12 feb 2022

COSAS DE MANILA; HISTORIAS DE FILIPINAS

  

En esta semana que concluye por tres veces me han salido a relucir cosas de Manila, la capital filipina: que si un libro, que si una investigación, que si un mantón, vestido chinés… Y me he dicho: pues tírale a Manila. Me atrae hasta el mismo nombre.

Manila. El DLE de la RAE sobre la voz nila[1] dice que es una palabra del sánscrito[2] y del tagalo[3] y la refiere como arbusto con inflorescencias blancas. La principal ciudad de la isla de Luzón debe su nombre a la abundancia de esa mata en el hoy desaparecido manglar Yamstick, en el delta del río Pásig[4]: May-nila (hay nila aquí).

El caso es que la nila que hoy se identifica con la Scyphiphora hydrophyllacea parece ser la misma que en el libro (1877) “La Flora de Filipinas”, del agustino fray Manuel Blanco, aparece referenciada como Ixora manila, un taxón[5] asiático vinculado al índigo[6]. Sea como fuere, no es nuestro tema; pero ahí dejo esa puerta abierta a etnobotánicos y similares una vez que estamos en la bahía de Manila.

Y antes de llegar a la bahía, lleguemos al archipiélago de 7.641 islas.

El 16 de marzo de 1521 en su periplo con la Flota del Moluco, Fernando de Magallanes divisa un grupo de islas que, de buenas a primeras, llama “de San Lázaro”[7] y pone el pie en la de Tubabao… y así las Filipinas[8] comienzan a entrar, poco a poco y una tras otra, en nuestra Historia.

Lo harán, especialmente, de la mano de Miguel López de Legazpi[9] ya en 1565 con todo lo del tornaviaje[10]. Primero en Cebú, luego en Panay y finalmente en Luzón (1570), que es la gran isla que nos interesa, donde tejieron alianzas entre los gobernantes de los ‘reinos’ de Sapa, Namayan, Tondo y Maynila que eran los protagonistas del enclave, de la desembocadura del río Pásig.

El 19 de mayo de 1571 Legazpi tomó posesión del poblado de Manila en el que el 24 de junio celebró la solemne ceremonia de fundación oficial de la ciudad de Manila[11].

Y Manila fue creciendo y cobrando importancia con la rivalidad entre españoles y portugueses por el control del comercio de las especias y como puerta de entrada a Asia por el Pacífico, así como por el comercio, las disputas y la piratería de los ribereños de aquellos mares[12]. En 1595 se convirtió Manila en la capital de aquel universo insular que el Reino de España se empeñó en mantener.

Allí llegamos con ínfulas imperiales, sin ocaso para el Sol; pero para todos, absolutamente todos, lo hicimos cual elefante en una cacharrería -y no es cierto-aunque esa irrupción alteró el tradicional sistema de comercio y -¡ojo!- de piratería en la zona. Legazpi buscaba, habida cuenta de la inferioridad numérica, hacer aliados por doquiera que iba. Así, en 1571 liberó a los esclavos chinos en poder de los ‘reyes’ de Tondo y Maynila; y por esta acción recibió en Manila, al poco tiempo, once juncos[13] repletos de azúcar, naranjas, porcelanas, medicinas y seda del propio emperador chino. Pero, enseguida, Manila volvió a ser el objeto de deseo de todos los pueblos ribereños del sudeste asiático, China incluida. Guido de Lavezares, el sucesor de Legazpi al mando en Filipinas, ya se las tuvo que ver con el corsario chino Li-Ma Hong[14], al que venció en repetidas ocasiones, lo que valió el nombramiento Real de Maestre de Campo, perpetuo. El tercer gobernador, el cacereño Francisco de Sande, harto de los piratas chinos preparó un ataque a la China continental que el Rey Prudente desaconsejó. Los demás gobernadores hubieron de hacer frente a razias de piratas asiáticos -de Joló, de Brunéi, de China, Birmania y Japón- al mismo tiempo que ataques de flotas y navíos británicos, franceses, portugueses y holandeses.

Es más, con motivo de la guerra anglo-española de 1761-1764 (dentro de la Guerra de los 7 años[15]), por espacio de 20 meses los británicos ocuparon los puertos de Manila y Cavite. Era gobernador -desde el verano de 1759- el arzobispo Manuel Rojo del Río que -cayendo prisionero y por salvar su vida- les cedió la titularidad del archipiélago, pero que no pudieron ocupar porque Simón de Anda y Salazar, magistrado de la Real Audiencia de Manila, tomó el mando y con las pocas tropas reales -y la ayuda indígena; que eso siempre lo hicimos bien y nos salió mal- asedió ambas plazas impidiendo la salida de los británicos de Manila y Cavite tierra adentro hasta que por mar, como vinieron, abandonaron su pretensión sobre el archipiélago. De Anda superó también el alzamiento chino en Guagua y en 1764 entregó el poder al nuevo gobernador, Francisco Javier de Torre, y se embarcó para España donde había sido nombrado miembro del Consejo de Castilla. Volvió De Anda en 1770 -y hasta 1776- a ser la primera autoridad colonial filipina y revitalizó la capital y sus atarazanas.

Más que los tifones[16], los meses de dominación inglesa fueron los que más daño hicieron a la vieja Manila. La dejaron absolutamente esquilmada de todo -entre el pillaje inicial y la subsistencia final- por lo que se hubo de partir de cero.

Y partiendo de cero en esta historia me voy al espíritu del siglo XVI en el que se vio que aquel archipiélago podía convertirse en la frontera defensiva que protegiera la retaguardia del Imperio y hasta en el nexo que articulara ambos mundos. España se involucró en crear una gran base operativa en aquellas latitudes de cara, incluso y como etapa intermedia, a la conquista de la China de la dinastía Ming. Por conquistar que no quede, oiga: soy español, ¿a qué quieres que te gane? Luego vendrán los ayes y lamentos.

El Oriente -China y Japón- fue el objetivo para todas las potencias europeas desde el siglo XV, sólo que españoles y portugueses tomaron la delantera. Recordemos: Colón, buscando Cipango -el Japón- se topó con América. Portugal, sabido esto de que América era un infranqueable continente en la ruta de las riquezas de China, circunvaló África en busca de ese Oriente fabulado pero real. Pero tozudos que somos, Magallanes-Elcano abrieron el camino español hacia Asia; y Urdaneta, el regreso.

Y recordemos más: por el Tratado de Tordesillas[17] (1494) había quedado dividido el mundo para dos - España y Portugal- y luego llegaría la cosa del antimeridiano de Tordesillas[18]. Y el caso es que las Islas Molucas, las de las especias, quedaban, con esta nueva demarcación, en un ámbito donde los cosmógrafos de la época no se ponían muy de acuerdo. Pero Portugal pagó sus derechos sobre las islas, lo que ¿nos venía a dar la razón de que quedaban en el lado Español? Pues no, las cosas del viejo monarca español que dijo de ceder-vender por 350.000 ducados de oro los derechos españoles sobre aquellas islas, por no reconocer -antes de Urdaneta- que no sabíamos volver (el tornaviaje) a la Nueva España. Álvaro de Saavedra, Hernando de Grijalba y Ruy López de Villalobos fueron los últimos en intentarlo, sin éxito, en 1527, 1536 y 1542. Pero en 1565 el entonces fraile Urdaneta completó el viaje de vuelta desde Filipinas[19] subiendo hacia el norte, casi bordeando Japón, para entrar en la corriente de Kuroshio[20] que le llevó directo a la costa californiana de los (hoy) Estados Unidos, con lo que sólo era necesario bajar hasta Puerto de la Navidad y Acapulco, una ruta que a partir de entonces haría el Galeón de Manila/Nao de la China hasta 1815, doscientos cincuenta años.

Ya sabemos volver, pero China seguía siendo el objetivo por batir.

La importante y numerosa comunidad china de Manila (siempre extramuros de la ciudadela y en los barrios del Parián primero y Binondo después) hacía despertar el máximo interés hacia el coloso continental. Y los misioneros Jesuitas ansiaban esa proyección evangélica, aunque será el agustino Martín de Rada (1569) el primero en proponer el salto invasor. Los planes del jesuita Alonso Sánchez eran más detallados y concretos; incluso aventuraban éxito, pero llegaron a Madrid al mismo tiempo que las noticias del desastre de la Gran Armada contra Inglaterra y fueron desestimados. Con ausencia de armas y milicia, individualmente, los jesuitas Alessandro Valignano, Michele Ruggieri y Matteo Ricci prefirieron la iniciativa individual y entraron en China de avanzadilla. Diego García de Palacio, bilbaíno, fiscal de la Audiencia de Guatemala, diseñó un plan de conquista de China que dejó en dos libros (Diálogos Militares, 1583 y 1587). Los planes de 1583 se cambiaron por una embajada al emperador Wan-Li. Y el Memorial General de 1586 vuelve a contener planes de invasión en un anexo -De la entrada en China en particular- cifrándose en 20.000 los soldados necesarios y cuantificando los beneficios económicos de la empresa. Al final se optó por una invasión de misioneros: fray Jerónimo de Burgos planteó enviar un centenar de franciscanos, los dominicos, por su parte, enviarían sesenta miembros de la Orden de Predicadores y los jesuitas de las Juntas Filipinas, un número similar al de franciscanos. Así las cosas, la invasión de China se tornó en misión evangélica -no se podían detraer 20.000 soldados y los barcos necesarios- y Borneo, Camboya y Siam estaban más a mano y con lo justo se podía conseguir. Y así se hizo; es más, sin necesidad de poner pie a tierra. A aquellas alturas finales del XVI en aquellos mares asiáticos bastaba con deponer al que mandaba y colocar en su lugar uno más afín. Y así fue.

Y con la presencia militar y burocrática asentada en Filipinas el objetivo pasó a vincular administrativamente el archipiélago al virreinato mexicano de Nueva España, y desarrollar en él un sistema colonial basado en la ocupación y la evangelización, con una administración mínima de militares y funcionarios, presencia activa de órdenes religiosas, delegando en los encomenderos, los religiosos y las autoridades indígenas filipinas, la mayor parte de la gestión administrativa. Este proceder favoreció la pervivencia de los modos de vida tradicionales filipinos, lo que fue aceptado de muy buen grado por los locales. La ley del más mínimo esfuerzo… Y con la caló que hace por allí.

Y así se desarrolló una economía basada en todo lo que llegara de China y de otros puertos asiáticos porque resultaban ser una serie de bienes muy apreciados en los mercados europeos -y americanos-: sedas, lacas y porcelanas chinas; muebles y ornamentos de Japón; pimienta, clavo, nuez moscada y otras especias de Sumatra y el Maluco; piedras preciosas de la India; y algodones de Bengala. Y esos fueron las mercancías que viajaban de vuelta a Nueva España desde Filipinas. La economía de las islas, bajo dominación española, fue inicialmente de intermediación; y con pingües beneficios para todos.

Pudo haberse mejorado todo en Filipinas si desde las Cortes de Cádiz se hubiera tenido más en cuenta al archipiélago. Pedro Pérez de Tagle y Blanco-Bermúdez, José Manuel Couto y Aballe-Bravo y el septuagenario y activísimo Ventura de los Reyes y de la Serena fueron los 3 diputados criollos que representaron cabildos filipinos acudieron a la cita gaditana. Hay un trabajo de María Dolores Elizalde al respecto, publicado por el CSIC[21], que lo cuenta todo.

Uno de los grandes logros de las Cortes gaditanas fue la proclamación de la igualdad entre los territorios y los habitantes del imperio. Así, el 15 de octubre de 1810, se ratificó en Cádiz esa voluntad de equiparación en una hermosa declaración, que luego confirmaría la Constitución de 1819: Que los dominios españoles de ambos hemisferios forman una sola y misma monarquía, una misma y sola nación, y una sola familia, y que, por lo mismo, los naturales que sean originarios de dichos dominios, europeos o ultramarinos, son iguales en derechos a los de esta península, quedando a cargo de las Cortes tratar con oportunidad y con particular interés todo aquello cuanto pueda contribuir a la felicidad de los ultramarinos… pero dicen que la distancia es el olvido… hoy mi playa se llena de amargura… al cruzar otros mares de locura, cuida que no naufrague en tu vivir… Y naufragamos porque la distancia es… eso, la distancia.

El caso es que a finales del XVIII, cuando las tendencias comerciales cambiaron, se fomentó la colonización interior del archipiélago y se activó -¡por primera vez!- el comercio directo entre Filipinas y España a partir del establecimiento de los estancos sobre el tabaco y los alcoholes de nipa[22] y coco[23], que fueron los principales soportes económicos de la administración colonial durante un siglo. Es más, se consiguió que la relación entre España y Filipinas sobreviviera a la quiebra del Imperio americano español y se mantuviera otros cien años más. El político catalán Víctor Balaguer, Ministro de Ultramar en 1871 y 1874, redefinió la relación España-Filipinas, creó la línea de vapores-correo España-Filipinas y organizó la Exposición General Filipina en Madrid (1887), logrando que a partir de 1880 cambiara el concepto económico que se tenía en la península de un territorio donde no todos hacían fortuna.

Y Filipinas entró de lleno en la economía mundial gracias a sus exportaciones de abacá[24], azúcar, tabaco, café, añil y arroz-. A ello también contribuyó, obviamente, la apertura del canal de Suez y la extensión de los barcos de vapor que facilitaron las comunicaciones entre Europa y Asia. Ah, y la crisis cubana que reorientó capitales e intereses coloniales españoles hacia Filipinas. En ese clima propicio y de bonanza el gobierno español, imbuido de liberalismo, no fue capaz de reconocer que, a lo largo del siglo XIX, se habían producido una serie de transformaciones fundamentales dentro de la sociedad filipina y no supo reaccionar. En todo este tiempo, pero especialmente de 1770, se habían creado en Filipinas unas elites integradas por ilustrados de todo rango y condición, que se habían educado en universidades, y por grupos económicos autóctonos que controlaban el desarrollo de distintas islas y regiones. Con todo ello, surgió un movimiento de afirmación nacional filipina que se fue radicalizando, ante la falta de tacto y acción de Madrid, hasta generar a partir de 1896 una auténtica revolución a la que se sumó la derrota en la guerra hispano-norteamericana en aquellas islas. El gobierno español tuvo que renunciar a su soberanía y poner fin a más de tres siglos de relación colonial.

Un elemento determinante fue el Colegio de Santo Tomás[25], la primera Universidad en Asia, que forjó la elite ilustrada filipina. Fue fundamental y determinante en la creación de la nación filipina. Y eso sólo pudo ser posible gracias a que España contribuyó sobremanera a la creación de una identidad nacional única sobre lo que era un conjunto de islas independientes en las que habitaban pueblos distintos, formados por diversos grupos tribales, étnicos o lingüísticos, cuyos territorios estaban limitados por fronteras naturales como el mar, los ríos o las cordilleras montañosas y con formas de gobierno distintas. La administración colonial española quiso unirles a todos -y lo consiguió- en un mismo conjunto que tuviera las mismas leyes y la misma organización.

De aquellos escasos días en que España se volcó con las Islas Filipinas datan la Compañía General de Tabacos de Filipinas[26], la cervecera San Miguel[27], la azucarera La Carlota y el enraizamiento de la piña en Filipinas, que tan excelentes frutos ha dado. Y los prácticos de los puertos; con lo que meto el nombre de Benidorm en este Post.

 

 

                                            Manilia 1671                Manila 1720


Ah, dos cosas finales: lecturita hiper-mega-recomendada es el libro Elcano, viaje a la Historia de Tomás Mazón Serrano, Ediciones Encuentro; y la consulta en la web https://www.rutaelcano.com/. Y que los mantones de Manila, eran -y son- una realidad china que llegaron a Nueva España (Méjico) con el Galeón de Manila. Y allí, en el Méjico colonial, especialmente en el Estado de Puebla, comenzaron las mujeres a usarlo (china poblana): y de ahí pasaron a la metrópoli. En el madrileño Museo del Traje se detalla que se producían en Cantón (hoy Guangzhou) y en otras localidades chinas y eran exportados a través de un Cohong (consejo mercantil), cuyos trece miembros eran los únicos autorizados a comerciar con los bárbaros extranjeros. Aunque la tradición del bordado en seda chino es casi tan antigua como la propia seda, y ya desde el siglo XVI el célebre Galeón de Manila transportaba a España tejidos chinos, todos los mantones que han llegado hasta nuestros días se produjeron a partir de principios del siglo XIX, que es probablemente el momento en el que se desarrolló el modelo. Se dice que los flecos, que se añadían ya en la Península, eran una herencia de gustos y labores moriscas.

 

 

                                                       Plaza Mayor de Manila; 1847



[1] Arbusto de Filipinas, de la familia de las rubiáceas, con tallos ramosos de unos dos metros de altura, hojas aovadas, opuestas, gruesas, enteras y lampiñas, con flores blancas, axilares, en ramilletes poco apretados y fruto en drupa elipsoidal del tamaño de un guisante, coronada por el cáliz y con dos semillas

[2] Lengua clásica de la India y una de las lenguas indoeuropeas más antiguas y documentadas, después del hitita​ y del griego micénico

[3] El tagalo o tagálog es una lengua hablada mayoritariamente en Filipinas. Se encuentra dentro del filo austronesio, más concretamente en la rama occidental de la familia malayopolinesia. Es autóctono de las partes central y sur de la isla de Luzón, donde se encuentra la capital, Manila. Lo hablan algo más de 100 millones de personas.

[4] El río Pásig conecta la Laguna de Bay con la bahía de Manila. Tiene una longitud de 25 kilómetros. Vierten sus aguas en él sus afluentes Marikina y San Juan. El río Pásig fue la vía de transporte más importante, en torno a la cual se creó una gran riqueza económica.

[5] Cada una de las subdivisiones de la clasificación biológica, desde la especie, que se toma como unidad, hasta el filo o tipo de organización

[6] Índigo, añil o glasto es un colorante textil azul de extracción vegetal; una pasta colorante que se ha usado desde tiempo inmemorial para teñir telas, en la fabricación de tintas​ y como pigmento pictórico. La voz añil, derivada del árabe y del persa, es 'nila' en sánscrito.

[7] Empujada por los alisios, la expedición arribaría doce días más tarde a unas islas reverdecientes de luminosas playas, en donde los indígenas congregados saludaban amistosamente. Magallanes puso el ancla en Cebú y tomó posesión de las islas en nombre del rey de España. Aquel día 16 de marzo de 1521, las futuras islas Filipinas recibirían el nombre de San Lázaro. En la jornada del 14 de abril bautizaron a un millar de indígenas, empezando por su jefe, Humabón. Este se hallaba en guerra con Lapu Lapu, jefe de la isla de Matcán, situada frente a la de Cebú. Magallanes decidió tomar el partido del nuevo cristiano, Humabón, y desembarcó en Matcán, acompañado por unos cincuenta hombres (27 abril 1521). Una lluvia de flechas los recibió y los españoles huyeron rápidamente hacia su embarcación. Magallanes, cojo y chapoteando en el cieno, se quedó solo y los indígenas de Matcán le dieron muerte. Humabón, a ver que los españoles volvían sin su jefe y comprendiendo que no eran invulnerables pese a los amuletos de su religión, les preparó una trampa y dio muerte a unos veinte. Carvallo, el ayudante de Magallanes, decidió proseguir la expedición. Pero, como sólo podía contar con 108 hombres, número insuficiente para maniobrar las tres naves que les quedaban, ordenó quemar una de ellas, la Concepción.  http://www.mgar.net/magallae.htm   

[8] Ruy López de Villalobos (1543), había bautizado con el nombre de Filipina a la isla de Leyte, en honor del príncipe Felipe, el futuro Felipe II; y a la isla de Mindanao la denominó Cesárea Karoli.

[9] Miguel López de Legazpi. Zumárraga (Guipúzcoa), 12.VI.1502 – Manila (Islas Filipinas), 20.VIII.1572. Colonizador de las islas Filipinas y fundador de Manila. Su padre, Juan de Legazpi, fue primer oficial a las órdenes del Gran Capitán, en Italia. Su madre, Elvira de Gurruchátegui, perteneció a una distinguida familia guipuzcoana. Segundón, sin derecho a herencia, marcha a México en 1528 junto al franciscano Juan de Zumárraga, obispo. Hizo carrera administrativa en México. A la muerte del virrey Velasco (1564) López de Legazpi asume interinamente el gobierno de la Audiencia y organiza la expedición Urdaneta. Se le nombra capitán general y se le dan las instrucciones secretas para dirigir la expedición hacia las islas del Poniente, respetando las cláusulas del Tratado de Zaragoza (1529) relativas al pacto de retrovendendo de las Molucas a favor de Portugal.

[10] El patache San Lucas, con Alonso de Arellano y Lope Martín al mando, -que se separó de la flota de Legazpi-Urdaneta- llega, de pura casualidad, a Puerto de Navidad el 9 de agosto de 1565, dos meses antes de que Urdaneta completara oficial y geográficamente el tornaviaje. El jesuita e historiador Mariano Cuevas refería la navegación de vuelta del San lucas así: “impulsados por el hambre y con ignorancia absoluta de las vías marítimas y mayor ignorancia aún de los cursos ciclónicos, hicieron toda esa navegación a punta de milagros”.

[11] El 28 de junio se constituía el primer Ayuntamiento, redactando las primeras ordenanzas por las que debería regirse el Cabildo. Nombró dos alcaldes ordinarios, doce regidores, un alguacil mayor y un escribano mayor. Señaló el sitio de la plaza principal y repartió los solares para la iglesia y el convento de los agustinos, dejando al arbitrio del Cabildo los repartimientos de solares entre los cincuenta vecinos casados de la recién fundada ciudad de Manila. Ordenó que se llamase cabeza de la Nueva Castilla. El 21 de junio de 1574 -muerto Legazpi- Felipe II otorgaba a la ciudad el título de “insigne y siempre leal”.

[12] Recomendar encarecidamente “Historia de la piratería malayo-mahometana en Mindanao, Joló y Borneo” de José Montero Vidal -en Cervantes virtual- que comprende desde el descubrimiento las Filipinas hasta el mes de Junio de 1888. Y, cómo no, en la editorial Desperta Ferro, “Moros. España contra los piratas musulmanes de Filipinas (1574-1896)”, de Julio Albi de la Cuesta

[13] Embarcación de vela típica de los mares de la China y el Océano Índico. Ibn Batutta en el siglo XIII hizo una magnífica descripción de ellos para Europa; su aparición se documenta en fuentes chinas hacia el 600 aC. Los principales avances tecnológicos de los juncos fueron recogidos por el historiador y mnarino Zhu Yu durante la dinastía Song, hacia 1119. No confundir con el sampán, que es más propio de navegación fluvial.

[14] Pirata y señor de la guerra chino. Invadió con una flota de 62 embarcaciones y 3.000 piratas el norte de Filipinas en 1574. Los españoles, capitaneados por Juan de Salcedo, repelieron los ataques y, finamente los derrotaron en el combate del 3 de agosto de 1575, donde parece ser que Li-Ma Hong se escabulló del cerco. Nunca más se tuvo noticias de él. Dos expediciones imperiales chinas se desplazaron a Filipinas en búsqueda del pirata; una de ellas la capitaneó el general Wang Wanggao… y aquí recomiendo el libro de Juan Uceda Requena “Esto no estaba en mi libro de Historia de los Asutrias” (Ed. Almuzara) que tiene algún detalle más y va mucho más allá en todo lo de aquella época.

[15] Primer conflicto global en el planeta. Los dos principales oponentes fueron Francia y Gran Bretaña, pero la guerra implicó a la gran mayoría de las grandes potencias de la época, y se desarrolló en Europa, Norteamérica, Centroamérica, en la costa occidental de África, la India y las Islas Filipinas.

[16] Tifones, huracanes y ciclones son el mismo fenómeno meteorológico. Estos vientos intensos acompañados de tormenta se llaman de distinto modo según el lugar donde se producen: en Pacífico noroccidental estas tormentas reciben el nombre de tifones y son más comunes entre finales de junio y hasta diciembre. Al parecer la palabra tifón vendría del portugués tufão (de donde procede nuestro español tifón). A su vez sería originario de la palabra árabe طوفان, que significa tifón o también inundación; se pronuncia tūfān. Esta palabra vendría del latín typhōn (viento, torbellino), que a su vez procedería del griego τυφών. Es el nombre de un monstruo de la mitología griega capaz de generar huracanes y terremotos con el movimiento. de sus alas.

[17] Reparto de las zonas de navegación y conquista del océano Atlántico y del Nuevo Mundo (América) mediante una línea -Meridiano- situada a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde para evitar un conflicto de intereses entre la Monarquía Hispánica y el Reino de Portugal.

[18] El antimeridiano de Tordesillas, una referencia usada en la aplicación del Tratado de Tordesillas que cruzaba las islas Molucas y que sirvió como límite entre los hemisferios portugués y español en todo el mundo, tanto en relación con América del Sur como en el Lejano Oriente. Por el Tratado de Zaragoza (22.04.1529) se delimitan las zonas de influencia portuguesa y española en Asia. El tratado fijaba las esferas de influencia de Portugal y España a 297,5 leguas al este de las Molucas. Esta línea de demarcación se encontraba por lo tanto cerca del meridiano 135º Este. El 11 de marzo de 1526, el Emperador Carlos se casa con Isabel de Portugal, lo que refuerza los lazos entre las dos coronas, y permite un acuerdo sobre las Molucas. A esto se añade el interés del emperador en evitar problemas con Portugal para poder centrarse en la política centroeuropea, más el hecho de que todavía no se sabía cómo llevar las especias de las Molucas a Europa navegando hacia Oriente (el primer tornaviaje, realizado por Andrés de Urdaneta, es de 1565).

[19] Andrés Urdaneta es una de las figuras más completas de la historia de la penetración colonial española en América y en el Pacifico. Nació en Villafranca de Oria (de Ordizia, desde 1982; Guipúzcoa), en 1508 o 1510. Inició sus viajes muy joven: a los diecisiete años formó parte de la expedición de García Jofre de Loaysa a las Molucas, como criado y asistente del ya veterano piloto mayor Juan Sebastián Elcano. Durante los once años que Urdaneta vivió en las Molucas adquirió conocimientos sobre las poblaciones, geografía del área y sobre la navegación por esa parte del mundo, haciendo acopio de experiencia administrativa, política, náutica y militar. Urdaneta permanece en la zona hasta el año 1535, en que se dirige a Malaca y, de aquí, a Cochin (en lo que es hoy la India ), llegando en 1536 a Lisboa –con lo que dio también él la vuelta al mundo–, donde los portugueses le confiscan escritos, libros y material diverso que había reunido y elaborado durante esos años, en los que recorrió el archipiélago malayo. Le permiten entrar en España y en 1538 pasa a México, a petición de Pedro de Alvarado, para preparar una expedición por el Pacifico, que se malogró. Allí permanece casi treinta años ocupando cargos en la administración virreinal, en la administración de justicia -corregidor en varios pueblos- y participa en algunas operaciones militares. En 1553, en México, decide ingresar en los Agustinos. En 1559, Felipe II aceptó la sugerencia del virrey de Nueva España, Velasco, de enviar una expedición hacia el Pacífico occidental, con el fin de intentar la penetración en el archipiélago de San Lázaro. Para organizar la expedición, el propio virrey sugirió que se contase con Urdaneta como experto cosmógrafo y con la experiencia de viajes anteriores al ser conocedor de Insulindia (el archipiélago Malayo). Urdaneta también creía que entre América y Japón había islas habitadas por hombres blancos muy ricos y amistosos, lo que era una auténtica fantasía. La expedición de Legazpi llegó a Filipinas y Urdaneta partió de Cebú el primero de junio de 1565 en dirección noroeste para completar la 2ª fase del proyecto: se dirigió hacia el Pacífico norte. El 3 de agosto alcanzó los 39° y siguió hasta llegar al paralelo 42°, la latitud del norte del Japón A partir de aquí el barco vira al este, siguiendo la corriente marítima del Kuro Shivo, en dirección a lo que es hoy Estados Unidos, avistando tierra el 26 de septiembre de 1565.  Bajando por la costa hacia México, el primero de octubre entró la nao San Pedro en el puerto de Navidad. El 8 de octubre de 1565 finalizaba el larguísimo viaje en el de Acapulco. El piloto Rodrigo Despinosa lo reflejó así: “Lunes quando amanesçió, a primera de Octubre año del nasçimiento de nuestro señor y salvador Jesús Cristo de mil e quinientos y sesenta y çinco, amanesçimos sobre el puerto de Navidad, ya esta ora miré en mi carta y bide que avia andado MDCCCXII leguas desdel puerto de çubú fasta el puerto de la Navidad , ya esta ora me fuy al capitán y le dixe que a dónde mandaba que llevase el navío porque estávamos sobre el puerto de la navidad, y él me mandó que lo llevase al puerto de Acapulco, y obedesçi su mandado(…); allegamos a este puerto de Acapulco Lunes a ocho deste presente mes de Octubre con harto trabajo que traya toda la gente.” Regresó a España para dar cuenta al rey. Desembarcó en San Lúcar de Barrameda en 1566; en abril estaba en Madrid y poco después en Valladolid, donde lo recibió Felipe II, a quien mostró y entregó los mapas, relaciones, libros de navegación y otros documentos. Casi inmediatamente, en 1567, estaba de vuelta en Méjico y se reincorporaba a su convento de los agustinos, donde muere al año siguiente.

[20] La corriente de Kuroshio (también conocida como Kuro-Shivo) es una fuerte corriente de frontera occidental en el océano Pacífico nor-occidental. Comienza frente a la costa oriental de Taiwán y fluye hacia el noreste pasando por Japón, donde se funde con la deriva oriental de la corriente del Pacífico Norte al confluir con la corriente fría de Oya-Shivoy que la hacer virar hacia el Este para formar parte de la corriente Norecuatorial. Es análoga a la corriente del Golfo en el océano Atlántico, que transporta agua tropical cálida hacia el norte, dirigiéndose a la región polar. A veces también se la conoce como el Río Negro — la traducción de Kuro Shio, y una alusión al azul oscuro de su agua — y también como corriente del Japón. Este color azul oscuro característico se debe a que, por su temperatura relativamente elevada provoca pobreza en nutrientes y de ahí la escasez de vida marina y su azul intenso, lo que le da su nombre de corriente negra o agua oscura.

 

[22]  Planta de la familia de las palmas, de unos tres metros de altura, con tronco recto y nudoso, hojas casi circulares, de un metro aproximadamente de diámetro, partidas en lacinias ensiformes reunidas por los ápices, flores verdosas, separadas las masculinas de las femeninas, pero todas en un mismo pedúnculo, y fruto en drupa aovada, de corteza negruzca, dura por fuera y estoposa por dentro, que cubre una nuez muy consistente. Abunda en las marismas de las islas de la Oceanía intertropical. De sus hojas se hacen tejidos ordinarios, y muy especialmente techumbres para las barracas o casas de caña y tabla de los indígenas. La palma nipa (Nypa fructicans) produce savia rica en azúcar con altos rendimientos de forma continua. Los jugos de Nipa están compuestos por un alto contenido de sacarosa, glucosa y fructosa. Las savias se pueden fermentar a etanol fácilmente con y sin suplementos de nutrientes.

[23] Alcohol de coco o vino de coco, conocido localmente como lambanog, es un potente licor de palma destilado de savia de coco con un contenido de alcohol de 40% a 45%. Es una bebida popular en Filipinas.

[24] El abacá (Musa textiles; cáñamo de Manila) es una planta herbácea de gran porte, de la familia de las musáceas, nativa de Filipinas. Bastante parecida al plátano (Musa paradisiaca), del mismo género, se diferencia de este en que sus frutos no son comestibles y en tener un follaje más erguido y angosto. Su fibra la que le confiere una especial valía económica, por su utilidad para la industria textil. Se utiliza en la fabricación de cordajes y sombreros; también para producir papel y textiles no tejidos para diversos usos como bolsas de té, papel moneda, papel de envolver, sobres (los llamados sobres de Manila), papel Manila y filtros

[25] La Pontificia y Real Universidad de Santo Tomás, Universidad Católica de Filipinas, es aún hoy en día propiedad de la Orden de los Dominicos, en Manila. Fue fundada el 28 de abril de 1611 por el arzobispo español Miguel de Benavides. Posee los estatutos de fundación más antiguos de toda las Filipinas y es, por ende, la universidad más antigua de Asia. Actualmente, en términos de población estudiantil, es la universidad católica más grande del mundo.

[26] La Compañía General de Tabacos de Filipinas, S.A. (Compañía Española de Tabacos de Filipinas) fue la primera gran multinacional española fundada en 1881 por Antonio López y López en Barcelona, basada en Manila. López implicó en la creación de la tabaquera a dos bancos, el Hispano Colonial -que creó y presidió él mismo- y la Banque de Paris et des Pays Bas, así como a una financiera, la Sociedad de Crédito Inmobiliario Español.

[27] En el año 1885, con la idea de abrir la primera fábrica cervecera en el sudeste asiático, un grupo de españoles, encabezado por Enrique María Barretto de Ycaza, comienza a producir cerveza en Manila, en el barrio de San Miguel, en ese momento capital colonial española de las islas Filipinas. En 1890, concretamente el 29 de septiembre, se inaugura oficialmente la Fábrica de Cerveza San Miguel. La Corporación San Miguel fue creada por una comunidad de frailes Agustinos Recoletos en la isla de Cebú y trasladada en 1890 a Manila, Filipinas, como remedio a la debilidad que sufrían por el calor. ... El éxito hizo que la comunidad se viera desbordada ante la demanda y traspasaran su fabricación. La producción iniciada cinco años antes, y comienza su exportación a otras regiones y países de la zona, llegando a destinos comerciales tan importantes como Guam, Shanghái y Hong Kong a principios del siglo XX. Tras la pérdida de Filipinas, en el contexto del Desastre de 1898, los propietarios de la cervecera trasladan su producción y su sede a España, donde permanece hoy en día. Sin embargo, todavía en Filipinas -y países como Estados Unidos-, la cerveza San Miguel que se comercializa lo hace bajo sello filipino, y no español.

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