25 jul 2020

A PROPÓSITO DE SANT YAGO



Por Dídimo el Ciego (siglo IV), jefe de la catequética Escuela de Alejandría (contraria a la exegética Escuela de Antioquía), sabemos que “Uno de los Apóstoles recibió en reparto la India, otro Hispania, e incluso otro más una región hasta la extremidad de la tierra”. Lo dejó escrito en el segundo libro de su tratado “Sobre la Trinidad”. Vamos que, aquí, lo que se dice venir, vino uno. 

Ese “otro -apóstol- a Hispania”, sin nombre, nos dejó la duda de saber cuál de los 12 y como en esta vieja piel de toro somos banderizos (un bando u otro) enseguida salimos los de Sant Yago y los de San Pablo, como los del Madrid y los del Barça. 

Y resulta que San Pablo sí dejó clara su intención de venir a Hispania: Epístola a la Romanos; Libro VI del Nuevo Testamento. Sí, tenemos a Pablo en Roma en el año 61, donde coincide con el cordobés Séneca (tutor, consejero y cónsul sufecto con Nerón). Lo mismo le animó a hacerlo, no sabemos; pero Pablo estaba en Roma ‘preso’: tenía un proceso abierto y terminó decapitado en la Vía Ostiense (año 64; todo un honor, por ser ciudadano romano), con los -a mí me parece que- que no le pudo dar tiempo a dejarse caer por la Tarraconense. O sí; un congreso en Tarragona, en 2008, concluyó que sí.
Los investigadores sostienen que llegó exiliado (un castigo de la época por ser cristiano, pero ciudadano romano), como uno de los dos hijos de Herodes. Además está lo de Santa Tecla, que es patrona de Tarragona; y dice la tradición que allí llegó con San Pablo. Y, parece que, volvió a Roma y lo decapitaron.

Los que sí llegaron a Hispania fueron los 7 Varones Apostólicos de la Bética, elegidos por Sant Yago y que ordenados obispos por San Pedro se dedicaron a evangelizar la Bética: Torcuato (Guadix), Tesifonte (Berja), Indalecio (Almería), Segundo (Abla, y no Ávila), Eufrasio (Andújar), Cecilio (Granada) y Hesiquio/Isicio (¿Carecesa?). Los Calendarios Mozárabes hispánicos les dan carta de naturaleza y el Papa Juan Pablo II en su primer viaje a España (1982) nos dejó aquella frase: “España fue conquistada para la fe por el afán misionero de los Siete Varones Apostólicos”.

San Jerónimo (340-420) en sus Comentarios al profeta Isaías tampoco afina: “uno de los apóstoles que fueron pescadores en el lago de Genesaret estuvo precisamente en Hispania...”. Y ese grupo de ‘pescadores lacustres’ lo integran Pedro, Andrés, Santiago y Juan. Pedro, no vino; Andrés, se quedó en el entorno del Mar Negro; y Juan, en el entorno del Mar Jónico. Nos quedaría Santiago. (Primer punto para Santiago).

A los pies del Monte Sinaí, en el Sagrado e Imperial Monasterio de la Transfiguración (Monasterio de Santa Catarina, Monasterio de la Zarza Ardiente), mandado construir por Justiniano (~ 550) donde la tradición dice que Moisés vio la zarza ardiente, se conserva una referencia a Jacobo el Zebedeo (Sant Yago)… en Hispania. (Segundo punto para Santiago).

El Breviarium Apostollorum (liturgia Bizantina, siglo VII) es el que dice que “Jacobus (…), frater Iohannis; hic Spaniae, et occidentalia loca praedicatur (…) sepultusque est in Achaia Marmarica”. Clarito, clarito: que estuvo y está enterrado. Y San Isidoro de Sevilla, San Julián de Toledo, San Veda el Venerable y San Aldhelmo de Malmesbury son de esta misma opinión: predicó y está enterrado en Hispania. (Otro punto múltiple para Santiago). Resumo Achia Marmarica en Santiago de Compostela.

Y si tiramos de tradición, en el año 40 me lo sitúan las buenas gentes, con los 7 varones, en Zaragoza para la aparición de la Virgen, desde donde vuelve al Monte Sion (Jerusalén) para la dormición de la Virgen; y en Jerusalén será detenido, torturado y muerto (entre los años 41 a 44) por orden de Herodes Agripa; dos de sus discípulos lo trasladaron a Hispania.

Vale, predicó y fue enterrado, finalmente, en Hispania. Veda el Venerable es tajante: in Hispania (…) requiescit, explicando en su Martirologio que “ab Hispaniis translata sunt, et in ultimis earum finibus, videlicet contra mare Britannicum condita”: y que sus restos fueron trasladados a las Hispanias, y escondidos en sus últimos límites, aunque los georeferencia enfrente del mar Británico, con permiso de la Reina Lupa y un sinfín de detalles preciosos.

El Obispo Teodomiro, en Solovio, donde el ermitaño Paio y el lugar
Lo cierto es que la arqueología, desde 1875, ha trabajado bajo la catedral compostelana; especialmente entonces y en los años 1946, 1954 y 1988. Y nada más comenzar se localizó la tumba donde estaban las reliquias, que se examinaron por el Grissom de la época: huesos mezclados de 3 varones, 2 adultos (con señales de haber sido decapitados) y 1 anciano. Se abrió un proceso canónico para verificar las reliquias que enmudece a los laboratorios de criminalística de ahora. Desde Pistoia (Italia) se trajo un fragmento de la apófisis mastoidea derecha que se tenía confirmada que había sido enviada por el arzobispo Diego Gelmírez desde Compostela (~ 1138). A uno de los tres cráneos le faltaba esta parte que encajaba, además, con la de Pistoia. Ante tal prueba, el papa León XIII por la bula Deus Omnipotens (1879) declaró que se trataba de las reliquias de Santiago el Mayor (y sus discípulos Teodoro y Anastasio).

Las reliquias del santo, a lo largo de la historia, han pasado por innumerables peripecias: desde la llegada de los suevos a la de los musulmanes han tenido que ser escondidas temiendo la profanación. La más recordada de este juego del escondite es de 1589. El piratilla bonito de Francis Drake, en respuesta a la acción de la Grande y Felicísima, va y se nos presenta, con ánimo -dicen- de revancha, a las puertas de La Coruña con 150 barcos y 23.000 soldados, de los que 10.000 desembarcaron y toman La Pradería e iban tierra adentro. Entonces se ordenó poner a buen recaudo los restos del apóstol y... Ni los ingleses ni el cabildo catedralicio contaban con que María Pita enardeciera a los coruñeses y consiguieran que los británicos se retiraran, lo que es una derrota para los chicos de la bandera de las tres cruces. Y sabiendo que los restos estaban a buen recaudo, se guardó el secreto del lugar. Es que aquí, cuando se esconde algo, se esconde de verdad. 

Unos años después vendría lo del patronazgo de Sant Yago. Santiago el Mayor, es, desde el año 1630 -siendo monarca Felipe IV y Urbano VIII papa-, “solo y único Patrón de la Nación Española”.

Sabiendo que es el patrón y que está confirmado, sólo me queda referir que el nombre original del santo es Jacob (Ta’akov), Jacobo; y de él, Jacob, han venido derivando los nombres de Yago, Iago, Jaime, Santiago, Tiago o Diego

Y dos detalles, por el precio de esta lectura: 

a)     El ¡Santiago y cierra, España! es un grito militar donde el “cierra” es una orden de ataque: de acometer; nada de doble candado.
b)     Sobre el Voto de Santiago, decir que es una iniciativa del siglo XII. No se dio la famosa y fabulada batalla de Clavijo (884), por lo que malamente lo instauraría Ramiro I tras ella. Sí, había costumbre de ofrecer, desde Galicia a la Rioja, cada año al Santo (al arzobispado de Santiago con la excusa del santo) presentes de las primeras cosechas y vendimias. Felipe IV lo institucionalizó (1643) como ofrenda nacional. Las Cortes de Cádiz abolieron el voto en 1812; Franco lo reinstauró simbólicamente como ofrenda al patrón (1936)… y hasta hoy, con abrazo y todo (que yo también lo he hecho en Santiago)

Y a todo esto, ¿de qué color era el caballo blanco de Santiago?



19 jul 2020

DE QUE SIEMPRE ES LO MISMO; MIENTRAS LLEGA LA VACUNA, AUTOPROTECCIÓN



Vuelvo, aunque me tachen de cansino, a la cuestión de la autoprotección, camuflando la idea con otro post sobre vacunas. 

Con el bicho suelto y despendolado como tenemos al SARS Cov-2 me imagino yo cómo estaría -a estas horas de la mañana, yo soy muy de imaginar- Carlos IV (El Cazador, un Austria; 1748-1819) con la cuestión de la viruela, el bicho de la antigüedad y de aquel momento. 

Y si no el monarca en sí, que estaría cazando, lo mismo estaban preocupados Floridablanca, Aranda, Saavedra, Urquijo y Godoy (sus primeros ministros; en particular este último, cuando salía de sus quehaceres en la alcoba de la Reina). Bueno, Carlos IV estaba por la labor porque una de sus hijas, la infanta María Teresa, había fallecido de viruela (1794). Y cuando Godoy le presentó la propuesta de Balmis vio el cielo abierto porque de América venía un cacho grande del PIB patrio de aquellos días y allí también la viruela hacía de las suyas.

La viruela, el garrotillo (difteria), el tifus exantemático, la gripe y el sarampión tenían a la población -del XVIII, del XX y del XX- bastante acojonada. Y aunque desde el siglo XI, se ha sabido no ha mucho que, los chinos, muy localmente, efectuaban un tratamiento correcto contra la viruela, en Europa -la variolización (inoculación de la viruela)- no llegará hasta que la mujer del embajador del Reino Unido en Constantinopla, Lady Mary Wortley Montagu, no la empieza a aplicar por cuenta propia (1721). Luego llegaría el médico rural Edward Jenner quien, tras 28 años de experimentar, anuncia (1798 con desarrollo clínico; aplicándola desde 1796 de forma experimental) la primera vacuna contra la viruela, con linfa de viruela; y es un alivio albión. El resto del mundo, a confiar en que alguien tenga un amigo médico en Londres que le pase la linfa para seguir el tratamiento en el país. Ahora mismo, a falta de amigo en Londres, los rusos hackean lo que pueden de los que trabajan en las vacunas contra el bicho Covid. 

En Puigcerdá, en la gerundense Baja Cerdaña, el doctor Francesc Pigillem i Verdaguer comienza a vacunar contra la viruela dos años después, en 1.800, cuando un colega le pasa desde Francia, el producto de la investigación de Jenner. En Barcelona, el doctor Francesc Salvà i Campillo, prácticamente al mismo tiempo y con la misma fuente francesa, comienza a vacunar también contra la viruela y con mejores resultados. Pero Salvà pasará a la historia como físico, por sus trabajos sobre electricidad aplicada a la telegrafía y por proponer el tendido de una línea telegráfica (submarina) entre Alicante y Palma de Mallorca. Pero como siempre me pasa, eso es otra historia.

En 1801 ya tenemos referencias de tres mil vacunados en España contra la viruela. Como se ve el buen funcionamiento de la vacuna y Carlos IV sabe de su necesidad, se organiza la Real Expedición Marítima de la Vacuna, dirigida por el alicantino Francisco Xavier Balmis -con otro ilustre médico militar, José Salvany y la directora del orfanato coruñés, María Zendal-  que partió del puerto de La Coruña el 30 de noviembre de 1803 rumbo a los territorios españoles de Ultramar. La expedición consiguió llevar la vacuna hasta las islas Canarias, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Nueva España, cruzar el Pacífico hasta las Filipinas (1805) y, desde allí y tras solicitar permiso, llevarla hasta Macao (China). Y en su viaje de regreso a España, por el Atlántico, Balmis recaló en la isla británica de Santa Elena (a 1.800 km de las costas africanas de Angola, donde terminaría exiliado Napoleón) y convenció a las autoridades británicas (del penal; que más que isla era un penal) de aplicar su vacuna, que desde la metrópolis nunca les había hecho llegar. 

Jenner el inventor de la vacuna, conocedor de la acción de Balmis, dejó escrito:   No puedo imaginar que en los anales de la Historia se proporcione un ejemplo de filantropía más noble y más amplio que este”. 

Por fin el mundo tenía una vacuna contra una enfermedad. ¡Albricias! (que desde tiempos de los romanos no se echan sobre el portador de una buena noticia).

Un logro, sin lugar a dudas. Pero de forma paralela al desarrollo de las vacunas fueron apareciendo, ya en el XVIII, los detractores de las mismas y de la vacunación. ¿Por qué había que infectar a las personas cuando las enfermedades actúan de regulador biológico natural sobre la población?; el “está de Dios”. 

Había entonces mucho antivacunas; tantos como insensatos hay hoy con lo de eludir la autoprotección.

Pero en la primera guerra de los Boers (Sudáfrica: el Imperio británico contra los colonos neerlandeses, 1880-1881) se desencadenó un episodio de tifus (producido por una bacteria que está en las heces de los piojos; que tiene narices la cosa: no el piojo, sino la mierda del piojo). La Armada imperial británica se negaba a vacunar a su personal… pero tras 58.000 casos y 9.000 muertos, la vacunación fue obligatoria.

Si es que a caídas se aprende a jinete.

Pero lo realmente duro es que si no hay muchos muertos en un colectivo, nos lo tomamos a pitorreo. Y, la pregunta: ¿cuántos son ‘muchos’ muertos? Para mí, esa cantidad es como la del Gior: un poco, basta.

Mañana dominical que es, dándole al Cynar (que es a base de alcachofas y entra bien), he estado repensando mi cartilla de vacunación, alojada en la neurona 35, tan vaga como la 33; o más. Creo que desde el setenta y poco no me han vacunado de nada. Aquello fue contra el cólera; lo recuerdo vagamente.

Cólera: enfermedad infecto-contagiosa intestinal aguda que te deshidrata. Vamos, irte de vareta por el excusado. Aún hoy (datos de 2019) se producen más de 140.000 de muertes al año por diarrea. Pero como tenemos el fortasec de marras y bebemos agua mineral embotellada…

Pues la primera vacuna contra el cólera fue española. En la gran epidemia de 1885 en estas tierras surestinas, en cuanto había un portador del bacilo Vibrio cholerae, resultaba que els fematers, que trasladaban las deyecciones de los enfermos portadores, y els aiguadors, que abastecían de agua a la población, actuaban como transmisores hasta que el doctor Jaume Ferran i Cluà y su vacuna acabaron con la epidemia. Bueno, Ferran tuvo que salir por piernas de La Safor y Valencia porque los efectos no eran tan inmediatos. Pero la vacuna funcionó y hoy recordamos a Ferran i Cluà (que es uno y no dos).

Pero hasta que llegaba la vacuna, lo que funcionaba era la autoprotección. Y hasta bien entrado el siglo XX era el bando del alcalde de turno lo mejor en autoprotección: “De orden del señor Alcalde, se hace saber: que el agua para beber deberá hervirse durante VEINTE MINUTOS y añadir a cada litro DOS GOTAS DE AGUA DE LEJÍA. Igualmente para usos domésticos. También se recomienda la lucha con insecticidas contra moscas y mosquitos y toda clase de parásitos. Si se consumen frutas y hortalizas, deben pelarse las primeras y lavarse abundantemente con agua de la misma que se utilice para beber. Para que la lejía actúe hay que esperar dos horas después de añadida al agua”.
Y la gente hervía el agua como medida de autoprotección; lo mismo que ahora se pide -bueno, ya se exige- la mascarilla y guardar la distancia de seguridad. Vale que el cólera aquel no es el coronavirus de hoy; pero la gente la palmaba igual. Y los muertos pesan.

En España, con la ley de Bases de Sanidad de 1944, se declaró obligatoria la vacunación (viruela y difteria) y comenzaron las campaña en focos. Los programas nacionales de vacunación se iniciaron en 1963 con campañas masivas dirigidas a la población infantil entre 2 meses y 7 años. De inmediato, un descenso drástico de la incidencia de casos y víctimas. A partir de 1975 se implantarán calendarios de vacunación (infantil), lo que llevó a una reducción progresiva de la incidencia.

Sí, la vacuna es la solución. Pero mientras llega, autoprotección.


18 jul 2020

DE QUE NO QUEREMOS VER LA REALIDAD



No sé como terminará esto; aunque estoy convencido que bien. Ahí está la historia de la Humanidad y sus pandemias; y aún no ha aparecido bicho capaz de tumbarnos a todos. Y eso que le ayudamos a que lo haga.
Cada día asisto perplejo a innumerables manifestaciones de indolencia, descuido, incivismo y cuestiones similares. Somos así.
La Covid19 nos hace cambiar nuestros hábitos; desde luego, no estamos ante la normalidad de antes sino ante una nueva realidad a la que habremos de adaptarnos todos hasta que lleguen los tratamientos eficaces y las vacunas. Es cuestión de colaborar y hacer, entre todos, más llevadera esta situación que, aunque no lo parezca, aún sigue activa y amenaza nuestra seguridad sanitaria, física y emocional. Lo que ocurre en 2020 no tiene precedentes modernos y debemos adecuarnos a esta nueva realidad.
Es que hasta que tengamos dominado el tema, nada es igual. ¡Nada!
¿Tan difícil de entender es?
Bueno, veo que podemos llegar a ‘entender’ que para entrar en un banco haya que hacer cola y hasta tener que haber solicitado cita previa. Ahí sí; pero para la playa no. Hombre, es que la playa es pública (por no escribir ‘de todos’) y el banco es de los accionistas. Pues es lo mismo: gente y posibilidad de contagio.
¿Cuándo entenderemos que nada es como antes?
Sin vacuna y/o tratamiento eficaz estamos todos expuestos a esa cosa tan diminuta que es invisible y que nos puede atacar. Nada es como antes; debemos aceptarlo y procurar que sea por el mínimo espacio de tiempo posible. Pero no. La cosa, como que no va con nosotros.
El número de fallecidos -28.420 (oficiales) a 18 de julio- parece que ha ido a parar a la sección de Estadística de la neurona 23 de nuestro espacio cerebral; justo esa que no usamos. Ah, claro, es que estamos en el puesto 33 del Covid Index de la OCDE… que señala que tenemos la eficiencia de control epidemiológico más bajo del mundo (-0’28) -y eso parece que tampoco nos importa una higa- y. además, la nada despreciable cantidad de 575’26 muertos por millón de habitantes… cuando los Estados Unidos, del taimado Trump, están en 246’98 y no paramos de sacarlos en los telediarios por lo ineficaces que son en la gestión. 

Allí sí que están mal, ¿verdad? En cambio, nosotros, estamos la mar de bien. Tan bien que queremos hacer las mismas cosas que antes y como antes. Esto del cromosoma ibérico (cromañónico) en el ADÑ es terrible.
El bicho, como el mundo, va su puta bola. Y lo único cierto es que se trabaja contrarreloj y sin descanso para encontrar vacuna y tratamiento por la repercusión económica que tendrá. Dinero para las farmacéuticas y, esta vez sí, las economías a volver a funcionar; que es de lo que se trata. Pero necesitaremos 7.700 millones de dosis (y la población mundial es, ahora mismo, de 7.768 millones de personas; y subiendo). Por cierto: ¿Cuánto tiempo se tarda en producir 7.700 millones de dosis (suponiendo que sólo sea necesaria una dosis)?
Siga leyendo que un poquito más abajo se lo cuento.
Ya las farmacéuticas anunciaron, a primeros de mes, que serían necesarios 15.ooo millones de dosis. Y también de que no hay suficientes plantas farmacéuticas en el mundo, ahora mismo, para producirlas. Desde Ifpma, la patronal (mundial) del sector se ha advertido al mundo. Y es que ya lo dijo Bill Gates en su día: “si sólo podemos producir 300 millones de dosis por año y planta, tendremos un problema”. Y él ya está construyendo una planta exclusiva para esta aún inexistente vacuna para producir entre setecientos y mil millones de dosis al año.
Ahora mismo, con lo que hay, se habla de que sólo se podrá garantizar el producto a los más vulnerables; hasta la primavera de 2021 no habrá producción suficiente para ellos.
Es que, resulta que, las farmacéuticas deben seguir produciendo los medicamentos ‘tradicionales’ para no generar un problema añadido.
En España, por ejemplo, no existe ninguna fábrica de vacunas para uso humano.
He indagado un poco. Las vacunas están tal que así. El Instituto Jenner (Universidad de Oxford) dice que su vacuna, la hAdOx1 nCoV-19, que aseguran es ‘la más adelantada y eficaz por el momento’ estará “en breve”. Ahora la están produciendo en lo que se llama “producción a riesgos”, mientras siguen los ensayos. Si los resultados de estos nuevos ensayos no son determinantemente positivos, será un fracaso. Pero es que si no, en diciembre no tendríamos producidas las suficientes primeras remesas para vulnerables y para entonces esperan poder tenerla “en suficiente cantidad”.
Pero, ¿qué números de viales es eso de ‘suficiente cantidad’? Ya lo hemos señalado un poco más arriba: 15.000 millones de dosis. Y AstraZeneca y Janssen, por ejemplo, son capaces de fabricar 1.000 millones de dosis en un año. En esa línea, MSD, Pfizer, Sanofi, GSK y Moderna, podrían llegar a producir otros 1.000 millones/año. Vamos que, con todo a favor y la nueva planta de Bill Gates, los primeros 7.000 millones de dosis estarían a lo largo de 2021; hasta diciembre.
En ello están también Hoffenheim, los alemanes de la CureVac, que están haciendo sus pruebas en humanos y también “produciendo a riesgos”. Dietmar Hopp arriesga inicialmente menos porque Trump ya le ha dicho que se la compra toda. Y eso  que en casa tienen a Moderna que ya ha informado de pruebas “seguras y bien toleradas en general”. Y también en USA, resulta que Pfizer, en colaboración con la alemana BioNTech ya tiene un producto que en 28 días genera anticuerpos y calcula que en diciembre de este año podría tener ya “una cantidad suficiente de dosis” que no cuantifica en número.
También se trabaja con medicamentos que aplicar a los pacientes ya contagiados por SARS-CoV-2 y parece que cada mañana damos un paso adelante (aún en pruebas)…
Y mientras esperamos la llegada de vacuna y tratamiento la cosa está clara (para algunos): responsabilidad, sentido común y muchas medidas de autoprotección.
Hoy ya es obligatoria la mascarilla en la Comunitat Valenciana para todo lo que no sea ingesta de alimentos y bebidas y baño.
¿De verdad tenemos que seguir siendo tan necios de no darnos cuenta de que por lo menos este año de 2020 las cosas no van a ser lo mismo?
No hay normalidad; hay una nueva realidad que de nosotros depende que no sea más compleja.
Y no queremos verlo.
Un artículo de M. Alarcón, en el diario Información, lo dice todo: “el virus te busca cada noche”. Viene a decir que especialmente de noche, en las noches de verano, nos relajamos más y olvidamos la autoprotección: la mascarilla y la distancia física.
Es que no queremos ver que, de momento, nada es como el año pasado. Y de nosotros depende que podamos volver, de verdad, a cómo eran las cosas (antes).
Pero veo que no queremos, no. Pues sarna con gusto, no duele.