26 jun 2021

DE CAMBIOS, A RESULTAS DE LAS PANDEMIAS. Y AHORA, ¿QUÉ?

  

Hoy, 26J21, ya nos podíamos quitar la mascarilla, si manteníamos unas sencillas y muy elementales normas. Yo, aún con una dosis a cuestas camino de los tres meses, como que no veo la medida nada prudente; y estoy más al lado de Brassens… yo no pienso pues hacer ningún daño, viviendo fuera del rebaño.

Mientras paseaba junto a la playa de Levante escrutando el comportamiento humano reflexionaba (en silencio) esperando llegar a casa y plasmarlo tal que así.

Dicen, cuentan, aseguran que a esta pandemia le estamos viendo los pelos del rabo; y aunque hasta el rabo todo es toro, dicen que podemos estar aspirando a recuperar la actividad tradicional. ¿Tradicional? Pero, con la que está cayendo, ¿qué va a cambiar en nuestra sociedad?

Muy estudiados están los cambios que las anteriores grandes pandemias trajeron, una vez superadas, a la sociedad. ¿Qué sacaremos de esto?

La terrible y persistente peste negra de los siglos XIII y XIV contribuyó en que a partir del XV cambiara la percepción humana (al menos la Europa y occidental) sobre la manera de vivir y morir; y cambió al hombre medieval hasta por lo menos los finales del XVII. ¿Cambiará el Covid al hombre del XXI?

La irrupción de aquella pandemia altomedieval ocasionó una crisis existencial sin precedentes, que en lo económico acabó con las grandes familias banqueras y dejó inconclusas iglesias y catedrales; y aquello era el sumun. El campo se despobló; muchos campesinos huían a las ciudades que, víctimas de la pandemia sumaban tantas bajas que eran bien recibidos quienes llegaban; y ya no volvieron al agro. Los que se quedaron vieron revalorizado su conocimiento cuando el campo recupero su capacidad para volver a abastecer a la ciudad; pero no mucho mejor remunerados. La agricultura introdujo nuevos métodos y cultivos persiguiendo rentabilidades que nunca antes habían sido imaginadas.

En las ciudades se mejoró la organización, se desarrolló la prevención sanitaria y la fisiología empezó a animar la investigación médica y la propia medicina. El hombre apostó por el bienestar y la prosperidad terrenal, adoptando una posición sumamente científica de su prospectiva de futuro para superar la adversidad que hasta entonces había sido el día a día de su devenir.

Aquella pandemia hizo entrar en juego el sentido laico del tiempo y la capacidad del hombre por afrontar la realidad comenzando a proyectar el concepto seguridad con un halo de universalidad física y social.

Irrumpieron las máquinas y fueron adquiriendo complejidad y eficacia, con lo que comenzó a reducirse la cantidad de sangre (hombres y animales) para el trabajo. Entró en liza el tándem ciencia-técnica y comenzaron a fraguarse las grandes obras junto con el auge de la actividad industrial, los mecanismos de relojería, el avance de las armas de fuego, los inicios de la siderurgia industrial y los avances en navegación tras la fortaleza de cartografía.

Finalmente, la religiosidad -que banalizaba la muerte-, ante tanta muerte, comenzó a celebrar la vida: a este mundo ya no se venía a padecer, sino a vivir, driblando los escollos de la vida, con mayor o menor fortuna. La muerte comenzó a ser tenida en cuenta como realidad biológica y como un paso para saltar al más allá; la muerte es imparcial -y muchas veces injusta-, pero inexorablemente llega, sin excepciones, siempre ajena a motivos morales.

Sí, aquella gente que superó la peste y se plantó ante una etapa que llamamos Renacimiento de la que conocemos su proyección venía de una etapa muy sombría. Pero nosotros, en 2021, venimos de una etapa de prosperidad con las grandes cifras de 2019. Eso sí, vivíamos sin atisbar un futuro en el horizonte; íbamos en pos de él al grito de ¡hasta el infinito y más allá! Pero, ahora ¿qué?

Hasta ahora los sistemas económicos y financieros funcionaban porque sí; por inercia. ¿Cómo va a ser a partir de ahora? Porque, hasta ahora, no se hacía nada para contrarrestar lo inesperado, aunque alguno lo había pedido.

No estamos hechos para lo impredecible; esta deficiencia es nuestra mayor vulnerabilidad, pues siempre nos pilla con el paso cambiado y los intereses creados. Desde los años cincuenta del siglo XX estamos enfrascados en saber hacer cosas y hacerlas una y otra vez mejor, a partir del sector servicios. El negocio está en producir y vender; incluso producir y vender felicidad, aportando innovación, tecnológica e investigación científica. Y mientras las prospecciones de la FAO sigan asegurando que con lo que hay -bien empleado- podemos alimentar a más millones de personas que habitantes tenga el planeta, ¿para qué vamos a preocuparnos de más?... aún a sabiendas de que la realidad supera al estudio prospectivo y que hay hambre y desequilibrios en el planeta.

La pandemia restringió la movilidad y anuló el contacto físico; un problema, porque somos sociales por naturaleza. A falta de un fármaco, recurrimos a evitar los contactos y confinarnos; iniciamos un acercamiento virtual gracias a la tecnología (y la innovación), al tiempo que levadura y harina entraron en la lista de la compra para que la repostería fuera un aliciente en el confinamiento. En todo este tiempo, conceptos como ‘aplanar la curva’ (que siempre era ascendente) y ‘evitar el colapso’ (de hospitales colapsados) se convirtieron en mantra que ansiaba un halo de esperanza en nuestras recluidas vidas.

El llanto por los mayores que sucumbieron y el aplauso a los sanitarios no se sostuvo en el tiempo -olvidar es fácil y sencillo-, pues la cuestión era ‘volver a la normalidad’ a modo de insuflar ánimos y optimismo; se le llamó ‘nueva normalidad’ por no decir ‘cruda realidad’. La virtualidad conectiva llegó hasta la consulta del médico, que unos meses antes se vendía con una exclusiva innovación; pero el teletrabajo sólo ha sido una válvula de escape porque no estaba contemplado en muchas legislaciones laborales. El e-learning (las clases virtuales, a fin de cuentas), con dos décadas de iniciativas de implantación, entraron por la puerta grande acortando el paso de la presencial a lo digital.

Sí, ahora hay nuevos patrones culturales de comportamiento y la pandemia del siglo XXI ha puesto de relieve la importancia estratégica de la sanidad, la agricultura, la logística, la ciencia, la tecnología, la innovación y la formación. Y a la nueva luz de estas áreas lo que urge es hacerle un DAFO al país y la prueba del algodón a la gestión de los gobiernos, muy lejos siempre de la calle.



Seguimos viviendo un momento inédito y planteando cambios. Y… a partir de ahora, ¿qué? Habrá que estar siempre preparados para contrarrestar lo inesperado y mucho mejor formados frente a la adversidad diseñando un futuro que pueda hacerse realidad.

  

 

 

 

24 jun 2021

DE ESTO DE INDULTAR; UNA PINCELADA MÁS

 

Con esto de la excarcelación de los políticos presos por el prusés hemos sacado a pasear la cuestión del indulto.

Dice la RAE que esto del indulto es la gracia por la cual se remite total o parcialmente o se conmuta una pena. El Panhispánico del español jurídico profundiza hasta lo de medida de gracia que puede adoptar el Consejo de Ministros por la que se dispone la remisión de todas o alguna de las penas impuestas al condenado por sentencia judicial firme. Y colegimos con ello que es la extinción de una responsabilidad penal.

Poniéndonos finos, ‘indulto’ es un derivado etimológico del latín ‘indultum’, que me viene del verbo ‘indulgeo, indusi, indultum”; condescender, ser complaciente, ser indulgente con las faltas. Jerónimo García San Martín, que tiene un libro sobre la naturaleza jurídica del indulto mantiene que la filosofía del concepto arranca del sustantivo latino ‘indultor, indultoris’, el que perdona; el que favorece. Pues eso.

Aquí, en la vieja piel de toro, llevamos de indulting ya un tiempecito. Dicen que todo esto comenzó con el Fuero Juzgo, una traducción romance la de Lex Gothica de Recesvinto (año 654) completada por Ervigo (681), el que sucedió a Wamba. Ya habla el Fuero Juzgo de merced, como indulto. Y era una potestad regia, como aparece en el corpus recopilado por Alfonso X ‘El Sabio’ -Partidas (siglo XIII)- como potestad del rey lo de ‘misericordia, merced y gracia’ y merced viene, gracia va, llegamos a la ley de 1870 que sigue en vigor.

Y mira por donde, aquí llegados, una confesión que no busca indulto: escribiendo este post, por primera vez en mi puñetera vida me han servido lo de la lista de los 33 reyes visigodos que memoricé en mi Bachillerato; loado sea profe que me la hizo aprender y que, hasta hoy… para nada. ¿Pa qué me la aprendí?; no la puso ni en el examen. Pero Ervigio sucedió a Wamba; y Égica, Witiza y Rodrigo fueron los 3 últimos, pues en Guadalete/La Janda termina una historia que se nos sube, con el espatario Pelagio (Pelayo para los amigos), hasta Piloña y el Auseba. Bueno, en aquel Bachiller también me aprendí el código de colores de las resistencias, la tabla periódica de los elementos -Mendeleiev/Meyer- por grupos y columnas; y hasta la definición de Justicia en latín, y… ¿pa qué?

A lo que íbamos; al indulto, que, por cierto, me gusta más en la acepción taurina del mismo porque te lleva al ejemplar bravío para preservar raza y casta. Y echando un ojo a todo este tema… en cuanto a raza y casta… menudas, ¿eh?

Arranqué este post pasadas las 19h y no quiero hurgar mucho, pero yo me acuerdo ya de que durante el franquismo esto de indultar funcionó con los del caso Matesa y Juan Vilá Reyes con los ‘famosos’ telares sin lanzadera que ‘exportaba’ y ‘exportaba’ y los créditos no pagaba, o con los condenados del Proceso de Burgos, cuando la presión internacional obligó a Franco, en diciembre de 1970, a indultar a seis etarras condenados a muerte por el asesinato del comisario Manzanas en Irún, en el 68. La Transición, por su parte, arrancó con el indulto general por la proclamación de don Juan Carlos I (25/11/1975, que exceptúa delitos de terrorismo y conexos así como algunos delitos monetarios) que se amplió en 1977. Y desde entonces siempre ha habido indultos. Y en ningún momento estoy hablando de amnistías; sí de indultos.

He llegado, echando un ojillo a todo esto de los indultos, hasta el indultómetro que publica CIVIO, un grupo multidisciplinar de personas que quieren contribuir a la mejora de la calidad democrática en nuestro país (civio.es) donde tienen computados 10.622 indultos de nada, sólo desde 1996 a 2020, destapando el tarro de las esencias, dejando aromas de mixtura (de quien gobernara). Lo de indultar es también deporte nacional, aunque con lo de Juana Rivas te quedes un poco frío porque en esto también somos banderizos.


Parece que aquí, con la cartera de ministro de Justicia (que antes era de Gracia y Justicia; y debía ser por ello) te entregaban un cálamo para firmar. A partir de 1965 cambiaron el cálamo por un BIC naranja -que escribe fino, porque el BIC cristal escribe normal-, y ya en democracia el frenesí desaforado por firman indultos sin parar, para que luego los sancionen otros.

En el podio de ministros de Justicia firmantes tenemos, con el oro, a Margarita Mariscal de Gante (PP), franqueada por Ángel Acebes (PP) y Juan Fernando López Aguilar (PSOE), plata y bronce respectivamente. Francisco Caamano (PSOE), Mariano Fernández (PSOE) y Alberto Ruiz-Gallardón se llevarían los diplomas olímpicos si esto fuera -y parece que lo es- una competición.

A mí, de todo esto de los indultos habidos, lo que más me llama la atención son los llamados indultos mediáticos, que salen en los papeles y en las teles.

En este epígrafe encuadramos los de personajes notables de la política, la empresa, y tal y tal. Por ejemplo: el del orondo y dicharachero propietario de “Imperioso”, Jesús Gil y Gil, que fue indultado por dos veces y por dos regímenes distintos: en 1971, por Franco, por lo de aquella ampliación de restaurante de los Ángeles de San Rafel (sin licencia y sin tiempo de fraguar la cubierta de hormigón que se vino abajo sobre la convención de empleados de Spar a mediados de junio de 1969), y en 1994, por un Gobierno del PSOE para que el alcalde marbellí se presentara a unas elecciones, pues estaba condenado por estafa, al parecer menor.

Aquí también entra el del general Alfonso Armada, indultado de etnia castrense que, como no hay quinto malo, al quinto envío de solicitud de indulto, un Gobierno del PSOE (1998) nos lo indultó por empeoramiento de su estado de salud (estaba en el Gómez Ulla). El 24 de diciembre de 1998, El País contaba que: “El Consejo de Ministros acordó ayer indultar al ex general Alfonso Armada Comyn sólo 24 horas después de que el titular de Defensa, Narcís Serra, afirmase ante un grupo de periodistas que era "difícil" que el Gobierno adoptase tal acuerdo en estas fechas navideñas”. En este país ‘semos asín’.

Y, cómo no, el de José Barrionuevo (ex ministro) y Rafel Vera (ex secretario de Estado de Seguridad). Fueron condenados por malversación y por la chapuza de la que tal vez fue la primera acción de los GAL, secuestrando a Segundo Marey (uno de los del comando secuestrador se llamaba -sin maldad por referenciarlo aquí- Pedro Sánchez; había sido miembro de la Legión Extranjera, con lo que despejamos dudas) al confundirlo con Mikel Lujua. Por esta historia transitan José Amedo y Michel Domíngez y hasta 3 policías más del GOE que habían ido a secuestrar a un etarra a Francia y los pilló la Gendarmería; que para comandos en el Mar de la China no habíamos nacido. Historias transitorias para no dormir. El Tribunal Supremo avaló este indulto parcial -se perdonaban dos tercios de las penas- y el PSOE criticó que no fuera total.

Alfredo Sáenz, consejo del Santander, también consiguió un indulto (2011) del ministro Caamaño, entonces en funciones, sobre un asuntillo cuando estaba en Banesto. Había informe contrario y en 2013 el Supremo anuló los efectos del indulto. Y luego desde el PP se modificó la reglamentación bancaria para evitar casos similares.

En esta cesta de los indultos mezclamos churras con merinas y hay, desde luego que sí, niveles. Ahí tenemos los casos de juez Gómez Liaño o el de los comandantes sanitarios Ramírez García y Sáez García por la identificación de soldados españoles en el accidente de Trebisonda (lo del Yak-42); el caso de Juan Hormaechea, presidente de Cantabria, condenado por prevaricación y malversación de fondos; los indultos parciales a políticos socialistas como Luis Oliveró, Alberto Flores y Carlos Navarro por el caso Filesa, en aquello de Filesa, Maleza y Time Sport con aquellos geniales artículos de Carlos Van Schouwen en el Mundo… Me hago mayor.

Claro que, también hay quienes lo piden y no se les concede: Félix Millet (caso Palau), el balear Jaume Matas (diez juicios, dos años y medio entre rejas y, ahora mismo, ninguna acción pendiente), Julián Muñoz (caso Minutas), Carlos Fabra (por Hacienda)… o Antonio Tejero, para quien la Archicofradía de la Celeste, Real y Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced solicitó un indulto que el Gobierno no concedió; un tercer grado, sí.

Y, como guinda del pastel del indulto de hoy, el caso del indultado Sebastián Chano Rodríguez Veloso, nadador paralímpico gaditano que ganó cinco oros en los Juegos Paralímpicos de Sidney 2000 y tres oros y un bronce en Atenas 2004. Chano, que además vendía cupones de la ONCE, fue condenado a 84 años de cárcel por participar en varios atentados con explosivos en distintas ciudades españolas y por el asesinato del dirigente empresarial andaluz Rafael Padura. Secundó la huelga de hambre de los GRAPO de finales del 89 y tras 432 días quedó postrado en silla de ruedas; pero indultado. Había sido condenado por pertenecer a esa banda terrorista. Pekín y Londres completan su palmarés deportivo; en 2009 le concedieron la Real Orden al Mérito Deportivo. Pero eso no me borra su pasado y el asesinato de aquella tarde de septiembre de 1984 en la calle Luís Montoto de Sevilla.

Esto de indultar tiene su aquel que dicen y, banderizos que somos, tomamos partido.




19 jun 2021

DE AGUANTAR Y AGUANTAR, Y NUNCA DAR LA ESPALDA. DEL TURISMO, UNA VEZ MÁS

  

Por incordiar, me gustaría recordarles que España se convirtió en primer destino mundial del turismo ya en 1964 y que al finalizar la década de los sesenta el turismo representaba ya casi el 9% del PIB.

Y, desde entonces, el turismo ha estado salvándole el tafanario a la economía patria hasta que un maldito bicho se ha llevado la movilidad por delante; los desplazamientos y el contacto persona a persona que es el turismo y sus actividades y faenas, dañando gravemente la capacidad de un sector que aguanta y aguanta, sin dar la espalda, pero que merece que se atienda ahora, cuando aún puede reaccionar.

Gracias al turismo este país puso en marcha infraestructuras, sistemas de transporte, alojamientos, ocio, gastronomía y ejes comerciales, más o menos planificados, para exprimirle todo el jugo al turismo (al turista) como en una presse à canard de La Tour d’Argent, cuando el maestro Frederic Delair.

En la España del desarrollismo, el turismo impactó en la economía (divisas y más divisas) y en la sociedad española, acelerando la modernización social, para abandonar el negro perpetuo del luto anquilosado. El que se construyeran aeropuertos para que aterrizaran aviones con turistas mejoró la competitividad del país, desarrollando industria y actividad auxiliar. Hasta estimuló la inversión extranjera. Pero, sobre todo, hizo aflorar capitanes de empresa, como algún medio de la época llamaba a lo que hoy llamamos emprendedores, que sacaron brillo a ideas y neuronas, y no siempre a la par y por este orden. Poderoso caballero es don dinero y a avispados vendedores de elixires no nos gana nadie (excepción hecha de, Ramón Gambin Martínez “Ramonet”, Donald Trump y los charlatanes del Lejano Oeste, que hasta tienen muñequito de Playmobil. [Lo que es la fama, oiga]).

El turismo, aunque le produzca urticaria a más de uno, nos colocó en el mundo. Ya sé que más les hubiera gustado a esos gosplanistas que en vez de reclamos de turismo se montaran ocho o diez complejos tipo Siderúrgica del Orinoco, todos con mono azul, polainas y casco pardo, pero es que desde tiempos de Tartessos para acá hemos ido sacándole a esta tierra de damanes casi todo lo que encerraba y a falta de mineral (un yacimiento como el del Mutún, que todo hay que decirlo), ¿para qué más complejos grises que luego hay que reconvertir? ¡Sí al Turismo, sí!

Si es que es de chiste: ya en 1950, menos de medio millón de turistas nos dejaron de saldo medio punto del PIB… ¿cómo es que no nos volcamos más -ya entonces- con el turismo?

La respuesta es fácil: prácticamente nadie, en los gobiernos, tanto entonces como ahora, confiaba/confía -creían/creen- en la realidad del turismo. Y si lo hacen, el fantasma de la trasnochada pátina de la Teoría de las fuerzas productivas le sale a algún poltronado de actual bancada azul y le anima a decir que “el turismo español es precario, estacional y de bajo valor añadido”.   

Hoy el turismo es una seña de identidad de España y a pesar de todo lo que ha supuesto desde que a principios del siglo XX pensaron en él como la “industria de los forasteros”, tenemos relegado al Turismo del núcleo duro de las decisiones de gobierno; y desterrado de las acciones de gobierno. ¿Por qué?

Porque el turismo siempre ha sido una consecuencia sobrevenida y porque siempre se ha considerado que la política turística es un capítulo de la política económica.

El turismo es transversal (y todos quieren mangonear, lo que complica mucho la gestión mientras no esté en la cúpula de las decisiones y haya mucho Hemoal para calmar) y es una actividad muy joven en la que las políticas turísticas se combinan, de manera variable, en torno al crecimiento de la actividad (adecuándola al momento), planificación (que se puede ir de las manos), la experiencia vivida, el servicio consumido y el desarrollo de los recursos.

Aquí llegados, debo reconocer una cuestión: el que el turismo sea tan dinámico y cambiante, que siempre se tenga que estar reinventado, no contribuye a que se les preste la atención que merece. Pero es excusa de muy mal pagador.

Hubo un tiempo en se inventaron lo de “Civilización del Ocio” para ver si así no se le prestaba tanta atención al factor celeridad que lo ensombrece; pero ni por esas. Gozando de cierta invibilidad.

Ahora bien, hemos tenido destellos brillantísimos cuya luz cegadora nos ha hecho creer que se le daba cancha al turismo cuando, en realidad, se le utilizaba para sacar las castañas del fuego. En 1959, con el Plan de Estabilización y la nueva paridad de la peseta (hecho que mucho se nos olvida; de a 60 pesetas por dólar) nos pusimos en órbita… y ahí sigue el turismo, en órbita geoestacionaria, con el sambenito de que es imprescindible, y con moratones en la espalda de tanta palmadita.

Si hasta de habló del “milagro turístico español” en la década de los sesenta; pero fue porque financió el 71’5% del déficit comercial.

                                                                                                                            Benidorm

Y nos fue bien; y todo fueron parabienes, pero no se le subió al Olimpo de las decisiones.

Al producirse la primera crisis del petróleo (1973; que tardamos un año en sufrirla) el turismo ya representaba el 9’7% del PIB español, dando trabajo al 13’2% de la población ocupada. Casi 2 millones y medio de españoles vivían ya entonces del turismo y “la industria de las industrias” -como también se la llamó en un ripio poético- hacía funcionar la construcción, las fábricas de muebles, las de enseres, el butano, las gasolineras, los bares y restaurantes (chiringuitos varios), las eléctricas, los supermercados (y por ello el agro), los transportes, las distribuidoras, la artesanía, los espectáculos y las meninges de los avispados para generar productos turísticos.

Cuando las sucesivas crisis han ido haciendo mella en nuestro sistema, siempre se ha mirado al turismo pidiendo que tirara del carro (¡llamándole burro!) y la nobleza del sector ha sido capaz de sacar al país de otro y otro descalabro económico hasta el infinito y más allá. Y eso ha sido hasta hace nada, la década pasada, en pleno siglo XXI. Y ahora, si te he visto no me acuerdo.

De vez en cuando sale algún trabajo que reconoce al turismo, pero no le adjudica todo el mérito. Las partidas que financiaron la industrialización española en los sesenta y setenta fueron, por este orden, las divisas del turismo receptivo, las remesas de los emigrantes y las inversiones extranjeras. Gracias al turismo España experimentó desde los años sesenta un nivel de terciarización por encima de la media del conjunto de los países desarrollados. Y esto cuesta reconocérselo al turismo; como si la terciarización fuera algo malo.

En el siglo XXI el Turismo ha estado ahí, superando las crisis de las puntocom, el 11S, lo del Nasdaq, el lío de Merryl Linch & Lehman Brothers, los Hedge Funds, el capuzón de China, la crisis de la deuda europea y la crisis bancaria, la guerra de divisas… Y no ha pedido nada a cambio de soportarlas.

Claro, me dirán que la extraordinaria dependencia vacacional de Reino Unido, Alemania, Francia, Holanda y los países escandinavos por España ha jugado en esta partida a favor del Turismo y como siempre hemos tenido el sol de cara. Cierto, siempre tendremos el turismo como Ilsa tendrá París (¿No le dijo Rick ‘siempre tendremos París’ cuando Ilsa le pregunta por su amor antes de que él se quedara compuesto en el hangar y ella se fuera?).

El turismo ahora pide -como Emilio Delgado (Fernando Tejero) el conserje de la finca de la calle Desengaño número 21 pedía- un poquito de por favor. Y mucho sí, pero no. Vicente Boluda, presidente de los empresarios valencianos, decía en Benidorm, el jueves 10, que veía “poco o nulo apoyo” de las Administraciones, en manos de los políticos, al turismo. Y advertía del por qué: por que no creen en él. Por regla general, un político no cree en el Turismo; como mal menor, le es indiferente.

Y el turismo funciona porque a su favor juegan las ganas, la voluntad, el ideario de felicidad, la necesidad de los viajes y las vacaciones, el precio, la seguridad, el tipismo, la calidad y la cantidad de servicios que ofrece el país o que los turistas encuentran sin que hasta la fecha haya un rival -destino alternativo- capaz de ofrecer lo mismo. Últimamente la competencia es feroz en el Mediterráneo, pero España aún tira. Y con fuerza.

Saben que el turismo, aguanta y nunca da la espalda. Y eso es un problema. Resiliencia, también le llaman.

 

 

 

 

6 jun 2021

DEL CUENTO CHINO, LA INTELIGENCIA Y EL AGUA DE BORRAJAS

 

 

Hoy vamos de aplicar Inteligencia a las cosas.

El 11 de febrero de 2020, a través del monitoreo y análisis del dato que hace la Smart Office del Ayuntamiento de Benidorm -primer Destino Turístico Inteligente certificado del mundo (desde diciembre de 2018)-, se lanzaba el primer informe sobre el impacto en el turismo local, regional, nacional y europeo que podía tener la incidencia de la Covid-19. Se había vuelto de Fitur 2020 con la mosca detrás de la oreja y se aplicaba la IA (Inteligencia Artificial) y la apreciación de la IH (Inteligencia Humana), o lo que se sabía, practicando la proyección correspondiente. Ese informe no se equivocó en nada; 16 meses después sigue en plena validez.

Echando la vista atrás en este domingo de junio resulta que en febrero de 2020 y en un sitio como este, Benidorm, se sabía lo de China aplicando IA e IH; ¿y…?

El 13 de enero se había reportado en Tailandia el primer caso fuera del mudo gigante asiático. A partir de esa fecha comenzaron a reportarse casos en Taiwán, Malasia, Singapur, Corea del Sur, Japón, Vietnam, Nepal, Sri Lanka, Camboya, Filipinas… Emiratos Árabes Unidos… India… Australia… Estados Unidos y Canadá… Francia, Finlandia, Alemania, Italia y España. El 31 de enero España reportaba un caso (de un alemán) en La Gomera, cuando Italia había reportado el de dos turistas chinos en Roma. Ya estaban contabilizados 250 muertos y más de 11.000 contagiados en el mundo.

El jueves 28 de enero, la OMS había declarado la ‘Emergencia Internacional’; el 31 de diciembre de 2019 -prácticamente un mes antes- China había lanzado su alerta con 9.500 casos confirmados y 213 muertos, dijeron. El 26 de enero se reunieron los de la OMS y, a la vista de los informes, ¡48 horas después! sólo fueron capaces de decir que, a la luz de datos que manejaban y los intereses políticos que les atenazaban, “algo importante” estaba pasando en el Sureste asiático, pero que “no llegaba a urgencia mundial” (Didier Houssin, presidente -pa qué te quiero- del Comité de Urgencia Coronavisus-OMS).

Y eso que ya el 31 de diciembre de 2019 la canadiense BlueDot, con su software de rastreo generó la que se considera primera alerta mundial Covid19 analizando noticias y redes sociales a través de Inteligencia Artificial. Ellos tampoco, en esa fecha, llegaron a calificar de extrema la gravedad de la situación, pero identificaron las probabilidades y lugares. Desde entonces, ahí sigue BlueDot señalando el riesgo emergente y alertando a gobiernos, hospitales y aerolíneas que se encuentran entre sus clientes. Ellos advirtieron también de la incidencia en Brasil y la India. Lo suyo es, desde 2013, llegar a crear un sistema mundial de alerta temprana sobre enfermedades infecciosas y, hasta el momento, se han venido adelantando a los informes oficiales. La norteamericana Metabiota, la empresa de Nathan Wolfe (Global Viral), es otra de las que advirtió, en enero de 2020, de lo que se venía encima. Ambas analizan y detectan palabras clave en texto on-line proyectan sus informes de consecuencias, nada halagüeñas aún.  

La inteligencia Artificial funciona. Pero donde esté un cerebro humano que le de la chispa de ingenio que necesita el dato y sea capaz de ver el alcance de la situación, que se quiten lo robotizado. Vamos, como el anuncio de ahora de Aquarius, al más puro estilo ‘Black Mirror’: la IH (inteligencia humana) “le pone ganas” al análisis.

Y ganas le pusieron los médicos chinos y buena parte de la población en los primeros días de diciembre de 2019 cuando empezó a moverse por WeChat y Weibo que algo estaba pasando en Wuhan, algo sin precedentes: los médicos chinos sospechaban que no era una neumonía normal. En el resto del planeta (por no llamarle Mundo Occidental que puede herir a los que le la cogen con papel de fumar) esto comenzó a registrarse a través de escuchas activas de IA y a analizarse de inmediato. A la vista de los datos el MOBS Lab, de la Northeastern University de Boston, ha monitorizado la situación y considera que podemos estar hablando de 5.000 contagiados en Wuhan en el momento del primer ingreso hospitalario del 1 de diciembre. Y el 30 de diciembre las autoridades chinas comunican al hospital de Wuhan que estamos ante casos SARS, lo que provocó una alarma médica recordando la epidemia 2002/2004 con índice de mortalidad superior al 18% que se fue atenuando fuera de China.

El SARS apareció por primera vez en noviembre de 2002 en Foshan, en la provincia de Guangdong, en China. El gobierno chino trató de encubrirlo, pero saltó las fronteras, en 2003, a varios países del sudeste asiático, Europa y América del Norte. Provocó una alarma mundial debido al número de afectados y a que no se disponía -ni dispone ahora mismo- ni de tratamiento ni de vacuna aprobada. Hoy hablamos de 8.445 casos oficiales y 790 muertes reconocidas; y como vino se fue. En España tuvimos un caso. ¿Había vuelto el SARS? China en 2004 se llevó “una reprimenda” de las que don Pantuflo Zapatilla propinaba a los gemelos Zipi y Zape. Vamos, que no pasó del papel.

Hoy sabemos que a mediados de diciembre (entre el 12 y el 19) las autoridades pidieron a los hospitales de Wuhan reportar todos los casos y no hacer públicos esos datos, lo que disparó los mensajes por las redes que la IA captó de inmediato… y se habla de los 12 minutos clave del 19 de diciembre donde hay una eclosión de información en los chats en línea que ProMed, el Programa de Monitoreo de Enfermedades Emergentes, captó y comenzó a elaborar informes. ProMed es un programa de la Sociedad Internacional de Enfermedades Infecciosas (ISID) surgido en 1994 como un servicio de Internet para identificar eventos de salud inusuales relacionados con enfermedades infecciosas. Opera desde 32 países y busca y rebusca información y datos sobre patógenos y toxinas emergentes y reemergentes que afectan a humanos, animales y plantas.

SCIENCE PHOTO LIBRARY Ilustración de una espícula viral (rojo) de covid-19 acoplándose a los receptores (azul) de una célula humana.

La doctora Marjorie Pollack entró en acción y el 29 de diciembre de 2019 ProMed lanzó su alerta mundial a través de análisis IH, del informe de IA, ante el silencio de las autoridades chinas que ya tenían secuenciado el nuevo coronavirus y que aún tardarían 12 días en comunicarlo al mundo; bueno, fue el doctor Zhang Yongzhen quien se lo filtró al profesor Edward Holmes de la Universidad de Sydney… y, al ser detectado el envío, le cerraron el laboratorio. El Derecho Sanitario Internacional y su Reglamento habían sido conculcado y violado una vez más por China.

Las redes echaban humo y en los primeros días de enero de 2019 a las autoridades chinas no les daba tiempo a suprimir mensajes, por lo que muchos comentarios sobre la situación llegaron a todos los rincones del planeta. No se atrevieron a cerrarlas. YouTube también cobró protagonismo; tanto que, según el Comité para la Protección de los periodistas (CPJ), en Wuhan las autoridades chinas arrestaron a varios periodistas por coberturas que amenazaban la narrativa oficial de la respuesta de Pekín al virus.

Recordemos que hasta el 3 de enero China no respondió Al requerimiento de la OMS; y lo hizo con vaguedades. La noche anterior -2 de enero- la TV llamaba “traficantes de rumores” a los médicos de Wuhan que habían publicado en redes y comunicado al mundo lo que pasaba. Ahora se justifican diciendo que reclamaban que los médicos “transmitieran sólo información contrastada”… -¿por quién?- y en eso que contrasto y contrasto, hasta el 18 de enero no dicen que la transmisión de persona a persona es el modus operandi del virus. Si es que con China, lo que hagas, es salir trasquilado.

Y así me llego hasta las publicaciones Drasctic Research, un equipo radical, autónomo y descentralizado de investigación sobre la covid 19 desde el minuto 1 de 2019. Estos investigadores trabajan más con la IH (inteligencia humana) y se dedican a reunir, traducir e interpretar cualquier cosa -hallazgos, comentarios, noticias, informes y especulaciones- que se mueva en China a este respecto. Trabajan en Twitter, “por descarte” ya que, leo, Facebook y Reddit censuraban los mensajes que pusieran en duda el origen del SARS CoV2. En Twitter también, dicen, “pero menos”.

China no suelta prenda, ya llevo algún post al respecto, y todas las miradas -los informes, los datos, las interpretaciones, las investigaciones- apuntan allí, por el silencio y por las ganas de desviar el tema. Y así, el que se les escapara el virus de un programa de modificación en el laboratorio gana peso y obtiene visado de realidad..

… aunque por mucho interés que algunos le pongan, mientras China sea lo que es -una dictadura comunista- las cosas con esa República quedan siempre en agua de borrajas[1].

 

 

 

Con información recogida en BBC News, El País, El Mundo, La Vanguardia, The Telegraph, BlueDot, Metabiota, ProMed y DRASTIC

 

 

 



[1] La borraja es una planta originaria del norte de África, rica en diversos ácidos grasos (poliinsaturados, monoinsaturados y saturados). El agua de hervir borrajas (agua de borrajas) tiene una acción antiinflamatoria, revitalizante, emoliente e hidratante, pero también un papel en el alivio de los síntomas de la artritis reumatoide. Es una infusión que antaño se usaba como un método para sudar, entre muchos otros. Lo más importante de este líquido y por la que ha adquirido relevancia en la lengua para formar una locución verbal, está en la absoluta falta de sustancia y en la terrible insipidez que tiene su gusto.

5 jun 2021

DE UN ÁGUILA IMPERIAL

  

He leído hoy en El País lo del ‘deshonor del águila perdidade la legión romana que se vendía por Internet’ y que tras una acción de la Policía Nacional, el águila de una de aquellas legiones -de dos mil años de antigüedad-, reposa en el Museo Arqueológico Provincial de Badajoz. Hay más información de las monedas de un tesorillo que del águila, lo que ha dejado valor mi imaginación. ¿Y si era el águila de la IX Hispana, la legión perdida?

Lo de perder el águila era lo peor que le podía pasar a una legión romana. Aún recuerdo este detalle de Historia de cuando el bachiller; lo que unido a mi fascinación por el mundo de las legiones ha hecho el resto. Es que, de niño, no me cuadraba que una ‘centuria’ (que yo asimilaba a cien por cosas de Etruria) fueran sólo de 80; 10 contubernios de 8 hombres. Y en algún momento una centuria fueron menos; 30 y 60 hombres. Tardé en saber que centuria no deriva de cien, sino de centurión; el oficial que estaba al mando. Eso sí, el penúltimo rey etrusco, Silvio Tulio, sistematizó su ejército en centurias de cien hombres; 60 centurias constituían una legión.

Pero eso era con los Etruscos. Ya con los Romanos, digamos que, por término medio, 60 centurias de 80 hombres componían una legión (4.800 hombres). Hacia la época Flavia (69 dC), al duplicar sus efectivos la primera cohorte, creció la legión hasta los 5.120 hombres. 6 centurias formaban una cohorte; y la primera cohorte de cada legión era la más destacada y aguerrida: la élite militar.

Cuando en el siglo IV aC los galos saquean Roma (por primera vez) se decide la creación de una fuerza militar más eficaz que el sistema hoplita imperante y se recurre a la idea modular de legión, más flexible en todo tipo de terreno. El cónsul Cayo Mario (107 aC) introdujo la cohorte como unidad táctica legionaria, uniformemente armada, e intensificó el entrenamiento físico y militar, aplicando una mayor disciplina. Y a cada legión podía elegir un emblema propio, siempre que un águila de plata fuera su máxima insignia. Pretendía Mario imbuir espíritu de unidad y conseguir que las legiones compitieran entre sí en valor y sacrificio.

Apuntemos aquí ahora que hasta el siglo I aC, las legiones de la República romana se nutrían de levas temporales para campañas militares específicas; al concluir la campaña, eran licenciadas las tropas. Ciudadano era sinónimo de soldado. En ese siglo I aC empiezan a no licenciar la totalidad de la unidad al entrar en el periodo de las guerras civiles (49 al 30 aC), manteniéndose activas múltiples legiones.

Cuando Cayo Octavio Turino (César Augusto, sobrino-nieto de Julio César) se hace con el poder e inicia el Imperio Romano (27 aC; hasta el año 476) tras sofocar las últimas rebeliones, en el año 30 aC disuelve las más de 50 legiones existentes y con los veteranos de 28 de ellas conforma el primer Ejército imperial, profesional, con servicio activo en armas por 25 años y licencia con honores y tierras.

Al hablar de legiones, nos referimos a las que estaban integradas por ciudadanos romanos, porque luego estaban las tropas auxiliares, que llegaron a representar 2/3 del Ejército imperial entre el 30 ac y el 284 dC; su composición era similar en número y estructura a la legión, pero no eran ciudadanos romanos. Sólo los mandos principales. Para las tropas auxiliares servía cualquiera. Y las auxiliares incluían lo mejor de cada pueblo más o menos romanizado: hostigadores, arqueros, honderos y caballería; se ocupaban de atacar por las alas y de las acciones de pillaje, escaramuza y represión.

Pero a lo que vamos; del águila, el símbolo por antonomasia de las legiones.

Plinio el Viejo, que fue praefectus alae (comandante de caballería; tropas auxiliares) durante 12 años en Germania, contó que el haz de paja o helecho (el maniple) que sobre una lanza que fue el símbolo inicial de las legiones romanas se cambió por símbolos de animales: el lobo, el toro, el caballo, el jabalí o el águila. Pero, a partir de la reorganización del 107 aC., el águila voló más alto. Y la seguían donde fuera. Cuando en el año 43 aC las legiones se plantan ante las costas de Britania (¿Chichester, Southampton o Richboroung?), ante las dudas de echar pie al agua de los legionarios, el aquilifer (portador del águila) de la XX Valeria Victrix dio el salto y… todos lo siguieron. El águila de la legión era el corazón de la unidad.

Aquilifers y Signifers; en la Columna Trajana
                                                    Aquilifers y signifers, en la Columna Trajana

Una de las misiones del aquilifer era impedir que el águila cayera en manos del enemigo; la pérdida del águila -la mayor tragedia- significaba la mayor deshonra; y, al menos, cuatro águilas, desaparecieron: las de las legiones XVII, XVIII y XIX en el bosque de Teotoburgo, y la de la IX Hispana… pero no sabemos dónde.

Aquí llegados he recordado que el emblema de la IX Hispana en el estandarte era un toro y que algo le tuvo que ocurrir, algo muy grave -algo que los cronistas no han querido transmitir-, para que a mediados del siglo II se pierda el rastro de la IX Hispana. Debió ser algo por lo que perdió su águila en combate… y fue disuelta. Nunca más se reorganizaría la legión ni se recuperaría nada de ella; de la XVII Classica, Germánico recuperó los estandartes y los llevó de vuelta a Roma; pero no el águila.

Y en el caso del águila recuperada en Extremadura no hay referencia a la legión a la que pudo pertenecer; desde luego que no es de la IX Hispana, que es la legión perdida de muchos.

La Legio IX Hispana fue creada por Pompeyo a mediado del I ac (junto las legiones VI a VIII; Ferrata, Claudia y Augusta); dirigida por Julio César en la Hispania Ulterior (Andalucía), de aquí, fue enviada a la guerra de las Galias (58 a 51 aC), exhibiendo siempre un toro como estandarte. Estuvo en las campañas africanas de César y en el 43 participó en la invasión de Britania y se enfrentó a las tropas de Boudicca (Boadicea); incluso sofocó la revuelta de los Brigantes. Octavio recurrió a ella en el 36 aC para hacer lo propio en Sicilia y de allí fue enviada a Macedonia. Y a Macedonia volvió tras participar en la batalla de Actium, en la que Octavio derrota a Marco Antonio y Cleopatra. Tras su estancia balcánica, regresa a la Hispania Tarraconensis para participar en las guerras contra los cántabros, donde se ganó el nombre: ‘Hispana’. Estuvo después en Germania y en las tierras del Danubio; incluso bajó a Numidia (en lo que hoy es Argelia) y subió de nuevo a Britania, donde labró aún más su gloria militar, para volver al continente y establecerse en tierras holandesas (Nimega)… hasta que en el año 132 dC se pierde su rastro (por perder el águila).



Hay quien pierde el rastro un poco antes; para algunos la IX Hispania es la legión perdida en Britania que ha generado literatura, cine y televisión a chorros… hay quoienes sostienen que fue aniquilada por los scotti/pictos en Escocia. Pero hay investigadores que la llevan a sucumbir en la rebelión de los catos, en tierras holandesas. Otros sitúan el desastre en Armenia, en la Capadocia y hasta más allá. ¿Qué le pasó a la IX Hispana?

No lo sabemos; pero su nombre fue eliminado de los registros y en la relación de legiones en la época de Marco Aurelio (año 161) ya no aparece… aunque algún día su águila aparecerá como lo ha hecho la de Badajoz, gracias a las investigaciones de la Brigada de Patrimonio Histórico de la Policía Nacional.