26 dic 2011

DEL VOCABULARIO PALENTINO



Sorprendidísimo me he quedado con el habla palentina. Mi buen amigo José María Diez, palentino de nacimiento, ciudadano del mundo en la juventud y benidormer desde hace muchos años, ha tenido a bien regalarme el “Nuevo Vocabulario Palentino” y ensimismado con ese olor tan peculiar que tiene los libros nuevos y en esta mañana de Navidad, no he tenido mejor ocurrencia que despejar las neuronas del ambiente etílico y la pesadez de la digestión y ensimismarme con el vocabulario que, a más, me sueña como cercano. La mitad de las palabras que he leído hasta ahora las empleaba mi abuela Mercedes en las cosas del campo y de la huerta. Asín que

Volviendo al Palentino, me he quedado de piedra con la voz “agosto”. Uno es del mes de agosto y por curiosidad insistió mas: “mes de los curas... por la gran cantidad de entierros que había…” Joder con Palencia. Para remediarlo, a la grosella se llaman “Uva de San Juanillo”.

Encuentro una referencia a los quesos palentinos muy corta, a pesar de la excelencia de los mismos: “del pueblín de Lores, de Puchera, la genial Quesilla (Pata de Mulo),  de Palencia, de los Valles del Cerrato, de Valdespina, de Olla Castrillo…” quesos de leche de oveja con regusto ancestral de vacceos y arévacos, quesos que maduraban lo que en fresco no se pudo vender… aquí ha faltado texto. Incluso en vinos; en vinos palentinos que es de lo primero que uno busca porque ninguna comarca palentina ha sido ajena al vino hasta la llegada de la filoxera. Así, Palencia contó con “Estatuto del Vino” desde 1437, por mor de don Gutierre de Toledo, confirmado por el rey Juan II al año siguiente. Y bueno, qué contarles de muestras arqueológicas como el vino “Ojo de gallo”, en el Cerrato, el “Clarete del Paramillo” o “Clarete de Villamuriel (del Cerrato)”, y el “Pichorrilla” de Campos, un vino artesanal, muy flojo, habitual de siempre en las viejas casas de labranza. Aquí falta texto, pero es que se trata de vocabulario y no de alcohólicos reconocidos.

Pero encuentro que en todos lados hablan de lo mismo cuando llaman “alpiste” al vino peleón de los tugurios, “barda” al montón de leña, “barruntar” que es presentir  o “parva” al haz de lo segado. Bueno, aquí llegados, casi he oído la “castrapuerca” sonar que avisaba de la llegada del castrador. ¡Vaya novedad!, la de este “Nuevo Vocabulario Palentino”. Me suenan casi todas; y las que no, por olvidadas.

Ahora, he encontrado beldades como “ajilimójili”, una salsa para guisos hecha con ajos, y “alubiero”, como gentilicio despectivo que aplican, en todos lados cuecen habas, a los de Valladolid, con referencia incluida al poema de Paco Vighi que dice que el río Carriónse suicida en el Pisuerga antes de Valladolid por no querer ser vallisoletano”. Este Vighi es un talib de armas tomar.

Tiene este vocabulario palentino su arte, incluso, para insultar: “Eres un baldragas, un zopenco, un gandumbas, un malzápulas…”

Ahora, hay verbos que se las traen: “basnar” (arrastrar), “arpar” (reventar), “batear” (bautizar), “descagazar” (llevar a buen término la crianza de un hijo), “guipar” (ver, descubrir a alguien), “pintear” (llover poco), etc.
No sé, muchas cosas más. Merece la pena darle un “estrujío” más grande a este Nuevo Vocabulario Palentino, que me suena al habla de mi abuela en el Bajo Segura, que dicen ahora -Origüelica del Señor, de siempre-, y que con la que está cayendo, que no parece invierno, se me hace afable.

En fin, Feliz Navidad y… ¿próspera austeridad?



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