6 mar 2021

DE POLICÍAS Y CUERPOS POLICIALES (I)

 

A modo de Introito: No suelo meterme en el terreno de la solanum melongena porque la pubescente y espinosa solanácea suele dejar, como mínimo, raspaduras a quien por un campo de ellas transita. De ahí lo de no meterse en berenjenales. Pero habida cuenta que he osado preguntar -y obtenido respuesta- a un mando policial amigo sobre un particular de esta historia, héteme aquí que por culpa de un vermú que resultó ser de Cacabelos -León-, donde se habla uno de los mejores castellanos que se recuerde- por nombre Guerra Reserva Rojo -berciano que es, como mi interlocutor- paso a entrar en otra de mis historias… que considero conviene refrescar en la memoria.

 

La Policía, como la conocemos hoy -la policía ‘moderna’- es un invento del XIX. Pero esto no quiere decir que no hubiera ‘policía’ -servidores públicos para el orden y persecución del delito- antes. Si en cualquier momento de la historia hay delincuentes, por el elemental principio de acción y reacción hay policía. El delito siempre es castigado, no importa en que civilización sea.

En todas, desde las antiguas a hoy, con mayor o menor fortuna, se dispuso de estos cuerpos a las órdenes de un, digamos, juez y para unos menesteres que se mantienen inalterados, aunque con matices desde el principio de los tiempos civilizados. Sin riego de equivocarnos (aquí le paso la pelota), podemos concluir que -má o meno- desde el 1.700 aC hay estructura de ‘policía’; por lo menos en el antiguo Egipto y en la milenaria China civilizaciones en la que por aquel entonces ya disponían de estos funcionarios contra la delincuencia y la desviación social, concepto que tomo prestado de mi interlocutor.

Pero por estos pagos europeos, la palabra ‘policía’ se empieza a utilizar bastante más tarde; en tiempos de Clodeoveo I (481), rey de los francos salios, fundador de la dinastía Merovingia, quien tras su expansión al Este, entre los ríos Rin y Meno, instaura una fuerza -bajo ese nombre- para preservar el orden. El concepto cobrará protagonismo en tiempos de otro merovingio, Clotario II (595), y llegará a alcanzar nivel de institución en la Europa centro-occidental desde los inicios del siglo XIII. El origen de la palabra ‘policía’, pues, está en el francés antiguo, arrancando desde el griego -polis; ciudad- y bajo el influjo del latín. Y de la ciudad salió al campo.

El primer cuerpo policial urbano se constituyó en París, en 1254: les Chevaliers du Guet -a instancias del rey Luis IX-, para “velar por la seguridad de cuerpos y bienes, y remediar los males que se producía cada noche en la ciudad, tanto por el fuego, el robo, la violencia y el secuestro de mujeres[1]. Ya en el siglo XIV el condestable Raoul de Bienne (1337) eleva el nivel del grupo, que Colbert (1667) reorganizará como cuerpo y Fouché (1804) llevará al cénit la estructura policial como institución. Y de Francia, el primer laboratorio científico de policía (1870) y la primera Escuela de Policía (1883).

Y vieja piel de toro, ¿cómo nos lo organizamos con esto de la policía? Miren, me cuentan que fue el Motín de Esquilache (marzo de 1766) el que llevó a Carlos III a dar carta naturaleza formal a una institución para orden público y seguridad. Pero que tienen su historia anterior.

Por ahí se puede leer que, en el reino de Castilla, en las Cortes de Valladolid (1440), se cita lo de un cuerpo de policía, siendo la pax pública su razón de ser. Pero resulta que quieres comprobar la cita, vas y ves que no hubo Cortes en Valladolid ese año; asín que

Haber, como en todas partes, por aquí había delincuentes y embrionaria organización para combatirlos. En las ciudades, la cuestión era más fácil; pero fuera de ellas -y ancha era Castilla por aquel entomnces- imperaba la ley del más fuerte, que solía ser el que delinquía.

A herencia de los romanos, los visigodos tenían instaurada la figura del sayón para estas cuitas policiales, como subalterno de los órganos de justicia. Mientras el bucelario era un funcionario más militar, el sayón tenía esa componente de orden público a semejanza de los vigiles romanos. Roma había tenido su policía, militarizada, encargada de luchar “contra la delincuencia violenta, la prostitución, la falsificación de moneda y el mantenimiento de una higiene pública”. Pero cuando se fue deteriorando el imperio y los ricos huyeron al campo, se fueron dotando de milicias armadas como séquito clientelar. Y así rizamos el rizo del bucelario, y en esas y para la península, saltamos a la invasión árabe y sus dos cuerpos ‘policiales’ -a su modo- como la shurta[2] y el derrah[3] para estos menesteres. Y siguiendo ese patrón llegamos hasta los primeros reinos cristianos, que recuperan al sayón y crean un nuevo cuerpo de serviros de mayor entidad: los Porteros de Vara[4]… figura que se mantendrá latente durante siglos y que cobrará nueva vida en el siglo XVIII en su recomposición como el Sereno de la Noche[5] con el cometido de “proteger de robos y asaltos, evitando las peleas (incluso domésticas), dando aviso de incendios y prestando auxilio a todo aquel que lo necesitara”. Pero el sereno, en sí, no era policía y hoy vamos de policías, asín que

Volvamos a la cosa de la “Policía” en las pocas ciudades en que había.

Pero como la Reconquista avanzaba, en las nuevas tierras de frontera, que eran casi tierra de nadie, también había delito y necesidad de reprimirlo. A partir del siglo XI se fueron instalando entre el Tajo y el Guadiana los golfines[6]. Y para censurar sus desmanes surgieron las Hermandades[7], siendo la más famosa la Santa Hermandad Nueva de Castilla[8], que debía “prohibir la realización de determinados juegos, la blasfemia, la usura, cualquiera de los pecados públicos y realizar la persecución de adivinos y malhechores”. Vamos, más trabajo que el chapista de las lecheras de la BriMo de los Mossos a finales de febrero de 2021.

Esto de las hermandades es un capítulo apasionante sobre la organización de los municipios, la explotación de tierras en común y su defensa; pero, como siempre, excede del objetivo de estas pinceladas. Todo lo más, recordemos que utilizaban el cuadrillo, una ballesta pequeña; por ello les llamaban cuadrilleros. Y es que iban en cuadrilla.

Cuadrillero, representado con un desproporcionadísimo cuadrillo


Y hubo mucho tiempo de cuadrillas en el medio rural, mientras la evolución se daba en el entorno urbano, conforme crecían las ciudades. Y de ahí iban saltando las nuevos de cuerpos policiales difíciles de encajar en esta historia que vamos a hacer arrancar en el siglo XVIII, cuando se instaura el modelo nacional de policía del Antiguo Régimen. Serán los alcaldes (1776) los que pasen a tener competencias en seguridad pública y con ello deban “organizar las patrullas de vigilancia diurna y nocturna, control de la población transeúnte e inspección de los establecimientos públicos” que serán las policías de cada etapa y época.

Con los Borbones llegó la organización “moderna”. Las primeras fuerzas policiales españolas en ciudad fueron creadas por Felipe V a partir de componentes militares. Los Inválidos Hábiles[9] (1717) y la Milicia Urbana[10] creadas para Madrid, pronto fueron habilitadas en el resto de las ciudades importantes, reforzando el trabajo de los siempre escasos alguaciles, única figura policial del periodo de los Austrias, anclado en la Edad Media.

Pero aquello funcionaba poco, tarde y mal. Total que, como dijimos, tras el Motín de Esquilache (1766) Carlos III se vio en la necesidad de reorganizar el sistema y comenzó por la primera unidad de Salvaguardas para asuntos de orden público e investigación criminal. Y es que ya se había prohibido deambular por las calles -desde 1761- ciñendo al cuerpo, para ocultarlas, armas blancas, cortas y largas -incluso armas cortas de fuego- y no había manera de poner coto a refriegas y asaltos. Que luego hablamos del Far West.

Ah, las penas por llevar estas armas, leo, tenían su aquel: 6 años en presidio al noble, o 6 meses en minas al plebeyo. Y era más sano el más inmundo de los presidios que bajar a la mina.

En 1782 Carlos III propuso a sus ministros reorganizar un poco la cosa esta del sistema policial y constituyó la Superintendencia General de Policía. Y por primera vez tenemos por aquí el concepto Policía.

En su reino -me refiero a este país en tiempos del mejor alcalde de Madrid- operaban desde mucho tiempo atrás y para cuestiones de orden público, vigilancia, control fiscal y de contrabando los más dispares cuerpos, casi siempre surgidos del Ejército y que trampeaban en demasía y conseguían desafección y temor popular: Fusileros Guardabosques Reales[11], Infantería Fija del Reino de la Costa de Granada[12], Partidas Armadas[13], Escuadras de Paisanos[14], Guardias del Reino[15], Fusileros de Aragón[16], Migueletes[17], Somatén[18], Mossos d’Esquadra[19], Escopeteros Voluntarios de Andalucía[20], Miñones[21], Milicias Honradas[22] y Serenos. Un sinfín de cuerpos, principalmente de ‘ámbito rural’, que terminarán desapareciendo e invitando a sus miembros a integrarse en el futuro cuerpo de policía regional que desde 1844 será la Guardia Civil.

Total que llegamos a las puertas del XIX con las cosas claras pero con un futuro espeso, como el mejor chocolate. Y  a ver si aclaramos conceptos y terminamos mañana con los siglos XIX y XX que se me están pareciendo como un campo sarcopoterium de pimpinelas espinosas de muy difícil tránsito para salir indemne.

 

 

 



[1] Francoise Husson, en una historia de los carpinteros de París; en 1903.

[2] Con el cometido de mantenimiento del orden público entre las gentes del pueblo bajo y la persecución de los malhechores y ociosos

[3] Policía y fuerza de seguridad interna con funciones judiciales, penitenciarias y fiscales. Lo mismo actuaban como guardaespaldas de las autoridades, que recogían la basura y vigilaban de noche las ciudades.

[4] Vara que representaba la autoridad y que era también un arma, sabiéndola emplear.

[5] 1715-1977; equipados con un chuzo y un silbato, que cantaban las horas y el tiempo atmosférico –“las once y lluvioso”, “las dos y sereno”; y con sereno -de tiempo atmosférico y no de abstemio- se quedaron estos personajes.

[6] Gentes de aquí y de allá que deseaban vivir libres en un territorio libre sin sometimiento a reyes ni señores, haciendo del robo y del secuestro su forma de vida, pues no había otra cosa de qué vivir.

[7] Federaciones de municipios en la Edad Media para el mantenimiento del orden público y seguridad y la protección de las actividades en las tierras comunales. En 1370, un ordenamiento real consintió y reglamentó estas hermandades de policía; serán los propios monarcas, ya en el siglo XV, quienes impulsen el ingreso de los concejos en las grandes hermandades de su reino. La Hermandad de las Tierras de Escalona (1190) fue una de las primeras y más destacadas.

[8] Cortes de Madrigal, 1476, unificando las distintas Hermandades que habían existido desde el siglo XI en los reinos de Castilla y León. Se le considera el primer cuerpo policial de Europa sometido a cierta organización y administración gubernamental. Fue decretada su extinción total en el año 1834, habiendo sido para entonces reemplazada por la Superintendencia General de Policía, creada en 1824 como órgano director de la Policía General del Reino.

[9] Instituto armado integrados por soldados cojos, tuertos, mancos y otros impedidos, provenientes del Ejército, con cometidos de orden público: control de vagabundos, mendigos, holgazanes y maleantes, inspección de establecimientos públicos, de hospedajes y viajeros.

[10] Voluntarios (burgueses, comerciantes y artesanos) comprometidos en ayudar al Cuerpo de Inválidos Hábiles

[11] Creada en Cataluña (1761) para servicio de policía y seguridad de la familia real y custodia de los sitios y posesiones del Real Patrimonio.

[12] Lucha contra contrabandistas de las costas africanas y Gibraltar.

[13] A las órdenes de un Corregidor, para reprimir el crimen y la delincuencia.

[14] Con el añadido del contrabando y otros delitos fiscales.

[15] Reino de Aragón;1568-1708. “Con jurisdicción y competencias sobre ladrones bandoleros, asesinos, secuestradores, contrabandistas y demás delincuentes; incluso en auxilio del Ejército”

[16] Sucesores de los Guardias del Reino; debían ser naturales de Aragón y eran elegidos por su robustez, agilidad, vigor, agilidad, resistencia a la fatiga y espíritu. Terminaron siendo una unidad militar entre 1835 y 1843

[17] Migueletes: llamados así por portar un fusil de llave de restrillo, o llave española, precursora de la llave de chispa. Tenemos Migueletes combatiendo al bandolerismo en las sierras de Andalucía -y la rebelión de las alpujarras- y Migueletes como Fusileros del Reino de Valencia, que terminaron integrados en la Guardia Civil en 1844. Sustituyeron a los ballesteros del Centenar del Gloriós Sant Jordi (o de la Ploma; 1365-1707) cuya misión era de la perseguir malhechores y su privilegio más destacado era la custodia de la Real Senyera. Nada que ver estos Migueletes con la Compañía de Almogávares de 1640 y Miquelón de Prats -¿mito o verdad?- y sus actos de pillaje tras la Guerra de los Segadores (1640-1652).

[18] De tradición medieval, a imagen del bucelario visigodo, centrado en la represión de bandoleros y piratas que llega hasta 1714, siendo reestablecido en varias ocasiones, tras guerras, para perseguir desertores. Refundado en 1855, pasó a ser un cuerpo auxiliar de Orden Público y ámbito rural que cobró un especial protagonismo en la Dictadura de Primo de Rivera como “policía de buenas costumbres y persecución de la blasfemia” pero que se fajó en la represión de los “delitos sociales” (huelgas). Disuelto en 1931 en toda España, continuó en Cataluña. Se reactivo entre 1936 y 1939 en la zona nacional para cobrar protagonismo en 1945-1948 al encomendársele colaborar con la Guardia Civil “en su lucha contra el maquis y las organizaciones obreras clandestinas”. Aunque en el olvido desde 1968, fue disuelto en 1978.

[19] Desde 1721 centrado en la persecución de criminales y bandidos en Cataluña; y a los austracistas tras la Guerra de Sucesión. Siguen la tradición de las Escuadras de Paisanos Armados. Hoy son un cuerpo policial activo. Fueron la primera organización policial en España y en Europa encargada de velar por la seguridad interior sin formar parte del organigrama militar

[20] 1777; fuerza policial surgida de regimientos militares para perseguir delincuentes y malhechores y ayudar a la Justicia. Entre su uniforme figuraba una cuerda de cáñamo para atar a los delincuentes que apresaban. Conflictos entre chancillerías y la jurisdicción militar acabaron con esta unidad.

[21] Desde 1793, aunque arrancan de las Hermandades de la Baja Edad Media. También se centraron más en otros cometidos -represión de liberales y prevención de las sublevaciones- sus encomiendas era típicamente policiales. Hoy, los Miñones de Álava están adscritos al Departamento de Interior del Gobierno vasco.

[22] 1808; constituidas para evitar desórdenes y reprimir a bandidos, malhechores y desertores de la Guerra de la Independencia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario