7 dic 2019

DE LO DE MADRID Y LA CHICA ESTA




Hasta el Madrid ha jugado hoy de verde. Esto puede conmigo. Y no es el fútbol.

He leído, no comparto, que Alexander von Humboldt, el barón de Prusia que nació en el Berlín de Federico el Grande un 14 de septiembre de 1769, fue el primero en cuestionar, tercio final del XVIII, que esto del clima nos iba a llevar a mal traer. Joseph Fourier, el matemático francés que consiguió resolver la ecuación del calor, que había nacido sólo un año antes y había dado una explicación al efecto invernadero (1824), fue quien le puso sobre la pista.

Pero fue una mujer, la climatóloga estadounidense Eunice Newton Foote la primera en echar la culpa (1856) de lo que pasaba al CO2: “el mayor efecto lo he encontrado en el gas ácido carbónico”.

Pues nada, que han pasado 163 años y aún andamos con esto. Y no ponemos remedio. Y no tiene buena pinta.

A la señora Foote no se la creyeron ni en el mundillo académico ni en el industrial, incluso cuando John Tyndall (1859) demostró que estaba en los cierto. Eunice, la señora Foote, ha tenido que esperar a 2011 para ser redescubierta, y a 2016 para reconocerle su advertencia a la humanidad. Esto va así.

Que esto no es de hoy: cuarenta años después de Eunice, el sueco Svante Arrhenius (1896) expuso que “la reducción de un 40% de CO2 en la atmósfera podría reducir la temperatura en Europa unos 4-5 °C”. Arrhenius fue el primero en señalar lo que entonces se llamó “sensibilidad climática”. El sueco estimó que “las emisiones industriales de CO2 serían un factor relevante en los próximos miles de años”… y ha pasado poco más de un siglo.

Arrhenius murió (1927) con su teoría rebatida por su colega Knut Angström; entonces no lo llamaron negacionismo.

En 1931 el físico norteamericano  Edward Olson Hulburt rehízo los cálculos y rebatió, a su vez, a Angström, con más pena que gloria, hasta que ésta -la gloria- se la llevó el británico Guy Stewart Callendar en 1938 dando su nombre -Efecto Callendar- al aumento de temperatura que nos ocupa y que dicen es debido al CO2 antropogénico.

¿Qué pasa?, ¿Qué han estado jugando con nosotros todos estos años?



Pues parece ser que sí. Y en juego entran interese políticos y económicos junto a peculiares personajes recientes como sir Krispin Tickell, Nicholas Stern o Paul Krugman. Sus informes han generado ríos de tinta y océanos de palabras, con sus corrientes y todo. Ah, me quedo con William D. Nordhaus, que recibió en 2018 el Nobel de Economía -junto a Paul Romer- por desarrollar un modelo cuantitativo que reproduce la interacción entre el desarrollo económico y la evolución del clima a escala global… al que pocos dedicamos tiempo.

Resulta que tantos años de industrialización y emisiones de gases han interactuado en la composición química de la atmósfera. Edwar Teller, el padre de la Bomba H, un físico nacido en Hungría y que huyendo de la revolución comunista de Bela Kun pasó a Alemania, donde vio llegar a los nazis, terminando por exiliarse en los EEUU, aprovechó su posición (1955) para encontrar, incluso, un culpable: los combustibles fósiles. Pero, de nada sirvió.

Todos nos fijamos en los EEUU y poco -o nada- hablamos de los demás. Hay países mucho más “contaminantes”, pero los “apestados” son los yankees desde que Lindon B Jhonson se negara a aceptar el informe (1965) que le urgía tomar medidas… y así llegamos al particularísimo Donald J Trump. Claro, que también es allí donde se plantean las medidas: Alan Greenspan y Paul Volcker, junto a 27 premios Nobel y los últimos presidentes de la Reserva Federal -tanto demócratas como republicanos-, piden un impuesto al carbono para que su coste social (la externalidad en el clima) se tome en cuenta en las decisiones de los actores económicos.

El caso es que las alertas llevan ululando con la sostenibilidad la tira de años. ¡Que viene el lobo, que viene el lobo! ¿Debieron decir que venía Greta?

Ya en 1968, hace 51 años, los Informes del Club de Roma (21 informes, desde entonces) metieron el miedo en el cuerpo. Pero nada más. El último, de 2016 –“2052: Una proyección para los próximos 40 años”- apenas si ha sido comentado.

El informe de 1972, que lo realizó el MIT, fue impactante: “Los límites del crecimiento”. ¿Recuerdan? Lo realizaron tres investigadores con el modelo computacional global World3. Ahora todos destacan la autoría principal de la doctora Donella Meadows. Sus doce puntos de influencia son aún básicos en investigación sobre este tema.

Sin entrar en el clima, simularon el crecimiento planetario y llegaron a la conclusión que de seguir así el planeta no era sostenible. En 1992 se actualizó el informe -Más allá de los límites del crecimiento- y ya habíamos superado los límites de carga del planeta de 1972. En 2002 se reactualizó -Los límites del crecimiento 30 años después- y se mantenía la pesimista conclusión de 1972. Que no sigan, que es peor,

Pura cuestión de sostenibilidad, más que emergencia climática en sí misma. 



Los Informes del Club de Roma, al menos, despertaron tenue concienciación. Así llegaron la 1ª Conferencia Mundial MaB (Estocolmo, 1972) sobre un programa MaB (Man & Biosphere) que había nacido en París, en 1968, de la mano de la UNESCO. La “Conferencia de Estocolmo” (1972; ahora llamada 1ª Cumbre de la Tierra) generó el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y sentó las bases para la primera Conferencia Mundial del Clima -que toda va ligado-, que se celebró en Ginebra, en 1979… y entre gin-tonics ha ido penando el tiempo.

Convocada por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), en Ginebra se trató el tema del calentamiento global y de cómo este podría afectar a la actividad humana, reconociendo hace 40 años el tema como un problema grave para el planeta. La Conferencia emitió una declaración convocando a los gobiernos del mundo a controlar y prever cambios potenciales en el clima, provocados por el ser humano, que pudieran resultar adversos para el bienestar de la humanidad. En aquella cita ginebrina del 79 se estableció el Programa Mundial sobre el Clima (PMC), bajo la responsabilidad conjunta de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y el Consejo Internacional para la Ciencia… ¿Y? Pues eso.

¿Se me acuerdan del Informe Bruntland de 1984? “Nuestro futuro en común”, llevaba por título; y nos dejó el concepto “desarrollo sostenible”, que ahí está.

Y por estar, ahí están las Conferencias de las Partes (COP), que -con esta de Chile/Madrid- suman ya 25. Y todas las cumbres que nos hado por montar: que si la Cumbre de Río (1992) con su Convenio Biodiversidad, el Programa 21, el Convenio sobre el Cambio Climático, el Documento sobre los Bosques y la Carta de la Tierra (muy bonita, ¡Oiga!), que si la Cumbre de Nueva York (1992; Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), que si la Cumbre de Kyoto (1977) con su protocolo y todo; que ni nuevamente en NY la Cumbre del Milenio (2000); que si la Cumbre del Cambio Climático (Bonn; 2001), que si la Cumbre Mundial Desarrollo Sostenible (Johanesburgo; 2002). Haciendo tanta cumbre hemos dejado a Juanito Oyarzábal y sus ochomiles a nivel de un senderista aficionado.

Y, lo peor: que volvemos de ellas con el petate lleno de papeles y vacío de contenido.

Y este post viene porque me sale, con lo de Madrid, la niña Greta hasta en la sopa. Y no la aguanto: no me entra por los ojos. Entiendo lo suyo; pero a ella no.

Dicen que es un símbolo: “mujer, joven, decidida, con Asperger”; que eso último, no sé yo la importancia de destacarlo. Gabriela Warkentin -la mejicana- en su Parada de Postas contaba el otro día (25 de septiembre) en El País que “la fuerza del símbolo no está en la literalidad de su discurso sino en la potencia de la convocatoria”.

Bueno, pues la tiene. No me gusta Greta; pero tiene convocatoria. ¿Es lo que estábamos esperando?

Y me reconforta leerle a Gabriela que “Greta no es la solución; pero ojalá sea un llamado de atención”. Llamado, como se dice por allí; llamada, como decimos por aquí. Ojalá que sea eso; ¡¡somos tan banderizos!!

Es que, en mi pueblo, sin pretensión, tengo mala reputación. Y en el mundo, pues, no hay mayor pecado que el de no seguir al abanderado. Todos, todos me miran mal; salvo los ciegos, es natural. Y no es cuestión de propia fe.

Y a ver si de esta nos ponemos las pilas…. ¡Cielos, no; que contaminan!

18 nov 2019

DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE BENIDORM (y II)




Seguimos donde los dejamos ayer, y en  septiembre de 1972 llega, desde Oriéntese, Semanario Alicantino, la primera crítica a la construcción del Museo Arqueológico de Benidorm. Viene firmada con las iniciales R.B.: “El paraje es bellísimo, el llamado Castillo de Benidorm es estupendo, viendo con pena que el estilo que se va a imprimir a dicho edificio no concuerda y rompe la línea armónica de dicha zona”.

Y, ¡cómo no!, el bueno de Juan Portolés respondía a R.B. -el 23 de septiembre- y le aclaraba que “de no hacerlo allí -en la plaza del Castillo- el terreno revertiría al Estado, perdiendo Benidorm la concesión del solar”… y porque el Grupo 13 quería hacer algo tangible. Portolés señala que el tal R.B. escribe así porque no conoce el proyecto que, dice Juan, “está en perfecta armonía con el paisaje”. Y anuncia que “antes de un mes entregaremos el edificio a la ciudad”.

Alzado Sur, del proyecto

Pero algo estaba pasando con las obras del Museo porque ese mismo 23 de septiembre, Ángel Luís firma un suelto en Ciudad con un recriminativo “Más hacer y menos hablar… ¡Charlatanes!” criticando la palabrería de algunos que ponen trabas al museo.

Pese a todo, en diciembre de 1972 el Museo Arqueológico de Benidorm estaba a punto. Se hacían eco de ello desde El Vigía, diario marítimo de Barcelona, al semanario de edición nacional EDITUR, o La Gaceta del Turismo, con el mismo añadido: “una vez terminado el trabajo de la puesta en marcha del referido museo tiene la intención -el Grupo 13- de la realización urbana de la Plaza de Emilio Castelar, o del Castillo, con la construcción de un mirador circular al Mediterráneo, a modo de los anfiteatros griegos o romanos”. Proyectos no faltaban… pero estaban muy creciditos.

Así, el 11 de enero de 1973 se anunciaba la finalización de la construcción del edificio del Museo Arqueológico de Benidorm. Y, como siempre, ahora venía lo gordo: dotación para estanterías y vitrinas, iluminación  y todo lo demás. Aún quedaba tajo.

11.01.1973; Ciudad informa

Pero casi seis meses después, en junio, el Diario Información se preguntaba: “¿Qué ocurre con el Museo Arqueológico?”. Las obras llevaban cuatro meses paralizadas. Y el tema era grave.

Resulta que transcurrido un año desde la cesión del terreno, si no estaba terminado el proyecto, las obras revertirían al Estado y este podría sacar a pública subasta tanto el terreno como lo que sobre él estuviera. Se hablaba de una repercusión económica importante. Los promotores había calculado unos 300.000 visitantes años que pagarían 10 pesetas por entrar, a lo que sumar las ventas de la tienda de un museo que no había costado nada al Ayuntamiento y produciría 4’5 millones de pesetas al año.

Pero las obras estaban paradas. El motivo de la paralización, se decía, es que en el periodo de exposición pública había habido alegaciones. Algunas habían sido resueltas sobre el tema de viales, pero había aparecido una más oponiéndose a que el museo tuviera ese fin porque esperaban que fuera la construcción para un equipo de fútbol -así lo reflejó la prensa- y la Comisión Provincial de Urbanismo, leo en el Diario Información del 2 de junio de 1973, con la firma de Pirula Arderuis, lo estaba estudiando. Lo cosa era grave: hasta podía ordenar su demolición. El alcalde Reverte denunciaba un empeño en que la iniciativa fracasase.

Mientras tanto, Enrique Llobregat, que dirigía el museo por ser director del provincial, se descolgaba, a favor del museo, diciendo que “según el testimonio del propio alcalde, él y otra persona solamente conocen el lugar exacto en una montaña cercana a la villa de una necrópolis ibérica con más de trescientas tumbas”. A estas alturas, frente al edificio terminado, se amontonaban viejos cañones extraídos del mar.

El 10 de agosto la sueca Solveig Nordstrom se preguntaba, desde las página de Ciudad, ¿cuándo estará abierto? (el museo). La señora Nordstrom hacía excursiones con grupos escandinavos por la comarca y destaca la riqueza patrimonial de Benidorm y habla del poblado ibérico de La Cala.

El 23 de septiembre Ciudad publica una foto de la puerta cerrada del museo defendida por dos cañones en sus nuevas cureñas bajo el titular: “Prohibido el paso”. En noviembre, Pepet le dedica unos versos al cerrado museo: En els canons tirats per terra, allí en lo més alt del Castell, el museo es fa ja Vell, sense fonar ni pau ni guerra. Jo no dic lo que deu de ser, ni vullc tampoco ficar el nas, haurà que resoldrer el cas, i d’ell algo tindrem que fer…”.

En noviembre, el quincenal El Bar decía que “Aún hay esperanzas de futuro para él”, refiriéndose al Museo. Y publica las respuestas de seis personas al respecto. Vicenta Pérez Espasa (consejera local del Movimiento) que no da relevancia al museo; Ismael Planelles Dalmau (galerista de Arte) que habla de ilegalidades al Patrimonio; Juan Fuster Zaragoza (director del Colegio Lope de Vega) plantea que “no debió hacerse nunca”; el promotor Jaime Puchades no lo considera de primera necesidad; Carlos Sambeat (presidente del Skal Club y uno de los promotores) que señalaba que “es lo único que hay en Benidorm de prestigio cultural” y se reafirma en “la buena fe de cuantos de una manera altruista han intervenido en su edificación”, reconociendo -¡y aquí está la madre del cordero!- que no se llevaron a cabociertos trámites”. Finalmente, Luis Duart Alabart, el párroco-arqueólogo, destaca que “Benidorm necesita un museo”. Y el padre Duart da una pista de la irregularidad: “ocupa más terreno del que realmente le corresponde”.

Y en eso nos quedamos. El 14 de diciembre, nuevamente en Ciudad, Manuel Ballestero habla de “El museo de las 13 ventanas” y con habitual pluma define el museo, al que ‘le sobra una ventana’, como el que va a mostrar “un Benidorm pretérito, escrito en las piedras y firmado en los objetos”.

En marzo de 1974, Canfali, da cuenta del Expediente 94/73 de Cambio de alineaciones en la zona del Castillo calificado como infracción urbanística -desde el 1º de febrero- por no tener licencia de edificación instando a la corporación a que, “atendiendo a razones legales, económicas, urbanísticas y estéticas adopte la resolución que proceda en orden al derribo a la legalización de la situación”.

01.02.1974: derribo o legalización
El Museo Arqueológico de Benidorm, al final, exhibió las rencillas internas de las gentes de este pueblo y nunca se abrió como tal. Hubo un gasto de dinero importante, de unos pocos, y un derroche de ilusión, de los mismos, ni compartido, ni correspondido. “No podemos permitirnos lujos de piqueta demoledora”, decía, a modo de Editorial, el semanario Ciudad, de donde surgió la idea.

En la primavera de 1974, el delegado de Cultura del Ayuntamiento de Benidorm, Vicente Pérez Devesa, y el delegado de Cultura del Consejo Local del Movimiento, José Such Ortega, tuvieron que lidiar el astado… y se decantaron por la biblioteca.

El 1º noviembre de 1974, Juan Portolés, en su Punto Final del semanario Ciudad, saca a relucir la cuestión clave: “va mi amigo Pérez Martorell y declara que quienes dieron su dinero para construir un Museo debieron pensar que el hacerlo allí, precisamente en el Castillo, iba a sentarles mal a los nativos”…

Pocos días después el sus sección Flash de la Costa Blanca, del semanario de información y documentación turísticas EDITUR, Miguel Alberto Martínez Monge anunciaba que por acuerdo plenario el edificio originariamente pensado para albergar el Museo Arqueológico de Benidorm albergaría la Biblioteca Municipal “Gregorio Marañón”, “posibilitando a sus habituales usuarios el disfrute de una mayor comodidad para la lectura y servicios de préstamos” de libros en español, francés, inglés, alemán, flamenco, italiano y ¡¡esperanto!!

El genial Manuel Sánchez Luís lo dejaba claro: “existía un sitio y existía una carencia”. Y por ello el Grupo 13 se empeñó en el reto. Decía mi amigo: “La corporación presenció la construcción durante varios meses sin acusar su error de principio”.

El 14 de noviembre de 1974 el secretario del Ayuntamiento de Benidorm, Juan Antonio Baldoví Nácher trasladaba al presidente del Grupo 13 de Arte y Cultura la notificación del Acuerdo del Pleno de la Corporación, del día 5 de noviembre, donde se hacía constar “el agradecimiento de la corporación a las personas que en su día promovieron y financiaron la construcción del edificio… por el entusiasmo puesto al servicio de esta iniciativa y el acto de liberalidad de las personas que contribuyeron”.

Un agradecimiento que costó casi 2 millones de pesetas (de 1973) a unos particulares

El edificio del Museo Arqueológico de Benidorm convertido en Biblioteca saludó al Siglo XXI, pero cayó bajo la piqueta y en su lugar se levanta ahora una excrecencia urbanística. La biblioteca -Central de Benidorm- encontró alojamiento en la Plaza de Sus Majestades los Reyes de España, edificio Capitol, y cualquier pieza arqueológica que aparece en Benidorm, como marca la regulación, termina en el Museo Arqueológico Provincial.  

Y, a todo esto, yo me pregunto: ¿Qué contiene el ánfora fundacional del castellum romano de Benidorm?









Nota 1.- En la Urbanización Mont Benidorm hay un rótulo que reza: Museo Arqueológico de Benidorm. Es un local vacío que, en ocasiones, utilizan los arqueólogos dela UA en sus campañas de excavaciones en el Tossal de la Cala.



Nota 2.- En 2014, una exposición recogió la historia de la Biblioteca de Benidorm. Comenzó su andadura en la Calle del Pal, en 1972. Pero es que hoy hablábamos del Museo Arqueológico… en cuyo edificio recaló en 1975










17 nov 2019

DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE BENIDORM (I)




Cuando tuve la oportunidad de plantarme ante el ánfora fundacional del castellum romano del Tossal de la Cala vino a mi cabeza una mezcla de realidad y fabulación sobre la breve historia del Museo Arqueológico de Benidorm, una idea que, así me lo han contado, surgió del Grupo 13 de Arte y Cultura… Y de la que no queda más que el recuerdo…

Bueno, el recuerdo y recortes de prensa… un puzle para recomponer la historia.

Lo que sí que es cierto es que el museo se murió (algún titular de prensa le dedicaba un RIP) pero es que entre todos lo mataron. Hoy, como homenaje a aquellos dieciocho impositores, este Post.

La iniciativa la arrancó el semanario Ciudad y en la edición del semanario Ciudad del sábado 18 de diciembre de 1971 leo: “Otra iniciativa de Ciudad. La urgente construcción del primer museo de Benidorm: el de Arqueología. Necesitamos para ello veinte donaciones de cien mil pesetas a fondo perdido. La industria benidormense tiene la palabra”.

El semanario Ciudad era una publicación alcoyana que sacaba edición propia en Benidorm.

La idea original buscaba constituir el Patronato del Museo. Se integraba en él al Ayuntamiento, al que se le entregarían 2 millones de pesetas recaudados entre la sociedad civil para construir el museo. Y el beneficio de la explotación del museo revertiría en el Patronato que se implicaría en promover otra realización cultural nueva. Suena cuento de la lechera, pero tenía pintas de ser una maravillosa pescadilla que se muerde la cola.

Casi un mes después, en la edición del 15 de enero de 1972, Ciudad anunciaba que “El Museo Arqueológico de Benidorm será una pronta realidad. Nos llegan las primeras aportaciones a fondo perdido” y en la edición del 12 de febrero se cita a los emprendedores iniciales de la iniciativa: la empresa CONINCA, SA (Teixidó, Caballé y Romero García),Estructuras y Cerramientos (Sánchez), Promotores Reunidos (Rodríguez), COBLANCA (Sánchez Luís), IBERVIAL (Solera) y a los particulares Spodeck, Quesada, Portolés y Alemany. Se daba cuenta en las páginas del semanario de que al día siguiente, 16 de febrero, en la Caja de Ahorros del Sureste de España se firmarían tantos los compromisos -incluido el de donación a la ciudad de la obra del Museo- como los Estatutos.

Hasta el Diario Información, el día 28 de enero, se hacía eco de la gran noticia para Benidorm -“Inmediato Museo Arqueológico”- anunciando que el doctor Enrique Llobregat, director del Museo Provincial de Alicante, “va a dar un cursillo a un grupo de jóvenes de Benidorm para que se entrenen en técnicas de excavación arqueológica” pues al derribar el viejo cuartel se excavaría en la zona previo a la construcción del museo.


El viejo y destartalado cuartel, con los cañones en la puerta.
Al día siguiente, 29 de enero, Ciudad señala que ya había recaudadas 900.000 pesetas y cita las aportaciones “significativas” de seis hoteles, una constructora y la Caja de Ahorros Provincial del Sureste.

Trasera del cuartel; menos cochambrosa (si cabe) y con macetitas y más cañones olvidados

La primera junta del nuevo y constituido Patronato del Museo se celebró el 19 de febrero. Presidió la sesión, leo en Ciudad, una réplica de la Tánit báquica “que Brian ha traído a la tertulia junto con una bola de hiero que no es otra cosas que una bala de cañón de la Edad Media que Brian, experto buceador, ha encontrado en sus búsquedas submarinas en las inmediaciones del castillo de Benidorm”. Y concluye la noticia: “se habla largamente de los hallazgos en este sentido efectuados por diversas agrupaciones y personas”. Interesante, pues el cursillo del doctor Llobregat.

El viernes 25 de febrero, nueva reunión del Patronato en la que se anuncia que el lunes 28 “comienza la demolición del antiguo cuartel de la Guardia Civil”, en la Plaza del Castillo, donde se levantará, “a expensas del Patronato de Cultura y Arte de Benidorm”, el Museo Arqueológico.

Esto iba rápido: el 26 de febrero ya conocemos todos los donantes con aportaciones de 50.000 y 100.000 pesetas: CONINCA, SA, los hoteles Calypso, Orange, Don Juan, Helios y Presidente, la Caja de Ahorros del Sureste de España, Promotores Reunidos, Estructuras y Cerramientos, ServiHotel, y los particulares Vicente Alemany, Pedro Solera, Héctor Spodeck, Manuel Sánchez Luís, Juan Portolés, Carlos Sambeat, Antonio Quesada, Mario Ayús y Arnold Kunkenkorn. Conseguida la cantidad de 1.450,000 pesetas, el arquitecto Juan Jesús Pérez Zaragoza redacta el proyecto. CONINCA, SA se ofrece a realizarlo como contratista del Ayuntamiento “sin derechos económicos de clase alguna”. Constaba de tres plantas y más de dos mil quinientos metros cuadrados útiles.

José María Caballé lidera el escrito que se dirige al alcalde el 4 de marzo de 1972 ofreciendo, en nombre de los anteriormente relacionados, la financiación y realización material de las obras, de conformidad con el proyecto aprobado por el Ayuntamiento, en suelo municipal cedido, en su día, por el Estado para tal construcción. Las condiciones que imponen es que el edificio, que pasará a ser propiedad del Ayuntamiento, debía ser conservado y destinado a Museo y que los beneficios que se obtuvieran de su explotación museística fueran destinados al fomento de la Cultura y del Arte.

En marzo, el día 4, se celebró pleno del Ayuntamiento de Benidorm y el periódico Ciudad califica de ‘lisonjera’ la actitud municipal en el pleno y destaca la participación de CONINCA, SA en el proyecto. Vamos, que adelante.

Y a todo esto me entero de que don Gregorio Marañón Moya, como director del Instituto de Cultura Hispánica, inauguró el 8 de abril de 1972 la Biblioteca Pública Municipal, que al poco llevará su nombre. Y ahí lo dejo; que mucho bikini, pero don Gregorio inaugurando la biblioteca.

Y tras esta cuñita, marcando un entreacto, seguimos con el Museo.

La demolición del viejo cuartel de Carabineros, luego de la Guardia Civil, comenzó el 26 de mayo, “a primeras horas de la mañana”. El propio alcalde, José Manuel Reverte, “tomó parte personalmente… pilotando un tractor que dio en tierra con la vieja edificación”.

El tractor que derribó el viejo cuartel

El 3 de junio de 1972 Ciudad da cuenta del “Sencillo, aunque emotivo y trascendente, acto presidido por el alcalde de la ciudad”. Se trataba de la colocación de la primera piedra del museo: “Construye CONINCA, SA. Promovido y sufragado por el Grupo 13”.

El alcalde Reverte coloca la 1ª Piedra del Museo Arqueológico de Benidorm

El acto revistió la particularidad de que asistieron a él los participantes en el XI Rallye de Coches Antiguos. El alcalde Reverte colocó en la urna de la primera piedra un Saluda dirigido al arqueólogo que fuera a abrirla “dentro de algunos siglos”, unas monedas y una foto, previa, del acto. Un cóctel, “en el hotel de moda de Benidorm”, el Hotel don Pancho en 1972, puso el colofón al acto.

Pero el 14 de julio, leo sobresaltado en Primera Página que “el relevante e histórico hecho (la colocación 1ª Piedra) ha pasado a mejor vida. RIP”. Dicen que a la semana ha desaparecido la simbólica piedra y hasta los operarios de la obra: “ignoramos los motivos de este parón en la construcción del edificio”.

Reseña del Primera Página; en la foto, el círculo que señala el lugar de la 1ª piedra

Mal presagio, pero el caso es que las obras continuaron, pasado el verano.








16 nov 2019

APRENDIENDO DE BENIDORM; DE JOSÉ LUIS CAMARASA




En 1968, un grupo de profesores -Robert Venturi, Denise Scott Brown y Steven Izenour- y varios estudiantes de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Yale emprendieron un viaje a Las Vegas con el fin de llevar a cabo un proyecto de investigación sobre el análisis formal de la arquitectura de la peculiar ciudad... Ese viaje se materializó en el libro “Aprendiendo de Las Vegas”… y supuso un punto de inflexión radical en la historia y la crítica de la arquitectura.

En 2009, un grupo de tertulianos -de Los cafés del Meliá-  emprendimos un viaje imaginario, sentados en torno a una mesa, con el arquitecto José Luís Camarasa, con el fin de llevar a cabo una espléndida tarde de investigación sobre el análisis formal del desarrollo arquitectónico de la peculiarísima ciudad de Benidorm. El resultado es este post: Aprendiendo de Benidorm.

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Uno no es tan original como pudiera llegar a desprenderse de estas primeras líneas. Pero Camarasa dijo, pasadas las ocho tarde -cuando el café exigía ser descafeinado-, lo del libro de Venturi, que debe andar por el trastero y luego recuperaré, y me brindó el comienzo. Porque ya el “aprendemos de los errores para hacer una ciudad mejor”, que su fue su frase colofón, quedó como descafeinada ante la contundencia de la referencia al libro de Venturi. Porque, en realidad, a estas alturas del siglo XXI, la arquitectura y el urbanismo sigue aprendiendo de Benidorm, sintetizo yo.

Treinta y ocho años como arquitecto municipal, el primer arquitecto municipal en plantilla del Ayuntamiento de Benidorm. Ese es Camarasa. Porque todo el mundo, desde que llegué a Benidorm siempre así lo he oído, le llama por su apellido: Camarasa. El José Luís queda para los muy íntimos.

Y lo recordó Camarasa: “García Solera, como Francisco Muñoz y otros grandes arquitectos que tuvo el Ayuntamiento de Benidorm, fueron arquitectos honorarios”. Es que Benidorm, donde Pedro Bidagor testó la Ley del Suelo de 1956, ha tenido asociado a su nombre muchas ilustres firmas de arquitectos.

José Luís Camarasa, alicantino, de padre salmantino y madre de raíces vascas, ha estado siempre viviendo y creando en el linde de la mar. Estudió en Maristas (de la Avenida de la Estación) y Arquitectura en Valencia. Y cuando se enfrenta a los primeros trabajos profesionales llega la época en que los Colegios de Arquitectos promovían la integración de estos profesionales en la estructura municipal; y es así por donde llega él a Benidorm. Y “Benidorm me cambió la vida”, confiesa; ya que vivió en primera persona “el proceso del paso de pueblo a ciudad manteniendo las ventajas del pueblo en la ciudad”.

En Benidorm, nos comentaba, “aprendí mucho de mis maestros: José Ramón García Antón y Paco Santiago; como ellos habían aprendido antes de grandes como Baldoví y otros”. Porque, en Benidorm, siempre ha habido grandísimos técnicos en la Administración municipal.

Y entonces pronunció la gran frase de la tarde: “El gran acierto de Benidorm es convertir el balneario decimonónico en el balneario urbano”. Y el matiz: “aquí, la cura del agua es para las personas sanas”. El ocio, apunto yo.

Hizo un repaso Camarasa al fenómeno Benidorm, desde don Pedro Zaragoza al Plan Parcial Armanello que en breve, anunció, se iba a presentar. Un fenómeno, Benidorm que, si bien comenzó con algunos detractores, hoy está plenamente identificado con la sostenibilidad y la eficiencia: “Hemos tenido unos grandísimo altavoces del fenómeno Benidorm entre las clases profesionales: Tusquets, Ferrater, Bohígas, Bofil…”.

Reconoció que “algunas cosas no se han hecho muy bien, como el espacio comercial en plantas bajas”. Vamos, los retranqueos. Pero anunció que “hay soluciones; han comenzado los hoteleros y hay propuestas para el resto de las edificaciones”.

Y anunció que “el plan piloto de cómo es el Benidorm del siglo XXI se verá muy pronto en Armanello, el nuevo ensanche de Levante, donde corregimos las cuestiones que estaban pendientes”.

Y ahí pronunció la otra frase que debía encabezar este Post: “Nueva York es como nosotros, pero a lo bestia”. Y nos desveló que “la manzana, en Armanello, tendrá mucho que ver con Nueva York”. Concluyó esa pincelada de futuro con un “Habría que mirar, en arquitectura, más a Nueva York y Chicago”; y en eso está Benidorm.

Y nos explicó que “el modelo sostenible es aquel que permite que generaciones posteriores puedan seguir haciendo correcciones” y aunque sobre el futuro, dijo, “hay más incógnitas que ecuaciones”, se muestra esperanzado porque detecta “el optimismo de la sociedad”.

No repara en elogios sobre ‘su’ ciudad; estos 38 años de doctrina aplicada le dan cátedra para hacerlo. “En Benidorm es inteligente el propio territorio que se planificó a largo plazo y se desarrolla muy despacio”. Destacó la apuesta inicial por la industria hotelera y reconoció que, ahora mismo, “la vivienda turística supone un reto que vamos resolviendo”.

Y entramos en el cuerpo a cuerpo de las cuestiones que proponemos los tertulianos. Y por ahí aparecieron temas como las viviendas sociales -“de renta limitada”, precisó Camarasa al tiempo que planteaba la necesidad de una postura comarcal y explicaba el funcionamiento ideal del proceso anunciando que en Armanello, “por ley, un 30% serán viviendas públicas”.

Y en esta fase tertuliana se insistió en los retranqueos. Camarasa señaló que “la ley anti tabaco y los certificados de compatibilidad urbanística han sido decisivos” y ahora hay menos, pero que con las nuevas propuestas tenderemos a erradicar la cuestión.

Hasta de las ‘ITV de las viviendas’ hablamos; que si el tráfico, que si los aparcamientos, que si el sexo de los ángeles. Para mí que nos salíamos de la planificación urbanística y la arquitectura, pero la tertulia sacaba cuestiones que Camarasa atendía.

Y le plantearon lo de los límites del crecimiento… y al oír esto me fui directo al año 1972 y al Informe del MIT (encargado por el Club de Roma); y me salió a relucir Donella Meadows… pero Camarasa me volvió al salón E del Meliá Benidorm: “el límite del crecimiento nos lo da la playa; pero la ciudad cosmopolita no puede pensar en ponerse a sí misma un límite. La ciudad hay que hacerla cada día más compleja; ese es el aliciente”.

Y con un manantial de cuestiones brotando, pero sin tiempo material para más, dejamos a José Luis Camarasa marchar.

El apunte final fue para ese ‘rascacielos tumbado -rascasuelos- que es el Ayuntamiento de Benidorm’, premiado por su singularidad y aportación a la arquitectura, que tiene ahora ejemplos que han seguido su estela “porque creamos una tipología”: Biblioteca Clinton, Estación de Berlín y algún ejemplo más que no llegué a anotar, absorto como estaba. El Ayuntamiento de Benidorm es una obra de José Luís Camarasa, aunque él pidió que alguna de las vacas sagradas del urbanismo dejara aquí su impronta. Pero el alcalde Pérez Devesa quiso que fuera él… y Florentino Regalado hizo los cálculos estructurales a mano: eficacia.

Ayuntamiento de Benidorm, Plaza de SSMM los Reyes de España, Benidorm // Clinton Presidential Center, Little Rock, Arkansas (USA)

Y así pasamos una tarde más, en Los cafés del Meliá, aprendiendo de Benidorm.






14 nov 2019

DE LA OPERACIÓN WILLI




He de confesar, no sin rubor, que me ha enganchado la serie The Crown. Me ha apasionado ver la interpretación que John Lithgow hace de un Winston Churchill en el final de su carrera política; el episodio del Gran Smog de Londres, Anthony Eden (Premio Weteler de la Paz y aquí me lo centran en la pésima gestión de la Crisis de Suez), Harold Macmillan (y su esposa Dorothy… y el lío con el político conservador Robert Boothby)… Estoy como que esperando, estamos en la etapa de Macmillan, a ver qué actriz me interpreta a Christine Keeler porque está al caer el escándalo Profumo que termina en el Hotel Bayren de Gandía con la Guardia Civil deteniendo a la chica… Seguro que no sale la playa gandiense.



Y es que de todo esto que pasa en la serie ya he escrito en este blog por una cosa u otra.

Y, aún me quedan por conocer, de seguir viéndola -que espero que sí-, a Sir Alec Douglas-Home, el breve; o a Edward Heat, el regatista; o al laborista Harold Wilson, que de origen obrero llegó a Premier y terminó como barón Wilson de Rievaulx.

Me pirra la política británica… y estoy ahí pendiente de saber si “habrá” más temporadas y veré a James Callagham hundir el país y servírselo en bandeja a la química Margaret Thatcher; luego John Major, Tony Blair, Gordon Brown, David Cameron (de la Isla, como le dice “el Herrera”) y mi “Cirisa” (Theresa) May. Del rubiales actual prefiero los chistes de la prensa británica… y a tanto no creo que lleguen los guionistas de la serie.

Y no, no me interesan ni Isabel, ni Felipe, ni Margarita, ni el resto de las figuras de la estirpe.

No es lo mismo el caso de Alan Lascelles, “Tommy” Lascelles, secretario de la Reina, por la carta, de 1950, al editor del Times y la propuesta de disolución del Parlamento británico que imperó hasta 2011. Un tipo genial… y un episodio no tratado…

Por supuesto, no me interesa nada de nada el tal Eduardo, duque de Windsor. Sólo estoy esperando que me lo despachen por filonazi y ver si cuentan -se entretienen mucho en episodios como el del Gran Smog o los amoríos de Margarita- lo de la “Operación Willi”. Ojo, que si lo cuentan, ¡salimos!

Hasta ahora sólo se cita a Gibraltar, que península Ibérica es; pero no salimos para nada.

Por ahí se cuenta que la “Operación Willi” fue un intento ‘fallido’ de las SS (no debió pasar de una idea en unas cuartillas) para retener en España a la pareja y “si todo salía bien” (para los planes e Hitler), reinstaurarlo como rey de una Gran Bretaña dominada por los tropas alemanas.

Las simpatías de Eduardo por los nazis están al Orden del Día.  Antes de abdicar como rey, para el 47 cumpleaños de Hitler, Eduardo le envía un telegrama de felicitación y nada más abdicar se marca una tourné por la Alemania nazi con mucho palique con Goering y hasta entrevista con el Fhürer en el retiro de montaña de Berchtesgaden.

Y estalla la guerra -IIGM- y al duque, que tenía empleo de general de brigada, me lo mandan al Cuartel General británico en Francia y termina -parece que ya no hay dudas- en pasarles información a los nazis sobre Bélgica, con lo que lo sacan del teatro de operaciones y termina por entrar a España y llega a Madrid.

Hay un libro sobre esto que se llama “Conspiración en Madrid” (Javier Juárez Camacho, Editorial Doña Tecla; 2017) que aporta, además, el hilo de la relación de la andrógina Wallys Simpson con Galeazzo Ciano, yerno de Mussolini, y con algún jerarca nazi. Es más, la boda de la pareja la organiza el excéntrico millonario francés Charles Bedaux, decantadísimo partidario de Hitler. Ya saben: verde y con asas, alcarraza.

Total que, con los duques en Madrid, en junio de 1940, la pareja decide alojarse en el Ritz (habitación 501) en lugar de hacerlo en la embajada, lejos del control de los chicos de Churchill cuando Madrid, en aquellos días, era una jaula de espías de todos los colores.

Y aquí entran en liza dos personajes de la España de Franco: Serrano Súñer, el cuñadísimo, que quiere actuar de mediador para la paz entre una Alemania victoriosa y una Gran Bretaña que prevé derrotada tratando la figura del duque como elemento clave de reposición de la monarquía, y Juan Beigbeder Atienza, ministro de Exteriores que ante la creciente nazificación de Falange estaba buscando un hilo con los Aliados, por lo que “se veía en demasía”, decían las malas lenguas -y a la postre le costó el cargo por la carga sexual de las visitas-, con Rosalinda Fox, una agente británica por la que Churchill supo que la idea general de los nazis y de Serrano Súñer era retener al duque en una finca de Ronda hasta que Hitler invadiera Gran Bretaña y le pusiera de nuevo en el trono, con su querida Wallys.

Y por Rosalinda, Churchill se entera que el duque, el indiscreto duque, no para de repetir entre sarao y sarao madrileño en aquellos doce días de farra española, que “las bombas sobre Londres pueden ayudar a traer la paz más rápido”… y aún no habían comenzado a bombardear Londres los nazis.

Como justificación a la postura filonazi de Eduardo Windsor, leo que “lo que le daba miedo era el comunismo y gobiernos como el de Hitler podían atajar su entrada en Europa”.

La gente en España del MI6 y el embajador Samuel Hoare se movieron rápido y este último traslado al duque un mensaje de Churchill y del ministro de la guerra Hugh Dalton: “o salían de inmediato para Lisboa o allí mismo le arrestaban y sacaban del país” en una madrugada de bochorno y muchas copas. De salir para Lisboa, se le nombraría Gobernador General de las Bahamas… y los Windsor salieron para Lisboa deprisa y corriendo, despistando a los nazis que no se atrevieron a intervenir.

Hay quien mete en este episodio al agente Dudley Clarke, que tuvo más de una con la policía española en aquél verano de 1940, pero…

Total que aquí me hallo yo, esperando que llegue la hora del próximo episodio de The Crown para saber si ya llegamos a despanzurrar la historia filonazi del duque de Windsor y sale Madrid por en medio.








12 nov 2019

DE LA CÉDULA DE VECINDAD AL DNI; UN REPASO AL NÚMERO QUE NOS MARCA




A propósito del DNI que ha cumplido 75 años… si hacemos caso al Decreto de 2 de marzo de 1944 que viene de la Ley de 19 de enero de 1943, de Presidencia de Gobierno, que dicta la disposiciones para sustituir la Cédula de Identidad personal por el Documento Nacional de Identidad -DNI- para todos los españoles como nuevo identificador numérico de los españoles. La realidad es más prosaica y el DNI no llegó a todos los españoles, por obligatoridad, hasta 1962.

En 1944 se dijo que los mayores de dieciséis años residentes en España estaban obligados a adquirir ese documento; y a los pobres de solemnidad o en paro forzoso se les facilitaría gratuitamente.

El DNI es un documento público, personal e intransferible, emitido hoy en día por el Ministerio del Interior, que acredita la identidad y los datos personales de su titular, así como la nacionalidad española del mismo. Y resulta que todos los españoles tienen derecho a que se les expida el DNI, siendo obligatorio para los mayores de 14 residentes en España y para los de igual edad, residiendo en el extranjero, que se trasladen a España por un tiempo superior a seis meses. Los menores de 14 años podrán obtener el DNI con carácter voluntario.

Echemos la vista atrás. Volvamos a la fecha por la que conmemoramos en 2019, oficialmente, el 75 Aniversario del DNI.

La verdad es que la cuestión de la implantación con ámbito nacional de la medida de 1944 tenía un claro tinte controlador, pero nos situaba en el contexto mundial imperante. El Decreto de hace 75 años señala que primero se expediría el DNI a los que estaban en presión, prisión atenuada, libertad vigilada y a los que cambien de residencia o domicilio con frecuencia. Luego, ya, a todos…

Zaragoza contó con el primer equipo operativo, pero el primer DNI se le expidió a una mujer, en 1951, en Valencia, como prueba. Esto ocurría seis años después del decreto, cuando hubo dinero, maquinaria y papel que evitara en lo posible la falsificación para poder poner en marcha el entramado de equipos para expedir el famoso documento.

El Semanario “El Español” daba rimbombante cuenta de la implantación del DNI en 1951

Así pues, Franco no tuvo el primer DNI; aunque sí el primer número. Y fue obligatorio el DNI a partir de 1962… que desde 1944 ya había llovido a pesar, incluso, de la pertinaz sequía.

La medida de identificar a las personas otorgándoles un número único individual se implanta, por primera vez, en 1829 en el Reino Unido a propuesta de Sir Robert Peel que también pretendía una identificación “de los malos” de la película de la vida. Mr. Peel había sido el fundador, en 1814, del cuerpo de policía de Irlanda, el Royal Irish Constabulary, y en 1828, reorganizó el cuerpo de policía de Londres, los populares Bow Street Runners (desde su fundación en 1749), creando la Metropolitan Police Force (MPF; 1829) que conocemos como Scotland Yard… porque su sede estaba en el número 4 de Whitehall Place… pero la puerta trasera, la de entrada de maleantes detenidos, estaba en la trasera, en la calle Great Scotland Yard.

En España esto del siglo XIX y la identificación de las personas se arregla con la llamada Cédula de Vecindad (Ley de 15 de febrero de 1854) a instancias del ministro José Luís Sartorius; y se inventa como documento comprobante de haber pagado impuestos, en función del nivel de renta, por que lo que la ley excluye de ella -artículo 3- “a los pobres de solemnidad, peregrinos, braceros y obreros de jornal diario, viudas y huérfanos” siempre que sus rentas no pasen “de 1.500 rs” (reales, la moneda de entonces; y circulaban monedas de ¡una décima de real!, con que imagínense cómo  estaba la economía del país).

La Cédula de Vecindad, primer documento de identificación individual y personal español, no fue concebida como controladora de la población porque excluía a la masa obrera, la “peligrosa”, por revolucionaria, de aquellos días.

Los pasaportes, salvoconductos, que se expedían desde el siglo XV, sí tenían ese concepto. Pero esa es otra historia.

Segismundo Moret, ministro de Hacienda, acomete el segundo empujón de identificación de los españoles con su Cédula de Empadronamiento (1871) y como justificación del pago de otro impuesto. Sin este documento no se podía litigar, realizar gestiones ante la administración, desempeñar cargos y empleos públicos, practicar actividades de comercio o industria, etc. Y había diversos modelos y tipos. Es de entonces la frase “¡Ud. no sabe con quien está hablando!”; que viene de aquellos días donde estas células indicaban a las claras el nivel de quienes la portaban y no todos los funcionarios eran capaces de adivinar el nivel del personaje en función de la Cédula de Empadronamiento exhibida.

El impuesto que otorgaba este documento fue abolido por la I República (1873) e inmediatamente reinstaurado durante la Regencia del general Serrano (1874), otorgándole al nuevo documento el nombre de Cédula Personal, manteniendo las muchas categorías (y tarifas que tenía) en función de la renta; pero ya identificaba plenamente al portador.

En 1891, el censo de españoles mayores de 14 años fue de 11.559.045; y tenían Cédula de Empadronamiento 6.768.213 españoles. Vamos, que el 58’5% de la población “estaba -fiscalmente- controlada”… con lo que el 41’5% restante eran unos “sin papeles”.

Cédula Personal; 1896

El ministro (de Hacienda, nuevamente) Raimundo Fernández-Villaverde (1899), durante el gobierno Silvela-Polavieja, implantó 35 categorías en la Cédula de Empadronamiento y… así llegamos a 1922 con 35 categorías económicas de españoles documentados.

El primer Documento de Identidad español, con tal nombre, llega en la dictablanda del general Dámaso Berenguer (Real Decreto de 22 de julio de 1930) con criterio de identificación personal ante las urnas. Y el tema lo continuó el almirante Juan Bautista Aznar (Real Orden de Gobernación de 21 de marzo de 1931) que pasará el criterio identificador del Ministerio de Hacienda al de Gobernación… y es en pleno trámite cuando llega la II República y le vuelve a adjudicar el marchamo fiscal y lo cuaja de particularidades de prolija enumeración para esta ocasión.

En 1940 todavía la identificación era con Cédulas Personales a través de las Diputacioones

Digamos que el documento, para la República, se queda a medio camino entre lo que pretendían los técnicos de 1930-31 y lo que implantaron desde 1951 los gobiernos de Franco: ficheros provinciales de identificación de personas, a cargo de las diputaciones, con fotografía y huella dactilar. La policía no controlaría el documento.

Y para llegar al DNI de 1951 deberíamos meter en la ecuación al general Severiano Martínez Anido, militar especialista en perseguir la subversión en España desde 1919. Sí, “resolvió” la crisis del pistolerismo en Barcelona (1917-1920; que merece un estudio detallado) cuando fue Gobernador civil de la Ciudad Condal, pero planteó un control de las personas desde el Estado policial -la militarización del orden público- que fue la base inicial del primer proyecto del Documento Nacional de Identidad que se gestó en la Dirección General de Seguridad del Gobierno de Burgos en 1938.

El DNI de 1951 (en verde), el de 1965 (en azul y escudo franquista) y el de 1981 (en azul pero ya con el escudo constitucional; que nos costó cambiar)


Y cuando se prepara su aplicación, en 1944, se señala en el Decreto que se comenzaba por la población reclusa porque, ante el colapso de sistema penitenciario se iba a producir una excarcelación masiva. Pero hasta 1951 no comenzó la expedición de documentos y hasta 1954 no se completó el ámbito nacional del mismo. Ya en 1955, completado el padrón municipal de habitantes, se pudo hablar de implantación del DNI en toda España… pero en 1962 se publica oficialmente la obligatoriedad de disponer del DNI, señalándose 1965 como el año en que todos los españoles, con edad para disponer de él, lo tenían.

Los DNI de 1990, 2006 y 2015; los del Siglo XXI con chip

En Historia de los Documentos de Identidad, que editó la División de Documentación del Ministerio del Interior en 2016, se da cuenta que los documentos anterior a 1951 tenían carácter fiscal e incluían, a falta de foto, una descripción física de la persona titular del mismo. Ya en 1951, el primer DNI era de tonalidades verdosas y desde 1962 ya era azulón. Incorporó el escudo constitucional en 1981 y no tuvimos que poner la huella dactilar desde 1990, llegando el DNI electrónico en 2006, en una tarjeta de policarbonato grabada con láser, que permitía conexión telemática. En 2015 llegó el DNI electrónico versión 3.0 con chip dual y tecnología NFC.




4 nov 2019

MUCHO PLAN EL DEL59, PERO SI NO LLEGA A SER POR EL TURISMO (y II). CUANDO EL TURISMO MATERIALIZÓ LA REFORMA AGRARIA EN ESPAÑA…SIN PRETENDERLO




Como hemos intentado trasladar en estos post sobre el Plan de Estabilización del 59 y la importancia del turismo, vamos a acercarnos hoy a las cuatro últimas décadas.

El caso es que hasta la década de los ochenta el turismo en España se proyectó única y exclusivamente hacia el Sol y Playa. Los países más desarrollados de Europa se configuraron como los principales mercados emisores hacia destinos de Sol y Playa. Hablamos, pues, de turismo de masas vacacional, donde, desde el lado de la oferta, el caso es que cantidad y competencia por precios marcaron la pauta.

Sea como fuere, el caso es que, llegados a los noventa nos sorprendió otra crisis. Hay quien sostiene que el proceso de integración de España en la Unión Europea también nos pasó factura. Recuerden: fueron los años en los que Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal de los EEUU (o el Nobel de Economía Robert Lucas) apostaban porque los mercados estuviera desregulados y la corriente neoliberal se adueñó de este país (aún gobernando el PSOE) y (tal vez por eso -je, je, je-) se privatizaron empresas públicas en un clima de euforia que nos llevó a echar la casa por la ventana de cara a 1992: Expo de Sevilla, Juegos Olímpicos de Barcelona (¡Ojo!, la Olimpiada es el periodo entre Juegos Olímpicos y dura 4 años) y Madrid Capital Culturalcon lo que pasamos de un déficit 0 en 1987 a 7 billones de pesetas… que compensaron de inmediato los ingresos por turismo y los Fondos Estructurales. El turismo nos saca de todos los apuros, pensaron los que piensan en este país.

Y como el turismo había respondido, entre 1992 y 1995 nos concedimos el Plan Futures I, Plan Marco de Competitividad del Turismo Español como primer plan nacional diseñado de manera coordinada entre la Administración General del Estado y las Comunidades Autónomas. Y con una nueva crisis (1992 y 1994) que logramos superar con nota.



Y va en enero del año 1995 y entra en vigor el nuevo IVA (entonces, para lo que nos ocupa, con porcentaje de aplicación del 16%) y nuevos impuestos especiales, ya que éramos Europa. ¿La consecuencia?: el incremento de los precios de todos los productos y servicios básicos, lo que nos llevó a la última devaluación de la peseta (06.03.1995) -en un 7%- y que era la cuarta desde 1992. Gracias a ella mejoró la competitividad del turismo español… y nos volvió a tapar las vergüenzas.

Pero en el 96, teniendo que cumplir con los criterios de Maastricht (¡cachis-lá, Aznar!) y la necesidad de converger hacia la moneda única, tuvimos que revalorizar la peseta y eso nos convirtió, por primera vez, en un “destino caro” y dio alas a otros muchos destinos del Mediterráneo; incluso a los que acababan de salir de la Guerra (de los Balcanes; 1991-95…2001). Pero los vaivenes económicos europeos nos hicieron recuperar momentáneamente la condición de destino turístico barato… y el turismo nos volvió a iluminar el bolsillo.

A finales de 1997 contabilizamos 39’5 millones de turistas y comenzamos una escalada trepidante donde -primero con el euro (10.01.1999) y luego con la apuesta por la industrialización del turismo- el modelo turístico español se diversificó tratando de enriquecer la oferta. El control del capital pasó a estar en manos de los turoperadores y hoteleros. La principal innovación llegó con los nuevos modelos de gestión en las empresas turísticas y en la organización empresarial del negocio turístico. Irrumpe con fuerza la Internet, comienzan a operar las empresas en red, el capital turístico es internacional y la gestión del negocio turístico tendrá, a partir de entonces, criterios financieros. A esto hay que sumar una importante reforma laboral.

En este periodo, cambio de siglo, de mediados de los noventa a la mitad de la primera década del siglo XXI, la vieja “industria de los forasteros”, por fin, se convirtió en una auténtica industria. Y en un mundo tan globalizado dejamos de hablar de forasteros y empezamos a valorar a los viajeros; impenitentes viajeros.

Es entonces, en este periodo, cuando se empieza a demonizar el turismo de Sol y Playas -había que ser snob- y a loar, tal vez en exceso, las ventajas de las nuevas modalidades de turismo: el rural y el urbano-cultural. El rural no va a más y el urbano ha propiciado, por falta de planificación, multitud de ejemplos de rechazo, manifestado en episodios de “turismofobia”.

Lo positivo de este enfoque, que coincide con el cambio se siglo, es que la opción de diversificación demostró la pervivencia del modelo de turismo de Sol y Playas y posibilitó la irrupción de un turista cada vez más selectivo y que busca, además, criterios de calidad en los servicios.

Y, superada la crisis que arrancó en 2007, desde 2014 vamos in crescendo a pesar de la irrupción de nuevos competidores y múltiples amenazas: desde el modelo turco al Brexit con el parón de la locomotora alemana.

La actividad turística ya no debemos verla como el principal compensador de la balanza de pagos. Es mucho más.

Así pues, volviendo la vista atrás, hablando de las consecuencias, el Plan de Estabilización de 1959 consiguió que los servicios y la industria absorbieran a los grandes flujos de trabajadores de la España rural que apenas subsistían en el subempleo agrícola. Esto materializó, reconozcámoslo, una reforma agraria -si se quiere, de puntillas- sin necesidad de llegar a las expropiaciones del primer franquismo (que, en realidad, hizo suyas las política inconclusas de la II República).

Y lo mejor: la liberalización económica del 59 fue posible porque “Hispanicus” vio que era lo único que podría salvar el Régimen y, a pesar de sus artículos contra el mercado como institución básica para el buen funcionamiento de la economía, terminó por guardar la pluma, que suele ser más fuerte que la espada, y dejar que, zapatero a tus zapatos, los economistas hicieran su papel.

Salió la cosa como salió, porque en esto de la economía no estamos solos.

Y en cuanto al turismo, la reflexión final de este proceso que arranca con el Plan de Estabilización de 1959 sería, planteo, que salió bien gracias a que depositaron en el sector turístico -en el modelo de Sol y Playas- y sus actividades complementarias, aún sin pretenderlo, gran parte de sus potencialidades de desarrollo del país.

Hoy sabemos que la demanda turística es tremendamente elástica y en especial la de la del turismo de Sol y Playa… pero es la que pervive con mayor regularidad.








3 nov 2019

MUCHO PLAN EL DEL 59, PERO SI NO LLEGA A SER POR EL TURISMO… (I). FRANCO, PERIODISTA




En el anterior Post puse muy fácil lo de hacer realidad el Plan de Estabilización de 1959. Vayamos por partes.

Ullastres, como conté ayer, lo logró; fue más sibilino que Mariano Navarro Rubio.

Navarro Rubio se había estrellado unas semanas antes. Se armó de valor y le explicó a Franco lo mal que estaba el tema patrio en lo económico y le dijo que para solucionarlo había colaborado con unos “extranjeros” en la planificación de una iniciativa de futuro. Y, leo que, Franco le dijo: "no debe fiarse de los extranjeros, Navarro. Siempre han estado contra España". Y Navarro, muy prudente, se retiró. Por eso sabía Franco que el plan existía… y lo mal que estaba el país con su apuesta por la autarquía.

Y es que Franco se había metido a economista y escribía artículos apostando por la planificación autárquica de la Falange.

Franco fue el “Primer periodista de España”. Al menos así figuraba en el Registro general de Periodistas durante muchos años.

Recibió el título un 20 de julio de 1949 “por sus Discursos de Guerra y su trayectoria periodística en su etapa africana como director deÁfrica’, Revista de Tropas Coloniales”.

Luego, el diario Arriba [1] le publicaría un total de 92 artículos (1945-1960) que bien firmaba como “Hispánicus”, si eran asuntos de política internacional; como “Macaulay”, si eran temas de nacionales; o como “J. Boor / Jokin Boor”, si de atacar a la Masonería se trataba. Masonería y comunismo eran sus archienemigos. Ah, y también, como Jaime de Andrade firmó el guion de “Raza”, la película hagiográfica del Régimen. Hubo un tiempo en que le daba por escribir.



Entremos aquí en su faceta de periodista de páginas salmón.

Como “Hispánicus”, en 1949, atacaba el liberalismo económico y planteaba “superar los ideales de lucro personal apostando por la generosidad”. Pero dos años después y varias catastróficas cosechas agrarias y batacazos exportadores de lo poco que producíamos, en 1951, ya se había caído del guindo económico y tomó como suya la frase de Ullastres: "El lucro es no sólo perfectamente lícito sino que, como decían los teólogos y moralistas del siglo XVI, al provenir de una actividad socialmente útil y provechosa, hace al comerciante honra y prez de la República, de la cosa pública" (que había que matizar).

Con el Decreto-ley de Ordenación Económica de 21 de julio de 1959  en vigor, Franco da luz verde al programa Sardá-Ferrás y lo primero que se hizo fue cortar de cuajo el gasto público.

A consecuencia de ello, de inmediato, una subida de impuestos y, con visos recaudatorios, un reforma fiscal, que -analizándola hoy- no pasó de modestísima.

Pura matemática: con estas medidas, el déficit del Estado, automáticamente, bajó. Y hasta se redujo la inflación.

El valor de la peseta, mantenido artificialmente, se rebajó (por devaluación, claro) y se dieron alas -en principio, de gorrión- a la liberalización del comercio y a la apertura, con algunos matices al principio, a la inversión extranjera.

Las primeras víctimas del Plan del 59: el empleo y la renta real… pero bien pronto comenzó a funcionar el país, entraron a competir las empresas y en una sociedad con precios y salarios bajos (el planteamiento inicial era ligar salarios a productividad, pero no ocurrió) empezamos a ser muy atractivos para el turismo.

La única funcionalidad que impusieron aquellos economistas para el turismo era la de captar el mayor número posible de turistas.

Y se dejó hacer al sector (aún para muchos “industria de los forasteros”)… aunque se limitaron algunos precios y el Estado entró en las grandes empresas como Marsans.

El crecimiento del turismo -y sus consecuencias económicas- fue espectacular, aunque comenzó lastrado por un desarrollo anárquico fundamentado en el beneficio rápido.

El Banco Mundial, en su informe de 1962 –“El desarrollo económico de España”- ya constató que el vector turismo estaba disparado y recomendó “mejora en las vías de comunicación y la ordenación del territorio”. Los planificadores de aquí, que aún no confiaban mucho en el turismo, pensaron: “todo a su tiempo”… y el tiempo pasa -tempus fugit-… y pasó sin que se tomaran las medidasadecuadas.

El turismo fue un revulsivo: en 1950 no habíamos conseguido el medio millón de turistas y en 1961 ya íbamos camino de los diez millones. Y luego estaba la proyección, positiva, de la Balanza de Pagos.

Y aunque en los dos primeros planes de Desarrollo no se considerara al turismo sector estratégico -ni aún en el tercero- todos le reconocieron su papel fundamental.

Las crisis del petróleo de los años setenta sí evidenciaron la dependencia que teníamos del turismo. No ya por el mercado nacional, sino por el internacional. Los más de 31 millones de viajeros internacionales del año 1973 no se volvieron a alcanzar hasta el año 1977.

Cabalgando en la Segunda crisis del petróleo nos llegaría la crisis 1978-1986 que -menos mal que como tal- fue nacional. Tras la muerte de Franco llegarán los cambios sociales, culturales y políticos que trajo la llegada de la Democracia, la aparición de las Comunidades Autónomas el proceso de cesión de competencias que se manifiesta en la descentralización de las políticas turísticas.

En este periodo, durísimo, los españoles hablábamos de “los motivos para no viajar”. Pero los países de nuestro entorno siguieron apostando por sus vacaciones en España: éramos un país barato, diferente y typical spanish atraía…









[1] Arriba fue un periódico español, órgano oficial de FET y de las JONS. Fue fundado originalmente el 21 de marzo de 1935 por José Antonio Primo de Rivera, como semanario. Se publicó entre 1935 y 1936,2 aunque no tuvo mucho éxito.  El 5 de marzo de 1936 fue suspendido por las autoridades de la Segunda República, prohibición que continuaría durante unos años más debido al inicio de la Guerra Civil. Con la ocupación de Madrid por las tropas franquistas, los falangistas se incautaron de las instalaciones del diario El Sol, y Arriba reapareció el 29 de marzo de 1939 como diario propiedad de Prensa del Movimiento. En adelante constituyó el periódico oficial del régimen franquista, a lo largo de cuatro décadas. Tras la muerte de Franco, el 15 de junio de 1979 el Consejo de Ministros dispuso el cierre del periódico y al día siguiente se publicó su último número.






2 nov 2019

DEL PLAN DE ESTABILIZACIÓN DEL 59, SESENTA AÑOS DESPUÉS



Esto no lo sabía yo”. He leído (en 5 Días, tiempo atrás) que eso fue lo que le dijo Franco a Ullastres, ministro de Comercio, cuando hace sesenta años -en 1959- le dijo que no teníamos -el Instituto Español de Moneda Extranjera no tenía- ni un dólar para pagar lo más imprescindible… y se puso en marcha en Plan de Estabilización que estaba ya dibujado desde fuera y al que desde dentro se le imprimió carácter. Vamos, que hace 60 años nos abrimos a la inversión extranjera y a trabajar duro… y hasta la primera crisis del petróleo, octubre del 73 en adelante, sólo Japón tuvo un crecimiento sostenido superior al de España.

Y vale que -un pulpo será animal de compañía- no fue un camino de rosas en determinados aspectos, pero este país se sacudió la miseria, al dejar a un lado la autarquía, y nos pusimos a la altura continental que, como bien saben, tan solo es una península -¡pero qué grande!- de Asia.

Sí, los EEUU apostaron por la España de Franco (como la Texaco ya hizo en el 36) y como estábamos en plena Guerra Fría, lo comido por lo servido, entre ayuda militar (más las bases) y créditos industriales las primeras inyecciones de una pocas decenas de millones de dólares se tradujeron en, leo, más de mil quinientos millones de dólares de entonces. Comenzó la cosa en 42 pesetas por dólar… y se devaluó hasta las 60 (1959)… y hasta el 73 no pasó las barrera de las 75 pesetas…. Pero esa es otra historia ya.

Veníamos de “Guatemala” y estábamos en “Guatepeor”. La República no gozaba, ya de por sí, de buena situación económica ni en el 31. La peseta republicana sufrió continuas devaluaciones y en 1939 ya no tenía valor. La inflación era la tónica dominante en la economía posterior del Frente Popular. Cataluña, y hasta algún que otro ayuntamiento, emitió su propia moneda. Había problemas a la hora de recaudar impuestos: se dejó de recaudar la Contribución Territorial y el otro gran impuesto nacional, la Contribución de Utilidades. Hubo alguna que otra colectivizaciones de tierras y bajaron las producciones agropecuarias. El colapso económico contribuyó al colapso militar.  

Los sublevados lo tuvieron mejor; se organizaron mejor. Sí, no faltaron los bancos que largaron préstamos desde Inglaterra, Suiza, Italia y los EEUU. No en balde, Juan March estaba en el ajo. Luego estuvo la apuesta por contratar en liras… y la lira italiana se fue devaluando. En muy poco tiempo, el Banco de España de la zona sublevada tuvo más respaldo internacional, por gestión, que el de la España republicana. Los problemas de recaudación fueron similares, pero el éxito se basó en una gestión más eficaz de los recursos existentes, así como en conseguir una financiación adecuada con créditos de larga duración.

Y además, se aplicaron medidas muy prácticas, entonces, como la de asegurar el abastecimiento mediante instituciones de control. La primera, en 1937, el Servicio Nacional del Trigo; muy socialista, pero desde el punto de vista fascista.

Y llegamos a julio de 1939 con un país arruinado y una población hambrienta para arrancar la posguerra sin producción industrial -ni fábricas, ni materias primas, ni energía- y basándolo todo en el sector primario que iba a ritmo de cangrejo. La idea que se aplicó fue la de la autarquía (que funcionaba en Italia y, especialmente, en la Alemania nazi) que contralaba producciones, precios y salarios. Y proliferaron los institutos -y servicios- nacionales de esto y lo otro para dirigir la producción… y se hubo de recurrir a las cartillas de racionamiento… y con la escasez y la intervención estatal -de libro- se llega al mercado negro y la corrupción en una España aislada internacionalmente tras la IIGM y, ¡cómo no!, “la pertinaz sequía” que impedía a la agricultura enseñar brotes verdes.

Se les ocurrió la idea de los pantanos… y las de las centrales eléctricas, y la de los créditos a la industrialización y la de la liberalización parcial del comercio exterior… y como llovió, el 1952 se pudo poner fin al racionamiento y sus cartillas y en 1954 recuperar los niveles de renta de 1935 y comenzar a sacar un poco la cabeza del agua una vez que en 1955 la ONU nos readmite y olvidamos la pancarta “Si ellos tienen ONU, nosotros tememos DOS”. Pero es que desde 1951 estaban llegando dólares yanquis injertos en la gran operación del Plan Marshall, pero que aquí nunca llegaron con esa etiqueta.

Y aún así hubo que esperar a 1957 para que le dieran el puntapié a los economistas de la Falange y entraran los tecnócratas del Opus -Mariano Navarro Rubio (Hacienda), Alberto Ullastres Calvo (Comercio) o Laureano López Rodó (Secretario general técnico), de la mano del almirante Carrero Blanco, no se me olviden-: integristas en lo católico y libertinos liberales en lo económico que, como digo, pusieron en marcha el Plan de Estabilización que acaba de cumplir 60 años.



Aquí llegado conviene decir, ahora que tan de actualidad está el Brexit, que aquí aplicamos la misma identidad económica que el Fondo Monetario y la OCDE acaban de implantar en el Reino Unido (o en Francia; incluso en Turquía) y salió bien (como en los otros países).

Y Juan Sardá fue el economista catalán que puso a España en el tren de la modernidad. Formado en la London School of Economics era, lo que se dice, un liberal pragmático. Y como jefe del Servicio de Estudios del Banco de España envió una nota -Nota dirigida al Ministerio de Hacienda por el director del Servicio de Estudios del Banco de España- basándose en lo que trabajaba, desde hacía algunos meses, con al economista francés Gabriel Ferrás, director del departamento para Europa del FMI. La nota advertía del inminente colapso de la economía española y de la necesidad de abrirla al exterior. Ullastres se fue a hablar con Franco, como contaba al principio, que, resulta que hace unos pocos años lo supimos, estaba ya al tanto de todo… Y el caso es que se aceleró la llegada, en junio de 1959, de una delegación del FMI presidida por el propio director gerente, Per Jacobsson, para entrevistarse con el jefe del Estado y convencerlo de que era hora de liquidar la autarquía y de reestablecer el equilibrio entre ahorro e inversión. Y entraron en liza ya Fuentes Quintana y otros economistas de prestigio.

De inmediato, Decreto-ley de Ordenación Económica de 21 de julio de 1959, llegan la devaluación de la pesetas y la inyección de 554 millones de dólares, la mitad de lo que entonces eran los ingresos fiscales anuales del Estado, aportados por el FMI, la OCDE, el gobierno de los EEUU y la banca privada americana.

Un estudio de Jordi Maluquer, catedrático de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad de Barcelona, sintetiza esta etapa: “el crecimiento acumulado en España durante el periodo comprendido entre 1960 y 2015 fue del 533%, claramente por delante del 323% de la UE-28. Por tanto, el despegue de la convergencia económica con Europa es inseparable de las liberalizaciones que se introdujeron con el Plan de Estabilización de 1959, un primer paso hacia la recuperación de la libertad económica que, a su vez, derivó en una aceleración de la Transición hacia la libertad política”.

Aquella apertura, confirmada luego con el acceso al GATT (Acuerdo General de Aranceles y Comercio; 1963), con nuestro Acuerdo con la Comunidad Económica Europea (1970) y con nuestra mayor articulación -vía comercio exterior, turismo, intercambio tecnológico e inversiones extranjeras- se fue recorriendo el camino para una mejor modernización de la economía española, luego tan brutalmente afectada en sus posibilidades de crecimiento por las vacilaciones e inseguridades propias de las etapas posteriores a las crisis del petróleo, los últimos Gobiernos de Franco, la transición y las nuevas adecuaciones económicas de los ochenta, nuestra entrada en le UE (1985)… y hasta la crisis de 2007-14 y el momento en que nos encontramos.

Y viéndole ya las orejas al lobo mesetario del final de la segunda década del siglo XXI, conmemorando los sesenta años de aquel Plan de Estabilización, ¿no podríamos ponernos las pilas? Supimos hacerlo entonces.