6 mar 2018

DE UNA VOCACIÓN DE SERVICIO




Tras una década de tertulias, a una media de 40 tertulias anuales, creíamos haber tocado todos los palos de flamenco. Y no. Por eso pasó a tomar café con nosotros Santiago de la Heras por el Meliá Benidorm.

Este abogado madrileño -que quiso ser juez- bien pronto optó por funcionario de Instituciones Penitenciarias y, hoy por hoy, es el director de Alicante I; Fontcalent.

Me explico a mí mismo, para comenzar el Post, que la prisión, la cárcel, es un elemento más del Sistema de Justicia cuyo objetivo sería proteger a la sociedad de algunos de sus elementos, disuadir de que se realicen hechos delictivos y también reeducar al detenido. No sé; son conceptos básicos que me hago a la hora de escribir. Hoy es más complicado. Santiago vino y, como muchos de los invitados a la tertulia “Los cafés del Meliá” abrió su corazón y su alma contándonos cosas. Con los policías, jueces y fiscales que por la tertulia han pasado lo he tenido más fácil.

Durante la carrera tuve un compañero que era funcionario en Fontcalent y esperaba que la licenciatura le abriera puertas en el escalafón. Miro la orla y no lo veo. Era un tipo genial; aunque al principio hablaba poco. Y costó que nos dijera en qué trabajaba; no siempre acudía a clase. En el club social, alguna vez me habló de ello. Escuchando a Santiago le veía a él; debe ser cosa de la institución. Le pregunté en su día al compañero si había estado cuando el motín (noviembre de 1990); y no, se había incorporado un par de años después. Yo lo viví desde la barrera de los informadores.

Santiago de las Heras tampoco estuvo en el motín. Y se parece mucho, como dije, a mi compañero de Geografía. En cuanto lo tratas, destaca su bonhomía, entrega al trabajo y amor a la profesión.

Sí, De las Heras reconoció un mundo antes y después en el tema de las prisiones en España. Recordó que comenzó en la de jóvenes de Madrid, pasó luego a Carabanchel “que se decía que se iba a cerrar y tardó aún un tiempo” (cerró en el 98). Para ilustrar ese periodo de Instituciones Penitenciarias nos dice que “Celda 211 es un referente de aquellas prisiones; hoy ha cambiado todo”. Recalca que “Las prisiones no han dejado de cambiar, para mejor, desde que ingresé”.

Y él lo sabe bien. Estamos ante quien fue el más joven de los jefes de servicio, de la Inspección Penitenciara y de los directores de prisión de la Institución. Ha recorrido varios centros. Conoció y sufrió el poder de ETA –“lo pasé mal tres años: te recordaban varias veces a diario que te podían matar, o a alguno de los tuyos”-, la situación de las plantillas –“el miedo lo corrompe todo”-, el compañerismo y la camaradería –“ha habido incidentes serios; pero hay presos que cuidan de ti”-, el código ético y los cambios en la sociedad española: “antes, había otra forma de vivir y mucha menos suerte; antes había más gente víctima de la sociedad”.

Nos abrió las puertas, directamente, del centro penitenciario; nos invitó a visitarlo como lo hacen delegaciones internacionales –“israelíes y norteamericanos se asombran de cómo funcionan y del respeto en nuestras instalaciones”- o alumnos de las universidades (Derecho, Criminología; “hasta de la Universidad de Texas”). No descartamos desde la tertulia “Los cafés de Meliá” la visita, porque…. ‘a la cárcel y al cementerio, ir; no que te lleven’, que precisó Mario Ayús.
Tertulianos en tertulia. (Fotos M. Ayús) 


Nos contó que de puertas adentro funciona “la solidaridad” y que el peor delito entre la población reclusa es “la falta de respeto”; que la apertura del centro de Villena (Alicante-II) mejoró mucho la situación; que “Alicante es un centro muy tranquilo ahora mismo” y que, en general, las prisiones son “centros asistenciales más que de reclusión”.

Y entramos en materia. Coincidimos, aunque él sabe más porque lo vive, que “estar privado de libertad es un duro castigo”. Nosotros nos lo imaginamos; él conoce el ruido de la reja. Es cierto, nos reconoció, “que dentro lo tienen todo, pero no la libertad; están castigados”.

Supimos del funcionamiento, de los horarios, de los jueves de Administración penitenciaria “que velan por los derechos de los reclusos”, de los ‘Módulos de Respeto’, de los “contratos terapéuticos”… Quisimos saber si las cadenas largas tienen efectos perversos y nos explicó que “se pierde la capacidad de vivir en libertad y hasta autonomía”. Ahí entramos en detalles…

Le noté que hacía muy suyo el lema ‘Odia el delito y compadece al delincuente’: “descubres que hay de todo; pero en general son personas y muy dignas”.

Y con Concepción Arenal en el tema, está el otro, que también se le atribuye, de ‘abrid escuelas y se cerrarán las cárceles’. Entonces le preguntamos, a las claras, si la cárcel servía para algo. Nos respondió más a las claras: “es como dejar de fumar; dejas de fumar tú. Te reinsertas tú”.

Ni una palabra más. Al salir te espera el medio en que tradicionalmente te has movido. “El objetivo es que esa estancia se un tiempo útil”.

Nos expuso la diferencia entre conducta y actitud, terminando por reconocer, y no como fallo del sistema, que “hay personas que no son reinsertables; para un psicópata no hay reinserción posible”. Recordó algunos ejemplos de “magníficos presos, pero malos ciudadanos”.

Hablamos de todo. “En prisión no hay bandas, o son muy efímeras, porque se las disgrega”; “el 25% de la población reclusa es extranjera”; “los transgénero eligen módulo: hombres o mujeres”; “la Administración es responsable de la población reclusa; tienen ciertos privilegios, pero están privados de libertad, aunque todas las necesidades están cubiertas por la Administración”.

Hablamos de la comida, la asistencia religiosa, de la figura del Indulto –“reducción de condena por la vía del Indulto”, nos matizó-, de la hepatitis C, de la heroína, de las celdas, de la siesta… de todo.

Pero como siempre, lo que de verdad pasa en ‘Los cafés del Meliá” queda entre los posos del café.

Con Santiago de las Heras descubrimos al hombre, a la persona y al funcionario de prisiones. Y creíamos que ‘lo habíamos visto todo’…


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