No les oculto que
saber que el presidente Sánchez, eran -casi- las cinco de la tarde del lunes 16
de junio y no había comido aún me produjo tanta desazón como terror su
maquillaje demacrado con rictus de Halloween que, supongo, era para dramatizar
aún más la pretendida imagen de víctima. Ambos detalles -aludir al hambre,
famélica legión, y aparecer pintado de mamarracho- me han parecido de muy mal
gusto ante los españoles y, mucho más, ante los compañeros de los Medios que
estaban convocados para una comparecencia a mediodía, de la que todos estábamos
pendientes -masoquistas que somos- y hasta las cuatro y diecisiete no comenzó,
por mucho que el autócrata dijera que eran “y cuarto”. Lo mismo -puede que no;
buenos somos- los plumillas que le
aguardaban estaban en la misma situación de ayuno forzado, pero sin pasar por
el set técnico de The Walking Dead
para lograr el tenebroso rictus cadavérico que exhibió.
Resumiendo, la
comparecencia presidencial: llegó tarde, no asumió responsabilidad alguna, vino
a decirnos que había por allí algún problemilla, que la culpa no era suya y que
si convocaba elecciones iban a ganar los malos de la película. Total, que: me
quedo y aguantamos juntos hasta las mentiras del CIS. Oh capitán, mi capitán,
en remedo a Walt Whitman… ¿pues no que Pedro Sánchez se nos presentó como el capitán
de la obra y esperanza de millones de personas que viven en el país que mejor hizo
la transición?
La verdad -concepto
que desconoce- es que la suya es, a la vista de los acontecimientos, una situación
trágica que siempre teatraliza en demasía en el teatro de la vida política.
Y vuelvo al
rostro, a la cara -¡es que no era él!- de la que todos estábamos más pendientes
que del mensaje. Pero -y en esto le reconozco que llega ‘sobrao’- “¿quién
necesita palabras cuando la expresión pretendida, lóbrega y hasta siniestra, lo
dice absolutamente todo?”.
Horas después, con
la sensatez que impone un buen cigarro y un sorbito de Hakushu, entretanto (creo
que) estoy ya curado de espanto, aunque tengo que hacérmelo ver porque la de
Sánchez siempre ha sido la estrategia del engaño. Y esa ha sido una vez más la
forma de actuar con el mensaje que sus asesores le animan a trasladar: inocular
en las mentes un postulado sin importar siquiera que este sea verdad, cuando
casi siempre es retorcido, falso o, simple y llanamente, mentira. Y a las
pruebas me remito.
Con la arrogancia
de un empleado de funeraria de una película de Tim Burton vino a demostrarnos,
como lo caló Pablo Motos en el Hormiguero -anoche-, que Pedro Sánchez no le
tiene miedo a la ultraderecha: a quien le tiene miedo es a los españoles.
Y combate el miedo
con la mentira y he leído por ahí que hay muchos colores para las mentiras. Increíble,
pero atiendan al Pantone. Menos la mentira blanca -que es la mentira
virtuosa-, la mentira amarilla -que son las adorables falsedades que se pueden
contar a los niños- y la mentira rosa, propia de enamorados para
mantener la llama de su pasión, Pedro Sánchez usa toda la escala cromática
restante cada vez que usa la palabra. Y así le escuchamos la mentira gris,
que es la mentira de silencio, dejándola caer estratégicamente, sin evidencias;
la mentira violeta, que une dosis de crítica a la espera de alterar la
narrativa; la mentira verde, que asegura lanzar para evitar el caos
social que podría surgir si llega a decir la auténtica verdad; la mentira añil,
creada en beneficio propio y de los suyos; la mentira morada, que es una
forma de engaño que el que la propaga la cree realmente como verdad absoluta,
aunque el lenguaje corporal le traicione; la mentira arcoíris, que
fantasea ficción con irrealidad; la mentira roja -roja carmesí- que es
un engaño descarado en absoluta ausencia de la verdad y siempre como
herramienta de manipulación; y, finalmente, la mentira negra zahína,
para omitir la culpabilidad.
Pues con esa
última bandera de mentira negra, cual pirata, se ha presentado hoy -miércoles
18- en el Congreso de los Diputados y ante el hemiciclo ha lanzado una nueva
sarta de acusaciones falsas -por ejemplo, contra el presidente de los valencianos
Carlos Mazón- desmentidas al minuto. En el caso de Mazón tanto por el TSJ de la
Comunitat Valenciana como por la Delegación del Gobierno[1].
El ventilador y la mierda es una argucia que no siempre funciona, con lo que
tienen que salir los tuyos a decir que ha sido un lapsus[2]:
¿equivocación por descuido? Como que no.
El caso es que ha
terminado, dirigiéndose a Rufián con un “No voy a aceptar que haga de la
anécdota una categoría”. Vamos que, lo de Cerdán, Ábalos, Koldo y todo lo
familiar que colea es una anécdota con la que le van a sacar el saín y la
melsa.
Le leía a Francisco
Pleite, en Hay Derecho, que “el principal enemigo de la democracia es la
mentira: su utilización como arma política causa un enorme daño a la sociedad y
a la democracia”. Pues no vean como estamos. Pero es que le he leído a Arcadi
Espada, en El Mundo, que “el principal enemigo de la democracia son los
votantes” que, sostengo yo, votan a tipos como este que hoy nos ocupa. Una
sociedad enferma es la que acepta la mentira como norma y permite que sus
líderes mientan. El cinismo se apodera la vida pública y ya la democracia no
tiene sentido. Tristemente, con personajes como el inquilino de la Moncloa estamos
haciendo que la mentira campe por doquiera por si cuela y esto afecta
negativamente a las democracias modernas.
Mientras la
mentira -ya dije lapsus para acérrimos seguidores- se afianzaba en el Congreso
de los Diputados confío en que alguna de sus señorías habría echado un vistazo
hoy -18 de junio- a la Encuesta Política de España, del Gabinete de Estudios
Sociales y Opinión Pública (GESOP)[3]:
el 61,5% de los encuestados reclaman comicios anticipados frente al 32,8% que
no ve necesario precipitar las urnas. ¡Por Dios! El goteo de escándalos
judiciales en los últimos meses ha tenido un efecto directo en la opinión
pública española y seis de cada 10 ciudadanos creen que Sánchez debería
convocar elecciones. Hasta lo piensan incluso cuatro de cada 10 votantes del
PSOE.
Esto no va bien; las
alarmas llevan tiempo sonando y avisando del deterioro de la democracia en el
mundo, sin que reaccionemos. Los hay que sostienen que es por agotamiento y
hastío; otros, dicen que por intereses políticos propios. Pero es caso es que
acepta con indiferencia la falta de verdad y, desencantada y desconfiada, la sociedad
se resigna ante las campañas de desinformación, confusión y distracción de la
atención.
Visto lo visto,
que lo socios no dan un golpe en la mesa y ponen coto a esto, denuncio que esto
va muy mal, camino de la autocracia.
Aproximadamente,
tres de cada cuatro habitantes del planeta Tierra vive bajo regímenes
autocráticos en lo que considero un significativo deterioro democrático. No
quiero estar en ese grupo.
Para este post
recurro a los principales índices de medición de la democracia que tengo
referenciados: Democracy Index[4],
Bertelsmann Transformation Index (BTI)[5],Varieties
of Democracy (V-Dem)[6]
y Freedom House[7]. De los
últimos informes de cada uno de ellos constato que -todos- coinciden en el peligro
que supone tanto a escala global como regional las pocas democracias plenas que
quedan en el planeta; y en todos ellos se confirma el auge de las autocracias.
Hoy va de
autocracias; vaya, por Dios.
Etimológicamente,
el término autocracia surge de la unión de dos palabras griegas: autos,
que significa por sí mismo, y kratos, que quiere decir gobierno o poder.
Así pues, la autocracia es un sistema de gobierno en el cual todo el poder de
un Estado se concentra en una sola persona (o institución). En el DRAE se puede
leer que es una “forma de gobierno en la cual la voluntad de una sola
persona es la suprema ley”.
China, Rusia,
Irán, Cuba, Arabia Saudí… (la lista es inmensa) son autocracias.
Y ya, con estos
mimbres, pues qué les voy a contar. Así, según el último informe de Democracy
Index (2024), entre los 167 países que evalúa solo había 25 democracias plenas
(y de ellas 17 son de países europeos, de los que 13 son miembros de la UE) y
46 son regímenes híbridos (10 son miembros de la UE). El resto lo divide entre regímenes
híbridos (que mezclan características democráticas y autoritarias y que señala
que son 36) y regímenes autoritarios: nada menos que 60.
A mí, de aquí, ya
me preocupa lo de los regímenes híbridos que es algo que se viene estudiando
desde los 70 y que con el paso del tiempo le hemos ido dando nombres para no
llegar a decir que no son democracias. Porque las democracias son plenas, o no
lo son.
Al principio, aún
en los 70 del siglo XX, les llamamos “democracias de fachada”; luego, “pseudodemocracias”;
hubo un momento, al principio de los noventa, de llamarlas “democracias
delegativas” (¿?); pero ya en el siglo XXI comenzamos a aplicar semántica
absurda y llamarlas “democracias electorales” o, rizando el rizo, “democracias iliberales”, para ya sin
tapujos definirlas como “semi-democracias” y “democracias defectivas”,
y con defectos -como todas las demás de esta lista- ya no son democracias. Y
seguimos blanqueando el término para llamarlas “democracias parciales” y
“democracias autoritarias”, hacia donde me temo que caminamos en un
claro ejemplo de deterioro democrático.
Parémonos en lo de
democracia iliberal; sí, sí, iliberal. Donde esa i delante de liberal es un mal
síntoma de la enfermedad que nos rodea. El concepto “iliberal” fue
propuesto en los años noventa por el politólogo estadounidense Fareed Zakaria[8],
quien señaló que había Gobiernos elegidos democráticamente que ignoraban los
límites constitucionales. ¡Jó, que listo! Y claro que los había, pero este
Zakaria bebió de un estudio filosófico anterior de marxistas franceses, como Étienne
Balibar, refrendado por estudios como el de Pierre Rosanvallon. Esto de
inventarse cosas…
Iliberal: dícese
de lo que es “una forma de gobierno a caballo entre la democracia liberal
tradicional y un régimen autoritario”. Sí, donde se respetan ciertos aspectos
de la práctica democrática, pero se ignoran otros muchos más. Claro, aquí lo mismo
te meten a la Federación Rusa de Vladímir Putin que a la Turquía de Tayyip
Erdoğan que a la Hungría de Viktor Orbán.
Por cierto, Hungría
se convirtió en 2020 en el primer país miembro de la Unión Europea en perder el
estatus de democracia según Varieties of Democracy y Freedom House, dos de los cuatro
índices que estamos barajando.
Para el Instituto Varieties
of Democracy (V-Dem) el mundo tiene ahora mismo (2025) 88 democracias
-liberales o plenas (más o menos el equivalente a las defectivas del Democracy
Index)- y 91 autocracias (electorales y cerradas), siendo esta la cifra más
alta de autocracias desde el año 1978. Para V-Dem, las democracias liberales
fetén suponen menos del 12% de la población mundial y entre las 88 plenas
detecta que ya hay 45 con serios rasgos de autocratización. ¡Cielos!; ¿nos
habrán metido ya en este grupo para la próxima edición?
En este índice
España ha pasado a ocupar la posición 21 (2024) frente a la 24 (2023). Y no es
porque hayamos ido a mejor, sino porque otros han ido a peor y nos han hecho
subir la ratio porque hemos pinchado en cultura política (7’50) y en
participación política (7’22)… antes que saltara la liebre. No obstante,
alertan de lo que puede venir[9].
Según la Fundación
Bertelsmann, que publica el BTI Transformation Index, ahora mismo tenemos en el
planeta 74 autocracias y 63 democracias; más autocracias. De los 137 países
analizados en la edición de 2024, solo 63 continúan siendo democracias. Además,
en los últimos dos años, las elecciones en 25 países han sido menos libres y
justas, los derechos de asociación y asamblea se han visto restringidos en 32
países y la libertad de expresión ha sido sometida a controles más férreos en
39 países.
En Freedon House
estamos como el año anterior, en 90 de 100, con una coletilla que alerta de la
corrupción y que la legislación cada vez más restrictiva supone una amenaza
para las libertades[10].
¿Qué quieren que
les diga?; esto, me preocupa. A todos nos va mejor en democracia bajo el Estado
de Derecho; pero a unos pocos les va mucho mejor cuando están en la cúspide del
poder en otros regímenes. Y hay mucho bobo suelto, de los que el bobo
ideológico es el bobo peor y el más numeroso. Y, gracias a ellos, los
autócratas siguen y siguen a lo suyo.
El autócrata del
siglo XXI no es como el autócrata del boom autoritario de los años 60 y 70 del
siglo XX. Y este primer cuarto del XXI nos ha tocado vivir -ya es mala suerte-
en la era de la recesión democrática. Eche un vistazo al telediario que
quiera y verá que las democracias del mundo se nos están debilitando y, por el
contrario, proliferan las autocracias directas y encubiertas; los sistemas
autocráticos se fortalecen.
Y no se parecen
estas autocracias a las de hace medio siglo -o más- porque varias de las autocracias
de hoy están hoy certificadas con la legitimidad del voto de la ciudadanía.
Luego, si quieren -por mí, no-, entramos en la calidad de ese voto y del
proceso.
Pero, a lo que me
preocupa. 2024 fue calificado como el “año mundial electoral” porque cerca
de cien países pasaron por las urnas; 4.300 millones de personas fueron
llamadas a votar en 2024 en India, Estados Unidos, Indonesia, Pakistán,
Bangladesh, Rusia, México, Irán, Francia, Reino Unido… y un larguísimo
etcétera. Pues bien, de todos ellos, sólo 7 de estos países con elecciones
están considerados democracias plenas[11]
y otros 20 tienen el sambenito -ganado a pulso- de “democracias deficientes”.
Y lo más grave: uno de cada tres de los 4.300 millones electores lo hicieron en
comicios de baja calidad[12].
Me preocupa todo
esto porque, espero que coincidan conmigo, la democracia es un sistema tan
abierto y dinámico que se convierte en sumamente vulnerable al deterioro de las
instituciones por individuos que, como algunas frutas, se pudren en cuanto se
acerca una mosca. Y, sobre todo, cuando una moral relativista como la propala
el autócrata de marras que nos ocupa campa a sus anchas por las estructuras del
poder llegando a aceptar la corrupción como una anécdota con la que se puede
convivir. Pues apaga y vámonos.
Albert Camus
sentenció en su día que la libertad consiste, en primer lugar, en no
mentir; porque allí donde prolifere la mentira la tiranía o bien se anuncia o
bien se perpetúa. En 1957 se le concedió el Premio Nobel de Literatura por “el
conjunto de una obra que pone de relieve los problemas que se plantean en la
conciencia de los hombres de la actualidad”. Relacionado con el existencialismo
alemán, se fajó en la resistencia francesa durante la ocupación alemana en la
IIGM, y se relacionó con los movimientos libertarios de la posguerra; pero lo
tenía muy claro.
No sé como va a
terminar este triste episodio de la historia de España, pero no nos merecemos a
quien coquetea a diario con la mentira y la falsedad y es capaz, carta a carta,
de orquestar una operación de demolición moral de la sociedad, enfrentando a
los españoles. De nuevo el axioma “o yo, o el caos”, y a partir
de esa consigna, todo lo demás: el discurso del miedo y la demagogia. Esa es el
arma de los dictadores.
Hermano Lobo, la
genial revista satírica ya jugó el 2 de agosto de 1975 con esa tesis; y en portada.
Jaime Gil de
Biedma se nos adelantó en el poema “Apología y petición”: … De todas las
historias de la Historia, sin duda la más triste es la de España, porque
termina mal…[13]
[1] https://www.eldebate.com/espana/comunidad-valenciana/20250618/justicia-valenciana-no-tiene-ninguna-causa-abierta-contra-mazon-financiacion-pp-generalitat-desmiente-sanchezbulo_308446.html
[2] https://www.lasprovincias.es/politica/sanchez-alude-congreso-supuesta-investigacion-mazon-consta-20250618113741-nt.html
[3] https://www.elperiodico.com/es/politica/20250618/encuesta-elecciones-generales-espana-118671604 ; https://www.levante-emv.com/espana/2025/06/18/encuesta-elecciones-anticipadas-corrupcion-sanchez-118740698.html
[4] El índice de democracia es una clasificación hecha por
la Unidad de Inteligencia de The Economist, a través de la cual se pretende
determinar el rango de democracia en 167 países: https://www.eiu.com/n/campaigns/democracy-index-2024/
[5] El Índice de Transformación de Bertelsmann (BTI) es una
medida del estado de desarrollo y la gobernanza de los procesos de
transformación política y económica en países en desarrollo y en transición de
todo el mundo. El BTI se publica bienalmente por la Fundación Bertelsmann desde
2005: https://bti-project.org/en/?&cb=00000
[6] Los Índices de Democracia de V-Dem son índices
publicados por el Instituto V-Dem que describen las características de
diferentes democracias. Se publican anualmente. Los conjuntos de datos
publicados por el Instituto V-Dem incluyen información sobre cientos de
indicadores que describen todos los aspectos del gobierno, especialmente la
calidad de la democracia, la inclusión y otros indicadores económicos: https://www.v-dem.net/
[7] Freedom House es una organización no gubernamental con
sede en Washington D. C. y con oficinas en cerca de una docena de países.
Conduce investigaciones y promociona la democracia, la libertad política y los
derechos humanos. Se describe como «una voz clara para la democracia y
libertad por el mundo»: https://freedomhouse.org/
[9] La estabilidad política en España seguirá siendo
frágil, a pesar de la reelección de Pedro Sánchez, líder del Partido Socialista
Obrero Español (PSOE), de centroizquierda, como presidente del gobierno desde
mediados de noviembre de 2023. El gobierno será inherentemente inestable, dado
el gran número de partidos regionales de los que dependerá, cada uno con
intereses contrapuestos. El riesgo de parálisis política y de colapso del
gobierno antes del final de su mandato en 2027 es muy alto. Se prevé que la actividad
económica en España se desacelere, pero se mantendrá por encima de la media de
la zona euro, impulsada por la disminución de las presiones inflacionistas, la
aceleración del crecimiento de los salarios reales y un sector turístico
pujante.
[10] Prevalece el Estado de derecho y, en general, se
respetan las libertades civiles. Si bien la corrupción política sigue siendo
preocupante, políticos de alto rango y otras figuras poderosas han sido
procesados con éxito. La legislación
restrictiva adoptada o aplicada en los últimos años
supone una amenaza para las, por lo demás, sólidas
libertades de expresión y de reunión. La persistencia del
movimiento separatista en Cataluña representa el principal
desafío para el sistema constitucional y la integridad
territorial del país.
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