25 abr 2018

DEL ALQUILER VACACIONAL; UNA TERTULIA CON MIGUEL ANGEL SOTILLOS




Lo que hubiera ganado la tertulia de haberse celebrado el lunes 23 y no el viernes 20; por el tema palmesano y la prohibición del alquiler turístico-vacacional en bloques de viviendas…

Pero es que pasó a tomar café por el Meliá Benidorm el amigo Miguel Ángel Sotillos el viernes 20 de abril, que, como buen viernes que es, toca tertuliar y escrutar los posos del café.

Yo, rey del escaqueo ulterior, había faltado a una serie de tertulias -y no informado de otras- por cuestiones, digamos, “profesionales”, pero a esta no podía faltar. Miguel Ángel Sotillos, nuestro invitado al Tercer Grado de los viernes es del nivel “forasters del poble” de Benidorm y esa categoría local es también nivel patanegra. Ya saben: gent del poble, forasters, gente de fuera y turistas…
Se nos presentó Miguel Ángel. De padres sorianos, el suyo llegó a Benidorm como ingeniero técnico del Catastro Parcelario en 1967 y cada día venía desde Alicante hasta que radicó a la familia en Benidorm, y en 1973 abrió sus puertas Fincas Arena donde ambos, padre y madre, han labrado una página en la historia local: “cuatro crisis después, Fincas Arenas sigue en el candelero con la máxima solvencia”.

Comenzó Miguel Ángel Sotillos por incardinarse en la empresa familiar desde la Escuela de Turismo, tras aprobar los exámenes de Agente de la Propiedad Inmobiliaria, al compás que progresaba en su segunda vocación: bombero profesional y voluntario de Protección Civil -mando que es-. Pasó por la Unidad de Rescate de la Cruz Roja y se centra ahora en el papel de Mediador Civil en asuntos de Turismo e Inmobiliarias. A todo este bagaje suma también el de ser el presidente de APTUR, la asociación que agrupa a los empresarios que gestionan apartamentos turísticos en la Costa Blanca; los apartamentos reglados (los legales, oiga).

Recordó a quienes le han precedido en el cargo -Manuel Cabezuelos y Sergio Gambi- a la hora de destacar el empuje de la asociación y los logros conseguidos en los últimos quince años: que si la comisión de intrusismo y que si  varios otros detalles más que sacó a relucir.

Nos dijo que, “lo bueno de APTUR es que nunca hemos pedido solucionar ‘mi tema’, sino ‘los temas’ de conjunto de los asociados”. Discrepa a la hora de considerar -alguno lo ha hecho- la cuestión de los apartamentos turísticos como ‘un problema’ a pesar de que en Benidorm “hay cuatro veces más apartamentos turísticos en el mercado que plazas hoteleras; y que más de la mitad no estén ni al corriente de la legislación ni en la asociación”.

Miguel Ángel lo entiende: “un piso en Benidorm tiene un coste de unos 2.000 euros al año” y cerrado, sólo para las vacaciones, es un coste importante. La tercera parte de las viviendas de Benidorm están en el mercado del alquiler. Con ello, destaca: “no son un peligro para la hotelería; son sólo competencia. Los hoteles no son ahora los únicos en el baile”.

Insiste en el tema: “por precio no se deja de ir a un hotel y se apuesta por el apartamento; es sólo por una cuestión de libertad de horarios y roles (cuando se va con niños, por ejemplo; explicó)”.

Puso luz en el tema: “los apartamentos ilegales nos hacen daño también a nosotros, los legales; se nos achacan culpabilidades que no tenemos”.


Nos contó entonces la labor de APTUR ante la Administración con el tema de los apartamentos turísticos reclamando normativa, medidas y procedimientos; incluso la cuestión del desahucio turístico y todo lo relativo a que el propietario sea apoyado porque, insistió, “todos los apartamentos se pueden alquilar cumpliendo la legislación”. Y aquí señaló que “el arrendamiento de la vivienda vacacional está planteado por la LAU que lo desarrollen las Comunidades Autónomas. Que lo regulen; no que lo tipifiquen”. Y señaló las varias contradicciones legales entre administraciones: “La Ley de Hospitalidad señala un tratamiento hotelero, lo que exige una Licencia de Apertura que los Ayuntamientos no pueden dar”.  Y así, varias incongruencias más.

Hablamos del universo de la portería del edificio y de la figura del portero -¡qué digo de la figura; del figura del portero, oiga!-, del derecho de habitación, de las normas del Código Civil, del inquilinato… “todo lo que no contraviene la ley es posible”. Incluso señaló medidas a aplicar que dejaremos para el ámbito de los políticos.

Conforme avanzó la tarde no metimos en honduras; tanto, tanto, que llegamos a Tegucigalpa. Y salieron a relucir desde los precios del IMSERSO a tarifas sin escrúpulos; desde cláusulas de contratos hasta procederes de porteros.

Nos llamó la atención el tema de la creciente “legalización” de apartamentos turísticos y el celo con que se anuncian las inspecciones sobre ellos: “una cosa es que te des de alta y te adjudiquen un número legal y otra es que cumplas todo aquello que has declarado a la hora de solicitar la inscripción”. Vamos, lo de la mujer del César: no sólo parecerlo, sino serlo. La inscripción obliga a cumplir la ley… Y por falsedad en documento público se puede actuar contra el defraudador.

Los hoteles están híper regulados y los demás han de cumplir lo legislado. Pero la cuestión de los apartamentos parece hacer surgido ahora cuando la realidad es que ha sido paralela al desarrollo de Benidorm. Ahora se visualiza más, “pero ha existido desde siempre”. Y los apartamentos turísticos, la vivienda vacacional, la legal -insiste Miguel Ángel Sotillos- debe ser tenida en cuenta. Cierto es, sostiene, que no cumple la legislación hotelera, pero sí la de la edificabilidad, sosteniendo que “si la Administración quiere, la ilegalidad se acaba”.

El caso es que echamos un ratito muy bueno en la tarde del viernes en el Meliá Benidorm tertuliando con Miguel Ángel Sotillos. Pero nos faltaba la previsión del verano 2018: “hay otros mercados que se han recuperado y el calendario de los primeros meses ha influido, pero el verano será como el del año pasado; y eso que todos hemos subido un poquito los precios”.

Me hubiera gustado quedarme un rato más, pero tenía una cita -con Pilar Cernuda- y me tuve que ausentar. Y la tertulia siguió sin mí. Lástima; no sé leer los posos del café. Y lo que pasa en la tertulia se queda en ellos. Hasta aquí llego.






22 abr 2018

DE LA CATEGORÍA ‘CIUDADES DEL SIGLO XX’




Sin lugar a duda, Benidorm es un icono del turismo. Capital europea del Turismo de Sol y Playa. El paso siguiente, Patrimonio de la Humanidad.

Benidorm es una potencia en los ámbitos urbanístico, paisajístico, ambiental y turístico; es un modelo de ciudad turística planificado en los años sesenta del siglo XX y que en el XXI sigue en evolución, amoldándose a las tendencias, gracias aún al ímpetu de sus inicios y a la ilusión que mantiene.

Ahora, en pos del reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad necesitamos que en la nueva Ley del Patrimonio Cultural Valenciano entre el concepto “Ciudades del Siglo XX” que cimentará el proceso.

Benidorm es una ciudad del siglo XX: el origen de un nuevo legado cultural que es preciso comprender y valorar. El patrimonio del nuevo paisaje urbano.


Hay que destacar el haber sido pioneros en crear un paisaje urbano -único e irrepetible- y el ser un ejemplo de modelo de turismo y ocio para varias generaciones; lo que suponen los conceptos “conjunto urbano” y “patrimonio moderno”. No el enfoque de monumento tradicional que no existe.

El Equipo de Diagnóstico ya ha dejado la hoja de ruta a las Administraciones. Urge posicionar la categoría Ciudades del Siglo XX en la ley valenciana para que el Ministerio de Cultura nos impulsa la candidatura.

Tenemos a nuestro favor dos puntos fuertes: el modelo urbanístico-turístico surgido a partir del Ensanche de Levante de los años sesenta del Siglo XX que tuvo, y tiene, una fortísima y positiva incidencia económica, social y ambiental, y la necesidad de prever la posible vulnerabilidad ante la variabilidad climática. Ambas cuestiones justifican la necesidad de proteger el Modelo Benidorm.

Nadie duda del valor que confirió a Benidorm la planificación urbanística de 1956 y la revolución que supuso el Plan de 1963: la ciudad vertical. Entre ambos hitos cabe la socialización del turismo, la universalización de las vacaciones y el éxito de esta ciudad del siglo XX que apuesta por ser destino inteligente en el Siglo XXI. Lo que no consiguió Minoru Yamasaki con Pruitt-Igoe en Detroit se logró en Benidorm: hacer ciudad y habitarla.


A nadie se le escapa que Benidorm ya ha marcado una época gracias a la popularización del turismo de masas, a la irrupción del bikini en las playas, a la sintonía entre administración, propietarios del suelo, constructores, benidormenses y turistas, en la primera nueva ciudad surgida tras la IIGM. Benidorm fue pionera en lo que hoy llamamos gobernanza y participación público-privada, en los años sesenta.

Además, en términos de sostenibilidad ambiental Benidorm no tiene parangón. La ciudad vertical minimiza el impacto de ocupación del suelo; favorece la gestión del agua -tal vez con el mayor porcentaje de eficiencia planetario (>95%)- y otros servicios; genera espacios de socialización; incita al paseo y disfrute. A Benidorm, la mayoría de los turistas llega en medios colectivos (avión y autobús) reduciendo las emisiones y asegurando una excelente calidad del aire.

En Benidorm, la estructura económica fundamental es el alojamiento, principalmente hotelero -que es un modelo intenso en la generación de empleo- y está en manos de empresas locales; las rentas permanecen en la ciudad. La riqueza está muy repartida; y lo está de forma bastante equitativa. La sociedad está cohesionada; no jerarquizada. Eso es un logro para valorar y reconocer.

Existe el concepto Nueva Ciudades del Siglo XX. La UNESCO lo reconoce a Brasilia y a otras ciudades por acciones concretas. En esa lista quiere estar Benidorm, la ciudad turística vertical. Un análisis comparativo con las integrantes de la categoría de la UNESCO da alas a Benidorm para ir a la próxima Lista Tentativa.

La propuesta de regulación de la categoría “Ciudades del Siglo XX” para la nueva Ley del Patrimonio Cultural Valenciano que se elevó desde la Universidad de Alicante (27.10.2017; Andrés Molina, Andrés Laporta, Guillermo Campos, María Jesús Poveda, Pilar Espeso y Armando Ortuño, director del Equipo de Diagnóstico) debe ser piedra angular del proceso. El tiempo corre.

El carácter dinámico de las ciudades del Siglo XX tiene que ser reconocido.

21 abr 2018

DE REFLEXIONAR EN ALTURA (y II). A propósito del rascacielos




Yo, quiero recordar que, les había oído decir a Camarasa y Chiner -dos de los más grandes expertos en el Modelo Benidorm; porque lo han hecho realidad- que la necesidad -la urgencia, más bien- de conseguir terrenos para una de aquellas obras infraestructurales de las que les hablaba ayer (el colector de residuales de la Avenida del Mediterráneo) fue el revulsivo del Benidorm actual. No serían esas las palabras, pero sí el mensaje por lo que colijo que este Benidorm es hijo del Plan del 63 (así, planteo celebrar el 55º Aniversario a lo largo de este año. No estaría de más esta celebración).

Y, además, con un añadido: en 1963 se inventan lo del Coeficiente de Edificabilidad (la edificabilidad por usos para saber lo edificable en cada parcela) y, también, la altura libre; el concepto de ciudad-jardín se destierra al extrarradio urbano, a la periferia porque ‘no cabe’ en la Ciudad Nueva que se plantea y para la que se pide el reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad por lo mucho que representa; por el revulsivo que fue (y es).

El Plan del 63 se olvida una vez más de la zona deportiva (que habían puesto sobre el papel en el 56 y que tendrá que esperar dos décadas más) y replantea la zona de tolerancia industrial que, a esas alturas aún no se había ejecutado y a estas alturas... ni está, ni se le espera.

Es aquí, en esos días de 1963, cuando alimentamos el mito con la Teoría de la caja de cerillas. En aquellos tiempos, lo primero que se ponía encima de la mesa a la hora de hablar con alguien era el paquete de tabaco y la caja de cerillas. El que podía, un mechero. Las cerillas, de madera; fósforos de seguridad se leía en la caja. Los mecheros, un universo. Hasta los había de plata y de oro. ¡Qué tiempos! Luego llegaron Bic y Clipper, se universalizaron, y nos olvidamos hasta del yesquero; no te digo del martillo de gasolina. Hasta entró Zippo en nuestras vidas. Lo del encendedor tiene un Post.

Volvamos a la mesa de trabajo. El paquete de tabaco equivalía a superficie de la parcela y el coeficiente de edificabilidad te permitía edificar el volumen de la caja de cerilla que podías colocar por la base ancha, por el lado del rascador o “de pie”. Y de pie de quedaron ya todos los edificios de Benidorm, orientando su ubicación sobre el paquete de tabaco (la parcela) para no se estorbasen unos a otros en cuando a las visas al mar y el baño de sol matinal o vespertino.

La caja de cerillas de pie representó el triunfo del rascacielos; el triunfo del funcionalismo. Era el nuevo espacio contendor de vida y relaciones humanas en altura rodeado de espacios lúdicos. No sé, creo que Le Corbusier estaría feliz con este Benidorm: espacios libres entre torres, jardines, piscinas, actividad.

Ese mismo año, 1963 -con el Plan del 63 en marcha-, arranca el Benidorm de hoy con el Edificio Frontalmar. Tenían los propietarios 125 metros lineales de fachada para levantar una pantalla de 5 plantas o concentrarse en menos de un tercio del total y levantar 15 plantas. Ahí comenzó la historia moderna de Benidorm, en altura, con estructura metálica como esqueleto de la torre de apartamentos que marcaba hitos constructivos y que entrañaba celeridad.

La mayoría de los españoles de los 25 años de Paz estaban seducidos con lo de vivir (o alquilar) cerca del mar para el veraneo; en espacios reducidos y sin renunciar a la modernidad y a las comodidades. Pero en altura. Y ahí arrancó esta historia: playa, sol, ocio, restauración, vida en la calle. Y ahí estaba Benidorm y sus rascacielos.

Al poco descubrieron todos que las Ordenanzas no decían nada sobre la compatibilidad de los usos residencial y comercial. Auxiliados por la indigencia hídrica que nos aflige, dieron puerta a los jardines -que precisaban agua y competían con el abastecimiento- y las bandejas comerciales ocuparon aquellos espacios inicialmente verdes. Esto nos creó el problema de los retranqueos; pero eso es otra historia.

A favor del comercio digamos que otorgó vida a las calles y las calles fueron el complemento ideal de aquella socialización del turismo a la aspiraron “los padres fundadores” del Plan del 53 sobre un Benidorm que se hizo realidad con el Plan del 56.

Decisivamente contribuyó a este Gran Benidorm el hotel. Se subieron a las nuevas torres y ganaron en funcionalidad. A partir de marzo de 1970, con el boom de los turoperadores y el chárter, la demanda de plazas hoteleras se dispara. El hotelito familiar debió crecer exponencialmente y en tiempo récord. El Tour Operador se implicó y adelantó el dinero: necesitaba alojar a la masa de turistas que traía volando. Las crisis del petróleo (guerras árabe-israelíes) pondrían a prueba el modelo de transporte, pero no la receptación hotelera que estuvo siempre rápida y diligente para contrarrestar situaciones de demanda.

La planificación urbanística surgida del 63 también posibilitó los complejos residenciales que después han sufrido diversos avatares: Playmon Park o Ciudad Antena, por señalar los extremos. Era un nuevo concepto residencial, alejado de la playa y con la idea de hacer una ciudad de vacaciones dentro de la ciudad de vacaciones que era Benidorm. No consiguieron ese objetivo; creo que no superaron el dilema y han seguido derroteros tan opuestos que merecerían un análisis pormenorizado del calibre del desplazamiento del unifamiliar al límite de lo urbano y el universo de los retranqueos.

El caso es que aún vivimos de las rentas del Plan del 63. El del 91, nos guste o no, solo fue un parcheo. Los estudios previos estuvieron muy bien, pero faltó valentía. A estas alturas del siglo XXI sería conveniente ir pensando en qué ciudad queremos a cincuenta años vista para consolidarnos y sacudirnos los estigmas que aún nos pudieran quedar.

Decía JJ Chiner (BND, Los orígenes de la ciudad vertical) que “cuando Benidorm se convirtió en el gran destino de los turoperadores, quedó contaminado con los estigmas de los muchos usuarios”. Venía a decir, interpreto, que la masificación envileció el conjunto y Benidorm quedó estigmatizado como destino de turismo barato (que fue cierto) y de masas.

Con ello, Benidorm fue demonizado. Su éxito despertaba tanta envidia que todos sus competidores se echaron sobre ella. Ahí irrumpieron Gaviria o José Miguel Iribas, el gran Iribas, al que, permítanme, pongo al nivel de Pedro, don Pedro. Y comenzó una etapa de trabajo en la que evidenciar la realidad de un Benidorm que fue pionero en marcar la planificación del suelo y la gestión de los recursos; adelantado en fiarlo todo al rascacielos y precursor en la transición del concepto vacaciones-descanso a vacaciones-diversión. Y esto es irrefutable.

Y al final, el rascacielos forma parte no solo de skyline de Benidorm sino de nuestro futuro. Es ya parte de nuestras vidas y hoy sabemos que nos permite una estructura de vida que nos permite contemplar la ciudad en función de la altura. Y eso no es malo; en todo caso es muy bueno.


20 abr 2018

DE REFLEXIONAR EN ALTURA (I). A PROPÓSITO DE LA ZONIFICACIÓN



Ha coincidido que en menos una semana he tenido que acompañar a periodistas que preparaban reportajes sobre Benidorm y he tenido que refrescar los argumentarios sobre urbanismo e historia moderna de Benidorm. Más o menos, desde Beltrán de Belpuig (1271) a Mario Gaviria, que nos dejó hace nada.

Lo que más ha interesado, desde Paul Richardson (CN) a los amigos de Gente Viajera (OCR), ha sido lo de la planificación urbana de Benidorm, tantas veces tratada en este Blog.


Esta vez, el resumen lo arranqué en 1953; justo en aquellos días en que por aquí, me contaron, la gente se preguntaba cómo querían que fuera Benidorm; cómo aspiraban ser un Centro Vacacional.

Centro Vacacional era, al inicio de los años 50, el palabro de moda, traducido desde los conceptos anglosajones de Vacation Center o Resort: un lugar diseñado para el turismo donde relajarse y divertirse durante las vacaciones. Hospedaje, restauración, actividad y vida social, cultural y comercial. Después, con el paso de las décadas hemos llamado resort a cualquier cosa y a nada ya llamamos vacation center.

Aquel Benidorm de 1953 que tenía a Pedro, don Pedro, Zaragoza de alcalde. Aquel Benidorm programó en actuar sobre la primera línea de la playa de Levante (playa de la Xanca; playa de la Llosa) a base de chalets unifamiliares y pequeños hoteles; hasta el Rincón de Loix.

El Festival de la canción de Benidorm salió a base de “quicos” (una sabia combinación de limón granizado y su acompañamiento etílico), pero esto de la planificación urbanística no fue cosa lo mismo. Encerrados en despachos, no salía a disfrutar de la Noche de Benidorm. Y así pasaron los años 1954 y 1955: respondiendo a las alegaciones que resultaron de la exposición al público de aquellas alineaciones.

Pero se obró el milagro: llegó la Ley del Suelo de 1956 con la varita mágica de definir a las claras la función social de la propiedad de suelo y los derechos y deberes de los propietarios de ese suelo. Y a partir de ahí se pudo orquestar todo.

Sí, se aprobó el Plan del 56 (PGOU 1956) sobre la base de los ensanches decimonónicos con la estructura en cuadrícula que tan bonito hace y, ¡atención!, la zonificación.

Cuando en Benidorm plasmaron en el documento y los planos el concepto zonificación, éste llevaba casi medio siglo aplicándose en los Estados Unidos. El objetivo de la zonificación no era otro, allí y aquí, que impedir actividades que minusvaloraran la zona concreta.

El Plan del 56 planteó la zonificación en Benidorm y otorgó al suelo urbano sólo actividad residencial. Bueno, dejó un pedacito para una supuesta actividad industrial bajo el epígrafe “Tolerancia Industrial”… que se eliminó enseguida. También marcó una zona deportiva, pero eso fue otra historia.

Yo no me canso de repetir lo que le he oído a cuantos alcaldes he conocido, y al propio Pedro, don Pedro. “Benidorm fue el primer plan general de España para todo un Término Municipal”. Hoy, después de haber analizado el urbanismo español de los años 50, 60 y 70 repito eso, pero planteo que Benidorm fue el primer sitio donde salió bien.

Y en esto que digo, no me pillo los dedos. Aquí en Benidorm es donde se aplican por primera vez con éxito las ideas de las vanguardias urbanísticas de preguerra (previas a la IIGM).

Recordemos que en los años Treinta (la Carta de Atenas es de 1933) se planteará el concepto bloque abierto en el centro de espacios comunitarios; cuestiones de dignidad, iluminación natural e higiene buscan implantarse a la hora de diseñar viviendas para todos, que incluyen jardines comunes y hasta piscinas. Fue una revolución social que en el Plan del 56 Benidorm proponía hacer realidad. Eso sí, las dimensiones de los nuevos contendores del bloque abierto resultarán más reducidas que las de un cuarto de siglo antes porque la economía lo exigía.



En Benidorm, aquellos primeros planteamientos del bloque abierto en espacios comunitarios ven la luz con los llamados edificios tranvía. Y con ellos llegan los apartamentos que conviven, a pocos metros, con los chalets de primera línea. Es la socialización de las vacaciones. A la propiedad de un moderno apartamento en aquellos días podían acceder muchas más economías familiares; al alquiler, casi todas.

Al mismo tiempo, con los nuevos tiempos y la socialización del turismo, el concepto hotel pierde la opulencia de las primeras décadas de los años 20: está en la playa. Se pierde la rigidez que encorseta la liturgia del alojamiento hotelero y se universaliza la clientela. El hotel se vuelve funcional y amigable. En los primeros, la experiencia de la gestión familiar ha acercado el trato alojador-alojado hasta el nivel de amistad; y aparecen la fidelización al hotel y al lugar. Será tal, que los primeros clientes del primitivo hotel serán los primeros compradores de las nuevas propiedades.

Aquello funcionaba, pero no despegaba. (Benidorm) Tenía lagunas infraestructurales que se iban corrigiendo a salto de mata. Al inicio de la década de los sesenta se decidió subsanarlas en bloque; y a pesar de ello al final de esa década nos consideraban un “gigante de pies de barro” porque las infraestructuras no iban a la velocidad de hiperespacio del consumo humano y la inversión estatal (luego autonómica) iba a velocidad de quelonio.

A pesar de todo, sí que hay que señalar las cuestiones del agua, a partir del Consorcio de Aguas de la Marina Baixa, los temas de depuración de aguas, el abastecimiento, el aeropuerto y la A7. Todos estos temas están hoy de actualidad puntera porque no paran de generar noticias positivas gracias al dinamismo de un Benidorm surgido, insisto yo, del plan del 63.

1 abr 2018

DE DON PEDRO; DIEZ AÑOS YA




Diez años ya. Aquél 1º de abril de 2008 recibí la noticia en un hotel, lejos de Benidorm, y no daba crédito. Como ya conté en su tercer aniversario, en enero de 2008, don Pedro nos había dictado la que sería su última lección magistral. Fue con motivo de la entrega del Premio “Pedro Zaragoza Orts al Turismo” que desde la Asociación Alicantina de Periodistas y Escritores de Turismo (AAPET) habíamos instituido, no sin problemas, e intentábamos universalizar. Asignatura pendiente.





La verdad: ha hecho más por la figura de don Pedro el realizador Óscar Bernácer -con el corto “Bikini” y el documental “El hombre que embotelló el sol”- que nosotros -los de la AAPET- creando un premio con su nombre. Y eso que, desde la FEPET, la Federación española del gremio de plumillas del turismo, le hacíamos unos meses antes un reconocimiento en El Maestral; las mejores fotos de Pepe Alarcón. Y ahí estuvo todo el colectivo. Don Pedro no se merecía menos.



Diez años ya. Yo no había reparado; me lo comentó el amigo Cecilio González que se había movido en varias direcciones buscando honrar la memoria de don Pedro en este décimo Aniversario. Ni flores. Pero ¿qué nos pasa?



Para cuando pasen las Pascuas tengo una cita con el director de la cátedra Pedro Zaragoza Orts, con el nuevo director, para ver si se hace algo. No he estado fino yo tampoco; ni diligente en el tiempo.



Diez años ya. Y no olvido sus frases: “Soy falangista, pero si alguien me dice que soy de derechas me sienta peor que si me insultasen”. Planteaba Pedro, don Pedro, que lo de Franco había sido una República presidencialista… Esto lo hacía, convencido, en la Cambreta del Xano; en la bodega -aquella bodega de empinadas escaleras- con un vaso de vino a la vera de aquella barrica oscura, “El abuelo” por nombre. Pero lo hacía de corazón y con convicción en una de aquellas tardes, habíamos dejado de hablar de los inicios del Festival de Benidorm -para un libro que nunca vio la luz- y salió a relucir algo de política, de la misma política que se cargó aquél libro y de la misma que intentaba impedirle publicar sus Caras del Moro o cualquier otro raciocinio de los suyos. Política que nunca le abandonaba y a la que nunca abandonaba: se atrevió a pedir el Ejecutivo la estatua ecuestre de Franco cuando la retiraron de Nuevos Ministerios; se ofreció a comprarla. Nadie le respondió.



También recuerdo, cuando en una profunda reflexión en su despacho, mientras esperaba unas fotocopias, me dijo aquello de “el día que tengamos cojones para devolver el bien a quien nos hace mal, se habrá acabado el odio en el mundo”. Era Pedro, don Pedro, en estado puro; en cualquier momento. Tenía una fortísima convicción moral; muy superior a sus contemporáneos.



Diez años ya. Y si hoy salen artículos en los Medios (me sé por lo menos de dos; gracias Cecilio, gracias Matías) seguirán llamándole ‘visionario’. Os recuerdo a todos, a los que habéis escrito y a los que leéis esto, que a él no le gustaba que ‘lo tacharan’ de ello, de visionario. Me decía, lo recuerdo, que “un visionario es una persona fantasiosa que imagina imposibles”. Y él estaba convencido de que lo planteaba se podía conseguir. Y se consiguió. Y aquí está un Benidorm que entre todos hicieron; hicimos, que yo también he puesto mi granito de arena. Benidorm es una obra de todos. Xavier Canalis, en mayo de 2016, decía en Hosteltur que “Pedro Zaragoza fue el primer Millennial de Benidorm; planificó el Benidorm del siglo XXI”. Me parece excesivo lo de la planificación del XXI, pero sí que nos ilusionó a todos para conseguir el mejor Benidorm con el correr de los años; el del siglo XX es idea suya materializada por todos… desde finales de los 90 no se ha movido…



Sí, vale: se atrevió con aquel “Así será Benidorm” en 1955… pero como banderín de enganche. Sí, claro: orquestó toda la revolución que supuso el Plan General de Ordenación de 1956… pero bien pronto lo enmendó. Somos hijos del Benidorm del 62 y no del 56; del Benidorm en altura. Lo suyo era ilusionar. ¿Marketing turístico lo quieren llamar?, pues llámenlo… porque, como dice Matías Pérez, “de ilusión también se vive” y este pueblo, otra cosa no, pero ilusión le ha puesto a todo y de ella vive.



Diez años ya. Se nos fue Pedro, don Pedro, un primero de abril. Recuerdo haber leído maravillosas necrológicas sobre el hombre hasta engrandecer el mito. Frases inconexas llegan hoy hasta mí: aquello de que “Benidorm era su amante mientras él se mantenía fiel a su familia”; que si la vida le deparó una docena de sinsabores y traiciones de las que siempre se repuso sin guardar un ápice de rencor. Su convicción de que el futuro era de las clases medias y a ellas había que brindar el futuro… y cosas así hacen aún más grande la figura de Pedro, don Pedro.

Diez años ya. Y los que no tienen que olvidar parece que lo han olvidado…