18 mar 2023

POR LOS IDUS DE MARZO… que se marchó Juanito el del cuartel

  

A7 arriba, A7 abajo, intento conformar el extracto, al menos, de lo que dije en la despedida a mi padre. Palabras que brotaron del alma; sólo recuerdo eso, que brotaron y salieron.

Antes de subir al presbiterio sólo iba a agradecer las muestras de afecto y condolencia; y la asistencia de todos los primos, familia y amigos. Pero una vez arriba, viendo a mi madre, Mercedes, absolutamente conmovida junto a mi hija, su nieta, todo cambió; se me rasgó la voz y me embargó la emoción. Ahora entiendo lo del hachazo invisible y homicida que sintió el poeta orcelitano.

Me habían referido que mi madre, en su alteración de memoria, había dicho que mi padre se nos había ido muy pronto; un ‘muy pronto” que se corresponde con casi siete décadas de convivencia de ambos, a punto de saltar la barrera de los 96. Sí, la verdad es que cuesta hacerse a la idea. Y por ahí empecé: si para ella había sido muy pronto, para nosotros, prontísimo.

Se nos ha ido el último de su estirpe, de una saga; un luchador. Lo comentaba con mi esposa Ana, cuya mirada me infundió el ánimo preciso para mantener la voz en San Gregorio[1], camino de la parroquia y recordamos que Jorge Fauró, para su libro pandémico[2], me pidió hablar con él y unir su experiencia.

Sí, era el último de hermanos, cuñados y cuñadas. Ahora sólo queda mi madre. Una semana antes de írsenos me dijo que ya no le quedaban amigos; se habían ido marchando en silencio antes que él. Él los había sobrevivido a todos: Mariano, Manuel, África, José, Leocadio, Rocío… No lo decía con pesar; constataba una realidad inexorable, pero lo lamentaba. Recordamos las muchas muestras de cariño y homenajes recibidos; el último fue en febrero de 2020, pocos días antes de confinarnos, por sus compañeros del IES ‘Gabriel Miró’.

Profundamente creyente, nos dejó el 15 de marzo de 2023 entre la Sexta y la Nona, horas canónicas[3] que muchas veces me repetía, rodeado de sus hijos: mis hermanas y yo, que hasta ese mismo instante sólo había sentido de lejos, muy de lejos, el corte de las tijeras de la moira[4] Átropos. Pero esta vez el corte del hilo de vida ha sido un crujido aterrador. Ahora mismo le preguntaría a él si las tres hilanderas -Cloto, Láquesis y Átropos- eran hijas de Zeus y de Temis, y hermanas de las Horas, o quizás ¿eran hijas de Nyx? Ya no está él aquí para darme respuesta. Me quedo con esa duda; duda que será permanente hasta el día que lo descubra personalmente.

Dije en San Gregorio, lo recuerdo y me lo recuerdan, que siempre nos quedaría su magisterio en las aulas, ante los tribunales, en la administración y en la vida. Y es que llevaba horas escuchan testimonios de personas a las que había dado clase -de griego, de latín y hasta de geografía-, atendido en un pleito -todos aquellos casos de viudas de la División Azul en la Vega Baja-, solucionado una gestión municipal -en su época de concejal-, una consulta de derecho -del Patronato San Francisco de Asís-, recordando a Pepe Hernández o al capitán Vargas- o aconsejando en la vida; acertando siempre. Aún hoy me cuentan de su ecuanimidad para valorar el trabajo de hombres y mujeres en el ayuntamiento y cosas, varias, de aquella pedanía que era Pilar de la Horada y a la que tanto tiempo dedicó en su etapa municipal y a la cuestión del agua y del Juzgado de Aguas.

Recuerdo a muchos antiguos alumnos que le profesaban admiración en vida; él recordaba nombres y apellidos de todos; ¡y calificaciones! Cuando llegué a Benidorm -camino voy ya de cuatro décadas- me encargó referencias de dos queridos alumnos suyos de cuando los Jesuitas[5], a los que de inmediato localicé; y Salvador ha seguido -de continuo- interesándose por el viejo profesor y dándome recuerdos para él.

Recuerdo a Santiago Estecha y a Pepe Beviá en momentos difíciles de la Transición sabiendo que Juan Antonio era un baluarte inexpugnable. Y esto que señalo sólo ellos lo entenderían; tal vez ni siquiera sus sucesores.

Ahora, intentando recordar lo que dije, le recuerdo cosas que podría haber dicho de cuando él corregía exámenes en casa, hasta las tantas, de aquellos alumnos que ejercitaban la traducción libre de los textos clásicos de Jenofonte o los de la Guerra de las Galias, haciéndonos partícipes de aciertos y errores. “Este Felipe llegará lejos”; y llegó. Hasta de Pepe Bono, el político manchego. De las más célebres traducciones que comentaba aún recuerdo aquella, tantas veces repetida, de “los caballos de César levantaban una gran porsaguera[6]”, palabra que había que ser muy de terruño de la Vega Baja para entenderlo.

Yo crecí de la mano de Telémaco y las aventuras de Odiseo, ¡que resultó ser Ulises! (y me brota una sonrisa). Encontré el vellocino de oro, la zalea de Crisómalo, el carnero alado, con Jasón y los Argonautas en la Cólquida georgiana; y viví con pasión las historias de Rampsinito -Heródoto puro- en aquel libraco verde que -hubo un tiempo que- cada noche nos leía a mi hermana y a mí: el tesoro del rey Rampsinito y algo de un arquitecto…

Y luego los tiempos en que mi padre preparaba oposiciones a catedrático de Instituto y por allí desfilaban Pericles, Polignoto, Sócrates, Protágoras, Demócrito, Platón y Aristóteles, Eurípides no me sofoques que te esquilo (Eurípides, Sófocles y Esquilo), Píndaro, Tucídides, Demóstenes o Cosmas Indicopleutes.

Yo era un moco y repetía como un papagayo aquello de “Iustitia est constans et perpetua voluntas ius suum cuique tribuendi”, que aún repito. Y cuando le acompañaba a pescar en verano me gustaba oírle: “érgete, érgete, iccies, jinajalote” (más o menos, que de griego sólo se lo de alfa, beta, gamma, delta… kapa, lambda, mu… ómicron, pi, ro… sigma… psi y omega); ¡pescábamos!, y más que nadie. Eran palabras mágicas que sus compañeros de caña le pedían. Yo reía con lo del Derecho Romano “que al esclavo manumite y la esclava mite manu”, sin alcanzar a comprender del todo. Y le hacía reír con la charlotada de “Caesar commotus in Galiam fuit et cabreatus dixit: cagadala hemus, gasolina non habemus”.

Nunca me faltó un TBO, con el profesor Franz de Copenhague y sus inventos; ni un Pulgarcito o Mortadelo y Filemón, Agencia de Información; ni don Pantuflo, doña Urraca, Rompetechos o Carpanta (Hambre violenta) y el orondo Protasio.  Recuerdos y añoranzas, sonrisas y congoja.

El caso es que se me ha ido mi padre. Y lo ha hecho por los idus de Marzo -él me contaba lo de Plutarco, el mayor de los sacerdotes de Apolo en el oráculo de Delfos, en Vidas Paralelas-; y eso que decían -por ahí que lo he leído- que los 15 de marzo, mayo, julio y octubre era días de buenos augurios[7]. Él me lo contaba, cosas de la clásica greco-romana que eran sus dominios. Nadie nos dijo aquello de “¡Guárdate de los idus de marzo!”. Y el viejo profesor no se guardó. Tal vez lo oyó; pero no nos lo dijo, desde enero comenzaron a pesarle los años como losas.

En las últimas semanas he sabido muchas pequeñas cosas de él. Yo las llamaría “las aventuras de Juanito el del cuartel”. Su padre, mi abuelo, estaba destinado en el Puesto de Jacarilla; y allí Juanito hizo de las suyas dominando el tirachinas contra las pocas farolas que había en un pueblo que siempre había sido la finca de los Togores y los Sandoval, pero que en 1915 pasó a ser del Marqués de Cubas y Fontalba; y el marqués se construyó una casona-palacio[8] con iglesuela y espléndido jardín, al que adosó una casa-cuartel[9]; que no estaban los tiempos aquellos como para no contar con seguridad mientras se mantenía una estructura medieval sobre el territorio y los aparceros[10]. Aquella casa-cuartel, desde 1916, permanece ocupada. Y mi padre fue un morador de esta; y hasta me señalaba “su ventana”. Con frecuencia, durante muchos años, mi padre visitaba Jacarilla, donde se seguía sintiendo Juanito el del cuartel -sin cátedra, ni toga con puñetas-, y se acercaba a ver aquella construcción y a sus amigos de entonces.

Veneraba a su padre, Juan; y a su madre, Carmen. Yo aún vi el viejo sable, un revolver y una pistola del guardia Juan Díaz Giménez que, envueltos en un paño azul, un día entregó en el cuartel de Orihuela cuando una revisión de armas. Yo era muy de curiosear en su despacho y había descubierto el hatillo. Solamente conservó unas hebillas y su maquinilla de afeitar, que hoy está en mi despacho: una Gilette, Made in England, enroscable, en cajita metálica tipo camuflaje. El recuperar la acción y la medalla que se le concedió por la intervención de mi abuelo en un rescate de menores en una riada, le emocionó. Ahí estuvo certero mi primo Juan.

Me enseñó a hacer nudos de corbata, a afeitarme (y me dejé la barba) y a ser cortés y educado (lo intento a diario; pero hay cosas…). Me inculcó lo de prestar atención a todo y, especialmente, a leer; a tener pasión por saber y a conocer la historia para evitar que se repitan los desastres. Libros imposibles sobre la Guerra Civil están en casa para comprobar documentalmente todos los detalles. Y todos los fascículos de aquel “ABC, doble diario de la Guerra Civil” con anotaciones y subrayados; porque lo mejor de él sigue estando en las anotaciones que ha dejado de todo y en todas las páginas: niños que al nacer le imponían el nombre de Lenin o cambios de nombres de pueblos y lugares: San Fulgencio por Ucrania del Segura o Jesús Pobre por Mongolia (quizás por su cercanía con el Montgó, quiero bien pensar). Fuimos así[11]. Ahora, en casa, montañas de libros, toneladas de sabiduría y bonhomía a raudales en el sancta sanctorum de su despacho: la viejas Olivetti, una con tipos de griego clásico, el antiquísimo ordenador de torre, carpetas, documentos, fotos, el Aranzadi y Colección de Estudios Clásicos…

Llegó el final: “Partimos cuando nacemos, andamos mientras vivimos, y llegamos al tiempo que fenecemos; así que, cuando morimos, descansamos”. Que si endecha[12], que si planto[13]; aún recuerdo al profesor de literatura con aquello de las coplas de Manrique; elegía funeraria medieval.

Vivía en un mundo de profesores y docentes, al que tibia y fugazmente me acerqué -justamente en Jerez de la Frontera, su primer destino como catedrático y el mío como profesor-; en él fundamentó su vida profesional, más que el Derecho.

Me había dicho mi padre, en aquel deambular de institutos -que entonces era INEM y hoy son IES- hasta recabar en su Orihuela natal, que nunca le diera un disgusto por notas y comportamiento. Intentarlo, lo intenté; y hasta me echaron de uno, que pieza siempre he sido. Y se me ha ido por los Idus de Marzo Juanito el del cuartel, considero que, sin agradecerle todo lo que ha hecho, sin demostrarle todo lo que lo quería y sin pedirle el suficiente perdón.

Siempre me quedará esa imagen de la mano de mi padre entrelazada con la de mi madre hasta el final.

 


 

[1] La parroquia se llama San Vicente Ferrer; pero yo siempre le he llamado San Gregorio. Es que en la barrera de Hurchillo, en el callejón del Arrabal de San Agustín, desde el 28 de septiembre de 1608 hubo iglesia y convento con tal nombre. San Gregorio Taumaturgo. Riadas y desamortizaciones dejaron en soledad el pequeño templo que en el 77 fue derribado para construir en él la nueva parroquia que ya fue dedicada a San Vicente Ferrer, santo valenciano. Pero a mí me despertaban a deshoras cada domingo las campanas de San Gregorio y aquel orondo sacerdote era objeto de mis iras.

[2] Confinados. Los diarios del Virus. Independently published. ISBN 9798680511688   https://www.informacion.es/cultura/2020/10/30/confinados-diarios-virus-cuarentena-escrita-22068246.html

[3] Maitines, laudes, prima, tercia, sexta, nona, vísperas y completas; de oírselas a él. Sus estancias en los seminarios de Orihuela y Comillas impregnaron su vida. Dominaba la Teología, gustaba del gregoriano y tenía contactos en la Curia. Y hasta llevó casos ante los tribunales Diocesano y de la Rota.

[4] Moiras: personificaciones del destino. Sus equivalentes en la mitología romana eran las Parcas, las Laimas en la mitología báltica y las Nornas en la nórdica. Vestidas con túnicas blancas y de semblante imperturbable, su número terminó fijándose en tres. La palabra griega moira significa indistintamente ‘destino', ‘parte', ‘lote' o ‘porción', en referencia a su función de repartir a cada mortal la parte de existencia y de obras que le corresponden en el devenir del cosmos. Controlaban el metafórico hilo de la vida de cada ser humano desde el nacimiento hasta la muerte, y aún después en el Hades. Moiras/Parcas eran Cloto/Nona, que hilaban la hebra de la vida; Láquesis/Décima, que medían la longitud del hilo de la vida; y Átropos/Morta las que cortaban el hilo de la vida con sus tijeras. Lo de la guadaña, es de Ankou, el obrero de la muerte celta.

[5] Colegio de la Inmaculada, Alicante; PPJJ, 1956: traslado del colegio de Santo Domingo de Orihuela al nuevo colegio de la Inmaculada en Alicante. El antiguo colegio de Santo Domingo es en la actualidad un colegio diocesano. Los jesuitas dejaron Orihuela y mi padre acompañó al nuevo colegio en su claustro de profesores; el Sr. Díaz.

[6] Reducción al panocho murciano de la polsaguera, polvareda o polvisca: dícese cuando se levanta mucho polvo.

[7] En los demás meses del año, los idus eran los días 13

[8] Durante la Guerra Civil, el Palacio pasó a ser el Hogar Infantil del Miliciano, dependiente del S.R.I (Socorro Rojo Internacional) comarcal de Orihuela. En 1940 el palacio y los jardines volvieron a propiedad del II marqués de Fontalba quien en el año 1946 inició la venta de la propiedad de la tierra circundante a los aparceros y colonos. Se reservó, aparte del cuartel de la Guardia Civil y de la Iglesia, unos 65.000 m2 (la casa principal, cuadras, almacenes y dependencias, jardines, pinada y huerto). A su muerte (12.01.1974) su hija, Dolores de Cubas Escauvieza, IV Marquesa de Fontalba, pasó a ser la titular. El Palacio y los jardines se vendieron en el año 1980 al promotor Ricardo Vaillo y posteriormente los adquirió el promotor Justo Quesada y éste, por convenio urbanístico, donó los jardines, excluido el Palacio, al Ayuntamiento de Jacarilla el 21 de diciembre de 1993. El último propietario del Palacio, Antonio Pedrera, lo adquirió el 18 de mayo del año 2000 y lo cedió al pueblo de Jacarilla en el año 2009.

[9] Cedida al Ministerio de la Gobernación por tiempo indefinido para que instalara allí una representación del Benemérito Instituto. El contratado de 21 de diciembre de 1916 y un cabo y 4 guardias, con sus familias, lo ocuparon. Sucesivas reformas, ampliaciones y dotaciones nos llevan hasta el 10 de diciembre de 1981 en que fue vendido al Estado.

[10] En 1947, el heredero del Marqués de Fontalba parceló y vendió proporcionalmente a 240 vecinos de Jacarilla las tierras que ellos trabajaban, igual que habían hecho siempre sus antepasados. Tras pagar siete millones y medio de pesetas desapareció un vestigio de dependencia cuasi feudal de raíces medievales en el corazón de la Vega Baja.

[12] Canción triste y de lamento.

[13] Composición literaria en la que se lamenta la muerte de una persona o la desgracia de una colectividad.

5 mar 2023

A LA PATRIA, FIDELIDAD

  

Cuando la gente del común supimos, por Sánchez y sus ministros y sus tentáculos[1], lo del tal Del Pino[2] y Ferrovial[3] y una vez que desde el gobierno Sánchez nos explicaran lo que es la patria, no queda más remedio que posicionarse

“La patria no es sólo hacer patrimonio…”.

¡Oh, Santa María!, ¡y valme! que cuentan exclamó Fernando II (de Aragón; ‘el Católico’, junto a Isabel I de Castilla) el 7 de diciembre de 1492 cuando el terciado[4] de un remensa[5] le asestó, saliendo de la palatina capilla de Santa Ágata en Barcelona, una cuchillada, a la altura de la nuca, que no hizo más estragos porque chocó con un eslabón de la cadenilla metálica del Toisón de Oro que lucía en aquella ocasión la regia persona. Juan de Cañamares, que así consta que se llamaba el magnicida agresor terminó siendo considerado un rusticum mentecaptum (¿tonto rústico? que diríamos hoy) y, conforme a la costumbre de la época, descuartizado. Hago constar que “por clemencia y misericordia de la reina Isabel fue ahogado previamente”, según contó Andrés Bernáldez, cronista regio y capellán del Obispo de Sevilla, conocido como “el cura de Los Palacios”[6], en su crónica.

Patria, presidente, -y me dejo de monsergas- es esencia del padre y de los antepasados. Patrius-patria-patrium, del latín; terra patria que dirían nuestros ancestros y que llega en solitaria patria al contexto que de la civilización romana recuperaron los humanistas del Renacimiento -aunque ya en las Siete Partidas[7] (Alfonso X; s. XIII), se lee a las claras la palabra patria y el concepto de la tierra donde se ha nacido[8]-, mientras que nación, el equivalente, es la actualización del concepto a partir del siglo XVIII.

Y patrimonio, permítaseme, es el conjunto de bienes propios de una persona o de una institución, susceptibles de estimación económica. Aunque patrimonio también es historia, raíces, cultura y tradiciones. Es lo recibido del padre (patri-monium), cosas del Derecho Romano, que llega a los orígenes y que sólo en el siglo XIX adquiere connotación individual pues desde 1874 le adjudican valoración pecuniaria; que antes era concepto de acumular.

Le leí, tiempo ha, a un jurista -ponte a buscar con tan nimio recuerdo quién era- algo así como que patria y patrimonio son dos conceptos antagónicos o incompatibles: patria es un ideal y patrimonio tiene componente material pragmático y crematístico. A la vista de ello, parece que más de uno, instalado en la púrpura oficial, se inclina por el viejo aforismo aquel lo de primun vivere, deinde philosophari (primero vive, luego filosofa). Lo dejo caer con arrogancia porque pocos saben de qué va lo de patria y la DIB -División de Ingenios Blindados-, pensó el presidente, ya se enfrentará a la Brunete Mediática: que sean los Medios los que lo dejen caer[9].

Y así estamos. Algunos ya han replicado al socaire de lo que pasa -solo falta el exprópiese-, que cuenta Herrera[10], una chorrada más de lo del sí es sí, una puntillita más de lo de la ley trans o destripar una golfada más de ‘Putito Berni’ (una genialidad de Girauta llamarle así).

La patria, permítaseme, es algo tan grande e inconmensurable que se identifica a través de su bandera; incluso de su escudo y de su historia. Hasta por un himno.  Y mírate que aquí somo tan nuestros que nos impusimos -en 1770- la Marcha Real, que es la marcha de Granaderos (de 1761) y que como buena marcha, no tiene letra. Aquí cuando queremos letra patria recurrimos a una zarzuela o un cuplé. Y así nos va con el himno, que yo le conozco hasta trece ripios siendo el más conocido el del “chinta, chita, tachinta, chinta, tachín, tachín, tachán”. Yo crecí con la letra de Pemán, aquella del “gloria a la Patria que supo seguir sobre el azul del mar el caminar del sol” cual la Santa María, la Pinta y la Niña en aquel mes de septiembre de 1942 y me sale solo. Hay, dicen, tres himnos “mudos” en el mundo: los de España, San Marino y Bosnia-Herzegovina.

Otro identificativo de patria es el escudo. El nuestro se basa en el de 1230, de Fernando III de Castilla y León: cuatro cuarteles (que se llaman), en oposición, Castilla y León. La historia, patrimonio de España y los Españoles, lo ha ido configurando: que si coronado de varios tipos de coronas, que si cadenas y barras, que si el águila de San Juan, que si la bicéfala imperial, que si lemas y símbolos, que si yugos, flechas y columnas, que si armas de Borgoña, collares y mantos de armiño, coronas de laurel y esferas terrestres… hasta llegar al actual escudo de España definido por la Ley 33/81 de 5 de octubre[11]. Podíamos haber empezado a configurarlo muchos antes, cuando el emperador Adriano[12] puso en el reverso de las monedas a la lozana Hispania[13], recostada sobre el Peñón de Gibraltar con un damán[14] a sus pies; o al jinete íbero previo, pero eso es -quizás- irse muy atrás.

Y yéndonos con esas representaciones llegamos al fenicio i-spn-ya que los romanos convirtieron en Hispania y viene a ser “tierra de damanes” aunque Cicerón, César, Plinio el Viejo, Catón, Tito Livio y, en particular, Cátulo, que se refiere a Hispania como península cuniculosa -cuniculosae Celtiberiae-, prefirieron conejo a damán, que para ellos era desconocido.

Y, finalmente, señala la patria la bandera. La nuestra es un símbolo recogido en la Constitución de 1978, especificada en su artículo 4.1, y con ley propia -Ley 39/1981- que regula su uso como bandera de España.

Con origen en los vexilos romanos y en los estandartes visigodos, serán las banderas del Islam las que marquen el protagonismo de este símbolo que, para España, desde el siglo XVI, unificará la roja Cruz de San Andrés/Borgoña sobre paño blanco. Fue Felipe II el que cambió el color del paño a amarillo, aunque el borbón Felipe V volvió al paño blanco y cambió el aspa borgoñona por sus armas reales. Y ya será Carlos III es el que abandone las enseñas de tierra para buscar una enseña de mar que por el Real Decreto de 28 de mayo de 1785 se llaga a dos diseños[15] de una misma identidad rojigualda: uno para los buques de guerra y otro para los mercantes, de entre las doce propuestas que le presentó Antonio Valdés y Fernández Bazán, en esa época Secretario de Estado y del Despacho Universal de Marina; vamos que, Ministro de Marina. Los colores: amarillo y rojo… como el vino de Jerez y el vinillo de Rioja… mitad sangre, mitad oro… (de ‘Las Corsarias’; que ya dije que zarzuelas o cuplés inmortalizan nuestro patrimonio y señalan a la patria).

Apenas llevaban ondeando ocho años sobre cascarones cuando (en 1793) la bandera de guerra de marina se ordenó que ondeara también en tierra; en los puertos y fuertes de la Marina y en las costas custodiadas por el Ejército de Tierra. A partir de ahí, la rojigualda empezó a utilizarse en campamentos del ejército y fortificaciones fronterizas y, especialmente, durante la guerra del Rosellón/Pirineos (1793-95)[16]. A partir de 1808 con la explosión del sentimiento patriótico durante la guerra de Independencia, los colores rojo y gualda fueron empleados por lo patriotas y para las banderas de enganche de voluntarios. Y así fueron oficializados estos colores como colores de las Cortes de Cádiz y de la milicia nacional. Total, que en 1843 se ordena la unificación de todas las banderas y estandartes de España y la rojigualda pasa a ser la primera y máxima enseña.

Y ante la bandera, jurarla es la mayor expresión cívica, pública e individual de lealtad hacia España y hacia los españoles; besarla, dicen ahora, no es preceptivo, pero nos lleva a la esencia de la patria, de lo hecho por lo que antes que nos precedieron. Así, el juramento sellado con un beso será la conciencia que conduce moralmente al mejor servicio y la entrega a la Patria, que contaban los exégetas del tema en los primeros cincuenta del siglo XX. Desfilar finalmente bajo el arco formado por la Bandera y el sable de la autoridad militar que ha tomado el juramento es la confirmación de la aceptación por parte de España del compromiso del juramento recién efectuado.

El origen de este compromiso vuelve a estar en Roma con el sacramentum de los legionarios romanos; juramento al entrar a servir que desde el siglo III se renovaba anualmente, cada 3 de enero.

Ya en los Tercios, el soldado que sentaba plaza en la unidad adquiría de por sí este compromiso, que con el rey Carlos III y sus Ordenanzas, termina por jurarse ante Dios, prometiendo ante el rey, seguir constantemente la bandera, haciendo patria.

Por cierto: fue Napoleón, el corso, el que planteó el juramento de los civiles a la bandera; a los jóvenes se les debía inculcar el “amor a la Nación” por lo que se promovía el “Juramento a la Bandera Tricolor” de los alumnos, como formación de “Ciudadanos como hombres libres”.

Aquí llegados, a la patria, como hombres libres, sin visos de patrimonio, se nos antoja muy necesario un juramento de fidelidad.

Y el próximo día 25 de marzo en Benidorm se celebra una jura de bandera para personal civil organizada por el Mando de Operaciones Especiales con base en Rabasa, Alicante. Hasta el 21 de marzo se puede inscribir quien desee efectuar ese juramento. Desde este enlace, en el apartado ‘Delegaciones y Subdelegaciones de Defensa’ se llega a la inscripción para el Juramento o Promesa ante la Bandera de España. Solicitud (Código SIA: 203583) y ahí ya es acceder.

Las Banderas del Mando de Operaciones Especiales, testigo de la tradición guerrillera de este país, y del Regimiento de Defensa NBQ ‘Valencia número 1’ del Mando de Apoyo a la Maniobra de la Fuerza Terrestre esperan a quienes deseen jurar o prometer ante ellas en la Plaza de Sus Majestades los Reyes de España.

A la patria, obediencia y fidelidad.

Pero tengamos muy claro que es la patria, que es el patrimonio y como canalizar el patriotismo que sólo es un sentimiento que nos liga a un territorio, que nos vincula a una gente -la nuestra-, que nos marca por su historia, que nos identifica por sus tradiciones y nos condiciona por sus valores; vamos, el orgullo de ser español más allá del deporte -Soy español, ¿a qué quieres que te gane?- que como contaba Rafael Padilla en mayo del año pasado “viene determinado por la minuciosa omisión de nuestra historia, la maldad con la que se acallan sus aciertos y se magnifican sus errores, el odio con el que se detestan nuestros símbolos, el afán por demoler cuanto nos une y que nos está robando un colosal patrimonio de siglos”.

Coincido: “es hora es de reivindicar que el patriotismo no es algo vergonzoso ni descalificador, sino el modo más cabal de mostrar gratitud a los que ayer fueron y de construir dignamente el futuro de los que mañana serán”. Hay tantas cosas que nos lo demandan.

 


 


[2]  Rafael del Pino Calvo-Sotelo (Madrid, 14 de julio de 1958); empresario español presidente ejecutivo​ de Ferrovial.

[3] Ferrovial, S.A. es una empresa multinacional española que opera en el sector de las infraestructuras de transporte y movilidad, a través de cuatro divisiones: Autopistas, Aeropuertos, Construcción​ e Infraestructuras Energéticas y de Movilidad​.

[4] Terciado es una espada,​ sable o machete que se caracterizaba por ser, o bien más corta que una espada, -por ello terciado: le falta el último tercio-, o bien un alfanje ancho -curvado en su último tercio-. Así, de esta última guisa se le representa en el Dietari del Consell de Barcelona, que recoge el atentado de diciembre de 1492.

[5] Los payeses de remensa, o simplemente "remensa", eran cultivadores de tierras adscritos a ellas de modo forzoso y hereditario.​ Jurídicamente eran hombres libres; pero esta libertad estaba limitada por los vínculos que les unían al predio que cultivaban y, a través de él, al señor.

[6] Fue párroco de Los Palacios, localidad sevillana que, desde 1836 , al fusionarse con la aledaña Villafranca de las Marismas pasó a ser conocida como Villafranca Los Palacios, aunque desde 1987 se le denomina Los Palacios y Villafranca. Amigo personal de Cristóbal Colón, escribió “Historia de los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel”

[7] Las Siete Partidas, o simplemente Partidas, son un cuerpo normativo redactado en Castilla durante el reinado de Alfonso X (1221-1284) con el objetivo de conseguir una cierta uniformidad jurídica del reino. Su nombre original era «Libro de las Leyes», y hacia el siglo XIV d. C. recibió su actual denominación, por las secciones en que se encontraba dividida.

[8] Son tenudos los omes de loar a Dios e obedecer a sus padres e a sus madres e a su tierra, que dizen en latin patria”. Y entre esas obligaciones se encontraba la de morir por ella, siguiendo el ideal clásico del dulce et decorum est pro patria mori [Gil Pujol, Xavier (2004). «Un rey, una fe, muchas naciones. Patria y nación en la España de los siglos XVI y XVII». En Antonio Álvarez-Osorio Alvariño y Bernardo J. García García (eds.), ed. La Monarquía de las naciones. Patria, nación y naturaleza en la Monarquía de España. Madrid: Fundación Carlos de Amberes. pp. 30-76. ISBN 84-87369-31-6]

[9] Se conoce como “Brunete Mediática” a los Medios de Comunicación más afines a la derecha. Es un término acuñado en los noventa que alude a la división acorazada Brunete (desde 1996 División Mecanizada Brunete) considerada la más potente del Ejército español . Alude a la implicación de algunos de sus mandos en el intento de golpe de Estado del 23F. Comenzó a usarse el término con relación a las informaciones opuestas al nacionalismo vasco y terminó hacia el más amplio espectro de informaciones opuestas a la Izquierda en general. En contraposición, señalo yo la DIB, División de Ingenios Blindados, que fue la unidad más potente del Ejército de la República en alusión a los medios que le bailan el agua a la izquierda.

[12] Nacido en Itálica (76-138), sobrino segundo de Trajano, este le nombró quaestor Imperatoris y comes Augusti y le recomendó como consul suffectus, amén de otros honores y distinciones. Entre el 117 y el 138 fue Imperator Caesar Divi Traiani filius Traianus Hadrianus Augustus, y Divus Hadrianus tras su deificación. Es conocido como el tercero de los cinco buenos emperadores (Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío y Marco Aurelio) que gobernaron con justicia.

[13] Mujer de cuerpo entero timbrada con laurel y ataviada con estola y túnica, siendo sus atributos las espigas símbolo de fertilidad; junto a ellas dos armas indígenas, las jabalinas cortas y el escudo redondo o caetra.

[14] Mamíferos afroterios del orden Hyracoidea cuya morfología confundió a los primeros naturalistas ya que los damanes guardan cierto parecido externo con roedores como el conejo de Indias y/o una marmota, en realidad son ungulados primitivos. Actualmente se consideran como los parientes vivos más próximos a los elefantes y los manatíes, pese a que su aspecto físico sea muy diferente, debido a la evolución divergente. Una teoría bastante aceptada postula que esta similitud, habría llevado a los fenicios que alcanzaron las orillas de la península ibérica en el 1100 a. C., a llamar al nuevo país I-sephan-im, el país de los damanes, al confundirlos con los conejos que eran abundantes en la costa, nombre que con el tiempo se convertiría en Hispania.

[15] A fin de dar a conocer la nueva enseña, se promulgó una Ordenanza General, que en el tratado IV, título I, disponía: “ Para evitar los inconvenientes y perjuicios que ha hecho ver la experiencia puede ocasionar la Bandera Nacional de que usa Mi Armada Naval y demás Embarcaciones Españolas, equivocándose a largas distancias o con vientos calmosos con la de otras Naciones, he resuelto que en adelante usen mis Buques de guerra de Bandera dividida a lo largo en tres listas, de las cuales la alta y la baja sean encarnadas y del ancho cada una de la cuarta parte del total, y la de enmedio, amarilla, colocándose en ésta el Escudo de mis Reales Armas, reducido a los dos quarteles de Castilla y León, con la Corona Real encima; y el Gallardete en las mismas tres listas y el Escudo a lo largo, sobre Quadrado amarillo en la parte superior. Y que las demás Embarcaciones usen, sin Escudo, los mismos colores, debiendo ser la lista de enmedio amarilla y del ancho de la tercera parte de la bandera, y cada una de las partes dividida en dos partes iguales encarnada y amarilla alternativamente, todo con arreglo al adjunto diseño. No podrá usarse de otros Pavellones en los Mares del Norte por lo respectivo a Europa hasta el paralelo de Tenerife en el Océano, y en el Mediterráneo desde el primero de año de mil setecientos ochenta y seis; en la América Septentrional desde principio de julio siguiente; y en los demás Mares desde primero del año mil setecientos ochenta y siete. Tendréislo entendido para su cumplimiento.

    Señalado de mano de S.M. En Aranjuez, a veinte y ocho de mayo de mil setecientos ochenta y cinco.

[16] Invadimos el Rosellón francés, pero cuando la Paz de Basilea (22.07.1795) teníamos a los franceses controlando gran parte del País Vasco y Navarra. Cambiamos Guipúzcoa por dos tercios de la Isla La Española (lo que ahora es Tahití). Godoy quería la paz antes que las provincias vascas se decantaran por ser francesas.