un economista de del XIX que estaba pirao por la estadística, pero que fue el primero en analizar lo que representaba el turismo en su país ya en 1899 con “El movimiento de extranjeros en Italia y el dinero que se gastan” en una etapa de exaltación de lo italiano (recordemos que Italia “es un invento” de 1861, cuando el país se reunifica). Vale que era para echarse flores, pero comenzó el estudio del fenómeno con cifras en la mano. Y entonces no era fácil.

En fin, que en cuando nació la moda de hacer turismo comenzó nuestra bendita manía de escudriñar en las cuestiones propias y derivadas del mismo.




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